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Añorando ir a casa (Promesas y Esperanzas)


Lo que Chris tanto había temido finalmente sucedió. 

Uno de aquellos días en los que las explosiones podían sentirse insistentemente a la distancia, mostrando que la batalla se desarrollaba sin treguas, el alfa que tan bien conocía llegó inconsciente y con la cabeza vendada; una explosión lo había alcanzado. 

Chris corrió inmediatamente a socorrer a Masumi, ayudado por Isabella y Yuri quitó la venda provisoria que sus compañeros habían hecho en el campo de batalla, desinfectó y trató aquellas heridas que habían destrozado sus ojos y su oído izquierdo. El omega no se dio tiempo a sí mismo para sentir el dolor que encerraba en su alma al ver a su alegre amigo y amante inconsciente y herido de tal manera. No descansó hasta saber que no había nada más que pudiera hacer, y ni aún así, pues cuando las explosiones a lo lejos cesaron y los heridos dejaron de llegar se sentó a su lado y veló su inconsciencia. Las horas pasaban y Christophe no se movía del lugar. 

—Ve a descansar un poco, me quedaré en tu lugar y te despertaré si algo ocurre —dijo Yuri llegando a su lado.

—No, yo debo estar con él cuando despierte. Es… él es muy importante para mí y sé que yo lo soy para él —respondió Chris acariciando la mano desnuda del alfa—, cuando despierte tiene que saber que estoy junto a él. 

—No te hace bien estar despierto tanto tiempo, anoche hiciste guardia, llevas más de treinta y seis horas sin dormir. Hoy me toca a mí estar despierto. 

—Cuando tu alemán recién llegó tampoco querías irte a dormir —respondió Chris haciendo que el ruso se sonrojara con violencia.

—No es alemán, su madre es alemana y su padre es Kazajo, él nació y se crió en Kazajistan, hace poco tiempo su familia se trasladó a Alemania, poco antes de que la guerra empezara —respondió Yuri sentándose junto a Chris—, por eso habla ruso. Al principio no nos entendíamos porque yo le hablaba en francés y él me respondía en alemán ¡vaya par de idiotas! Menos mal que nos dimos cuenta que ambos hablamos ruso. 

—Es mejor que aquí sólo utilice el ruso o cualquier soldadito con ansias de venganza podría ir contra él. 

—Estúpidos… tan estúpidos que no se dejan de matar. El mundo está gobernado por alfas imbéciles que no se cansan de desear poder, y los betas son aún peores porque van tras las sobras y las migajas que los alfas les dan. 

—Y se creen superiores a nosotros los pobres diablos. 

—Ese es un mal chiste, ya los querría ver aquí intentando salvar lo que ellos destruyen. Todo esto es una mierda, quiero que acabe ya. 

La noche pasó sin novedades. Chris dormitó un poco sobre la silla junto a la cama de Masumi y Yuri se encargó de supervisar a los demás soldados heridos. Isabella se levantó temprano y sirvió café para los cansados omegas. A decir verdad, nadie descansaba bien en ese lugar, los omegas solo dormían porque sus cuerpos no soportaban el cansancio acumulado, pero incluso ese poco descanso que obtenían era intermitente; cualquier ruido los despertaba e incluso el insondable silencio parecía un grito mudo que los hacía abrir los ojos prematuramente, perturbados por las pesadillas en las que la sangre y la muerte los perseguía. 

A las 9 de la mañana del siguiente día, Víctor entró a la carpa de la cruz roja en la que se encontraba Masumi aún inconsciente. 

—¡Víctor! —exclamó Chris corriendo a los brazos del alfa y siendo recibido en un cálido y necesitado abrazo.

—Chris, me alegra verte —dijo Víctor sin separarse del omega—, me preocupé mucho cuando supe que estabas aquí.

—No hay razón para eso, estamos a salvo —respondió el omega mirando a su primo. 

—Eso espero, hace algunas semanas los alemanes bombardearon un puesto de la cruz roja que recibía mayoritariamente soldados rusos. 

—Eso es espantoso, la cruz roja también cuida de los soldados alemanes —dijo decepcionado—, por Dios, esto tiene que acabar. 

—¿Cómo se encuentra Masumi? —preguntó Víctor luciendo preocupado. 

—Está muy mal —contestó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—, ha tenido fiebre y no despierta. Quiero creer que sobrevivirá, pero… ha perdido sus ojos y se le reventó el oído izquierdo. 

—Hay que trasladarlo a Londres lo antes posible. Aquí no tienen las condiciones adecuadas para curarlo. 

—No aguantaría un viaje en barco, al menos no por el momento. Tenemos que esperar. 

Víctor caminó hasta la camilla donde se encontraba su amigo y se sentó a su lado. Tomó la mano del alfa.

—Tienes que sobrevivir amigo mío —pronunció en voz baja. Luego miró a Chris—. ¿Qué hago? ¿Cómo le digo a Yuuri? ¿Debo escribirle o espero hasta saber cómo evolucionará? 

