La guerra había ocupado el pensamiento de la mayoría de los británicos por los últimos años. Sin embargo, Millicent nunca se dejó arrastrar por ese patriotismo bélico que incluso había llevado a los omegas más radicales a dejar a un lado su lucha por el sufragio. Millicent siguió su trabajo constante durante aquellos largos años, relevando el papel de los omegas que ahora mostraban al mundo que eran capaces de sostener por sí solos el desarrollo de una nación, porque eran ellos, mientras sus alfas y betas morían y mataban en el frente, los que mantenían en pie la vida y el país.
Con los años, el parlamento se volvió algo más receptivo a las palabras de esta mujer omega que parecía incansable. Por un lado, muchos se vieron realmente afectados por el movimiento más radical; sus instintos protectores de alfa habían reaccionado en contra del actuar de los policías que golpeaban omegas y que después los forzaban a alimentarse de una manera brutal. Por otra parte, no podían negar que lo que Millicent decía era verdad.
El 6 de febrero de 1918, antes de que la guerra acabara y pasando casi desapercibido por la atención puesta en la gran guerra, el parlamento dio el visto bueno a la primera ley a favor del sufragio en omegas. Una ley absurdamente discriminatoria ya que solo beneficiaba a omegas de más de 30 años que pertenecieran a clases superiores; los omegas que más arriesgaron y perdieron durante las manifestaciones, los omegas pobres, eran borrados de un plumazo de las propuestas presentadas por no ser considerados dignos de influir en el destino de la nación.
Sentimientos contradictorios produjo esta ley.
Al finalizar el año, las calles de Londres se visten de fiesta para recibir a sus soldados. Banderines multicolores adornan las calles y banderas flamean al viento esperando por aquellos que son considerados héroes.
La multitud de personas que reciben la llegada de los soldados los acompañan en el desfile que los lleva hasta sus cuarteles. Muchos soldados miran entre la gente intentando divisar a sus familiares en ese mar de personas entusiastas y alegres que también esperan recibir a sus seres queridos. Yuuri es uno de ellos.
Yuuri llega a las puertas del cuartel, ha logrado divisar a Víctor al frente de un grupo de soldados, pero no puede acercarse. Y después de que los soldados entran en el cuartel es aún más difícil hacerlo. El hombre que cuida las puertas es claro con los omegas que se reúnen en el lugar:
—Estarán acuartelados, no sabemos hasta cuando. Regresen a sus casas, ellos podrán regresar en los próximos días.
Yuuri, y muchos más, regresan desilusionados a sus hogares. Después de tanto tiempo lejos lo único que ansiaban era poder estar junto a aquellos alfas y betas que forman parte de su vida. Aceptar que aún no era el momento fue difícil; tan cerca y tan lejos.
Masumi estaba sentado en la cama de la habitación que ocupaba en casa de Yuuri. Christophe estaba sentado junto a él sosteniendo la bandeja de su comida.
—Tienes que comer, yo voy a ayudarte —dijo el omega.
—Chris, no tengo apetito —respondió Masumi.
—Necesitas alimentarte, aunque no tengas hambre debes comer un poco. Te aseguro que está delicioso, yo mismo lo preparé para ti… vamos Masumi, no rechaces mi comida o me enfadaré.
—No tenías por qué prepararla, para eso está el servicio —respondió algo irritado.
—Sé que no tengo obligación de prepararla, pero quise hacerlo —contestó calmado mientras su mano izquierda acariciaba el rostro de Masumi—, es una comida hecha con amor, por eso no puedes rechazarla, ¿entendido?
—¿Con amor? —dijo sarcástico para después reírse—. Dirás con lástima.
Christophe respiró profundamente, dejó la bandeja a un lado y se aproximó más a Masumi.
—No tengo motivos para sentir lástima de ti. Eres un soldado que sobrevivió a una explosión que pudo matar a cualquiera, sobreviviste gracias a tu fortaleza y aprenderás a vivir en tu nueva situación también gracias a esa fuerza —dijo con calma y seriedad—. Y yo estaré para verlo y apoyarte en el proceso.
—¡No tienes que sacrificarte por mí! —gritó.
—¿Quién ha dicho que me sacrificaré? —preguntó el omega—. Yo seguiré con mis estudios de enfermería como lo tenía planeado antes de la guerra. A ti te quiero a mi lado mientras lo consigo, apoyándome como mi pareja.
—¿Quieres ser mi pareja? Pareja de un ciego, medio sordo, desfigurado… ¿Por qué ahora? Quieres que piense que no me tienes lástima, pero solo me aceptas en estas condiciones…
—¡Porque fui un idiota! —gritó—. Fui ciego a lo que sentía por ti, estaba obsesionado con Víctor y tenerte a mi lado era sencillo; siempre buscabas estar conmigo y darme tu amor sin condiciones —habló con sinceridad—. Tuve que verte al borde de la muerte para comprender lo importante que eres para mí, para entender mis sentimientos hacia ti. ¡Te amo, imbécil!
