
One Shot publicado en conmemoración del #HalloweenVictuuri, actividad del grupo Victuuri is Love & Life. El reto consistía en realizar una historia agregando dos frases sin usar algunas palabras en él.
Nombre del OS: El precio de lo invaluable
Número de palabras: 4,146 palabras
Género escogido: AU Policías y Mafia
Frases obligatorias:
«Le haré saber a todos cuánto significas para mi»
«Una placa y el uniforme, solo un disfraz para ocultar al asesino»
Palabras prohibidas: pistola, esposas, disparos, vino y dinero.
Resumen: Historia ambientada en el universo de Los Juegos del Calamar. Víctor Nikiforov es un agente encubierto de la INTERPOL encargado de desenmascarar a los responsables de los juegos del calamar, Yuuri Katsuki es su ayudante y quien está a cargo de asegurar la integridad de su superior. Ambos tienen una misión en mente, sin embargo al sobreponerse la más importante sobre la correcta, Yuuri debe tomar una decisión. ¿Nuestras vidas realmente tienen un precio?
Víctor observó absorto la pantalla del cajero automático. Los ojos abiertos de par en par, su respiración poco a poco amenazando con hiperventilar su cuerpo. La cantidad reflejada en la pantalla de la máquina era ridícula; no había otra descripción. Aún con todas las probabilidades en su contra, Víctor Nikiforov, un agente encubierto de la INTERPOL, había librado una de las situaciones más peligrosas de su vida
Y eso ya era decir mucho.
Pero, ¿qué son una placa y el uniforme?: solo un disfraz para ocultar al asesino. Sí, asesino. No había otra palabra para describirse a sí mismo ante la situación actual mas que esa palabra condenatoria. Víctor era un asesino y los más de 45 mil millones de wones abonados en la tarjeta que el policía escupió al ser liberado lo demostraba. Las horripilantes escenas de los días anteriores se habían quedado impregnadas en sus pupilas como la sangre seca de las víctimas de un arma blanca, imágenes que seguro lo torturarán hasta el día de su muerte.
Cuesta trabajo pensar que hace menos de un mes, fue él mismo quien se ofreció para permanecer como agente encubierto y desenmascarar a los culpables de tan despiadados juegos. La INTERPOL llevaban tiempo rastreándolos y tiempo fue precisamente lo que la agencia necesitó para darse cuenta que algo tan atroz como los juegos del calamar necesitaban sedes en distintos lugares en pos de mantenerse ocultas. Corea, Rusia, Estados Unidos, Alemania, los nombres de los juegos incluso variaban con el cambio de país. El enemigo era mucho más rápido que ellos y Víctor lo sabía. También eran más astutos, para su pesar. Se movían por debajo del agua y usaban todo su poder para permanecer incógnitos e impunes ante los crímenes que a costa de algo tan burdo como su entretenimiento se cometían.
No obstante, un rayo de esperanza pareció llegar al caso del agente Nikiforov hace dos años, cuando un nuevo integrante se sumó a su equipo. La persona en cuestión, Yuuri Katsuki, poseía información trascendente, ya que fue gracias a él que el equipo se enteró con suficiente tiempo cuándo y dónde se llevarían a cabo los siguientes juegos.
Al comprobar que el agente Katsuki decía la verdad, las energías de todo el equipo se centraron en la nueva misión: capturar a todos los implicados en los juegos. Víctor sabía la importancia de esta misión, fue por eso que se ofreció como voluntario para entrar al juego como un competidor más y desenmascarar, desde adentro, al verdadero culpable.
—No creo que sea una buena idea, Víctor. —El agente Giacometti intervino, la misión debía ser a prueba de cualquier mínimo error—. No es que dude de ti, amigo, pero necesitamos a alguien con tu astucia para liderar esta misión desde afuera. Opino que Leroy también tiene la capacidad para hacerlo.
—No desestimo la capacidad extraordinaria de Leroy —mencionó Víctor, a pesar de no ser cercano a J.J., reconocía el talento del joven agente. Era, como Giacometti lo dijo, extraordinario. No había mínima duda de eso—. Solo quiero asegurarme de que todo salga de acuerdo al plan.
