Los días pasaron rápidamente entre los preparativos de la boda, y si no fuera por la paciencia de Víctor y la ayuda que recibió por parte de su madre y Christophe, Yuuri se habría vuelto loco con tantos detalles que había por preparar; desde las invitaciones hasta el menú, pasando por la decoración de la iglesia hasta los recuerdos que darían a los asistentes, que para sorpresa de Yuuri, eran demasiados.
Definitivamente no esperaba que tuvieran que invitar a tantas personas. Al principio esperaba hacer una celebración más íntima, pero la posición social de Víctor finalmente no se los permitió, su abuela, Lady Katherine, fue la segunda hija del anterior Duque de Devonshire, y aunque en su momento fue escandaloso que una integrante de la alta nobleza inglesa se mezclara con una familia plebeya de origen ruso, ahora su boda era un evento social al que las clases pudientes aspiraban asistir. Además, ostentaba un alto cargo en el ejército por lo que también debía invitar a generales y sus familias. A decir verdad, Yuuri se había molestado por tener que compartir ese momento con tanta gente que le era extraña, sin embargo, entendía la posición de Víctor y no se lo reprochaba.
Así fueron pasando los días, y ya sólo faltaban dos para que el matrimonio fuera un hecho consumado.
—¡Emma! ¡Alice! ¡Miren esto! —dijo Guang Hong acercándoles el periódico a sus compañeras.
La fotografía de Víctor junto a Yuuri estaba en las páginas sociales.
—Se anuncia su boda para dentro de dos días —dijo Alice mientras leía.
—Ya sabía que tenía dinero, pero al parecer también está relacionado con la nobleza, incluso le llaman lord —dijo Guang Hong.
—A pesar de eso no era para nada arrogante —reflexionó Emma.
—Nadie nos creería si dijéramos que un «lord» pagó nuestra fianza y nos trajo en su carruaje —dijo Guang riendo, Alice y Emma lo miraron y reflexionaron sobre sus palabras. Era cierto, nadie pensaría que una persona como él fuera a mirar a unos pobres omegas como ellos, tampoco imaginarían que su futuro esposo podría participar de actos revolucionarios.
La sirena que indicaba que la colación había terminado sonó. Los tres omegas se pusieron de pie y caminaron de regreso a la fábrica junto a los demás omegas, y algunas mujeres Beta, que trabajaban ahí.
La noche anterior a la boda Yuuri no podía dormir. Después de dar muchas vueltas en su cama decidió levantarse e ir por un vaso de leche a la cocina. No obstante, al bajar la escalera se percató de que había luz proveniente de la oficina de Víctor.
—Veo que no soy el único que está nervioso —se dijo Yuuri sonriendo.
Decidió ir a la oficina de su prometido, abrió la puerta sigilosamente y lo vio sentado en su escritorio revisando unos papeles.
—¿Tampoco puedes dormir? —preguntó Yuuri sonriendo.
—Yuuri —dijo poniéndose de pie—, la verdad no tenía nada de sueño —se alejó de su asiento y se acercó a su novio—. Por eso vine a revisar algunos informes —tomó las manos de Yuuri y las besó.
—Yo estaba aburrido de dar vueltas en la cama —rio Yuuri al contarlo.
Se sentaron en uno de los sillones que había en su despacho.
—Mañana serás mi esposo —dijo Víctor mientras acariciaba el rostro de Yuuri, el omega se ruborizó intensamente y bajó la vista.
—Te confieso que estoy ansioso —dijo Yuuri después de respirar profundamente—, vendrá gente muy importante y no estoy acostumbrado a tratar con la nobleza —levantó la mirada.
—A mí tampoco me gusta —respondió Víctor—, preferiría algo más íntimo con personas más sencillas —suspiró—. Siempre evito las fiestas y todo tipo de reunión social de ese estilo, pero no podía evitar invitarlos a mi boda.
—Lo entiendo.
—Pero no tienes que preocuparte de nada, ningún título ostentoso vale más que tú.
Yuuri sonrió. Realmente Víctor lograba tranquilizar su corazón. Lo miró agradecido y sonriente.
Víctor al ver su sonrisa no pudo evitar desear sus labios, acarició su cabello con la mano derecha, mientras que la izquierda se detenía en su cuello, lentamente acercó su rostro a de su prometido y comenzó a besarlo, le dio un beso suave y luego separó sus labios para besar su frente y su mejilla, volvió a sus labios con un beso más intenso que el primero y Yuuri se sorprendió a sí mismo rodeando con sus brazos el cuello de Nikiforov, tomándolo por la nuca para acercarlo más y profundizar el beso.
Poco a poco Yuuri comenzó a quedar tendido sobre el elegante sofá, mientras Víctor sobre él no dejaba de besarlo con intensidad.
Después de unos minutos, se miraron jadeantes, sus ojos brillaban deseosos mientras sus respiraciones iban al ritmo de sus agitados corazones. Víctor sonrió al ver el rostro ruborizado y la expresión anhelante de Yuuri. Tal vez él aún no lo amaba –pensó–, pero lo deseaba y él se encargaría de hacer crecer ese deseo.
—Yuuri —pronunció con la voz rasposa, lo miraba fijamente mientras levantaba la falda del camisón que el Omega usaba para dormir. Yuuri se sorprendió al sentir el tacto de la mano de Víctor acariciar sus piernas. El de cabellos plateados besó su cuello mientras su mano seguía subiendo por la delgada extremidad del que sería su esposo. Lo deseaba, deseaba acariciarlo, besarlo, hacerlo suyo en ese mismo instante.
Pero la voz entrecortada de Yuuri lo detuvo.
—Víctor —había dicho entre jadeos—, detente —suspiró— por favor.
Víctor dejó de acariciarlo y de a poco lo ayudó a incorporarse.
—Lo siento —dijo tratando de regularizar su respiración.
—Yo también me dejé llevar —respondió Yuuri—, pero mañana ya seremos esposos, tú mi alfa y yo tu omega, prefiero esperar hasta ese momento.
—Es mejor que nos vayamos a dormir. Mañana será un día agotador —dijo Víctor sonriendo y ofreciendo su mano a Yuuri.
Juntos salieron del despacho y subieron las escaleras, se despidieron fuera de la puerta de la habitación que ocupaba Yuuri y se fueron a dormir.
Desde muy temprano hubo ajetreo en la mansión Nikiforov. Mila estaba a cargo de la decoración de las mesas puestas en el patio trasero para la recepción y la cena que darían tras el matrimonio. Los pequeños detalles parecían nunca acabar.
Después del almuerzo llegaron un par de sastres y unas mujeres, todos ellos encargados de la vestimenta de los futuros esposos.
El primero en estar listo fue Víctor, lucía un frac negro, la chaqueta tenía dos filas de botones y un pañuelo blanco de seda en el bolsillo, su pantalón era recto y el conjunto se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Además, lucía una camisa blanca con puños simples cerrados por unos hermosos gemelos de oro. El chaleco y la pajarita eran de piqué marfil.
—Te ves muy guapo —dijo Chris al verlo. Había bajado a la sala junto a su futuro suegro y cuñado.
—A Yuuri aún le falta bastante así que tendrás que armarte de paciencia —rio el Omega. Después de todo, era tradición, sobre todo en las clases altas, que las y los Omegas lucieran ostentosos vestidos, difíciles de poner, el día día de su matrimonio.
Víctor se encontraba en la puerta de la iglesia junto a Masumi, Christophe y la madre de Yuuri, recibiendo a los invitados. La hora avanzaba y el de ojos zarcos se inquietaba más con cada minuto que pasaba.
—Los omegas siempre llegan tarde, amigo —dijo Masumi poniendo su mano sobre el hombro de Víctor.
—Lo sé —respondió sonriendo el alfa.
