Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar

El reloj no se detiene (Cuidaré de ti)


Georgi estaba en su computador, lucía concentrado, pero también estaba atento a su teléfono, el cual estaba en alta voz.

—Estoy a dos cuadra de la casa de Leo de la Iglesia y Guang Hong Ji. —La voz de Mila se escuchó clara, Altin, Nikiforov y Giacometti pusieron atención. 

—Quédate allí —respondió Popovich—, en cuanto se trasladen te informaré de sus movimientos. 

¿Yakov gestionó la orden de cateo? —preguntó Mila.

—Está en su oficina hablando por teléfono con el juez.

La puerta de la sala de reuniones se abrió y Yuuri entró listo para ir nuevamente al club Eros. Lucía un ajustado pantalón de látex negro y una camisa transparente de tonos blancos. Las clavículas de Yuuri eran totalmente visibles y su collar plateado lucía elegante en su largo y fino cuello. 

—Estoy listo para partir, Víctor.

Víctor miró su teléfono móvil, eran las nueve de la noche, suspiró y se puso de pie. Hoy debían otorgar la mejor actuación de sus vidas. 

—Vamos. 

Víctor se puso de pie para salir junto a Yuuri y Christophe los siguió. La pareja se subió al automóvil gris de Víctor, quien apretó el volante y cerró los ojos, respirando profundamente.

—Mi amor —dijo Yuuri acariciando el brazo de Víctor—, lo harás bien y rescataremos a Yuri y Phichit, estoy seguro de eso. —Las palabras de Yuuri intentaban sonar firmes, pero no pudo evitar que su mirada temblara. Se había contenido durante mucho tiempo, pero eran sus dos más queridos amigos aquellos que habían desaparecido; una lágrima cayó antes de que pudiera evitarlo.

—Mi, Yuuri —pronunció Víctor abrazando a su pareja—. Los traeremos de regreso —juró, y selló esa promesa con sus labios sobre los de Yuuri, en un beso suave y lleno de calidez.

Poco después el automóvil gris partió llevándose a la pareja. Tras ellos, Chris manejaba un discreto coche negro. 



¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤

En el club Eros el ambiente estaba animado, dominantes y sumisos se paseaban, conversaban o bailaban como de costumbre. Nadie parecía notar la falta de dos parejas que los últimos días habían asistido sin falta al salón principal de Eros. 

Víctor caminó hasta la barra del bar donde solicitó una botella de agua, se quedó allí, atento, observando a su alrededor mientras Yuuri se arrodillaba junto a sus pies manteniendo la vista baja. Víctor jugaba con la cadena en sus manos, misma que estaba sujeta del collar de su sumiso, lo hacía distraídamente mientras fijaba su vista en las diferentes diversiones que habían en el club; sumisos bailando sensualmente en las barras de pole, algunos siendo exhibidos en la jaula ubicada al centro del salón, otros completamente atados de manera hermosa, el arte de encordamiento que algunos dominantes manejaban a través del shibari se le hacía tremendamente llamativo. En eso estaba pensando cuando dos hombres conocidos se aproximaron a su campo de visión. 

Víctor clavó su mirada clara en Alexander Sokolov e Ivan Petrov, una sonrisa ladina se formó en sus labios cuando los dominantes se acercaron a saludarlo. Víctor se había hecho cercano a ese par de sujetos y podía jurar que estaban involucrados en la desaparición de sumisos. 

—Buenas noches, señores —saludó Víctor alzando su botella de agua como si de una copa se tratara—. Les invitaría una copa de champán si las reglas no fueran tan estrictas —acotó con una suave risa. 

—Veo que estás de buen humor —dijo Alexander mientras se acomodaba junto a Víctor, para luego pedir dos botellas de agua.

—Digamos que se siente bien no tener la mirada de Otabek en mi espalda —rio.

—Pensaba que se llevaban bien —afirmó Iván mientras abría la botella de agua que Alexander le había entregado.

—Me irrita esa máscara de rectitud que siempre lleva puesta, como si no fuera igual que el resto de los Dominantes, como si azotar y humillar a su sumiso le causara el mismo placer que a cualquiera de nosotros —dijo apretando un poco su botella de agua—. Me alegra que su estúpido gatito haya huído de él. 

—Tal vez no huyó… tal vez lo secuestraron. —Alexander miraba a Víctor mientras hablaba—. Hace un tiempo vienen desapareciendo sumisos después de todo. 

—Bueno, eso sería algo dramático. —Víctor rio—. Aunque tal vez se lo merezca por rebelde. Reconozco que el día en que golpeó a esa escoria sin cerebro me dieron ganas de poseerlo y disciplinarlo como merece, sin la mano blanda que Otabek utiliza con él. 

Víctor jaló la cadena de Yuuri, haciendo que el japonés se levantara con rapidez, el dominante lo giró y lo aprisionó entre sus brazos, tomó su barbilla y la levantó para que los otros hombres vieran el rostro de Yuuri. 

—Este hermoso chico es perfecto —dijo Víctor—. Ha renunciado a todo para servirme: a sus amigos, a su familia, a sus propias necesidades y sueños. Incluso a su voz, porque tiene prohibido hablar. En realidad, este chico no es nada, solo la boca y el ano que me follo, el cuerpo que se volvió mi juguete, el esclavo que obedece. Eso es un sumiso. Pero Altin es un idiota que permite que ese chico se comporte como si fuera un igual. 

—¿Crees que los sumisos son seres inferiores? —preguntó Iván.

—Creo que eso había quedado claro —contestó Víctor—. Es nuestro deber como dominantes encauzarlos a aceptar su naturaleza inferior. 

—Tal vez, puedas cumplir con tu deseo de poseer y disciplinar a ese animalito salvaje —dijo Alexander con una sonrisa ladina y peligrosa en el rostro. Víctor le devolvió la sonrisa.

—Me encantaría —pronunció. 

♡♡♡♡♡♡♡♡♡

A las nueve de la noche con quince minutos, Leo y Guang salieron de su casa, se subieron a su automóvil y comenzaron a moverse, sin saber que a otro automóvil comenzaba a moverse también. Mila no necesitaba ir cerca de ellos, Georgi le enviaba la información a su teléfono móvil y ella se mantenía a una distancia prudente; mientras Guang cargara su teléfono móvil, no había necesidad de exponerse a ser descubierta. 

—Yuri siempre sospecho de ustedes —pronunció la pelirroja mientras seguía las indicaciones de Georgi—, ahora llévenme a donde se encuentran mis amigos, malditos desgraciados. —Mila apretó con fuerza el volante de su automóvil mientras aprovechaba de serenarse en una luz roja que la hizo detener. 

—Mila —escuchó la voz de su compañero a través del altoparlante de su teléfono móvil—, los encontraremos —aseguró. 

♤♤♤♤♤♤♤

Víctor y Yuuri se subieron en la parte trasera del automóvil de Sokolov, él condujo por las calles de Moscú hasta llegar al estacionamiento de un centro comercial, allí los cuatro ocupantes del vehículo se bajaron y caminaron hasta una camioneta cerrada, Sokolov se sentó en el asiento del conductor mientras Petrov subió a la parte trasera con Víctor y Yuuri. Los policías observaron el lugar, completamente hermético, ni siquiera podían ver al conductor. Lo único que había en el interior era un cofre metálico. Iván sacó dos túnicas negras y antes de que el automóvil se pusiera en movimiento les dijo:

—Por temas de seguridad, les pedimos que se quiten la ropa y la guarden en este baúl, teléfonos móviles y cualquier otro tipo de objetos; piercing, plugs, o lo que sea que estén usando, también deben quitárselo. Lo único que puede conservar su sumiso es el collar. 

Víctor asintió y habló en japonés a Yuuri, siguiendo la pantomima de que él no sabía ruso. Ambos se desvistieron y metieron sus cosas dentro del baúl, el que fue cerrado con dos gruesos candados por Petrov. Victor y Yuuri se vistieron con las largas túnicas negras que Petrov les ofreció, eran cálidas y tenían una capucha que podría cubrir gran parte de sus rostros. 

Iván se bajó de la camioneta, dejando a Yuuri y Víctor a solas en aquella parte cerrada y hermética, para tomar su lugar al lado de Alexander, quien inmediatamente hizo partir el vehículo, sin saber que otro automóvil estaba a punto de partir también. 



♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧

A las diez treinta de la noche, Mila estaba estacionada en una calle solitaria, manteniéndose a una distancia prudente mientras miraba por binoculares el edificio al que había entrado Leo junto a Guang. Un edificio de cuatro pisos que no parecía tener habitantes. 

