Te he entregado mi corazón.
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El celo de Viktor comenzó durante una de las reuniones del senado. De inmediato, un beta fue llamado para acompañar a Viktor hasta a sus recintos donde compartiría seis noches al lado del omega que Yuri eligió para él.
Viktor ingresó con el calor sobrepasando sus sentidos, ansioso de la llegada del cuerpo que le permitiría volcar sobre él todo el deseo mal contenido probablemente de ahora en adelante. Dependiendo de ese primer encuentro él podría ser quien le ayude a pasar todos sus celos de los cuales Yuri jamás se haría cargo.
No tuvo que esperar demasiado cuando la puerta se abrió dejando pasar a un delgado, pero fuerte muchacho, de pálida tez, cabellos negros y ojos color chocolate. El chico lucía unos años menor a él, tal vez de la misma edad de Yuri, no podía pasar de los veinte en tanto él ya contaba con veintidós.
—Con su permiso —pidió de manera educada permiso para ingresar haciéndolo con timidez.
—Adelante.
El joven ingresó; vestía una delgada y transparente túnica blanca que dejaba a la vista el hermoso cuerpo llegando por debajo de sus rodillas, atándose por el hombro derecho, mostrando de manera sensual el pezón izquierdo.
El platinado relamió sus labios con lujuria, ya quería hacer suyo ese cuerpo.
—No seas tímido, después de todo serás quien lleve a mis hijos en su vientre, ven y no posterguemos más lo inevitable —el muchacho asintió torpemente, caminando con miedo hacia el lecho, y justo poco antes de llegar Viktor lo tomo con brusquedad del brazo jalándolo hacia sí, de esta forma, teniéndolo tan cerca, sus fosas nasales se embriagaron del olor a vainilla del joven que bajó sus manos temblaba aterrado.
—Si, eso es, ven conmigo omega — sin mayor delicadeza le despojó completamente de sus ropas haciéndolas a un lado pues estorbaban, admiró el hermoso cuerpo maravillado; las largas y fuertes piernas torneadas, el torso trabajado y los glúteos redondos, lo miró a los ojos perdiéndose en sus orbes color chocolate y con una sonrisa delineo las facciones del bello rostro que perdía los rasgos de la adolescencia para dar paso a facciones más adultas. Enloquecido por su belleza, sin mayor reparo comenzó por tomarlo primero de manera fiera, el muchacho se mordió los labios con fuerza sabiendo que era castigado el gritar o quejarse.
—No reprimas tus gemidos, demuéstrame que lo disfrutas —ordenó, queriendo penetrarlo, sin embargo, en un punto algo hizo click en ambos: para el alfa su instinto exigía poseerlo cuanto antes, pero su razón se hizo presente por imposible que pareciera y le ordenó tratarlo diferente, ser gentil y amable con aquel inocente ser que se avergonzaba de emitir sonido alguno. Por su parte el muchacho tras sentir como propio el calor del emperador encima suyo, al percibir su amaderada aroma envolver sus sentidos y aspirar su aliento, de un momento a otro había hechizado su mente y sus sentidos, como si su cuerpo quisiera imitar las reacciones del mayor, su temperatura se elevó, sus mejillas tomaban un adorable tono carmín, el delgado, pero fuerte cuerpo temblaba debajo de Viktor, por entre sus piernas se escapaba un espeso líquido y aquellos finos labios ahora dejaban escapar pequeños gemidos anhelantes de atención.
—Señor, por favor, por favor, ha…hágame su…suyo —. No había duda alguna, el celo del joven azabache había despertado con el de Viktor. Quien sintiéndose honrado y orgulloso por dar inicio a este hecho, comenzó, tomándose todo el tiempo del mundo; delineo primero con sus dedos el vientre del joven disfrutando de su suave piel, mientras se inclinaba hacía el joven buscando con sus labios los ajenos aprisionándolos, haciendo suya esa dulce cavidad, con sus manos subió por el fuerte torso hasta llegar a los erectos pezones los cuales no tardó en prestar atención, ahora los sedientos labios de Viktor se dirigieron a ellos para comenzar a succionarlos. El azabache gimió de incontrolable placer implorándole continuar, en tanto el mayor excitado así lo hizo, se dio el tiempo necesario para prepararlo, para gozar de aquel inocente cuerpo y hacerlo gozar, lo escuchó en repetidas ocasiones rogar por más, sintió su cuerpo bajo el propio temblar de placer y justo en el momento clave sujeto con fuerza el cuerpo del azabache mientras se arqueaba al llegar a la cúspide del placer, compartiendo ambos el esperado orgasmo.
Fueron seis días con sus noches en los que Viktor hizo suyo el cuerpo del joven, y este ya muy lejos de la impresión inicial lo acepto gustoso. Al final del sexto día, cuando el celo de ambos hubo terminado, Viktor lo tomó entre sus brazos.