Pocos minutos después el carruaje que llevaba a Yuuri y su padre se estacionaba frente a la iglesia.
—Debemos entrar —dijo Christophe tomando del brazo a Víctor y entrando junto a él por la larga alfombra roja que llevaba hasta el altar. Masumi y su madre entraron después.
Afuera, el señor Katsuki fue el primero en bajar del carruaje, luego ofreció su mano para ayudar a su hijo a descender del carruaje.
—Te ves precioso —le dijo emocionado.
Y tenía razón; Yuuri lucía hermoso. Su vestido era color marfil y blanco satinado, sin mangas, pero realzando sus hombros desnudos con un bello trabajo de pétalos, hojas y plumillas elaboradas de manera artesanal. La falda del vestido era voluminosa y con una cola de al menos 3 metros de largo, con apliques de encaje y algunas flores de seda color marfil. El corpiño era de satén; estrecho en la cintura y acolchado en las caderas.
El velo era de tul suave de seda color marfil con flores bordadas a mano. Estaba sujeto con una tiara de platino con diamantes incrustados. Además de la tiara, lucía unos hermosos pendientes de diamante azul con forma de lágrimas y el anillo de compromiso que Víctor le había obsequiado; un anillo de oro blanco con un espléndido zafiro rodeado por pequeños diamantes blancos. Y en sus manos tomaba un encantador ramos de flores que mezclaba jazmines y rosas blancas con lirios azules.
En cuanto Víctor lo vio cruzar la puerta del brazo de su padre no pudo volver a despegar los ojos de aquel omega, era sencillamente precioso.
Cuando Víctor y Yuuri despidieron a los marqueses de Winchester, el Omega suspiró aliviado.
—Al fin se fueron todos —dijo—, estoy cansado.
—Ha sido un día agotador —concordó Víctor— pero aún no te dejaré descansar —agregó con una sonrisa pícara que sonrojó a Yuuri—. Te ves hermoso con ese vestido —dijo acercándose a él—, pero seguro que te ves mejor sin él —le susurró al oído—. He esperado mucho, lo único que quiero es quitártelo —Yuuri tembló al sentir el aliento de Víctor contra su cuello. Víctor sonrió y luego le dio un beso en la frente—, espérame en el cuarto, iré a dar las últimas instrucciones a Mila, en un momento estoy contigo.
Víctor se alejó de él y Yuuri se giró para caminar lentamente hacia las escaleras. Al llegar a ellas se encontró con su madre.
—Yuuri —le dijo sonriendo.
—Madre —respondió Yuuri bajando la vista, queriendo ocultar la ansiedad que sentía.
—No estés nervioso hijo —lo tranquilizó su madre tomándolo del brazo para comenzar a subir juntos las escaleras—, tu marido es un hombre gentil, sabrá tratarte bien.
—Lo sé —respondió ella esbozando una pequeña sonrisa—, me avergüenza un poco hablar de mi noche de boda con usted, madre —rio Yuuri—, después de todo nunca hemos hablado del tema, y probablemente haya cosas que ni siquiera sé; creo que esa es la razón de mi nerviosismo —Yuuri bajó la vista.
—Todos los omegas pasamos por esto, hijo —respondió su madre acariciándole el brazo—. Es deber de tu alfa guiarte y enseñarte.
—Pues yo creo que es un poco injusto que los alfas lleguen a la noche de bodas con la ventaja del conocimiento.
—Siempre ha sido así. Alfas y omegas somos distintos después de todo y no tenemos por qué desear ser como ellos.
—Nunca he deseado ser como un alfa, madre —respondió Yuuri mirándola—, pero no puedo evitar preguntarme cuántas de esas diferencias son reales y cuántas nada más que un invento para relegarnos y hacernos dependientes de ellos.
—Sea como sea, no creo que este sea el momento para hablar de todas esas cosas. Tu alfa pronto estará aquí. —Ambos caminaron en silencio el trecho que les quedaba hasta la recámara de Víctor. Una vez ahí la madre de Yuuri lo abrazó y besó la mejilla de su hijo—. Te deseo mucha felicidad, querido hijo.