—Creo que lo mejor es esperar. Si le escribes ahora sólo conseguirás angustiarlo innecesariamente, después de todo, no sabemos cómo evolucionará —Chris miró al alfa inconsciente mientras una lágrima escapaba de sus ojos, inmediatamente la limpió, no podía dejar que las emociones lo desmoronaran—. Aunque juro que lograré que se recupere y en cuanto pueda lo llevaré personalmente a Londres. 

—Así será —concluyó Víctor acariciando el cabello de su primo—. Ahora debo volver al frente —suspiró cansado—, estoy cansado de esto.

—Pronto acabará —respondió Christophe intentando darle ánimos—, ahora vete, y si vuelves que sea por tu propio pie. Cuidate mucho, por favor.

—Lo haré, ya tienes suficiente con cuidar a Masumi, y tampoco pienso dejar viudo a Yuuri. 

Ambos se sonrieron ligeramente, Víctor le dio un beso en la frente y se marchó. 


La guerra se había extendido sobre gran parte del mundo, los británicos con su enorme flota marina bloqueaba el comercio. Ingleses y franceses atacaban las colonias alemanas en África, Japón ingresaba contra Alemania luego darle un ultimátum solicitando la evacuación de Jiaozhou al noreste de China. Triunfos y derrotas en los diferentes frentes y nuevos países sumándose al conflicto bélico hacía ver lo lejos que estaban aún de la paz. 

En 1917 Estados Unidos declara la guerra a los imperios centrales. La Gran Guerra tenía carácter mundial. 


Un mes después del ingreso de Masumi a la cruz roja, el alfa estaba al fin en condiciones de retornar a Londres. Chris solicitó ser relevado de sus funciones para poder trasladarse junto a Masumi, pero no fue el único; Yuri Plisetsky había tomado bajo su protección al soldado kazajo y decidió marcharse junto a Chris para ponerlo a salvo en Inglaterra, donde dirían que era un soldado del ejército ruso.

Isabella los despidió con lágrimas en los ojos, la amistad que habían forjado en aquellas terribles condiciones era fuerte.

—Por favor escriban cuando lleguen a Londres, quiero estar segura de que llegarán a salvo. 

—Lo haremos —prometió Christophe. 

—No seas tan dramática, nosotros estaremos más seguros que tú aquí —dijo Yuri rodando los ojos.

—Nunca se sabe lo que pueda ocurrir, jovencito —respondió Isabella apretando sus mejillas.

—Ya suéltame —se quejó, pero guardó silencio cuando la omega francesa lo abrazó.

—Cuidense por favor, y no se olviden de mí, los quiero mucho. 

Después de la emotiva despedida Isabella volvió a sus labores, deseando que sus amigos llegaran con bien a Londres, y que pronto todo acabara para volver a casa junto al alfa que amaba, y que peleaba sin descanso en el frente.


Era jueves por la mañana cuando Yuuri recibió carta de Víctor:

A mi amado y añorado esposo:

Las cosas en el frente no han cambiado desde la última vez que te escribí, ver muerte y la sangre es algo a lo que, lamentablemente, ya me he acostumbrado. ¡No puedo creer que el tiempo pase y en lugar de sentir que eso nos acerca al final de esta matanza absurda, los acontecimientos me hagan pensar que el final nunca llegará! Amor mío, siento ser tan pesimista, pero la decepción que siento es enorme, no merecemos decir que somos seres racionales e inteligentes si en lugar de resolver nuestros conflictos terminamos destruyendo todo a nuestro paso. 

Yuuri, solo tu recuerdo me mantiene cuerdo, solo descanso cuando en sueños te veo y puedo hacer todo aquello que anhelo; besarte, abrazarte, susurrarte cuanto te amo, tocar tu piel desnuda y hacerte el amor. Quiero tanto poder estrecharte en mis brazos, deseo tanto oír tu voz. 

Pero el motivo de esta carta no es solo hablarte de estas cosas. Yuuri, mi Yuuri, Masumi ha sido herido en el frente, Chris está cuidando de él y por fortuna ya se encuentra en condiciones de volver a Londres. Cuando leas esta carta ellos probablemente ya estén rumbo a casa. Amor, Masumi se recuperará, sin embargo, la explosión en la que se vio atrapado hizo que perdiera la vista y la audición en uno de sus oídos, será difícil, pero estoy seguro de que podremos confortarlo y ayudarlo a adaptarse a su nueva situación. Siento tanto darte esta noticia por carta, quisiera estar contigo y abrazarte amor mío. 

Las lágrimas corrieron por las mejillas de Yuuri al tomar noticia de la condición de su hermano, dejó la carta sobre su escritorio sin poder continuar leyendo debido a su llanto descontrolado. 

—Maldita guerra —pronunció mirando a la nada, rememorando la alegría de Masumi, pensando en aquello que el alfa había perdido. 

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