A las diez treinta de la noche, Mila confirmaba a Georgi que los sospechosos habían llegado al lugar de destino. En ese mismo momento, Popovich seguía mirando su computador, pero esta vez no estaba en la sala de reuniones de su equipo, ahora estaba sentado en el asiento del copiloto del automóvil de Otabek Atin, dirigiéndose al lugar donde Mila ya se encontraba. 

Georgi envió la dirección en la que Leo y Guang entraron a Yakov, quien teniendo ese último dato imprimió las órdenes de cateo que necesitaba su equipo para actuar. Yakov salió de su oficina y se movió rápidamente a su propio automóvil, debía ir a casa del juez que firmaría esa órdenes para darle libertad a sus muchachos. 

A las 10 con treinta minutos, Christophe se mantenía a una distancia prudente de la camioneta cerrada que transportaba a Víctor y Yuuri, los hombres tomaban sus medidas de seguridad que le impidieron poner un rastreador en vehículo, por lo que tenía que confiar en la suerte; no podía ser descubierto, pero tampoco perderlos, en caso de que la pista con Guang Hong Ji hubiese sido errada. 

A las 10 treinta de la noche, Leo de la Iglesia y Guang Hong Ji bajaban las escaleras hasta el sótano ubicado en aquel edificio, supuestamente, abandonado. 

◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇

Yuri y Phichit estaban sentados uno junto al otro, no estaban seguros de cuánto tiempo había pasado, pero sus estómagos gruñían pidiendo alimento y aún nadie había ido a verlos a aquella pequeña habitación en la que se encontraban. 

Ninguno de los dos sabía que, justo en ese momento, Leo y Guang caminaban directamente a aquel lugar, seguido por dos hombres altos que lucían fuertes  bajo la capa negra que se pegaba a sus grandes brazos. 

—Yuri será la prueba de Nikiforov —dijo Leo—, pero podemos divertirnos con el otro hasta que Iván y Alexander lleguen con el futuro nuevo miembro. 

—Sara dijo que Seung-gil Lee sesionó tres veces con ese chico, por lo que supongo que será divertido —contestó Guang Hong. 

—Y será divertido arrebatarle algo a ese amargado que siempre me miró con desdén —afirmó Leo. 

Cuando llegaron a la puerta de acero que los separaba de los últimos sumisos secuestrados, uno de los hombres que lo acompañaban la abrió y entró primero. 

Dentro, Yuri y Phichit se pusieron de pie en cuanto sintieron las llaves girar en la cerradura de la puerta metálica, se mantuvieron estoicos mientras las cuatro figuras entraban y Yuri evitó sonreír cuando vio a Guang y Leo; sus sospechas resultaron ser acertadas. 

—¿Guang? —dijo en cambio, luciendo sorprendido—. ¿Qué significa esto? —Guang rio. 

—Los hemos traído hasta aquí para que se conviertan en mejores sumisos —respondió tranquilo—. En este lugar abandonaran su voluntad por completo, lo único que harán será servir a los Amos que vengan a buscar placer; los servirán hasta las últimas consecuencias.

—¿Hasta las últimas consecuencias? —cuestionó Yuri—. Supongo entonces que no importa si morimos en manos de esos ‘amos’. 

—Tienes razón —sonrió. Las dulces facciones de Guang se volvieron despiadadas bajo el brillo cruel que había en sus ojos pardos. 

—¡Y porque no te mueres tú, imbécil! —soltó el rubio queriendo acercarse al sumiso que Leo abrazaba por la cintura, sin embargo, uno de los hombres que los acompañaban lo detuvo y lo estampó contra la pared. 

—Yuri, ¿estás bien? —preguntó Phichit acercándose a su compañero.

—Si tan solo no tuviera estos grilletes —susurró el ruso apretando los dientes. Los grilletes en sus pies estaban conectados por una corta cadena que apenas le permitía caminar a pasos cortos, y los de sus muñecas no le permitían ninguna separación entre sus brazos.

—Ya es suficiente plática por hoy —dijo Leo apretando a Guang contra su cuerpo—, ahora es tiempo de divertirnos un rato. 

Uno de los hombres tomó a Phichit del brazo y lo jaló con fuerza para sacarlo de la habitación, ante la impotencia de Yuri, quien fue nuevamente azotado contra la pared antes de que la puerta se cerrara nuevamente y lo dejara solo en aquel frío lugar. 

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: