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Sueños irrenunciables (Promesas y Esperanzas)


—¡Ya he dicho que no! —gritó violentamente Yuuri saliendo de su habitación. Comenzó a bajar las escaleras apretando los puños: Siempre incomprendido —pensó mientras luchaba por contener las lágrimas, no quería darles el lujo de verlo llorar.

—Detente jovencito, aún no terminamos de hablar —dijo, con voz autoritaria, un hombre moreno desde el segundo piso

—No me interesa seguir hablando con usted —contestó, su mirada era desafiante

—Se más respetuoso con tu padre, Yuuri —intervino la mujer que se encontraba junto al hombre en el segundo piso

—¡Él no es mi padre! —respondió furioso, sus ojos castaños parecían arder—, y usted tampoco mi madre —prosiguió dirigiéndose a la mujer—. Tal vez por eso no les importa lo que pienso ni lo que estoy sintiendo

—No vuelvas a decir algo como eso —contestó la mujer sin poder contener las lágrimas que se derramaban por sus mejillas

Yuuri sintió una punzada en el pecho al ver la expresión de dolor en el rostro de esa mujer, que si bien no era su madre biológica, era quien lo había criado desde pequeño y se había ganado ese título sobradamente con todo el amor que le había entregado al muchacho. Yuuri se sintió avergonzado, él no era así, su carácter era reservado y tímido, pero todo tenía un límite, incluso su corazón.

—Lo siento —dijo Yuuri arrepentido por ese arrebato—, pero quiero que me entiendan. Quiero estudiar, quiero ir a la universidad… no me interesa el matrimonio, ¡no me casaré nunca!

Yuuri retomó sus pasos y terminó de bajar la escalera, al llegar al primer piso se dio cuenta de que su hermano estaba allí, y no estaba solo, se avergonzó un poco de la escena que seguramente había visto u oído el joven de cabellos plateados que acompañaba a Masumi, pero continúo su camino sin siquiera dirigirles la palabra, abrió la puerta y salió a la calle dando un portazo que retumbó con fuerza.

—Así que él es tu dulce y tímido hermano menor —dijo con gracia el de ojos zarcos mientras tomaba una copa de vino que su amigo le ofrecía.

—Te aseguro que es un chico muy amable y tímido —respondió Masumi—, pero se convierte en un pequeño demonio cuando está enfadado —rio.

—¿No será mejor que lo acompañes? —preguntó el alfa de cabellos plateados.

—Si no te molesta quedarte solo

—No, ve tranquilo. Miraré un poco los libros de tu padre mientras vuelves


Yuuri se había internado en el bosque que estaba cerca de su casa, una finca grande ubicada en las afueras de la ciudad, había corrido hasta la orilla del rió que lo atravesaba y se había sentado abrazando sus piernas mientras que, al fin, dejaba que las lágrimas bañaran su rostro. Después de unos minutos de soledad sintió la presencia de su hermano acercándose a él, el joven moreno se sentó a su lado y lo abrazó con ternura, Yuuri se apoyó en el pecho de Masumi y con voz débil habló:

—Insisten en que me case, ahora han traído la propuesta de un joven alfa noble que ni siquiera conozco. Les he dicho tantas veces que no deseo casarme… Yo quiero estudiar Masumi, en la escuela siempre fui el mejor alumno, siempre saqué mejores calificaciones que tú y sin embargo, sólo por ser omega ahora debo renunciar a mis sueños y buscarme un matrimonio conveniente… no lo entiendo.

—Yo tampoco, Yuuri —contestó Masumi besando su cabello.


—Usted debe ser Víctor Nikiforov —dijo el padre de Yuuri entrando en la sala en la que el alfa esperaba a Masumi hojeando un libro que tomó de la estantería—, sea bienvenido a mi hogar, señor.

—Así es, soy Víctor —respondió el joven mirando al hombre moreno que se sentaba frente a él—, pero no debe ser tan formal conmigo, después de todo he venido como el amigo de su hijo

—Masumi es un caso perdido, pero yo no puedo olvidar lo que significa su familia para la mía, señor Nikiforov.

—Entiendo, pero por favor llámame Víctor

—Si así lo prefiere.

—Disculpe mi intromisión, pero no pude evitar escuchar la discusión que tuvo con su hijo…

—Siento mucho que haya presenciado una escena como esa. Yuuri es un chico muy inteligente para algunas cosas, pero no se da cuenta de su posición… quiere ir a la universidad. ¿De qué le sirve la universidad a un omega? Sé que tiene muchas capacidades, pero los estudios no le servirán de nada, ningún omega puede mantenerse con estudios, lo que necesita es un buen marido alfa, o cuando le faltemos tendrá que ser mantenido por Masumi, en el mejor de los casos, o aseando casas ajenas si su orgullo no le permite recibir ayuda de su hermano.

—Entiendo, pero ¿no lo está lastimando al negarle cumplir ese deseo?

—Sí, lo sé… pero creo que lo dañaría más si le permito hacerlo y luego se da cuenta de que no le sirvió de nada. ¿Cuántos años lleva Millicent Fawcett presentando al congreso la moción para que los omegas tengan derecho a voto? ¿De qué ha servido? Lo mejor es que se case y forme una familia, cuando tenga hijos él se sentirá pleno y dejará de pensar en cualquier otra cosa de las que ahora desea.


Yuuri había bajado temprano a desayunar, se encontró en la sala con Víctor quien leía el periódico mientras bebía una taza de café.

—Buenos días —dijo Yuuri—, no pensé que estaría despierto tan temprano después de la jerga a la que le llevó mi hermano.

Víctor sonrió.

—Creo que quedé en mejores condiciones que Masumi, no sé si él logre levantarse hoy —respondió mientras cerraba el periódico para dirigir su mirada zafiro únicamente a Yuuri. 

—Yo, aún no le pido disculpas por lo del otro día —dijo Yuuri sonrojándose al recordar con vergüenza lo sucedido—, era su primer día en casa y me escuchó gritando y dando portazos.

—No se preocupe por eso, puedo entender la situación.

—No lo creo.

—¿No?

—Usted es un alfa adinerado, tiene todas las opciones del mundo abiertas de par en par, puede hacer lo que le plazca. Si fuera un omega o un beta pobre podría decir que entiende mi frustración, pero en su situación no puedo creérselo.

Víctor sonrió ante la sinceridad del Omega de profundos ojos color vino que tenía frente a él, aspiró su aroma a lirios embriagandose un poco de esa dulzura y estaba a punto de abrir la boca para seguir la conversación cuando los padres de Yuuri  entraron a la sala seguidos por las sirvientas con los preparativos del desayuno.


Era de noche y todos en la casa dormían, o eso creía Yuuri, quien bajaba silenciosamente las escaleras de la casa cargado con una maleta, al llegar al primer piso se dirigió inmediatamente a la puerta de salida, pero antes de poder abrirla lo llamaron por su nombre:

—Yuuri —escuchó al alfa de ojos zarcos llamarlo.

Yuuri dejó caer su maleta asombrado y sin poder decir nada.

—Si sigue haciendo tanto ruido despertará a todo el mundo —dijo Víctor mirando la maleta tirada en el suelo

—¿Por qué está aquí? —preguntó Yuuri, despacio, pero con tono molesto.

—No podía dormir así que bajé por un libro.

—Sin siquiera prender la luz.

—Tengo buena visión nocturna y planeaba leerlo en mi habitación.

—Maldición.

—Si quiere podemos seguir nuestra conversación afuera, o alguien terminará por oírnos, supongo que no quiere que descubran la maleta que lleva con usted.

—Esta bien, salgamos.

Yuuri guió a Víctor hasta la orilla del mismo río en el que anteriormente había estado con Masumi, se sentaron bajo la luz de la luna y después de unos minutos de silencio Yuuri habló:

—Si me quedo en esta casa mi destino será estar sepultado en esta maldita ciudad o en la casa del alfa con el que finalmente me obliguen a casarme. No quiero ese futuro para mí. 

—¿Y qué es lo que pretende hacer huyendo de casa?

—Cualquier cosa que me acerque a mi sueño.

—Creo que romperé sus esperanzas.

—¿Me obligará a quedarme? ¿Avisará a mi padre?

—No, sólo seré franco con usted. Si se va no conseguirá nada de lo que desea.

—No me subestime.

—No lo hago, pero creo que no ha reflexionado lo suficiente al respecto. Si se va de casa sólo podrá optar a trabajos mal pagados que no le permitirán pagar una universidad por más capacitado que esté para entrar en una, ¿o es que acaso piensa prostituirse en la alta sociedad?

—Si eso me asegurara cumplir mis sueños créame que lo haría —respondió Yuuri molesto.

—Bien, digamos que tiene el dinero para pagar la universidad y las capacidades para ser admitido. Aun así no podría entrar.

—¿Por qué?

—Porque al ser omega necesita la autorización escrita y presencial de su tutor legal. 

—Mi padre.

—Así es, su padre es su tutor hasta que se case, y si se casa lo será su marido. Lo siento, pero siempre dependerá de un alfa para que pueda cumplir sus sueños.

—Mi padre nunca me autorizará, jamás me ha escuchado y ni siquiera ha servido que Masumi intervenga a mi favor. —La rabia que Yuuri sentía la hacía temblar, impotente sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas y estas se derramaban a pesar de sus intentos por contenerlas.

—Entonces, cásese conmigo —escuchó a Víctor mientras secaba sus lágrimas.

—¡Qué! —dijo Yuuri poniéndose de pie rápidamente—. ¿Acaso se burla de mí? ¿Cree que porque nunca podré cumplir mis sueños me casaré con cualquier alfa que me lo pida? Es usted despreciable —Yuuri se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a casa.

—¡Escúcheme, Yuuri! —dijo Víctor poniéndose de pie para ir tras él—. Sólo quiero que pueda cumplir su sueño —dijo tomándolo del brazo—, si se casa conmigo yo podré darle la autorización que necesita para entrar en la universidad, pagaré sus estudios y su familia ya no tendrá que preocuparse por su futuro.

—¿Y qué es lo que quiere a cambio? —preguntó Yuuri quitando la mano de Víctor de su brazo

—Eso no debería preocuparle después de decir que sería capaz de prostituirse con tal de cumplir sus sueños.

—¡Imbécil! —gritó Yuuri dándole una bofetada en la mejilla

Ambos quedaron en silencio por un tiempo que a Yuuri le pareció eterno mientras sentía su mano caliente por el fuerte golpe que había dado a Víctor, no había sido su intención abofetearlo tan fuerte, pero el enojo y la frustración que lo embargaba parecían aumentar sus fuerzas.

—Me disculpo, no debí decir eso —dijo Víctor hablando primero—. Qµería bromear con usted pero el momento no era el adecuado, tal vez tiene razón al decir que no comprendo su frustración.

—Lo siento —dijo Yuuri avergonzado por su reacción.

—Mi propuesta sigue en pie, si finalmente terminará siendo el esposo de alguien no creo ser una mala opción. Y me aseguraré de que además de mi esposo pueda ser lo que desee, piénselo. —Finalizó Víctor brindándole una sonrisa para luego dirigirse hacia la casa, dejando a un desconcertado omega observandolo mientras se alejaba. Un omega que no podía ignorar el aroma a sándalo que inundaba sus fosas nasales y lo hacía temblar. 



Millicent Fawcett nació en 1847 y dedicó toda su vida a la lucha por el derecho a voto de las mujeres en Reino Unido. Presidió durante 12 años la National Union of Women’s Suffrage Society (NUWSS), una asociación de sufragistas con ideas pacifistas. Además fue una de las fundadoras del Newham College, una escuela para mujeres en Cambridge.

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