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5. ¿Por qué BK? – Al final del verano


A la mañana siguiente mis ojos se abrieron automáticamente al sentir la vibración de mi móvil. Lo tomé como por instinto y observé la pantalla.

Tienes un mensaje

Era Yuri. Me pareció extraño que me envíe un mensaje en lugar de llamarme directamente, lo abrí al instante sin dudar.

“BK te espero en la playa cercana al hotel a las diez date prisa”

Miré la hora eran los ocho y treinta, tenía tiempo de sobra, sin embargo, decidí apresurarme. Tomé mi camisa azul pálido un pantalón de mezclilla, botines. Quería llevar a Yuri a conocer todos los lugares que aún le faltaban ver en Ibiza. Sí sé que son lugares monumentales, pero tenía la confianza que él los disfrutaría. Y yo disfrutaría de su compañía.

No había olvidado lo que sucedió la noche anterior, estaba seguro de que Yuri ni se inmutó así que dejaría ese tema a un lado y nuevamente hablaríamos de música, fiestas, tal vez de gatos o quizá me muestre por fin algo más de su mundo. A decir verdad, él era todo un misterio para mí.

Sí, estaba decidido a interrogarlo si fuera necesario con tal de saber más de su vida, sus gustos, sus actividades, su familia, sus amigos, sus estudios. En fin, saber todo de él.

Sumergido en mis pensamientos llegué en un santiamén a la playa, faltaban algunos minutos para las diez de la mañana, así que supuse que Yuri podría estar aún en camino. Me quedé contemplando el mar desde la vereda. Oleaje tranquilo, sol incandescente y brisa suave. Combinación perfecta para un perfecto día.

De pronto divisé a Yuri, estaba sentado en uno de los taburetes de un conocido snack al borde de la playa. Levanté la mano para saludarlo mientras me dirigía hacia él. Yuri ni se inmutó con mi saludo. Bueno él es así, pensé.

Al llegar junto a él y estirar mi mano para saludarlo observé su rostro, se mostraba molesto, enojado, furioso. Sus bellos ojos marinos brillaban como brazas ardientes y su gesto me confirmaba que Yuri estaba a punto de darme un gran zarpazo.

—¿Sucede algo malo? —inocente yo, pregunté como si no existiera algo pendiente.

—¿Por qué Beka? —Juntó el entrecejo mientras se levantaba del taburete y se acercaba hacia mí.

—No te entiendo… —En verdad no me gustan los juegos de misterios.

—¡¿Por qué diablos me besaste anoche?! —Su respiración agitada acompañaba el tono amargo de su voz.

Mi mundo giró por completo en ese instante, Yuri lo había notado, sintió que yo lo besé, me sintió, maldición no podía ser. ¿Por qué lo hice? Ni yo mismo lo sabía. Me quedé callado, tratando de hallar la respuesta adecuada para esa pregunta. La respuesta no existía o no como yo la quería en ese momento.

—Yuri yo… —Bajé la cabeza y mi mirada se detuvo en las sandalias de Yuri—. Yo… este…

—¡Estoy aquí arriba, mírame cuando te hablo! —Sus ojos quemaban mi mirada—. ¿No lo sabes, no quieres decírmelo, no te diste cuenta, no te importa?

—Yuri…  déjame que te explique. —Cuánto deseaba tener realmente la frase correcta—. La verdad es que… no sé qué me sucedió, yo me estaba despidiendo…

—No sabes ¿acaso besas en la boca a todos tus amigos antes de irte? —Su tono de voz iba en aumento.

—No, no, yo… solo que tú… —Estaba perdido.

—Yo qué, dilo, quiero una buena explicación de tu parte. —Yuri caminó fuera del snack, al parecer se dio cuenta que estaba llamando la atención.

—Yuri, espera. Debemos hablar. —Lo seguí tan rápido como pude.

—¿De qué? Si no sabes dar una buena explicación. —Se detuvo y me miró con los brazos cruzados y la expresión más aterradora que pude ver en sus ojos.

—Lo que pasa es que me pareces un chico muy lindo. ­—Tenía que empezar por algún lado.