Masumi contuvo el aliento, se quedó sin habla ante la confesión de Chris. Pero aún sería sorprendido por el osado omega, que tomó sus mejillas entre sus manos y luego se acercó hasta juntar sus labios y darle un apasionado beso.
—Te amo, Masumi —repitió sobre los labios del alfa, para después volver a besarlo. Masumi lo envolvió en un abrazo y disfrutó del contacto; lo había anhelado tanto durante los días en el frente.
—Chris…
—Sé que no es fácil para ti, tampoco para mí lo es. Pero con ayuda de nuestra familia y de los profesionales adecuados podremos superar esta prueba, lo prometo —dijo Chris con cariño tomando las manos del alfa—. Solo te pido que no abandones tu manera de ser. Entenderé tu rabia o tu tristeza, pero no te abandones a ti mismo, ni dejes que tu alegría muera.
—Lo prometo —respondió Masumi esbozando una sonrisa—. Si estás a mi lado será un poco más sencillo recordar esta promesa, y si sientes que la olvido recuérdamela.
—No dejaré que la olvides —dijo Chris sonriendo—. Ahora te vas a comer lo que he preparado para ti.
—Comeré —afirmó ya más animado.
Yuuri llegó a su hogar y subió al cuarto de su hermano, sonrió al entrar a la habitación y ver que dormía junto a Christophe, ambos abrazados y perdidos en sus sueños. Los dejó dormir y cerró la puerta de la habitación. Inmediatamente se encontró con Yuri.
—Buenas tardes, Yuri.
—¿Ha podido ver a su esposo? —preguntó el omega de cabello dorado.
—No, están acuartelados y no supieron decirnos hasta cuando.
—Ya veo… —dijo el rubio bajando la mirada.
—No te preocupes por Otabek, Víctor es un hombre amable y no se opondrá a su presencia. Ambos pueden quedarse aquí el tiempo que necesiten.
—Yo buscaré empleo, Otabek ya se encuentra restablecido y su manejo del inglés es aceptable, también buscará un trabajo. No queremos ser una molestia.
—No lo son —aseguró Yuuri—. Ambos son bienvenidos en esta casa, no lo dudes. Víctor también dirá lo mismo —la sonrisa sincera del omega contagió a Yuri, quien se sintió más confiado de seguir hospedándose allí.
Dos días más tarde, Yuuri y los demás comían juntos en el comedor. Otabek, quien ya estaba totalmente recuperado, comía con ellos, al igual que Masumi, asistido por Chris. Conversaban sobre los últimos acontecimientos y comentaban que durante las próximas elecciones, el 14 de diciembre, serían las primeras en las que algunos omegas podrían votar, claro, ni Yuuri ni Chris estaban dentro de ese grupo debido a su edad.
Yuuri escuchaba las quejas de Chris con atención, pero pronto sus sentidos fueron capturados por un aroma familiar y nostálgico, se puso de pie y miró hacia la puerta del comedor con su corazón latiendo con fuerza. Deseaba correr, pero su cuerpo, tal vez incrédulo, se mantenía plantado en su sitio.
Hasta que lo vio.
Cuando Víctor cruzó el umbral y su figura fue visible, sin mediar pensamiento alguno, Yuuri corrió y se arrojó a sus brazos. Víctor solo sonrió y lo recibió en un abrazo entrañable, amoroso y emotivo. Lleno de sentimientos que se cristalizaron en sus ojos y corrieron sin contenerse por sus mejillas.
Se habían extrañado tanto.
Los demás se sintieron algo fuera de lugar al presenciar ese ansiado reencuentro. Pero alfa y omega lograron contenerse y se separaron para mirarse a los ojos.
—Te extrañé tanto… —dijo Yuuri con la voz temblando debido a la emoción.
—Y yo a ti, cada día —respondió Víctor, llevó sus manos al rostro de Yuuri y secó con delicadeza las lágrimas que humedecían su rostro.
Después de un beso suave Yuuri guió a Víctor hasta su lugar en la mesa, lugar hasta entonces vacío.
—Estoy feliz de que estés de regreso en casa —dijo Chris, a su lado, tomando la mano del alfa mientras le sonreía—, me alegra que la guerra haya terminado, así estarás en la boda de tu primo favorito con tu mejor amigo.
—Esa es una excelente noticia —respondió Víctor—. Me alegra ser cuñado de Masumi por partida doble.
—Yo también estoy feliz por eso —respondió Masumi con una sincera sonrisa en su rostro.
Los ojos de Víctor se detuvieron en Yuri y Otabek.
