Karenina; demasiado amada (Esposo de placer)


Mi madre se llamaba Karenina y aún no he conocido a una mujer omega que sea tan hermosa como ella. A veces me he preguntado si esa es la razón por la que prefiero a los chicos; siempre me he acostado con omegas varones, incluso aquel tiempo en que decidí salir con betas sólo escogí varones. 

Mi madre conoció a mi padre cuando apenas había cumplido diecisiete años, el atractivo y millonario alfa la deslumbró, por lo que iniciaron una relación. Mi padre le ofreció una relación similar a la que establecí en un comienzo con Yuuri, ella aceptó. 

Al principio las cosas iban muy bien entre ellos, mi madre era caprichosa y deseaba ser mimada, mi padre la mimó y consintió todos sus caprichos. 

Durante el primer año ellos fueron muy felices, mi madre estaba deslumbrada, pero no lo amaba, así que nunca le importó lo que él hacía cuando volvía a su país o tenía viajes de negocios. A ella le bastaba al saber que mi padre la consentía y que cada vez que volvía la llenaba de regalos y dinero.

Los problemas comenzaron cuando mi madre entró a la universidad. Ella, haciendo uso de su derecho, se involucró con otros alfas, nada serio, quizá sólo exploraba queriendo encontrar a alguno que despertara en ella algo más que momentos de pasión. No lo consiguió, no se enamoró y tan sólo consiguió disfrutar de momentos agradables y placenteros en brazos de sus compañeros de carrera o facultad. 

Un día, mi padre viajó de improviso y encontró a mi madre en la cama con un joven alfa con quien ella compartía algunos ramos en la universidad. Mi madre no lo estaba traicionando, eran las reglas del juego que él mismo impuso. Sin embargo, él se había enamorado de ella y encontrarla en brazos de otro lo trastornó. Expulsó al alfa y la golpeó. 

Mi madre quiso terminar el contrato en ese mismo instante, pero mi padre la forzó a continuar. Desde ese día mi madre vivió constantemente vigilada por personal contratado por él. Ella era una chica joven y bastante ingenua, su única familia era una madre pobre y negligente, tuvo miedo y no supo cómo defenderse del hombre que un día le dio todo para después arrebatarle la libertad. La encerró en su bonita casa, poco tiempo después la marcó a la fuerza, la vistió de seda y la adornó con diamantes que sólo podía lucir para él: Le dijo que eso se llamaba amor. 

Fue en ese ambiente que ella quedó embarazada de mí. Sí, no fui producto de su deseo, ni siquiera de un desliz con algún alfa del que se haya sentido atraída, soy producto de su encierro, de su miedo y del abuso al que fue sometida. Pese a eso, mi madre me amó. 

Mi infancia fue feliz en brazos de Karenina, ella siempre sonreía dulcemente para mí. Al contrario de mi padre que siempre me miró distante, como si quisiera algo que yo tenía y él no; el afecto sincero de mi madre. 

El visitaba a mi madre cada tres meses, después de saludarlo mamá me enviaba a pasar esos días con mi abuela. De niño nunca entendí porque no me podía quedar con ellos, tampoco sabía que significaban las marcas que mamá tenía en su cuerpo cuando regresaba a casa después de que mi padre se marchaba. Ella sólo sonreía e inventaba alguna excusa. 

Mamá falleció cuando yo tenía 18 años, murió de un infarto agudo de miocardio provocado por la enfermedad de fabry, una enfermedad bastante extraña y silenciosa que provoca daño a los tejidos del corazón, riñones y cerebro. 

A los 18 años yo ya no vivía con ella. Mi padre decidió que mi educación, a partir de los 12 años, fuera en un internado de alta exigencia académica en Francia, sólo podía volver a Rusia durante mis vacaciones. Y el mismo año que al fin pude volver a vivir con mamá, ella ya no estuvo para recibirme. 

Curse la universidad en Rusia, al mismo tiempo mi padre puso dos empresas relacionadas con la moda a mi nombre, como obsequio por mis altas calificaciones. Dijo que estaba seguro de que triunfaría en lo que me propusiera y envió a Yakov Feltsman para que me guiara. Prometió que al titularme me obsequiaría algunas más, incluyendo la agencia de modelaje a través de la que conocí a Chris. 