—¡Yo no soy un chico lindo! ¡Lindo mi gato, lindo el peinado de esa niña, lindo un puddle! —Yuri estalló—. ¡Dime una mejor razón!

—No, no eres lindo eres… hermoso —Ahora que lo recuerdo sí que era un tonto, no tenía algo más que decir.

—¡Qué más! —Yuri estaba alterándose demasiado.

—¿Un chico muy sexi? —Estaba en mi límite.

—¡¿Esa es una pregunta o una afirmación?! — Me miró como esperando que dijera algo más, yo no lo hice—. Dame un argumento más sólido, más serio, más valedero para que anoche me hayas besado sin que te dé mi consentimiento.

Sentí que Yuri no sopesó sus palabras y aproveché su error.

—Entonces si yo te hubiera pedido el beso, ¿lo habrías consentido? —Me acerqué un poco más a él.

—¡Ese no es el punto! ­—Dudó un poco —. ¡Yo quiero saber por qué lo hiciste!

—Ya te lo dije. —Error. No debí emplear ese argumento y es que en ese instante no tenía la mínima idea de aceptar que Yuri me gustaba, me encantaba, me enervaba el cuerpo y llenaba mi alma.

Debí decirle por lo menos un “me gustas”, pero callé, callé esa simple expresión, esa frase que tal vez Yuri estaba esperando. Esa frase que mi corazón gritaba con todas sus fuerzas y que yo ignoré como un tonto y egoísta.

Quise decirle algo más, tratar de arreglar mis palabras

—¿Yuri, acaso no sabes que eres un chico muy bello?, impresionas a cualquiera. —Fue el peor argumento que pude haber usad

—No quiero impresionar a cualquiera y en todo caso, si tú te consideras cualquiera ese ya no es mi problema. —Parecía un pequeño gato herido—. Me voy y no me llames, no me busques, no te acerques más a mí.

—Yuri, espera… espera… un minuto. —No sabía que decir, quise detenerlo tomándolo del brazo, pero él rechazó mi agarre con fuerza mientras se dirigía hacia la avenida principal.

Lo seguí, tratando de dar explicaciones y pidiéndole que se calmara, que parase, que me escuchase solo un instante. No sé qué iba a escuchar porque no tenía más argumentos a mi favor. Una vez más lo tomé de la muñeca.

—¡Suéltame estúpido Otabek! ¡Te puedes ir al infierno! —Torció su muñeca y se separó de mí, ingresando con toda la agilidad que su delgado cuerpo le proporcionaba a un taxi— ¡Mierda! ¡Te dije que me sueltes! ¡No quiero verte más!

Cerró la puerta del taxi con fuerza y siguió maldiciendo en ruso. Yo no lo entendía, pero sabía perfectamente que me estaba diciendo las peores palabras que se pudieran venir a mi mente.

Impotente vi como el taxi se alejaba, estaba también a punto de estallar, pero contra quien, no tenía nadie a quien culpar.

¿Por qué lo besé? Quería retroceder el tiempo y no haberlo hecho jamás, sin embargo, estaba allí parado con mucha gente mirándome como bicho raro. Mi cabeza empezó a doler y mi corazón corría desesperado tras Yuri, aunque mis piernas no se movieron un solo milímetro. Lo vi partir, alejarse de mí. Mi día perfecto se fue al diablo, tal y como lo dijo Yuri.

Me senté sobre la moto y me quedé contemplando la playa, la sensación de amargura crecía en mi interior, me sentía tan estúpido. Repasé en mi mente todo lo que hicimos el día anterior. Recordé a Yuri moviéndose al ritmo del blues y cómo mi cuerpo comenzó a reaccionar mientras lo contemplaba. Yuri solo estaba bailando, esa no era una insinuación para algo más. Sentí de nuevo su cabeza apoyada en mi hombro cuando por la noche lo llevé en el taxi hasta su hotel, ese acto solo era producto del cansancio, no era una provocación.

Mi desesperación fue en aumento mientras rompía en mil pedazos los boletos de entrada a los museos, que compré con anticipación.

