Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar

17. Aniversario – Al final del verano


A pesar del clima y de mi pésimo estado de ánimo, volé a Moscú para asistir a una pequeña reunión de conmemoración por el primer aniversario de la partida de Yuri. No deseaba ir, pero había prometido al abuelo Nicolai que volvería un día y fue él quien me hizo recordar la promesa llamándome con un mes de anticipación para invitarme a pasar un par de días en su casa.

No pude negarme a esa cariñosa oferta y, aunque el corazón se me partía porque los recuerdos dolorosos volverían a mi memoria, acepté ir a presentar mi saludo y mi recuerdo por Yuri. Un recuerdo que aún seguía palpitando a viva fuerza en mi pecho, como si hubiera sido ayer que lo despedí en el aeropuerto de Aena y nos abrazamos hasta la llamada final de la sobrecargo o cuando en su dormitorio, lo retuve entre mis brazos esa noche en la que decidió decir adiós.

Los inviernos de Moscú siempre me parecieron muy severos, y para esos primeros días de diciembre las calles presentaban una buena cantidad de nieve acumulada en las aceras y pistas. El mal clima provocó que mi vuelo llegara con cierto retraso y que tuviera que correr entre pasajeros, maletas y carros transportadores. Un automóvil me esperaba a la salida del aeropuerto Sheremétyevo, Ivana Plisetskaya había dispuesto que me recogieran y llevaran hacia el cementerio para que llegara a tiempo a la ceremonia.

Al recorrer las calles de Moscú y tomar la larga ruta hacia el cementerio no puede evitar sentir ese gran vacío que se apoderaba de mí y me dejaba sumergido en la nada. Hacía un año había dejado la ciudad con el corazón roto y ahora llegaba para ver sus pedazos esparcidos por calles, parques y plazas. Me sentía fatal, además de tener frío, también tenía ganas de huir, miedo de ver los rostros tristes de la familia Plisetsky y miedo a enfrentar de nuevo la muerte.

Cuando el coche se aparcó en uno de los estacionamientos del lujoso cementerio, caminé entre las tumbas, jardines y mausoleos con un traje negro que simbolizaba mi pena y un ramo de rosas blancas que era el único regalo que podía dejar a mi chico. Al escuchar un murmullo de voces levanté la cabeza y pude divisar el pequeño grupo de parientes y amigos que acompañaban a la familia Plisetsky, apresuré mis pasos para unirme a sus oraciones.

Saludé a todos y pude entender mucho mejor sus palabras pues durante ese año mejoré mis conocimientos de ruso y podía comunicarme más fluida. Fue Mila quien me ayudó a practicarlo, porque hablábamos por lo menos dos veces por semana durante algunas horas. Al verme, ella me dio un abrazo fuerte y un beso sonoro en cada mejilla. Tomó mi brazo y juntos caminamos hasta la tumba. Sobre la lápida de mármol deposité las flores, repetí sin pensar una oración conocida y me quedé mirando su fría superficie por largo rato y en silencio.

Me pregunté por qué volvemos a los cementerios a pesar del dolor que nos provoca el avivar recuerdos. ¿No sería mejor olvidar? No, Yuri no merecía olvido. Su corto paso por este mundo había dejado huella profunda no solo en su madre y abuelo como era natural, también lo hizo en muchas personas de la filarmónica que trabajaron y estudiaron junto a él. Y no hablo solo de adolescentes, también de personas muy adultas que recordaban a Yuri con su dura mirada, sus malas palabras y su genialidad musical. Personas que durante esa ceremonia alabaron a mi bello tigre y que presentaron sus respetos ante la familia.

Luego de presentar una oración y dejar encendidas algunas velas cerca de la lápida, todos acompañamos al señor Nicolai e Ivana a su casa. Al entrar sentí esos cálidos aromas que había disfrutado durante el diciembre pasado, el corazón se me empequeñecía y evitaba sentirme mal al ver que cada rincón de ese casona me recordaba a él.

En el salón principal tomamos asiento, el abuelo insistió que estuviera junto a la familia en la primera fila.

─Quiero darles las gracias por haber venido este día y si me permiten deseo recordar a Yuri a través de este pequeño recital. ─Ivana se sentó frente al piano e interpretó como la gran maestra que era las más bellas melodías compuestas por Bach.