Poco tiempo después de ingresar a la universidad encontré el diario de mamá, ahí escribió todo lo que había sido su vida y el sufrimiento que pasó por causa de mi padre. Por ser —demasiado amada—  según sus palabras. 

Soy un alfa y la reconocí como mi omega, no podía dejarla ir, era mía, sólo mía. Fueron mis instintos —dijo mi padre cuando le reclamé lo que había hecho con ella. Y sentí terror de que esos instintos algún día me hicieran cometer barbaridades en contra de algún omega—. Cuando estés en celo no te importará nada y marcarás al omega que deseas aún en contra de su voluntad. Así me pasó con tu madre, no hay nada que se pueda hacer al respecto —advirtió mi padre. 

Pero decidí que sería yo quien dominara a mi alfa y no al revés. Durante algún tiempo decidí salir sólo con betas y uno que otro alfa, si terminaba mordiéndolos no pasaba nada grave, sólo una pequeña herida que sanaría con el cuidado suficiente. Generalmente podía controlarme bastante bien, excepto los días de celo. Mordí a varios betas antes de aprender a controlarme completamente. 

Después aprendí que controlarse con un omega es más difícil, pero logré hacerlo. Nunca he marcado a un omega. Ni siquiera cuando alguno de los dos ha estado en celo. 

La experiencia que vivió mi madre me hizo desear jamás experimentar ese tipo de amor que ata, que provoca obsesión, que genera celos. Por eso las relaciones abiertas fueron la manera que encontré para experimentar un lazo afectivo diferente y a la vez explorar y vivir mi sexualidad libremente. Ambas cosas para mí son muy importantes. 

Y ahora… ahora miro a mi derecha y veo a Yuuri dormir plácidamente muy cerca de mi cuerpo. 

Durante muchos años sentí terror de llegar a comportarme como mi padre y lastimar a algún omega. Y finalmente, por huir de eso, terminé lastimando a Yuuri al intentar que se acoplara a mi estilo de vida. Fui muy ciego, o muy estúpido, al pensar que un omega como él se adaptaría a lo que yo le ofrecía. 

Y ahora soy yo el que debe aceptar que se ha enamorado. Y a diferencia de lo que escribió mi madre, este sentimiento no me hace desear encerrarlo y esconderlo del mundo para que sea sólo mío. Sigo deseando que sea libre, no quiero atarlo a mí, no quiero marcarlo para que sea mío. Yo quiero que sea él quien me escoja día a día. Y quiero responder a esa elección eligiendo amarlo sólo a él, día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. 

Sonrío. Yuuri sigue dormido y lo atrapo entre mis brazos, lo beso mientras mis manos acarician su espalda. Él despierta entre risas y me abraza también, acaricia mis hombros mientras rodea mi cintura con su pierna derecha, pegándose a mi cuerpo. 

—Buenos días, mi amor —dice mirándome con sus preciosos ojos castaños que me recuerdan al otoño. 

—Buenos días, cariño —respondo colando mi mano bajo su pantalón—. ¿Quieres que te de tu desayuno? —pregunto guiñandole un ojo mientras mis dedos exploran cerca de su entrada. 

—Si comes también el tuyo —contesta ruborizado, pero sin dejar de mirarme. 

—Por supuesto, mi desayuno es el más delicioso —le digo girando sobre él, quedando entre sus piernas. 

Lo miro y lo que veo en su mirada es amor, dulzura, inocencia, entrega y confianza. Yuuri ha decidido confiar en mí, en que lo haré feliz, Yuuri se entrega completamente pese a su timidez. 

Y yo deseo ser devoto a él.

Un comentario en “Karenina; demasiado amada (Esposo de placer)

  1. Sin dudas la triste y horrible historia de su madre era la razón para tener ese pensamiento. Que admirable hombre se ha vuelto victor a pesar de todo esto no?
    El solo se dedico a dominar su instinto para no hacer daño a los demás.
    Ese amor puro, verdadero e inocente que le ofrece yuuuri se lo tiene bien merecido.
    Muy bien victor 👏 eres un gran hombre

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