Yuuri vio a su madre retirarse y luego de dar un largo suspiro entró a la habitación que de ahora en adelante compartiría con él que era su marido.
Era la primera vez que Yuuri se encontraba en la habitación de Víctor, que ahora sería también la suya, miró a su alrededor, era elegante y sencilla. Pasó la mirada por los muebles color caoba y las gruesas cortinas, finalmente posó los ojos en la cama amplia que esa noche compartiría con Víctor. Caminó hasta ella y pasó sus dedos sobre la suave tela de seda que la cubría. En ese momento la puerta del cuarto se abrió, Yuuri se giró y vio a su esposo cerrar la puerta.
Víctor se quitó los zapatos hábilmente sin llegar a agacharse y luego se sacó la chaqueta y el chaleco quedando sólo con la camisa puesta, se acercó a Yuuri que lo observaba sin decir nada. Acarició el rostro de su esposo quien tomo su mano con entre las suyas y llevándola junto a sus labios la besó, luego le dijo:
—Creo que estoy un poco nervioso.
—Yo también lo estoy, Yuuri —confesó Víctor con una sonrisa.
—¿Lo dices en serio?
—Claro que sí, eres muy importante para mí y no tienes idea lo mucho que he deseado este momento. Quiero que sea perfecto, quiero que lo disfrutes y lo recuerdes con alegría.
Yuuri sonrió y abrazó a su esposo quien inmediatamente devolvió el gesto. Estuvieron abrazados por largos momentos, hasta que Víctor buscó sus labios para darles un largo, tierno y sensual beso.
Christophe se encontraba solo, sentado en una banca del jardín delantero, abstraído en sus pensamientos.
—No es muy tarde para que estés aquí, Chris —dijo Masumi sentándose junto a él y obligándolo a salir de su ensimismamiento.
—Pensé que ya todos se habían ido a sus habitaciones —respondió el omega sin levantar la vista.
Masumi conocía los sentimientos de Christophe por lo que comenzó a acariciar con ternura su cabello. Las lágrimas que Chris se empeñaba en retener escaparon de sus ojos sin que pudiera hacer nada por evitarlo.
—Christophe —dijo Masumi—, quisiera saber que puedo decirte para que peleemos un rato y mejores tu humor.
—Idiota —respondió Christophe girando su rostro hacia él, secó sus lágrimas—, mejor llévame a la cama y haz que me olvide de él.
Masumi se acercó a él y le dijo con voz grave.
—Te haré el amor tantas veces que tu cuerpo, tu alma y tu corazón sólo podrán recordarme a mí
—¿Y a qué estás esperando?
Masumi se puso de pie y lo tomó de la mano. Caminó hacia la casa llevándolo con él.
—Te deseo, Yuuri —dijo Víctor mientras lo miraba, era tan hermoso, y se veía tan delicado en aquel vestido.
Yuuri también se veía tan sensual ante sus ojos, con ese tenue tono rojizo que pintaba su piel nívea y esos ojos color vino que brillaban intensamente mientras lo observaban con algo parecido al deseo. Víctor deshizo el peinado de Yuuri, quitando esa costosa tiara que llevaba y dejó a su cabello negro caer libremente sobre sus rostro, el omega humedeció sus labios color ciruela haciendo que la sangre de Víctor hirviera de pasión por él.
Yuuri tampoco escapaba de la mezcla de sensaciones nuevas que recorrían su cuerpo y su piel. También quiso tocar el hermoso cabello de Víctor y lo despeinó haciendo que este cayera sensualmente sobre su rostro, cubriendo sus preciosos ojos zarcos. Yuuri enredó sus finos dedos en ese cabello plateado y Víctor volvió a tomar sus labios, pero de manera más profunda e intensa que la vez anterior, parecía querer devorar completamente la miel de su boca.
—Te quitaré el vestido —dijo después de separar sus labios.
