Mischa quiso decir algo, quiso preguntarle a Yuuri por qué lo miraba así, de forma tan penetrante, tan sexual, tan llena de lujuria. Sin embargo no pudo abrir la boca porque sintió a Yuuri acercándose incluso más a él, aprisionándolo suave pero firmemente. Impresionado al tener a Yuuri tan cerca se quedó inmóvil cuando este empezó a besarle el cuello con devoción. Una mano de pronto rodeó su cintura y, más por placer que por miedo, Mischa quedó tieso, con la respiración entrecortada sin saber qué decir.