—Aún no sé tu nombre — le dijo estrechándolo con fuerza.
—No es necesario que lo sepa —respondió su compañero algo reacio al trato más allá del esperado.
—Soy tu emperador y quiero saberlo.
—Si insiste, soy Yuuri. — El mayor se sorprendió gratamente.
—Supongo que mi esposo no quiso complicarse mucho y te eligió por llamarte igual a él.
—Tal vez.
—Yuuri…
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Pasado el celo de Viktor, no volvió a saber del omega con el que compartió lecho, aunque no por ello no pasó día en el que dejara de pensar en él sintiéndose hechizado por tan maravillosa noche; sin embargo, sus obligaciones eran varias y no podía darse el lujo de perder el tiempo pensando en situaciones que no dejarían nada a su imperio. Ahora lo importante era la guerra que se había extendido por varios meses y parecía no tener fin, él deseaba tanto ganar territorio, si lo hacía sería de sus primeros aciertos, pero las bajas comenzaban a ser importantes y el senado pedía explicaciones para continuar. Para colmo de males el tema de los omegas que ya lo tenía harto volvía a ponerse sobre la mesa y él en un intento de deshacerse de lo que consideraba una distracción decidió darlo por cerrado con una resolución irrevocable.
—No hay marcha atrás, el tema no volverá a tocarse, los omegas ocuparan el lugar que les corresponde y de no cumplir con sus obligaciones su castigo será la muerte en el coliseo.
Por supuesto que hubo desacuerdos, disputas tras la decisión tomada, pero era irrevocable. El emperador había hablado y el emperador era Roma.
—Excelente decisión mi señor —Lo felicitó Alain, antiguo consejero de Nikolai y ahora fiel siervo suyo.
—Gracias, después de esto ahora nos enfocaremos en lo verdaderamente importante.
Yuri también estaba presente, al escucharlo miró a su esposo con desaprobación, él pensaba muy diferente, y como no hacerlo si después de todo él había sido criado por un omega en su niñez, un omega que lo amó y protegió incluso con su vida cuando sus padres fueron atacados por el enemigo.
—Solo espero que jamás te arrepientas Viktor —dijo el menor saliendo de la reunión bastante enojado.
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Noventa días con sus noches pasaron y la noticia de que el omega de Viktor se encontraba en estado pronto se expandió por el imperio, por lo que todo el mundo felicitaba a los orgullosos padres, a Viktor y Yuri por su nueva familia y contaban los días para que el esperado nacimiento sucediera. La noticia brindó paz y tranquilidad al ocupado emperador quien en cuanto contó con el tiempo suficiente visitó al omega responsable de tan buenas nuevas.
—Yuuri — lo encontró en una de las habitaciones del palacio, en la terraza que daba hacía los amplios jardines, admirando la luna, a ojos de Viktor lucía tan hermoso, incluso más que la primera vez que lo vio, su rostro mostraba cierta paz viéndose radiante, los castaños ojos resplandecían, sus mejillas se teñían de un adorable carmín y los rosados labios se le antojaban terriblemente tentadores, además como cereza del pastel era ya visible el abultado vientre, el cual se encargaba de dar vida a su pequeño.
—Emperador. — El muchacho hizo una reverencia al notarlo en su habitación.
—Por favor, no te inclines, no hagas esfuerzos innecesarios — pidió adelantándose al tomar al muchacho por los hombros ayudándolo a levantarse — Dioses, luces tan hermoso de esta forma, incluso más que cuando te conocí — dijo al tenerlo frente a sí, tan cerca, pudiendo percibir su aroma, ahora siendo una combinación entre el olor a vainilla propio del azabache y el olor amaderado del alfa.
—Me halaga con sus palabras emperador — respondió con sumo respeto, sin embargo, esto no le pareció del todo cómodo al platinado.
—Preferiría que me llames Viktor — le indicó posicionándose a su lado.
—Eso sería una falta de respeto.
—Yo soy Roma, y si te lo pido es decreto, además ahora compartimos más que los recuerdos de nuestro celo, tú llevas a mi hijo en tu vientre y debo ser agradecido — el muchacho lo miró extrañado, cuando llegó al palacio, vendido como esclavo y seleccionado por el rubio que compartía su nombre jamás esperó un trato tan especial, aunque de sobra sabía a qué se debía, y sin embargo nadie le preparó para ser algo más que el vientre de los hijos de los emperadores.
—De acuerdo, … Viktor.
—Bien, ahora ¿Qué te parece si en lugar de mirar los jardines desde aquí, los recorremos juntos? —El muchacho nuevamente extrañado por la petición, asintió intrigado.
Aquella sería la primera de muchas noches que alfa y omega pasarían juntos. Del lado de Yuuri, Viktor descubrió mucho de sí mismo, jamás pensó lo ocurrente que podía llegar a ser, lo desenfadado que podía mostrarse ante alguien que no fuera su consorte y lo divertido que podía ser el mundo para dos simples personas en tan pocas horas, siendo por primera vez él mismo, sin poses, sin miedo a ser juzgado, sin límites ni ataduras, en aquellas preciadas noches él ya no era el emperador de Roma y Yuuri ya no era el omega del emperador, solo eran dos seres humanos más bajo la luz de la luna.
Durante el embarazo del omega de manera inconsciente y a veces hasta irresponsable, Viktor compartió cada noche al lado de él, descubriendo a Yuuri como alguien en verdad especial, el joven tenía algo que Viktor en todo sus años conociendo a la alta sociedad de Roma jamás había encontrado en nadie: era hermoso, ingenuo y sumamente noble, los momentos a su lado comenzaron a ser mágicos, dedico cada una de sus noches a pasar a su alcoba para recorrer los jardines, a veces cenar juntos y otras simplemente charlar, Viktor atesoraba esos momentos y más aún cuando el menor le permitía acercarse a su vientre para sentir al hijo de ambos, en ese tiempo Yuuri supo llegar al corazón del alfa rompiendo todos y cada uno de los paradigmas con los que había sido educado.
—Veo que te has encariñado con el omega — comentó su esposo una mañana mientras ambos desayunaban.
—Lleva a nuestro hijo en su vientre, quiero estar a su lado.
—Es eso, o ¿hay algo más, anciano? — preguntó incrédulo notando cómo cambiaba el semblante de su “pareja” al hablar de él.
—Solo es eso — Yuri soltó una carcajada llevándose un trozo de pan a la boca.
—¿Qué te pasa?
—Te contaré una historia esposo mío — dijo en tono de burla —Conocí a Otabek cuando solo tenía nueve años, ni siquiera sabía si era un alfa o un omega, y sin embargo el mundo ya sabía que yo debía aprender a combatir, en ese entonces él sería quien me instruiría en combate. Desde aquella mañana a pesar de ser tan joven y él apenas ser un poco mayor a mí, supe que algo sucedería y sería increíble, él era bueno conmigo cuando acertaba y estricto cuando lo merecía, el trato se fue dando solo, y cuando me clasificaron por mi segundo género, a pesar de ambos ser alfas no existió en ningún momento alguno rivalidad ni ganas de mostrar quien era el más fuerte, desde el comienzo sentí como me complementaba. Pronto busqué formas de verlo más allá de los entrenamientos y mi mundo cambió, todos lo notaron, mi carácter cambió, mi trato hacia los demás, todo, fue una revolución que, a pesar de no querer aceptar al principio, más tarde cuando me di cuenta de lo que significaba en mi vida decidí encararlo, él no me rechazó ni me alejó, sentía lo mismo que yo y desde entonces estamos juntos. A su lado descubrí un sentimiento que de habérmelo contado alguien más le habría dado una fuerte patada en el culo por mentirme tan vilmente — Viktor lo miró con cierta molestia sin entender a donde quería llegar.
—¿Por qué me cuentas eso?
—Porque has cambiado, ese omega significa más de lo que quieres aceptar, y por experiencia te recomiendo que te des cuenta ahora, después puede que sea demasiado tarde.
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Las palabras de Yuri no fueron en vano, Viktor sabía que el muchacho tenía razón, Yuuri comenzaba a ser especial en su vida y el trato con el menor era cada vez más cercano, algo que una vez que se percató de ello comenzaba a incomodarlo.
—Hoy es una noche preciosa, ¿no crees Viktor?, tú hijo también puede sentirla, no ha parado de moverse desde que comenzamos nuestro paseo. Es maravilloso.
—Maravilloso, como tú mi cielo — respondió de manera tierna, pero también triste. Esta ocasión no era él mismo Viktor de siempre, algo le preocupaba y era imposible para Yuuri no darse cuenta.
—¿Sucede algo? hoy has estado muy pensativo y temo que sea algo grave.
—No, es solo que he estado pensando, Yuuri, dime, ¿Qué significo en tu vida? — el muchacho se detuvo a media caminata para analizar la pregunta.
—Es una buena pregunta, y algo larga de responder.
—Tenemos tiempo — insistió el mayor.
—Cuando llegué aquí y Yuri decidió comprarme te tuve demasiado miedo por saber lo que me harías, sin embargo, no podía oponerme, pero jamás esperé que las cosas salieran de este modo. Mi cuerpo reaccionó a ti, perteneciéndote desde el primer instante, tú despertaste mi celo y a pesar de encontrarte en el tuyo siempre fuiste gentil y amable, buscaste que ambos lo disfrutáramos convirtiendo la que sería la peor experiencia de mi vida en una noche mágica. Después de ello creí no volver a verte, pero de nuevo me equivoqué, apareciste en mi puerta de manera amable, llevándome al lado tuyo por estos amplios jardines, compartiendo tus conocimientos conmigo, y escuchándome a mí y al que será tu hijo, mostrándome que no solo eres el emperador de este vasto imperio, si no que eres un ser humano, alguien que ríe, que llora y se enoja. Viktor, significas tanto para mí, tanto que desde hoy y para siempre te juro lealtad eterna a ti como hombre y como mi emperador — el mayor quedó conmovido por las palabras del hermoso omega, ya que sus sentimientos no eran tan diferentes a lo que él le relataba, sintió su corazón estremecerse y sus ojos derramar algunas lágrimas, sin pensarlo se arrodillo frente a él, tomando ambas manos decidió hacerle una promesa.
—Yuuri gracias por darle amor y vida a este emperador que jamás espero albergar tan maravillosos sentimientos en su ser, te prometo como emperador y como hombre que desde hoy jamás te abandonaré, no permitiré que pases por pena alguna porque yo te protegeré, yo seré quien te haga feliz — el azabache sonrió mirándolo con ternura asintiendo lentamente con la cabeza.
—Gracias Viktor, gracias por permitirte ser mi todo.
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Los siguientes meses en el imperio fueron cruciales, los bellos momentos que Viktor pasaba con Yuuri ahora se veían interrumpidos de la peor manera, la guerra continuaba en pie de manera poco fructífera, los miembros del senado pedían explicaciones viendo la situación como el primer gran fracaso de Viktor y exigiendo respuestas tras la pérdida de innumerables vidas y recursos en el tiempo que llevaba. El joven emperador se estaba quedando sin ideas y en un arrebato emocional decidió ir a campo de batalla para identificar de mejor forma el problema, dejando a cargo a no solo a su esposo sino además a quien fuera consejero de su antecesor y ahora suyo, el sabio Alain.
Una noche antes de la despedida, el emperador reunió tanto a su esposo como a la pareja de este, su consejero y al omega para despedirse en la sala donde hacía ya algún tiempo atrás le designaran como el próximo emperador. Estando los cuatro de pie, frente a frente el platinado se dirigió a cada uno de ellos.
—Lamento irme estando a tan solo unos días del alumbramiento, pero te compensaré. En cuanto regrese serás marcado, convirtiéndote en el primer omega en ser marcado por un emperador — le prometió a Yuuri quien asintió derramando algunas lágrimas.
—Tranquilo, pediré todas las noches a los dioses porque regreses a salvo — Viktor no pudo contenerse y lo abrazo cuidando de no lastimar su vientre —. Cuando regrese probablemente ya seamos padres, y tú cuidarás de nuestro hijo, no tendría corazón para alejarte de su lado ni del mío— Yuuri asintió con una suave sonrisa feliz de la noticia. Lentamente el alfa se separó del joven para ahora hablar con su esposo.
—Por favor, cuídalo, te lo encargo.
—Vaya, al fin aceptas tus sentimientos — dijo a modo de burla el menor, pero feliz porque Viktor al fin mostrará sus verdaderos sentimientos.
—Si, tenías razón, no podía negarlos por más tiempo.
—Despreocúpate, lo cuidaré, lo prometo.
—Gracias.
—Tal vez ahora sea momento de poner nuevamente sobre la mesa ese viejo debate del senado — inquirió el rubio con cierta malicia en la voz.
—Indudablemente —respondió despidiéndose con un beso en su mejilla, para voltear nuevamente hacia Yuuri.
—No te lo he dicho, pero te amo, te amo tanto a ti y a nuestro hijo — dijo acunando una de las rosadas mejillas con una mano.
—Yo también te amo, y esperaré paciente a tu regreso— respondió colocando una mano por sobre la de su amor mirándolo con ternura.
Por su parte Otabek se dirigió al rubio que tanto amaba para también despedirse de él.
—Yura, cuídate, rezaré a los Dioses porque ellos sean quienes cuiden de ambos en mi ausencia. Y te llenen de sabiduría para gobernar por estos días.
—Idiota, debemos rezar por ti, tú eres quien irá al campo de batalla — reclamó dándole con el puño en el brazo —Por favor, cuídate, no seas tan idiota para dejarte matar por el enemigo, no cuando yo esté esperando por ti.
—Todo saldrá bien, mi amor, mi Yura — dijo el fornido hombre abrazando con fuerza al rubio.
«Tal vez cuando todo esto termine, al fin tengamos la libertad que tanto deseamos para amarnos» fueron sus pensamientos finales mientras se permitía perderse por unos segundos en los brazos del alfa.
Sin embargo, aquella despedida daría inicio al desastre.
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