Después todos los presentes nos sentamos a la mesa a almorzar. No tenía mucho apetito, pero hice el esfuerzo de comer bien para no despreciar toda esa hospitalidad.

Por la tarde la gente se despidió de la familia y nos quedamos Ivana, Mila, la gran Lilia Baranovskaya, el abuelo Nicolai y yo.

─Beka ¿te quedarás algunos días? ─El hombre me miraba con ojos de ternura, parecía buscar algo en mí y yo solo deseaba preguntarle muchas cosas de la vida de Yuri, ahora que ya hablaba mejor el ruso me sería fácil comunicarme con él.

─Me quedaré esta noche y mañana, luego tengo que regresar porque tenemos que hacer los programas para las fiestas de este fin de año en la discoteca. ─Me senté junto a él.

─Qué bueno que viniste, pensé que tenías cosas que hacer… cosas de chicos, pero estás aquí y eso me llena de consuelo, saber que hasta ahora sigues recordando a Yura. ─Me dio una palmada en el hombro y con rostro risueño me dijo─. ¿Quieres ver su dormitorio?

Aguanté el aire en mis pulmones y acepté la invitación. Una parte de mí no quería volver a ese lugar porque él ya no estaría en la habitación, otra parte de mí quería encontrar por lo menos su recuerdo a través de todas esas cosas que constituyeron su pequeño mundo.

Al llegar a su dormitorio lo primero que vi fue a su gato que vino a saludarnos estirando las garras y bostezando a sus anchas. Después de unos minutos de ver que nada había cambiado, el abuelo me dijo que iría a hacer una llamada y me quedé completamente solo en la habitación de Yuri. Aun se podía sentir su aroma, estaba tan iluminada, tan limpia, tan ordenada, tan vacía.

Con cierto temor la recorrí y observé que, desde los adornos más pequeños hasta la silla de ruedas, todo había quedado intacto y detenido en el tiempo.

Me acerqué al ropero de Yuri, lo abrí y aspiré el aroma de su cuerpo que se conservaba impregnado en sus camisas, sus pullover, sus chamarras de cuero, las remeras y las camperas. Con cuidado y respeto tomé una bufanda con la que siempre solía cubrirse el rostro cuando jugábamos en la mansión. Era larga, de seda en color negro con jaspes de leopardo, un diseño que Yuri amaba. Con la bufanda entre las manos me dirigí a la cama y me senté en ella, intentando recordar los detalles en el rostro de mi tigre.

Apreté la bufanda entre mis manos y la restregué por mi rostro. De pronto sentí que mi pecho se abría, que el corazón parecía huir del interior, que un enorme hueco se formaba en medio y se hacía más grande con cada segundo sentado en esa cama solitaria. No pude detener esa sensación de caída, me tragó por completo, yo solo me dejé llevar y sin poder controlar el temblor de mis manos me puse a llorar como si fuera un niño que se había perdido. Las lágrimas me invadían, el cansancio me invadía, la sensación de la nada se adueñaba de mí. Mi cuerpo parecía estar desmoronándose y cuando estaba a punto de hundirme en esa oscuridad, sentí que unos brazos fuertes me apretaban.

Abrí mis brazos y busqué refugio en los del abuelo Nicolai, él solo me contuvo en silencio y me dejó llorar, escuchó en silencio mis balbuceos y los reclamos por la partida de alguien tan joven. Varias veces llamé a Yuri a viva voz sin detener mi dolor.

Lloré hasta que mi voz enronqueció, hasta que mis suspiros se cortaban y sentí que mi cuerpo se caía. Lloré hasta que no tuve más lágrimas, hasta que tuve la sensación de estar flotando en la nada.

─Beka ¿amabas mucho a Yura? ─El abuelo limpió mi rostro con un suave pañuelo que sacó de un bolsillo de su abrigo.

Yo asentí, no podía hablar porque me dolía la garganta.

─Él también te amaba mucho, yo lo veía en sus ojos cada vez que hablaba de ti. ─Me miró con cariño mientras terminaba de secar mis mejillas─. Eso también te convertiría en mi nieto de alguna manera, ¿quieres que yo sea tu abuelo?

Volví a asentir y busqué de nuevo sus brazos porque otra vez tenía ganas de llorar.

─Mira hija, ahora tengo un nieto kazajo, no sé en qué momento sucedió eso. ─Ese comentario me hizo sonreír entre lágrimas y supe de dónde provenía el buen sentido del humor que siempre acompañó a Yuri.

Ivana había estado parada en el umbral de la puerta todo ese tiempo, se acercó con pasos lentos y se inclinó de cuclillas frente a mí, me acomodó los cabellos revueltos y me dio un beso en la punta de la nariz.

─Esta va a ser tu casa siempre Beka, ahora quiero que vayas a darte un baño bien caliente, duerme un par de horas y en la noche veremos la película que más le gustaba a Yuri de niño. ─Me tomó de la mano y como si fuera su pequeño me llevó hasta la puerta de mi dormitorio.

Esa noche me di cuenta por fin que Yuri se había marchado y que no lo encontraría en ningún rincón de esa casa, ni en su ropa, ni entre sus colecciones de autos y de naves espaciales. Ni en sus comics de monstruos extraterrestres. Esas solo eran sus huellas y su legado; pero su esencia ya no pertenecía a este mundo, ya no me pertenecía.

Me hundí en el hueco profundo de la pena, sin Yuri para contarle mi vida, mis logros, mis enojos y mis alegrías, sin sus comentarios ácidos, sin su mirada de fuego; ¿qué sentido tenía todo lo demás?

A los dos días me despedí de los Plisetsky y Mila me acompañó hasta el aeropuerto. Antes de tomar mi avión hice una promesa y partí sabiendo que dentro de un año regresaría de nuevo para buscar a aquel que ya no estaba. Tal vez como una forma de intentar engañar al corazón.


Para mí el tiempo se detuvo y solo había estado dejando pasar los días como si nada más importara que seguir yendo al Templo para poner música hasta altas horas de la madrugada y luego dormir todo el día.

Michele me había pedido que lo ayudara a ser constante con su entrenamiento de gimnasio así que durante una hora todos los días ambos nos ejercitábamos antes de dirigirnos a trabajar. Una hora que la pasaba haciendo todo el esfuerzo físico posible. Lo único que deseaba era cansarme lo suficiente para llegar a casa sin aliento y dormir hasta que fueran las dos de la tarde.

A esa hora por lo general los chicos me llamaban por el celular para despertarme y darme un sermón.

─Ota el día es maravilloso, no sabes las olas que te perdiste viejo. ­─Guang Hong trabajaba en uno de los yates de lujo que surca la isla─. ¡Despierta ya!

­─Oye Otabek, mi experimento funcionó así que hay un nuevo bebé en la carta del Templo, quiero que vengas temprano para que lo pruebes y no te entretengas con esas chicas cursis del gym ─ Sala seguía avanzando en su carrera de barwoman, era muy apasionada al momento de hacer nuevas combinaciones de tragos, aunque en muchas ocasiones no le daban buenos resultados.

─Ota ¿vas a venir a almorzar? Hicimos un jugoso pulpo marinado, vamos anímate. ─Emile seguía trabajando en el Topsy Top. Ese año lo ascendieron y era suchef. Dijo que había encontrado su camino y se sentía muy feliz entre las ollas, las sartenes y todos esos potajes que preparaba.

El que perdió el camino era yo, todo era igual para mí, un día tras otro. No descuidaba mi trabajo en la discoteca, pero parecía estar atascado en ella, mis días llenos de recuerdos y mis tardes vacías.

Agradecía mucho a Michele el haberme llevado al gimnasio a esa hora porque me era difícil ver el atardecer en la playa. Por lo general ingresábamos a las cinco y salíamos a las siete de la noche, frescos, después de tomar un buen baño y de conversar algunas tonterías con las chicas que asistían al lugar.

Ese día llegamos temprano a la discoteca y Víctor nos esperaba junto a Sala para que probáramos la nueva estrella de la carta. Michele fue el primero y se quedó callado. Sala lo miraba con ansiedad esperando una crítica, una felicitación, un gesto de desaprobación, algo que le diera una idea de qué tal lo hizo.

─Vodka, licor de menta, limón… ─Michele se quedó pensando mientras saboreaba.

─Licor de manzana. ─Sala saltó de alegría su hermano subió el pulgar, volvió a tomar un sorbo y agitó la cabeza.

─Sí que es contundente. ─Víctor elevó su copa que aún estaba llena y brindó con todos.

El sabor era fuerte, dejaba algo seca la garganta y subía rápido a la cabeza, pero sabía delicioso de tal forma que podías pedir uno más sin ningún temor.

­─¿Cómo lo llamarás? ─Yo contemplaba el vaso que brillaba como una esmeralda bajo las luces de la barra.

─Yura. ­─Sala calló por unos segundos intentando descifrar mi mirada que se dirigió a la suya con asombro─. Si tú me lo permites.

─Contundente como su mirada… ─Asentí, tragué el doloroso recuerdo junto con el contenido de la copa, me acerqué a Sala, le di un beso en la mano y me retiré en silencio hacia la cabina de música.

Ellos se quedaron bebiendo de a pocos el fuerte coctel y yo intentaba levantar mis ánimos revisando el material nuevo que había llegado a la discoteca. Los sonidos iban y venían por los auriculares, usaba el peach para igualarlos y dejaba rodar los vinilos, mientras capturaba algunos sonidos en la consola.

El momento que Bastjin entró al Templo, Víctor nos volvió a convocar a todos en la barra.

─Bass lo dices tú o lo digo yo. ─El señor Nikiforov siempre promovía a las personas que trabajaban junto a él y con Bastjin no hizo la excepción.

─Chicos dentro de seis semanas partiré hacia Holanda a firmar un contrato importante con una disquera y eso gracias a Víctor que me ayudó a contactar con un nuevo productor que está sacando material interesante. ─Bass sonreía y al mismo tiempo se mostraba algo nervioso, eso era muy raro en él.

─Nos dejas… ¿Quién nos llevará por el camino de la iluminación ahora? ─Michele elevó manos y ojos al cielo raso del Templo. Él siempre se quedaba hablando horas con mi amigo sobre temas religiosos y de autoconocimiento. A veces se ponían muy de acuerdo, otras no y se enfrascaban en interminables discusiones que nos parecían divertidas.

─No te preocupes, cuando saque mi primer libro te enviaré un volumen con mi autógrafo. ─Bass abrazó con fuerza a Michele y agradeció a todos─. Ey, esto no es aún una despedida, esperen que pase seis semanas ¿ok?

Con un par de aplausos todos volvimos a nuestras actividades. Bass había encontrado esa ruta que estuvo buscando durante casi cinco años, por fin una oportunidad para crecer y no dudó en tomarla. Yo en cambio me seguía sintiendo perdido. Incluso deseaba que el tiempo retrocediera.

Es que no solo Moscú era un cúmulo de recuerdo, también Ibiza me recordaba a Yuri. Los atardeceres en la playa, los viajes en velero, las calles llenas de gente, las fiestas en las mansiones privadas, la fachada del hotel donde se alojó ─muchas veces pasé por el lugar─, la puerta trasera del Templo, el Topsy Top, las fiestas en la playa, el blues y las noches de discoteca.

Y aunque trataba de hacer cosas distintas, nada podía apartar su imagen de mi cabeza, su sonrisa, sus palabras y esa intensa sensación de soledad que sentía el estómago cuando estaba a punto de ponerse el sol.

Esa noche, como muchas otras noches en los últimos seis meses, me quedé en la barra de la discoteca hasta bien entrada la madrugada a perderme con el espectáculo de alguno de los grandes, a beber varios vasos de licor y ligar con alguna chica linda que se me acercara. Cuando me cansé de todo eso, tomé de la mano a una rubia y juntos nos fuimos a un pequeño motel cercano a la playa.

El ritual fue el mismo. Yo con algunos tragos encima y ella por lo general muy ebria, desnudábamos nuestros cuerpos sin ninguna gracia y a toda prisa. Unos cuantos besos y luego yo la penetraba o ella subía encima de mí. Cuando me sentía en algo de ambiente, cerraba los ojos y me imaginaba que era Yuri el que estaba allí conmigo, lleno de vida. Pronto sentiría el sabor a menta de sus labios, tal vez diría una de esas palabras vulgares que las hablaba con tanto gusto, tal vez mordería mi hombro o clavaría sus uñas en mi espalda.

Apretaba los párpados y trataba de escuchar su voz en medio del resuello de la mujer de turno. Aquella que no tenía nombre, que no tenía rostro, que solo estaba de paso y que me dejaba tan vacío como siempre.