Tardé poco más de una hora en recuperar la compostura, entonces decidí buscar a Yuri, lo primero que hice fue buscarlo en su hotel, pero el recepcionista me dijo que había salido cerca de las diez de la mañana y no regresó aún. Le pedí que por favor me llame en cuanto Yuri llegue y le dejé una buena propina por su ayuda. Me dijo que su turno terminaba a las seis y que mientras esté en el trabajo cuente con él.

Llamé a Yuri muchas veces seguidas, pero él tenía el móvil apagado. No sé cuántos mensajes le escribí, pidiéndole perdón, rogando por una oportunidad para hablar con él, intentando recuperar esa confianza que había perdido la noche anterior.

Me preguntaba ¿Por qué no reaccionó? ¿Estaba acaso poniéndome a prueba? No, no creo que Yuri llegase a usar esa estrategia para conocerme mejor.

Busqué en la playa nuevamente, manejé por algunas calles con la esperanza de verlo. No hubo señal de él. No quise darme por vencido y decidí ir a Topsy Top, tal vez pasó por allí, quizá esté junto a Emile y Guang Hong, eso esperaba. Ingresé con todo el ánimo de encontrarlo, no estaba en ese lugar y los chicos no lo vieron en todo el día.

No sabía qué más hacer y donde ir. Esperaba que el recepcionista me llamase diciéndome que ya llegó al hotel. Esperaba que Yuri llegase antes que termine su turno ese recepcionista. Esperaba en vano que Yuri me devolviera las llamadas.

La noche llegó sin noticias de Yuri, estaba desesperado… ¿dónde podría estar? Escribí más mensajes y llamé una vez más al hotel preguntando a la chica que se quedaba por las noches si él había llegado, pero confirmó que no se apareció en el lugar.

No podía hacer nada más que esperar o ir al hotel al día siguiente temprano para abordarlo, no estaría toda la noche fuera o ¿sí?

Al llegar al Templo empecé a alistar mi playlist para esa noche, no había tenido ni tiempo ni ganas de hacerlo en casa como todos los días. Los nombres de los temas pasaban por el ordenador sin sentido. Estaba demasiado alterado y distraído como para armar un show digno de ese magistral lugar.

No me imagino qué cara tenía en ese momento, que mis compañeros de trabajo notaron inmediatamente que algo malo pasaba conmigo, incluso mi jefe me llamó a su oficina y me habló con mucha seriedad.

«Otabek, si tienes algún problema te pido que lo dejes fuera de la discoteca o ve a solucionarlo, pero de esa manera no vas a mezclar esta noche». No era una amenaza, era un consejo sincero que él me estaba dando. Víctor era siempre muy amable con todos, solía apoyarnos en momentos difíciles; sin embargo, era muy perfeccionista con lo que respecta al trabajo y el profesionalismo que debemos mantener en las presentaciones.

Quien llegó a los casilleros del personal a jalarme de las orejas fue Sala.

—Yo contaba contigo y tu música esta noche, me preparé con tanto esfuerzo para hacer este acto y ahora resulta que estás distraído. —Estaba enojada y a la vez preocupada—. ¡A mí sí me vas a decir que te pasa Otabek!

—Es Yuri… —Callé unos segundos y luego vi a Sala haciendo ese gesto de desaprobación con la boca—. Lo arruiné Sala, se enojó mucho conmigo, no supe explicar lo mucho que él significa para mí y por qué lo besé anoche.

—Lo bes… lo besas… ¡¿Lo besaste Otabek?! —Sala me miraba con esos enormes ojos abiertos que por un instante pensé que se saldrían de sus órbitas—. Seguro lo hiciste a la fuerza.

—No, se lo robé mientras lo dejaba dormido en su habitación, Sala pensé que no lo notó, en verdad no pensé ese rato. —En ese instante mi mente se despejó y deduje algo—. En verdad sí pensé Sala, hice caso a mi corazón como tú me dijiste y mírame ahora…

Quería culpar a alguien de mi desgracia en ese momento y Sala estaba frente a mí.

—Otabek, lo que pasa es que no estás escuchando bien a tu corazón, por eso tus pensamientos y tus palabras no reflejan su verdadera voz. —Ella me miró con algo de pena y acarició mi mejilla, en verdad necesitaba ese contacto y esa fuerza—. Pregúntale en verdad qué quiere y cuando escuches su respuesta sincera no tengas miedo en decirla con tus labios.

Sala me miró con la ternura de una hermana mayor, me dio un beso en la mejilla y salió hacia el salón de la discoteca, tenía que hacer una presentación de flair para una nueva marca de rones caribeños que empezaría a venderse en El Templo.

Mi amigo Bass me miró fijamente, ese holandés sabe cómo hacerte expulsar tus demonios, con toda la calma que le proporciona su práctica del yoga me dijo que él se encargaría de la música ese día y que sea lo que sea que me esté pasando, lo dejase pasar y espere con calma los resultados. Intenté entenderlo un poco y calmarme, pero el vacío que se formaba en mi corazón era inmenso y doloroso. Bastijn de Boer es uno de los mejores disc jockey de la isla, yo esperaba aprender más de él y no solo me refiero a su forma de pinchar la música.

Entonces me acerqué a la barra secundaria para no quitar espacio a los clientes, pedí una cerveza helada y cuando la gente comenzó a llegar el ambiente de fiesta comenzó a reinar en la discoteca. Bass Boer, como se lo conoce a mi amigo en El Templo, empezó a animar el ambiente. Todos reían, bailaban, brindaban, había bullicio y sonrisas por donde se mire. Solo yo me sentía completamente miserable en ese momento.

Antes de la presentación de los hermanos Crispino, otros bartender también hacían malabares para el público. Arriba en la oficina principal el señor Nikiforov ultimaba detalles de la presentación y del contrato con los representantes de la nueva marca auspiciadora de los eventos en la discoteca, todas las anfitrionas llegadas del caribe para esta presentación salían de los vestidores ataviadas con sus diminutas tangas de lentejuelas y plumas.

A medianoche uno de los gigantes del house, Alan Walker, haría su presentación especial, todos estábamos en verdad encendidos. Encendidos es mucho decir, yo trataba de disfrutar de la música y el ambiente sin ningún resultado.

Cuando de improviso Sala llegó corriendo hacia mí.

—Estás aquí. —Aun agitada se acercó a mi oído para no gritar demasiado por el bullicio de la gente—. Otabek… o tengo que decirte Beka, hay un jovencito en la puerta que pregunta desesperado por ti, ni Frankie ni Joan lo pueden contener… creo que es el chico que te tiene con cara de tonto.

Salté de mi asiento y no cabía en mí de contento, fue difícil llegar a la puerta trasera de la disco en medio de toda esa multitud de personas que se agolpaban para probar las bebidas. Cuando llegué al callejón de salida, él estaba allí armando escándalo. Estuvieron a punto de sacarlo hasta el parque a empellones, pero Sala, mi querida Sala lo reconoció como el chico que me acompañaba la otra noche y les pidió que esperen un instante.

—¡Yuriiiiii! —Mis ojos, mi corazón, mi mente y mi cuerpo entero gritaron su nombre.

—¡Beka! —Estaba parado en el callejón de ingreso—. ¡Quiero que me dejes entrar al Templo! ¡Me lo debes tonto! ¡Si no lo haces me enfadaré el doble contigo!

La música cobró sentido nuevamente y las luces del lugar brillaban con todo su esplendor.

—Yuri espérame iré a hablar con el dueño, le explicaré, le diré que eres un gran músico. —Mi corazón bombeaba tanto sobre mi tórax que parecía romperlo— ¡Espérame y no hagas escándalo!

Le hice una señal a Joan para que lo deje pasar a la antesala y no lo tenga esperando en ese húmedo callejón, Yuri ingresó muy feliz. Yo corrí hacia la oficina de gerencia, hablaría con Víctor, no sé qué haría para convencerlo y que lo deje entrar.

Notas del autor: Quiero agradecer a las personas que siguen este fic. Cualquier pregunta la estaré resolviendo a lo largo de la semana.

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Publicado por Marymarce Galindo

Hola soy una ficker que escribe para el fandom del anime "Yuri on Ice" y me uní al blog de escritoras "Alianza Yuri on Ice" para poder leer los fics de mis autoras favoritas y escribir los míos con entera libertad.

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