—Sé que hemos gastado años en esta misión, pero me parece muy arriesgado…
—Yo podría hacerlo. —Ambos hombres dirigieron su mirada a la voz que interrumpió su conversación. Yuuri Katsuki y su halo de inocencia innata se había ofrecido para ser agente encubierto.
—Es un no definitivo —intervino Víctor, su grave voz no dejaba lugar a dudas. Yuuri le simpatizaba demasiado como para enviarlo a la boca del lobo—. Seré yo y esa es mi última palabra.
Todo se planeó cuidadosamente. Con la precisa información de Yuuri, le fue posible a Víctor participar en tan temibles juegos. La experiencia que vivió el agente en ellos no es descriptible. Aún con la coraza creada por él durante todos sus años de servicio, nada le hubiera ayudado a mantenerse con la mente fría ante semejante carnicería.
Son unos salvajes, pensó Víctor después de librar el primer juego. Después de ver e incluso sentir la cálida sangre que chorreaba de las personas que masacradas a balas eran eliminadas.
No tienen escrúpulos, la conclusión llegó a su mente al terminar la segunda noche y oler el rastro de muerte producido por los asesinatos cometidos a sangre fría de los propios competidores al eliminar a cuenta propia a los más débiles del grupo.
Después de esa noche y debido a los acontecimientos, uno de los participantes logró lo que estaba intentando desde el primer momento en que todos hubieron llegado: convencer a sus compañeros para someter a votación la suspensión de los juegos.
De acuerdo al ideal de los organizadores y siguiendo sus propias reglas, el voto democrático determinaría la validez de la propuesta.
Aunque Víctor sintió alivio en el momento que la mayoría votó por “no, no deseo continuar”, una sensación de pesadez se instaló en su decepcionado corazón al darse cuenta de que sus esfuerzos habían sido en vano. Su participación en los juegos había terminado y con ello se desvanecía la esperanza de cumplir uno de sus más grandes anhelos.
—Al menos la mayoría de personas recapacitaron. —Giacometti estaba sentado frente a un decepcionado Víctor, ambos fumaban un puro para pasar el rato—. ¿Yakov te regañó?
Víctor levantó la mirada y se llevó la mano a su pelo en tonalidad plateada, lo despeinó un poco para reír de forma sarcástica y después agregó:
—Lo mismo de siempre, que me arriesgo demasiado, que pude haber muerto. Estaba histérico, pensé que me despediría.
—Te estima mucho, es su cariño lo que habla por él.
—Ese cariño no me ayudará a descubrir a los implicados. —Víctor exhaló el humo para liberar un poco su estrés. A través de ondas que se produjeron, el agente observó una figura conocida acercarse.
—Tengo que hablar con ustedes —Víctor no podía imaginarse que la posterior declaración de Yuuri Katsuki iba a ponerlo, de nuevo, en la jugada.
Los juegos estaban a punto de iniciar de nuevo, algunos de los participantes habían decidido volver después de darse cuenta que, comparado con la vida que llevaban en su realidad no tenían nada que perder y, precisamente su vida era un precio justo convertirse en millonarios. Yuuri volvió a ofrecerse como voluntario, en esta ocasión, para acompañar a Víctor y garantizar su seguridad.
—¿Por qué haces esto? —Víctor recordó esa tarde, cuando en la cima del edificio de la INTERPOL cuestionó las acciones de Katsuki. Con su silueta enmarcada por los colores del atardecer, la sonrisa que Yuuri le dedicó a Víctor, le pareció a este último enigmática y a la vez hermosa.
—¿Aún no lo entiendes?
