Vicder lanzó una maldición al arrodillarse y levantarle la cabeza a la chica desmayada, la cual la tenia en un ángulo extraño contra las patas de la mesita del recibidor, y los pies se encontraban separados delante de la puerta de entrada.
—Ella no es la nieta, ¿o sí? -preguntó Vicder, mientras su escáner ya estaba comparando las medidas del rostro de la chica con la base de datos de su cerebro y no obtenía ningún resultado.
De haberse tratado de Yuri Plisetsky, la habría reconocido..
Empujó la mesa a un lado quitándola del medio para dar más espacio y echó un vistazo por la puerta.
Un levitador bastante destartalado esperaba en el patio.
—¿Qué haces? -preguntó JJ.
—Echo un vistazo. -Vicder se volvió y vio que Leroy bajaba el último peldaño y observaba a la chica con cierta curiosidad- Parece que está sola.
Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de JJ.
—Deberíamos llevárnosla con nosotros.
Vicder lo fulminó con la mirada.
—¿Estás loco?
—Loco de amor. Es una belleza.
—Y tú eres idiota. Si no te comportas voy arrastrarte al baño y te ahogare con agua fría en la ducha. Ayúdame a llevarla al salón.
JJ no protestó, y un segundo después había levantado a la chica en brazos sin la ayuda de Vicder.
—Me ofendes compañera, ante todo soy un caballero
—Cállate caballero y ponla en el sofá.
Vicder pasó por delante de él y recolocó varios cojines. JJ movió los brazos para que la cabeza de la chica reposara contra su pecho.
—Cadete. Bájala. Ya.
Mascullando algo entre dientes, la dejó en el sofá, se apresuró a recomponerle la camisa para taparle la barriga y estaba a punto de colocarle las piernas en una posición más cómoda cuando Vicder lo atrapó por el cuello de la chaqueta y tiró de él para que se pusiera en pie.
—Salgamos de aquí cuanto antes. Nos ha reconocido y enviará una com a la policía en cuanto se despierte.
Leroy sacó un portavisor del bolsillo de su cazadora y se lo tendió a Vicder.
—¿Qué es esto?
—Su visor. Se lo he quitado mientras tú estabas ocupada perdiendo los nervios, de nada.
Vicder le arrancó el portavisor y se lo metió en uno de los bolsillos laterales de los pantalones militares.
—Aun así, no tardará en contárselo a alguien. Y ese alguien vendrá a investigar y averiguará que estábamos buscando a Nikolai Plisetsky y entonces también empezará a buscarlos y… creo que tendría que inutilizar su levitador antes de irnos.
—Pues yo creo que deberíamos quedarnos y hablar con ella. Tal vez sepa dónde encontrar a Nikolai o a la Nieta.
—¿Quedarnos y hablar con ella? ¿Y darle aún más pistas para saber cómo localizarnos? Eso es lo más estúpido que he oído en mi vida.
—¡Eh!, a mí me gustaba la idea de llevárnosla con nosotros, pero tú ya la has rechazado y me trataste muy mal -protesto en modo dramático- así que no me queda más remedio que echar mano del plan B, que es interrogar a la bella señorita. La verdad es que me apetece mucho. Solía jugar a un juego llamado interrogatorio con una de mis antiguas novias en el que…
—¡LA LA LA LA LA! No necesito saber más. -Vicder levantó una mano para que se callara- Es una mala idea. Yo me voy, pero tú puedes quedarte aquí con tu novia, si quieres. Pasó junto a él con paso decidido.
JJ salió detrás de ella.
—Vaya, ahora estoy seguro: lo que acabo de oír son celos, cierto. ¿Sabes que no te cambiaria por nadie guapa?
Un gemido hizo que ambos se detuvieran a medio camino de la puerta y, al volverse, vieron que la joven abría los ojos con un leve parpadeo. Vicder volvió a maldecir en voz alta y tiró de JJpara que la siguiera hasta la puerta, pero él no se movió. Al cabo de un instante, se zafó de ella y regresó al salón. La joven lo miró aterrorizada, se incorporó y retrocedió hasta el brazo del sofá.
—No te asustes -trató de tranquilizarla Leroy-, no vamos a hacerted año.
—Ustedes son los de las telerredes. Los fugitivos -dijo ella, con un encantador acento europeo. Se volvió hacia Vicder, boquiabierta- Tú eres la… la…
—¿Presa lunar ciborg fugada? -intentó ayudarla JJ.La chica empalideció aún más si cabía, y Vicder rezó para tener paciencia-.
—¿Va… van a matarme?
—¡No! No, no, no, claro que no. -JJ se sentó en el otro extremo del sofá con suma delicadeza- Solo queremos hacerte unas preguntas.
La chica tragó saliva.
—¿Cómo te llamas, cielo?
La chica se mordió el labio, mirando a JJ con cierta desconfianza, aunque un poco más tranquila.
—Georgia -contestó con un hilo de voz-.
—Georgis. Un nombre precioso para una chica preciosa.
Reprimiendo las ganas de vomitar por la frase tan cliche, Vicder apoyó la cabeza contra el marco de la puerta con un topetazo, lo que atrajo la atención de la chica, que volvió a encogerse de miedo.
—Lo siento -dijo Vicder, levantando las manos- Esto… es un placer conocerte…
Georgia rompió a llorar como una histérica, incapaz de apartar los ojos de la mano metálica de Vicder.