Caminó alrededor de Yuuri quedando detrás de él. Entonces, comenzó a desabrochar lentamente el ajustado corpiño del omega, haciendo que él se estremeciera cada vez que sus manos frías rozaban la piel desnuda de su espalda.
Christophe prácticamente empujó a Masumi dentro de su cuarto y una vez cerrada la puerta se acercó para besarlo apasionadamente. Se abrazaron unos instantes y luego comenzaron a quitarse la ropa. Christophe jaló con fuerza la chaqueta de Masumi y luego desabotonó su chaleco y su camisa, Masumi se liberó de ellos dejándolas caer al suelo.
Chris acarició el pecho del alfa hasta sentir como él lo giraba para después aprisionarlo contra la pared. Con su mano izquierda lo acariciaba mientras con la derecha se deshacía de los botones de la camisa esmeralda que cubría la piel del omega, una vez abierto liberó el torso trabajado de Christophe, comenzando a acariciar con firmeza su piel. Chris movió su cabeza invitando a Masumi a besar la piel desnuda de su cuello, él aceptó la invitación provocando un delicioso temblor en el cuerpo del omega.
Yuuri estaba completamente desnudo, expuesto por completo a la mirada de su esposo, trató de cubrirse pero Víctor se lo impidió sujetando sus brazos.
—Me avergüenza que me mires así.
—No tienes nada de qué avergonzarte, tú eres perfecto. Lo más hermoso que han visto mis ojos.
Víctor lo abrazó y la beso sus labios, su frente, su cuello, aspiró su aroma a lirios dejándose embriagar por él. Sus besos húmedos acompañaban las caricias de sus manos, suaves y atrevidas, recorriendo su espalda, sus glúteos, rozando sus pezones y bajando hasta su intimidad.
Yuuri dio un respingo al sentirse acariciado por los dedos de Víctor, los que se paseaban entre sus muslos y alrededor de su sexo. Era una sensación extraña, le gustaba, pero a la vez se mezclaba con su pudor natural.
Chris alcanzó el clímax mientras se encontraba a horcajadas sobre Masumi. Un gemido largo escapó de sus labios para luego desplomarse sobre el pecho de su amante. Masumi acarició y besó su pelo con ternura mientras lo abrazaba y sonreía con él jadeante y satisfecho sobre él. Aspiró su aroma a jazmín que lo excitaba y relajaba, el aroma susurraba su alfa interno.
Esperó unos minutos y luego cambió de posición quedando él sobre el omega, comenzó a embestirlo con suavidad, provocando que la espalda de Christophe se tensara y arqueara. Masumi paró un poco, pero al ver los ojos lujuriosos y anhelantes de Chris continúo esta vez con mayor ímpetu. Hasta alcanzar el clímax también. Apretando sus labios con fuerza, para no cometer la locura de marcarlo dejándose llevar por el placer.
Yuuri se encontraba apoyado en el dosel de la cama mientras Víctor besaba su cuello, poco a poco comenzó a bajar por su espalda.
Yuuri sentía las manos y la boca de su marido concentrarse allí, subir y bajar masajeando y besando su piel, era muy agradable y lo ayudaba a sentirse más tranquilo. De pronto sintió que Víctor bajaba sus manos y acariciaba sus nalgas y sus muslos, la tensión comenzó a aumentar en su cuerpo y cuando Víctor puso su mano entre sus piernas y llegó a rozar su glande dejó escapar un gemido de placer. Víctor presionó con firmeza pero delicadeza el pene erguido de Yuuri y comenzó a mover su manos, masturbándolo. Yuuri sentía la necesidad de gemir, pero en lugar de eso apretaba los dientes con fuerza. Víctor sintió la tensión y lo abrazó amorosamente.
—Yuuri, no dejes que la vergüenza te contenga o que el pudor te impida disfrutar las sensaciones que te otorga tu cuerpo. Ahora eres mi esposo así que no debes avergonzarte de nada de lo que hagamos juntos.
—Está bien, Víctor —dijo Yuuri apoyándose en el cuerpo de su marido—, yo también quiero disfrutar de este momento así que no volveré a sentir vergüenza de lo que siento.
Víctor volvía a la tarea de acariciarlo, masajeó su glande hasta que Yuuri olvidó cualquier otra cosa y se entregó a esa exquisita masturbación a la que era sometida por los diestros y gentiles dedos de Víctor. Comenzó a gemir sin control mientras apretaba sus dedos hasta tornar sus nudillos blancos. De pronto, sintió entre sus nalgas la dureza de la excitación de Víctor, firme, presionándolo con fuerza. Y sin saber exactamente a dónde eso lo llevaría, se dejó ir a través de su pene se derramado un líquido caliente a la vez que sentía como el calor ahora recorría cada rincón de su cuerpo, llenándolo de placer y convirtiendo su estado de tensión máxima en uno de relajación absoluta.
Yuuri cayó sobre Víctor, caliente y sin fuerzas.
Él lo sostuvo con ternura mientras le susurraba palabras dulces al oído.
Cuando Yuuri se recuperó se giró para quedar frente a su esposo, él lo miraba con una intensidad que el omega nunca había sentido. Tembló imaginando lo que ese alfa haría. Pero tampoco quiso quedarse atrás, él también deseaba más de su atractivo amante.
Ante el asombro de su esposo, Yuuri comenzó a desnudarlo, temblaba mientras lo hacía, pero no sabía si era por timidez o porque a medida que lo iba haciendo su deseo se encendía como llamas en la hoguera. Cuando Víctor estuvo desnudo Yuuri sintió su cuerpo arder, se mordió los labios mientras observaba el cuerpo de su marido, despacio acercó sus manos hasta el pecho de Víctor y lo acarició con ternura; le gustaba el cuerpo de su esposo y besó su cuello y su pecho con mucha dulzura mientras se dejaba seducir por el aroma a sándalo que desprendía. Víctor disfrutó de la ternura de su esposo hasta que no pudo seguir aguardando por poseer su cuerpo por entero. Tomó a Yuuri entre sus brazos y lo recostó sobre la cama, abrió sus piernas para acomodarse sobre ella, comenzó lentamente a rozar su pene contra el de Yuuri mientras la besaba y acariciaba con cariño.
Entre besos y caricias, gemidos y susurros, Víctor entró con delicadeza dentro del cuerpo de Yuuri, quien estaba completamente lubricado y dilatado por las atenciones de su marido, esperó unos minutos a que su cuerpo se acostumbrara a su tamaño y luego comenzó a moverse dentro de él, primero lentamente para poco a poco ir aumentando el ritmo, su cuerpo comenzó a tensarse y pronto empezó a sentir la imperiosa necesidad de dar alivio a toda la excitación que había acumulado durante aquella noche. Pero antes de eso quería dar más placer a su preciado omega.
—Yuuri —le dijo—, muévete junto a mí, de ese modo será más placentero para ti.
Yuuri obedeció a su esposo y comenzó a seguirle el ritmo, su pene comenzó a hacer contacto con la piel de Víctor lo que intensificó sus sensaciones. Víctor no dejaba de observarlo mientras jugaba con los rozados pezones de Yuuri.
Cuando notó que las piernas de Yuuri comenzaron a endurecerse aumentó el ritmo y ya no se contuvo. Toda su pasión se desbordó hasta que alcanzó el anhelado orgasmo. Víctor gimió de placer y buscó el cuello de Yuuri para clavar sus colmillos en él y reclamarlo definitivamente como suyo. Yuuri al sentir esa extraña mezcla de dolor y placer se dejó ir por segunda vez, gritó el nombre de Víctor mientras se derramaba entre sus abdómenes, sin poder evitar clavarle las uñas en la espalda.
Se abrazaron con fuerza después de alcanzar esa felicidad entre los brazos de la persona que habían escogido acompañar para el resto de su vida.