Víctor no recordaba el tiempo que pasó llorando a los pies del cajero automático. Había conseguido la información que necesitaba, pues al activar la tarjeta (tal y como lo había planeado Yuuri) la señal sería dada a la central. Víctor juró escuchar al fondo a su equipo mientras se alistaba. Las armas cargándose, el rugir del motor de los vehículos al arrancar, la grave voz de Giacometti dando órdenes y el brillo de la victoria deslumbrando sus ojos verdes. El agente debía estar contento, años y años de esta misión y al fin se alzaba victorioso. Debería estar feliz, pero no lo estaba, demonios todo lo contrario. ¿Por qué tenían que darse las cosas de esta forma?
Mientras golpeaba al suelo y sentía la amargura de las lágrimas sobre sus mejillas, Víctor se lamentaba una y otra vez, un lamento que seguramente seguiría hasta el cansancio.
¿Por qué, Yuuri, por qué?
El perspicaz agente Nikiforov comenzó a sospechar que había algo raro con su compañero poco después del tercer juego. Yuuri, quien por lo regular mostraba una actitud tímida y un perfil bajo aunque eficiente y dedicado dentro de sus filas, había demostrado en esa prueba ser un estratega voraz que tomaba todos los elementos de su entorno a su favor. Mientras los temblorosos participantes que conformaban su equipo y ellos bajaban del elevador, después de la despiadada prueba física que consistía en jalar la cuerda hasta vencer al oponente, el agente aprovechó para acercarse a su colega y platicar acerca de esa nueva fase descubierta en él.
—Solo estoy asegurando la supervivencia de mi superior. —A Víctor le pareció adorable la forma en que las mejillas de Yuuri se colorearon con un lindo rojo al admitir esto último. Volvía a ser el chico tímido que a él tanto le gustaba, ¡vaya contraste!
Después de que todos los participantes salieron del elevador, Víctor aprovechó el momento para hacer un arrebato: abrazó a Yuuri. Al tener tan cerca al apuesto agente, Víctor pudo sentir contra su pecho el latido de un corazón emocionado.
Víctor no supo con certeza si ese latido era suyo o de Yuuri. Como un loco, el agente deseó que fuera de ambos.
—¿Renuncias? —Yakov aventó la escueta carta sobre el escritorio, Víctor permanecía tranquilo, el brillo natural en sus ojos se desvanecido desde que terminaron los juegos. El tranquilo y travieso agente de la INTERPOL había desaparecido por completo—. ¿Justo ahora que estás en la cúspide de tu carrera?
—Prefiero retirarme en este momento. Todo lo que pasó…
—Te autorizaré una licencia de vacaciones por tiempo prolongado. No creo que haya objeción de los altos mandos.
Víctor suspiró resignado y procedió a retirarse. Ya no quería volver a ser un agente, no después de haber perdido a alguien tan importante como Yuuri y no poder haber hecho nada para evitarlo.
Cada día tenía pesadillas acerca de ese suceso. Yuuri y él habían logrado averiguar bastante información acerca de los juegos y aunque tenían sospechosos, no podían actuar hasta que los VIP hicieran acto de presencia en la sede. Al tratarse de personas con mucho poder en el mundo, la jugada más segura hasta el momento era atraparlos in fraganti, de esta forma quedarían totalmente expuestos y no habría recurso que evitara que pagaran sus crímenes.
Antes de la llegada de tan distinguidos sujetos, aún debían superar el cuarto juego. Este juego se realizaría en parejas. Víctor confió en que todo saldría bien. Yuuri y él solo debían salir con vida, sobrevivir la noche y todo terminaría. El plan perfecto habría sido ejecutado y los culpables recibirían su merecido. Se podría salvar a la mayor cantidad de víctimas que se podían haber salvado, aunque sentía mucho que otros más hubieran muerto.
Al final, todo se resumía a que el hombre es un ser que hace locuras al sentirse acorralado, dispuesto a sacrificarse por un objetivo vano. Esas pobres personas endeudadas hasta el cuello eran solo un triste producto de entretenimiento de esos asquerosos seres sin escrúpulos.
—¿Serías mi pareja? —Un coqueto Víctor se dirigió a su compañero, tomó su mano y la besó. Yuuri salió de su ensimismamiento y se sonrojó al instante. El agente sonrió con satisfacción.
—Siempre esperé que me preguntaras algo como eso.
Víctor ensanchó su sonrisa y selló el trato con un apretón de manos. Actualmente, él desearía nunca haberlo hecho.
El juego no parecía tan complicado; no obstante, las instrucciones fueron perturbadoras. A cada participante se les proporcionaron 10 canicas dentro de un pequeño costal, jugarían contra su compañero en el juego que ambos acordaran o incluso ellos inventaran. El participante que después de 1 hora perdiera todas sus canicas, quedaría eliminado.
La sangre abandonó el rostro del agente Nikiforov al escuchar ese último detalle. Era una trampa y una muy cruel. Nadie, en ese enorme cuarto ambientado como una vieja calle de Corea merecía semejante treta. Víctor no quería separar su mirada del pequeño costal de canicas, no quería ver el terror que seguramente surcaba a través de los lindos ojos de Yuuri, porque seguramente serían el fiel reflejo de los suyos.
Era un asco, esta estúpida competencia era un completo asco.
Una suave mano acarició la suya, Víctor no pudo evitar levantar su mirada y observar al dueño de los ojos en tonos avellana que lo miraban con absoluta calma. Víctor no tuvo valor para decir una sola palabra. Mas no por eso, su compañero iba a quedarse callado:
—¿Vamos, Vitya?
Es increíble cómo una situación surreal puede ser un martirio a la vez. Sin mencionar nada acerca de las consecuencias, Víctor y Yuuri solo se sentaron uno frente al otro, con las 20 canicas en medio de los dos y, platicaron hasta casi agotar el tiempo.
—Mi padre participó en estos juegos y no regresó a casa. —Víctor jugaba con una de las canicas, la enterraba levemente en la superficie formando agujeros sobre la tierra—. Después de eso, nos hicimos ridículamente ricos. Mi vida cambió por completo, lo que antes era carencias y deudas, se transformaron en lujos y comodidad. Aun así, siempre me pregunté qué había pasado con papá, ¿por qué nos había abandonado?
» De niño, siempre me gustó jugar a ser detective; por lo tanto; no fue difícil elegir mi profesión. Con el tiempo y por una desagradable casualidad, averigüé acerca de estos juegos y decidí alistarme en la INTERPOL para averiguar más al respecto. Quería saber la razón del abandono de mi padre, pero basta de hablar de mis motivos, ¿por qué decidiste apoyarnos en este proyecto?
Víctor lo recordaba a la perfección, Yuuri había suspirado y un dejo de dolor comenzó a asomarse sobre sus expresivos ojos color avellana. El muchacho lo miró por unos momentos, para después con una seña, indicarle al sujeto de rojo que se alejara. Dicha acción sorprendió a Víctor. Era una conducta nueva realizada por sus verdugos.
—Cuando era niño, mis padres poseían un onsen en Hasetsu, Japón. Era un lugar precioso. Todavía recuerdo lo felices que se veían mis padres cuando atendían a los clientes y la vida pacífica que llevamos en ese lugar. Sin embargo, cuando cumplí 10 años, mis padres fueron estafados y perdieron todo: tanto el onsen como su hogar. Acumularon una deuda impagable y quedamos prácticamente en la calle. Pasaron un par de años y alguien le recomendó a mi hermana mayor estos juegos. Contrario a lo que sucedió contigo, Mari sí regresó; aunque me duele admitir que ella ha mencionado en varias ocasiones que hubiera preferido no hacerlo.
» Este juego es una trampa, una vez que entras no podrás salir de aquí. Mari fue tomada como rehén y, desde entonces, nos hemos visto obligados a trabajar para ellos. Solo hay dos opciones en este caso: o colaboras o pagas con tu vida.
Al soltar la canica e impactar contra las demás, se produjo un golpe seco el cual ocasionó que algunas de ellas se dispersaran en diferentes direcciones. Víctor negó ligeramente con la cabeza, su cerebro se negaba a creer las palabras que llegaban desde sus oídos.