Cuando volví a abrir los ojos ella estaba a punto de dormirse, yo encendí un cigarrillo y la contemplé por un rato hasta que ya no me respondió a las tontas preguntas que le hice, entonces me vestí y salí del motel. Esa fue una noche más de tantas que me dejaron como siempre un sabor a nada.

Llegué a casa y una vez más desee que el día se detuviera, para poder dormir todo el tiempo y buscar a Yuri entre mis sueños, esos sueños en los que, por lo general, tengo una cita con él y voy a buscarlo, pero nunca lo encuentro.

Estaba a punto de tirarme a la cama cuando escuché que algo cayó dentro de mi closet, me pareció extraño que pasara pues soy un tipo muy organizado y no podía haber dejado ningún objeto puesto al azar.

Corrí la puerta y mi maletín lleno de tesoros estaba tirado entre los tennis. Me pareció extraño que se hubiera caído, por lo general lo dejaba al fondo de la parte superior y sin ningún objeto encima. Pensé que los chicos habían sacado algo de música para escuchar esa noche. Con desgano levanté el maletín y me entró la curiosidad por saber qué habían hecho esos pillos con mis vinilos queridos. Esperaba que todos estuvieran en el mismo orden en el que los guardaba.

Abrí el maletín y todo estaba bien, excepto por algo que nunca pensé encontrar en ese lugar. Una copia del demo que había entregado hacía más de un año a Darko Dee. La tomé con cuidado y observé dentro de la funda protectora un pequeño papel con el nombre de los temas. Repasé la lista y recordé que el día de la cita con el productor, Yuri me dijo algo a lo que no quise prestarle atención por creerlo imposible: “… si fuera tú sería mi propio productor.”

Mi cuerpo se estremeció porque en ese momento sentí como si fuera el propio Yuri el que me estaba dando otra vez el consejo y en la forma tan contundente como me lo dijo ese día: debía ser yo quien me ocupara de mostrar al mundo mi material.

Sabía que sería una tarea titánica, pero no imposible. Pensé entonces cuál debería ser la mejor estrategia para acatar los designios de mi tigre amado. Y recordar a Yuri me dio la clave para saber de qué manera haría algo con mi vida de una vez. Guardé mis viejos vinilos, menos el disco del demo y con el cansancio apoderándose de mis sentidos me acosté.

Esa mañana volví a soñar con Yuri y esta vez sí lo encontré en la playa, caminamos juntos y no recuerdo de qué hablamos, pero me sentí muy feliz. Al final del sueño recordé que él había fallecido y cuando quise preguntarle dónde estaba en ese momento y qué estaba haciendo, desperté. Abrí los ojos y pude sentir en mi cara la brisa del mar y alcancé a escuchar su voz diciendo mi nombre.

Seis semanas después Bastjin partía hacia Holanda y yo retornaba a Canadá para visitar a mis padres, para hablar del futuro y decirles que por fin había decidido hacer algo importante con mi vida. Ellos como siempre me recibieron con amor y me escucharon con paciencia.

Una vez más me sometí a su veredicto, el cual como siempre me sería dado al día siguiente, luego de discutir el tema entre ellos y consultarlo con la almohada como decía mi madre.

─¿Seguro que podrás estudiar y trabajar al mismo tiempo?

─Sí papá.

─¿Pero ese trabajo es por las noches hijo, no te hará mal?

─No mamá.

─Sabes que jamás te negaría mi apoyo, Otabek. Si eso es lo que quieres te ayudaremos con tus estudios; pero con una condición.

─La que tú quieras papá.

─Dedica a tu madre tu primera composición.

Fue una noche que me devolvió la esperanza y la vida. Fue una noche en la que sentí mi corazón latir de felicidad después de mucho tiempo.

Un mes más tarde partí hacia Holanda, me alojé en la casa de Bastjin y comencé a estudiar un bachillerato en música en la Escuela de Arte de Utrecht. Fue un gran paso, pero solo el primero para poder llegar a producir mi propia música.

Una vez más, Yuri iluminó mi camino.

Anuncio publicitario

Publicado por Marymarce Galindo

Hola soy una ficker que escribe para el fandom del anime "Yuri on Ice" y me uní al blog de escritoras "Alianza Yuri on Ice" para poder leer los fics de mis autoras favoritas y escribir los míos con entera libertad.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: