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La Gran Guerra (Promesas y Esperanzas)


Un mes después del asesinato del heredero de la corona del imperio austrohúngaro la Gran Guerra estalló. Austria-Hungría declaró la guerra Serbia, Rusia reaccionó movilizándose contra el imperio austrohúngaro, y posteriormente contra Alemania. Alemania se movilizó y declaró la guerra a Rusia, invadió Luxemburgo el 2 de agosto y al día siguiente le declaró la guerra a Francia. El 4 de agosto, ante la negativa de Bélgica de permitir el paso de las tropas alemanas en su camino a Francia, Alemania también le  declara la guerra, Reino Unido reaccionó declarando la guerra a Alemania el mismo día 4 de agosto. Europa se sumerge en un conflicto bélico sin precedentes. 

Víctor y Masumi no estaban al margen de la guerra y luego de estar acuartelados por un par de meses fueron enviados al continente, debían apoyar al ejército francés y frenar el avance de los alemanes. Pero los omegas tampoco estuvieron exentos de este conflicto. Emmeline Pankhurst hizo un llamado a sus seguidores, pidiéndoles que apoyaran a su nación; pese a que los omegas ingleses pocos avances habían logrado en la obtención de sus derechos, la fiebre patriótica invadió a muchos de los que anteriormente se declaraban en rebeldía. Por su parte, Millicent Fawcett, fiel a sus ideales pacifistas llamó a los omegas a no dejarse engañar por ideales que sólo llevan al conflicto y que se dedicaran a lo realmente importante; cuidar la vida.  Millicent abrió en su casa una enfermería para atender a los alfas y betas que volvieran heridos hasta Londres, además, habilitó espacios para que las familias de estos alfas y betas, si vivían fuera de la ciudad, pudieran quedarse en Londres.  Elizabeth decidió apoyar a su hermana y se convirtió en la encargada de la enfermería, Yuuri, ávido de ayudar, por recomendación de estas hermanas habilitó en su hogar una guardería para recibir a los hijos de los omegas que ahora tendrían que asumir la responsabilidad de mantener el funcionamiento del país mientras duraba el conflicto armado y los alfas y betas continuaran luchando en el continente. Christophe por su parte ingresó a la cruz roja y fue enviado al continente, su misión sería curar en el mismo epicentro del conflicto: Francia. 


—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Christophe saliendo de las tiendas de campaña que servían como enfermería. A lo lejos se escuchaba el ruido de la batalla. 

—Este hombre tiene el uniforme del ejército alemán —contestó una de las enfermeras. En el suelo se encontraba un hombre moreno, tenía una herida de bala en el abdomen y se encontraba inconsciente. 

—¿Y eso qué importa? —gritó exasperado un pequeño omega rubio que también lucía el traje de la cruz roja—. No somos soldados, estamos aquí para curar, la nacionalidad no es relevante —dijo severo mientras sus esmeraldas resplandecían.

—Yuri tiene razón —apoyó Christophe—, no olviden que al otro lado del campo de batalla  hay enfermeros alemanes que también pueden recibir soldados ingleses y franceses. 

Sin dilación Yuri y Christophe llevaron al moreno hacia adentro de una de las tiendas de campaña. 

El aroma del alfa herido se mezclaba con el olor a pólvora y a sangre, aún así, Yuri podía percibir ese perfume a pimienta y cítricos que el moreno desprendía naturalmente. Un perfume que le parecía masculino y atrayente. Una fragancia que se mezclaba perfectamente bien con su propio aroma a menta y mandarina. 

—Deja de pensar estupideces —se reprendió a sí mismo mientras continuaba su trabajo. Cortó el uniforme del soldado y dejó su torso trabajado al desnudo. Limpió la herida y procedió a la extracción de la bala siendo asistido por Chris e Isabella, una enfermera francesa.


Víctor y Masumi se encontraban atrincherados junto a su ejército y el ejército francés, liderado por Jean Jacques Leroy. Las trincheras comenzaban en el mar del norte y llegaban hasta la frontera de Francia con Suiza. Llevaban días luchando, sin embargo, no habían cambios significativos ni para ellos ni para el ejército enemigo. Ambos bandos se encontraban literalmente estancados. 

El ejército ruso, liderado por Lilia Baranovskaya, apoyaba al ejército rumano. Rumania había perdido dos tercios de su territorio en una ofensiva conjunta del ejército alemán, austro-húngaro, búlgaro y del imperio otomano. Sólo con la ayuda de Baranovskaya lograron estabilizar el frente en Moldavia. 

Italia se había mantenido neutral. A pesar de pertenecer a la triple Alianza junto a Alemania y Austria-Hungría, los italianos consideraban que al ser el imperio Autro-húngaro quien comenzó la agresión contra Serbia no estaban obligados a participar. 

Además, Italia tenía una histórica rivalidad con Austria-Hungría. Al final de las guerras napoleónicas se le concedieron a Austria varias regiones de la península itálica. Regiones que Italia aún deseaba recuperar. El 26 de abril de 1915, finalmente renunció a sus obligaciones con la triple alianza. El 23 de Mayo de 1915, el reino de Italia le declara la guerra a Austria-Hungría, Alemania, Bulgaria y al imperio Otomano, pasando a ser parte de la triple entente. Su primera ofensiva estuvo a cargo de los mellizos Crispino, ambos betas tenían la misión de recuperar Gorizia del control de Austria-Hungría. 


—Víctor, Masumi… —dijo Chris mientras miraba el cielo nocturno, estaba cansado. Los heridos no dejaban de llegar, el aroma a sangre parecía pegado a sus fosas nasales, la muerte lo acompañaba día a día—. Hoy hemos recibido a un soldado alemán, logramos salvarle la vida. Es irónico pensar que tal vez fue uno de ustedes quien lo hirió. Mientras ustedes muy cerca de aquí se matan, nosotros aquí rogamos poder salvar una vida más, aunque sea una sola vida más —suspiró—. Ser omega ha traído consigo muchas desigualdades: No pude heredar el dinero de mis padres por lo que dependo económicamente de Víctor, no pude entrar a estudiar medicina y tuve que conformarme con enfermería, no puedo votar ni ser electo para ningún puesto público… sin embargo, creo que puedo apreciar el valor de la vida mejor que cualquier alfa o beta. Y esa será la finalidad de mi vida de ahora en adelante. Cuidar la vida, sin importar qué vida sea.

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