—Pero eso es imposible, tú eres un agente…
—Mi trabajo consiste en ser un espía de su parte. Con los contactos de los VIP no fue complicado posicionarme en el lugar donde actualmente estoy. Lo siento, Víctor, pero tu investigación no avanzaba porque yo interferí todo este tiempo en ella.
Víctor apretó el puño contra el suelo. La tierra se acumuló en la palma de su mano, se metió entre sus uñas. Su respiración errática era signo inequívoco de su enojo. Ellos siempre estuvieron un paso adelante, siempre. Fue un completo estúpido.
—Perdóname. —Un par de gruesas lágrimas recorrieron las mejillas redondas de Yuuri, mas Víctor no quería lamentos, necesitaba respuestas.
—¿Qué fue lo que cambió? —La voz le temblaba, él mismo se sorprendió por el tono colérico y grave de su voz—. ¿O es que acaso esta treta es también parte de tu plan?
—Ellos no te conocen. Aunque no lo creas, resulta muy complicado filtrar información a ambos bandos. Creen saberlo todo, pero en realidad no saben nada. Los VIP ni siquiera conocen mi rostro. Representamos tan poca cosa para ellos. Algo que es un simple deshecho usado para su entretenimiento.
—¿Qué es lo que realmente buscas?
—Se les informa a los participantes que solo les quedan 5 minutos. —La advertencia cambió el ambiente, se comenzó a sentir la tensión en el aire.
—Me sorprende que aún no te hayas dado cuenta.
—Yuuri, lo que tu familia y tú han hecho es muy grave. Pueden ser encarcelados y condenados por esto.
—¿Y qué querías que hiciéramos, Víctor? —La voz de Yuuri se quebró—. ¿Acaso nosotros merecíamos sufrir lo que sufrimos en primer lugar? No hay precio que valga la libertad.
Víctor no sabía qué pensar. ¿Esto era una trampa? ¿Yuuri lo había engañado todo el tiempo? Esperaba que no, él confiaba en Yuuri. Le había entregado toda su confianza porque lo adoraba y ahora le dolía verlo tan triste y arrepentido.
—Atentos porque quedan solo 2 minutos.
—¿Qué te parece si nos la jugamos por un todo o nada?
—¿Qué?
Yuuri tomó la misma canica que Víctor dejó caer y la mantuvo sobre su mano extendida.
—Si adivino en qué mano has escondido esta canica, me quedo con todas las demás; si no es así, entonces tú serás el vencedor.
—No puedo hacer eso, Yuuri.
—Tienes que terminar, de una vez por todas, con todo esto. Si tú avanzas, estoy seguro de que lo lograrás.
—No me hagas hacerte esto.
—Víctor, el tiempo se agota.
El tipo del traje rojo había regresado. Atento con su arma lista para ejecutar al perdedor, esperaba el momento de actuar.
—Si no lo hacemos, ambos perderemos —insistió Yuuri. Con una temblorosa mano, Víctor tomó la canica. Cerró el puño y puso ambas manos detrás de él. Aunque faltaba menos de un minuto para concluir el tiempo límite, Víctor sintió que con cada segundo pasaba una eternidad.
Yuuri y su familia eran solo unas víctimas, así como los participantes. Como lo fue alguna vez su padre e, indirectamente ellos, su familia. Aunque eso no los eximía de la sangre derramada en este cuarto y en los demás juegos. Los verdaderos culpables de esta atrocidad eran los organizadores. Gente sin escrúpulos que se aprovecha de los menos afortunados. Seres que habían perdido todo rastro de humanidad y jugaban a ser superiores a Dios.
Víctor escuchó el sonido del cartucho del arma que portaba el sujeto de rojo. La voz de fondo anunció que solo faltaba un minuto para finalizar la prueba. El tiempo para pensar había terminado. El corazón por muy irracional que fuera siempre terminaba por ganarle a la fría y cruel razón.
Víctor tendió ambas manos con los puños cerrados. Yuuri fingió una expresión de concentración y, después de un par de segundos, señaló la mano izquierda de Víctor.