—Por favor, no me Mates. ¡No le diré a nadie que los he visto! ¡Lo prometo, pero, por favor, no me mates!
Boquiabierta, Vicder observó un momento su desagradable extremidad antes de caer en la cuenta de que no era su mitad ciborg lo que la chica temía, sino su condición de lunar.
Se volvió hacia Leroy, que la miraba como si quisiera asesinarla, y alzó los brazos.
—De acuerdo don amabilidad, tu te haces cargo de esto, pero si nos atrapan te juro que haré que te arrepientas -dijo Vicder , y salió de la habitación. Se sentó en la escalera, desde donde podía oír a JJ intentando tranquilizarla al tiempo que vigilaba la carretera a través de la ventana-.
Se apoyó los codos en las rodillas enfurruñada y escuchó los arrullos de Letoy y los sollozos de Georgia mientras se frotaba las sienes intentando detener el inminente dolor de cabeza.
Antes la gente la miraba con asco. Ahora la gente la miraba con terror. No sabía qué era peor. Deseaba gritarle al mundo que ella no tenía la culpa de ser así. Ella no había hecho nada. Desde luego, si le hubieran dado a escoger, no era lo que habría elegido.
Lunar, Ciborg, Fugitiva, Proscrita, Marginada, Huerfana…
Vicder enterró el rostro en sus manos y trató de alejar de sus pensamientos aquella serie de injusticias. No era momento de compadecerse de sí misma, tenía demasiadas cosas más importantes de las de que preocuparse.
En la sala contigua, oyó que JJ mencionaba a Nikolai Plisetsky y le suplicaba a la joven que le dijera algo, cualquier cosa que pudiera serles útil; sin embargo, lo único que obtuvo fueron disculpas balbucientes.
Vicder suspiró, estaban perdiendo demasiado tiempo y con cada segundo que pasaba había más probabilidad que los encontraran, deseaba que hubiera algún modo de convencer a la chica de que no tenían intención de hacerle daño, de que, en realidad, ellos eran los buenos.
Se puso tensa.
Sí que podía convencerla. Y muy fácilmente. Los remordimientos hicieron acto de presencia al instante, aunque no consiguió eliminar del todo la tentación.
Vicder volvió la vista hacia el horizonte, hacia los campos en los que seguía sin verse señal de vida. Entrelazó los dedos y empezó a darle vueltas a la idea.
—Conoces a Nikolai Plisetsky, ¿verdad? -dijo JJ, en cuya voz empezaba a atisbarse la desesperación- Vamos nena, estás en su casa. Porque esta es su casa, ¿no?
Vicder se masajeó las sienes con los pulgares. Ella no era como la reina Minako y sus taumaturgos y todos esos lunares que abusaban de su don y que manipulaban y engañaban y controlaban a los demás en beneficio propio. Sin embargo, si lo hacía por una buena causa… y solo un ratito…no iba a dañar a nadie, ¿cierto?
—Georgia, por favor, deja de llorar. En realidad es una pregunta muy sencilla.
—De acuerdo -musitó Vicder, dándose impulso para ponerse en pie- Después de todo, es por su propio bien.
Respiró hondo para ahuyentar los remordimientos y entró de nuevo en la sala de estar. La joven se volvió hacia ella de inmediato, con los ojos hinchados, y se encogió.
Vicder se obligó a relajarse, dejando que el suave hormigueo recorriera sus terminaciones nerviosas, invocando pensamientos amables, amistosos, cordiales.
—Somos amigos -dijo-, estamos aquí para ayudarte.
A Georgia se le iluminó la mirada.
—Georgia, ¿puedes decirnos dónde está Nikolai Plisetsky?
Una última lágrima resbaló inadvertida por la mejilla de la joven.
—No sé dónde está. Desapareció hace tres semanas, pero la policía no tiene ninguna pista.
—¿Sabes algo sobre su desaparición?
—Ocurrió de día, mientras Yuri estaba fuera haciendo el reparto. No tenía levitador, ni nave, y no parecía que se hubiera llevado nada. De hecho, encontraron su chip de identidad en la casa, junto con el portavisor.
Vicder necesitó de toda su concentración para mantener el aura de cordialidad y confianza cuando la decepción empezó a hacer mella en ella.
—Pero creo que Yuri podría saber algo -Vicder se animó con esa noticia- Pensaba ir a buscarla. Se fue hace un par de días y me pidió que cuidara de Potya y de la granja mientras ella volvía. Parece ser que tenía una pista, pero no me dijo de qué se trataba. Lo siento.
—¿Has vuelto a tener noticias de Yuri desde entonces? -preguntó JJ, adelantando el cuerpo.
Georgia negó con la cabeza.
—Nada. Estoy un poco preocupada por ella, pero es una chica dura y con un caracter fuerte. Seguro que estará bien. -su rostro se iluminó como el de una niña pequeña- ¿Los he podido ayudar? Quiero ayudarles.
Vicder se estremeció ante el entusiasmo de la chica.
—Sí, nos has ayudado. Gracias. Si se te ocurre algo…
—Una pregunta más -intervino Leroy, levantando un dedo- Nuestra nave necesita algunas reparaciones. ¿Hay alguna tienda de repuestos por aquí cerca que sea de confianza?