—Él es Yuri Plisetsky —dijo Christophe al notarlo—. Fue mi compañero en la cruz roja, cuando regresé vino conmigo junto a Otabek, él es un soldado…
—del ejército alemán —completó Víctor clavando sus ojos azules en los ópalos oscuros de Otabek. Yuri se tensó e intentó decir algo, pero Víctor solo sonrió—. Son bienvenidos en casa, si Chris los invitó y Yuuri los recibió yo no tengo objeciones. La guerra terminó y las cosas que vivimos en el frente deben quedarse allí.
—Realmente me gustaría que eso fuera posible —contestó Otabek—, pero dudo que las pesadillas desaparezcan.
—Pero no hay necesidad de guardar rencor, es eso lo que debe quedarse en el frente —dijo Masumi—. El dolor de lo que hicimos y perdimos lo cargaremos por siempre, pero el rencor es absurdo cuando ambos bandos se esforzaban por matar y no morir, cuando en ambos bandos se perdieron tantas vidas.
El silencio se extendió por largos momentos.
—Bueno señores, podemos hablar de temas más agradables mientras terminamos de comer. Estoy seguro de que Víctor y Yuuri están ansiosos porque el almuerzo termine para al fin poder encontrarse a solas después de tanto tiempo… seguro que Víctor apenas puede controlar sus manos, y Yuuri se ve muy recatado, pero también debe estar ansioso…
—¡Chris! —exclamó Yuuri interrumpiendo el monólogo del descarado omega. Estaba completamente rojo—. Estoy seguro de que puedes encontrar un mejor tema para charlar.
—Pero, cariño —dijo Víctor tomando la mano de Yuuri para acercarla a sus labios—. Chris no se equivoca al decir que muero por estar a solas contigo —guiñó un ojo coqueto, provocando que el rubor en el rostro de Yuuri se intensificara y extendiera por toda su blanca piel.
El tiempo no se detiene y las personas no aprenden de la manera en que deberían. Los omegas no se conformaron con una ley mediocre y siguieron insistiendo, una y otra vez, sin rendirse. Los omegas tuvieron que acostumbrarse a que nada en su vida era un regalo, nada en su vida estaba dado por el hecho de ser seres humanos, tuvieron que salir a las calles una y otra vez, para arrebatar sus derechos civiles, para arrebatar su derecho a ser considerados seres humanos con el mismo valor que cualquier alfa o cualquier beta. Siempre fue así, y seguirá siéndolo por muchos años más… la sociedad avanza con pasos pequeños, y suele retroceder a pasos agigantados cada vez que se lo permitimos.
El tiempo no se detiene y las personas no aprenden. La gran guerra solo sería la primera, solo una entre tantas más.
El tiempo no se detiene y las personas no aprenden. Sin embargo, siempre hay seres luminosos que nos muestran el camino para desviarse del destino absurdo de repetir los mismos errores. Milicent y Elizabeth fueron ejemplos de esto, fieles a su manera de pensar y a sus sueños hicieron posible lo imposible.
Pero la luz no está solo en la lucha, también se encuentra en lo cotidiano; cuando un alfa no busca opacar a su compañero, cuando un omega lucha por ser feliz a su manera; como Yuuri al publicar su primer libro titulado “Promesas y Esperanzas”, como Yuri al encontrar sosiego en un compañero con el cual trabajaba hombro con hombro para construir una vida en aquel país extranjero, como Chris al compatibilizar su pasión por aprender y asegurar el bienestar de su alfa.
La felicidad se encuentra en las pequeñas promesas que nos hacemos a nosotros mismos, promesas que son peldaños para avanzar en nuestro camino, la felicidad se encuentra en la esperanza que nos da hallar a las personas adecuadas para ser nuestras compañeras de viaje. Un viaje en el que nunca tendremos nada seguro, pero en el que siempre llevaremos nuestras promesas y esperanzas.
FIN
Gracias por leer este fic, espero que les haya gustado.
Muy buena la historia, Aunque se me hizo muy abrupto el final. Quería seguir leyendo, pero en fin, nada es para siempre.
Me gustó que hayas incluido hechos históricos reales, no soy feminista, no me gusta esa palabra, para mí todos somos personas y con eso me basta. Pero es innegable que las mujeres de fines del siglo XIX y comienzos del XX, fueron unas valientes, al luchas por que en la actualidad tuviéramos derecho a cosas que ahora damos por hecho, como el sufragio, el derecho a disponer de nuestros bienes materiales, a tener derecho a los anticonceptivos y otras cosas más. Aunque siguen faltando igualdad y equidad, es innegable que sin el sacrificio de esas mujeres, no seríamos nada en la actualidad.
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Gracias por leer mis historias, creo que tienes razón con lo del final, pero no supe como corregirlo en su momento.
Abrazos 😘
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