No había necesidad de hablar, el futuro de ambos estaba a punto de cambiar. Al abrir la palma de su mano, Víctor vio un par de hermosos ojos avellana cristalizarse del terror. La inocente canica reposaba sobre la palma de la mano del agente.
—Felicidades, Yuuri. Ahora eres libre.
—¡No! Has hecho trampa. La canica estaba en la mano derecha. —Yuuri se levantó, miró con aprensión al sujeto vestido de rojo e intentó alejarse un poco de ambos. Mas Víctor se lo impidió.
—¿Y cómo sabías eso? —Víctor se acercó hasta sentir el aliento de Katsuki cerca de él. Entornó la mirada y, por primera vez, encaró a su compañero como el agente de la INTERPOL y no como el tonto enamorado que había sido durante meses. Con la cabeza señaló al sujeto vestido de rojo—. Él te lo indicó ¿no es así?
—¡Víctor, por favor! —Víctor reprimió las ganas de limpiar esas gruesas lágrimas. El juego había terminado.
—Solo dime una cosa: ¿por qué has cambiado de opinión? ¿Por qué me confesaste todo?
—Hay muchas razones, no me daría tiempo de explicarlas todas.
—Te ordeno que lo hagas ahora —susurró Nikiforov y lo siguiente que el agente sintió fueron unos suaves labios contra los suyos.
Aunque Yuuri lo sostenía con fuerza de los hombros, lo acariciaba gentilmente con su boca. Ansioso por el contacto, Víctor soltó la canica de la discordia y atrajo a Yuuri para sí. El beso era alimentado por el dolor, por esas ansias de no perder a quien estaban besando, de escapar de esa pesadilla y amarse hasta el cansancio. El conteo estaba a punto de finalizar y solo la alarma del mismo pudo separar a la joven pareja.
—Víctor yo… —Yuuri se vió interrumpido por el sujeto del traje rojo, quien le entregó al joven agente el costalito con las 20 canicas.
—¡Debe salir de aquí! —Una voz distorsionada dio la orden. Yuuri, por el contrario, no se movió.
—Yuuri, es hora de irse. —Víctor sonrió, no se arrepentía de sus acciones.
—¿Qué está pasando aquí? —Otro sujeto se acercó a la escena. El cuadrado blanco en su máscara indicaba su rango mayor—. ¿Qué esperas para matar al perdedor?
—Ellos aún no lo definen, señor.
—Entonces mátalos a ambos. ¡El tiempo ya se ha terminado!
—¡Espere! —Yuuri se interpuso entre Víctor y el arma que ya apuntaba a su persona. Sonrió intentando calmar los ánimos—. Yo solo me estaba despidiendo de mi novio ya que él ganó la partida. Comprenda que ese fue nuestro último beso. Solo le estaba demostrando a todos cuán importante es para mí.
—¿Qué? ¡No, Yuuri…!
—Cuando dices eso, ¿mencionas a la verdad? —el superior ignoró a Víctor, solo se dirigió a su subordinado, quien para desesperación del agente, asintió con la cabeza.
—Entonces, ¿qué esperas? Acompáñalo a las escaleras. Él ha completado su misión.
—Pero…
—¿Hay alguna objeción?
—No, señor.
—Me alegra, de lo contrario, también tendría que matarte.
No hubo tiempo para reaccionar, Víctor observó en cámara lenta cómo era conducido por el sujeto hacía la salida. En algún momento, él recuerda haber puesto resistencia, querer regresar a acunar a Yuuri entre sus brazos, decirle que todo estaría bien y ni él ni su familia tendrían que preocuparse de nuevo por participar en semejante matanza; no obstante, todo su esfuerzo fue en vano. Por más que se estiraba e intentaba zafarse del agarre de los sujetos vestidos de rojo, la moneda ya había caído al suelo. En el resultado de ese volado, había una verdad ineludible: Yuuri se había sacrificado por él y lo había dejado con una mezcla de sentimientos difícil de comprender.
Víctor observaba con distracción el tablero del aeropuerto, cada destino le parecía igual de vacío si Yuuri no se encontraba en él. El agente dudaba que la herida provocada por su partida desapareciera algún día. Tal vez su destino se resumía a ese triste descenlace: vivir una vida sin un objetivo en completa soledad.
Una nueva notificación llegó a su celular. Sin mucho ánimo, Víctor lo desbloqueó. Era una de las tantas actualizaciones del arresto de los creadores del juego del calamar. Parecía que la justicia prevalecía, pero ¿a qué costo?
Vidas que ya no se recuperarán. Familias que nunca más volverían a reunirse. La crueldad humana no conocía límites y los afectados siempre terminaban siendo los más vulnerables. Había cosas que eran invaluables, que nosotros, los seres humanos intentamos ponerles un precio, era muestra inequívoca de nuestra ignorancia y soberbia.
—¡Agente Nikiforov!
Al levantar la mirada casi se tuerce el cuello de la impresión. Yuuri Katsuki sonreía con amabilidad frente a él y Víctor no podía dar crédito a lo que sus ojos veían.
—No puede ser cierto.
—Lo es. —Yuuri abrió los brazos para que Víctor pudiera comprobarlo. Sin dudarlo más, el agente Nikiforov, se acercó al calor que tanto ansiaba.
—¿Qué fue lo que sucedió? —Víctor y Yuuri permanecían sentados en el mismo lugar donde Yuuri encontrara a Víctor. Los itinerarios de los vuelos seguían cambiando—. Perdiste el juego. Fuiste eliminado.
—Digamos que conté con algunos aliados adicionales.
—El sujeto que fue nuestro ejecutor en esa prueba. Sí, lo deduje, pero todo se salió de control cuando su superior llegó. Lo noté por la forma de actuar del tipo del triángulo.
—¡Vaya que yo también me asusté! —A Víctor le sorprendió la facilidad de Yuuri para sonreír. No es que él no estuviera contento de tenerlo frente suyo, solo estaba consternado por tanta información—. Por un momento pensé que nos matarían a ambos. Después de todo, el juego ya había terminado. Te conté que obligaron a toda mi familia a trabajar para los juegos, bueno, es complicado reconocerlos cuando usan esa máscara. Si no hubiera sido por esa frase en clave, seguro hubiera mojado mis pantalones.
Víctor suspiró y se permitió reír un poco. Aunque era necesario reconocer a las víctimas mortales de este incidente, había que agradecer que esos juegos mortales no volverían a repetirse nunca más. Yuuri y él estaban a salvo; sin embargo, había un misterio más que resolver.
—¿Y qué harás ahora, Yuuri? —Víctor puso su mano sobre la de su compañero. Con un dejo de alegría, sintió correspondido el cálido contacto.
—Lo que tú me recomendaste ese día, Vitya: ser libre.
FIN

¡Hola!
Tarde, pero si sueño dicen. Tuve algunos problemas con este OS, pero creo que es necesario publicarlo. Espero que haya sido de su agrado. Me divertí mucho pensando en la forma en salvar a ambos y fue curioso, porque todo esto surgió de un video que compartieron en un grupo de YOI donde indicaba quien de algunas parejas se sacrificaría en el juego de las canicas. Al ver que en el video se sacrificaría Yuuri pensé, bueno sí, pero a su vez Yuuri encontraría la forma de salvar a Víctor y Víctor a Yuuri y así, ¡sería una historia sin fin! Después llegaron las imágenes a mi cabeza y el ¿qué pasaría si…? En fin, el resultado final es este OS, en verdad, espero que les guste.
Como siempre, gracias a Naty y a mi BFF, Gaby, quienes siempre me ayudan con sus consejos y beteos. ¡Las quiero, chicas!
Espero muy pronto andar de nuevo por aquí, sigo cocinando a fuego lento un proyecto grande de fanfic. Me apuraré para pronto publicarlo por aquí.
xoxo.
Sam.
jajajaja el ciclo de nunca a acabar xD pero quedó estupendo Salem !!! ❤
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