Vicder intuyó al taumaturgo antes de verlo, como una serpiente que se adentraba en su cerebro.
Que la exhortaba a dejar de huir. A quedarse quieta y dejarse capturar.
Su pierna derecha obedeció; la izquierda siguió avanzando. Profirió un grito y cayó de rodillas.
El hombre inconsciente -¿Volk?- estuvo a punto de aplastarla antes de que su cuerpo rodara a un lado. JJ gritóy trastabilló, prácticamente incapaz de ponerse en jaque antes de caer.
Vicder se levantó de un salto y se volvió. Los hombres salían de las sombras, de los callejones, por las esquinas, de detrás de la nave; todos con los ojos brillantes y enseñando los afilados colmillos. Siete en total. Distinguió al taumaturgo, atractivo, como eran todos aunque tenia un extraño parche en uno de sus ojos, con el cabello negro y lacio y los rasgos definidos. Llevaba una capa roja: era un taumaturgo de segundo nivel. Vicder retrocedió y chocó con JJ.
—Y… -murmuró-. ¿Cuántos dardos te quedan?
Los iris oscuros del taumaturgo destellaron a la luz de la luna.
—Uno.
Dudaba de que el taumaturgo la hubiese oído, pero este sonrió con gesto sereno y se metió las manos en las mangas.
—Bien -dijo Leroy- En ese caso… -Se sacó del cinturón la pistola que había robado al oficial y se giró, la dirigió al taumaturgo. Luego se quedó paralizado- Oh, no.
Por el rabillo del ojo, Vicder vio que el brazo de Leroy se doblaba y cambiaba de dirección, hasta que el cañón le apuntó a ella a la sien.
—Vicder… -el pánico casi le quebró la voz-.
Vicder contuvo la respiración, calmándose, y disparó el último tranquilizante a la pierna de JJ. El golpe seco la hizo encogerse, pero en segundos la pistola había caído con estrépito de los dedos de Leroy y su cuerpo se había desplomado inmóvil encima del de Volk.El taumaturgo rompió en una carcajada.
—Hola, señorita Linh. Es un verdadero placer conocerla.
Vicder barrió a los siete hombres con la mirada. Todos resultaban amenazantes, estaban hambrientos, listos para abalanzarse sobre ella y arrancarle uno a uno los miembros ante la menor provocación. Por alguna razón, prefirió eso a la diversión del taumaturgo. Al menos con esos hombres no cabía malinterpretar sus intenciones. Había dado tres pasos antes de darse cuenta. Se rodeó con los brazos y usó todas sus fuerzas para mantener los pies quietos, tambaleándose por un momento antes de recuperar el equilibrio y afianzarse en el pavimento, al tiempo que su optobiónica acusaba la intrusión.
DETECTADA MANIPULACIÓN BIOELÉCTRICA.INICIANDO PROCEDIMIENTO DE RESIST…
El texto se esfumó cuando Vicder recobró el control de sus propios pensamientos, de su propio cuerpo. Su cerebro se desplegaba en dos direcciones; el taumaturgo fracasaba en su intento de controlarla, y su propio don lunar luchaba contra él.
—Así que los rumores son ciertos —dijo el mago-.
La presión cedió, compensó los oídos y volvió a pensar con claridad. Jadeaba y se sentía como si acabase de correr por todo el continente.
—Espero que me perdone. Tenía que intentarlo. -sus blancos dientes destellaron. No parecía en absoluto desalentado por el hecho de no poder controlarla tan fácilmente como a JJ.
A Vicder le dio un vuelco el corazón, miró al hombre más cercano, uno con el pelo rubio oscuro y enmarañado y una cicatriz desde la sien hasta el mentón. Se obligó a tranquilizarse, a que la desesperación remitiera, y le alcanzó con sus pensamientos. La mente del hombre no se parecía en nada a las que había alcanzado con su don lunar hasta entonces. No era abierta y centrada como la de Leroy, ni fría y decidida como la de Leo, ni estaba paralizada como la de Georgia, ni ansiosa u orgullosa como las de los oficiales. Ese hombre tenía la mente de un animal. Dispersa y salvaje, y con un instinto animal arrasador. El deseo de matar, la necesidad de alimentarse, la consciencia constante de qué lugar ocupaba en la manada y de cómo podía mejorar su posición.
«Matar. Comer. Destruir.» Con un estremecimiento apartó sus pensamientos de él. El taumaturgo reía de nuevo.
—¿Qué le parecen mis mascotas? Con qué facilidad encajan entre los humanos, pero qué rápido se convierten en bestias.
—Los estás controlando -respondió, al recuperar la voz-.
—Me halagas. Yo solo estimulo sus instintos naturales.
—No. Nadie, ni siquiera los animales, tiene esa clase de instintos. Cazar y defenderse, quizá, pero ustedes los han convertido en monstruos.
—Puede que hayan intervenido algunas modificaciones genéticas. -acabó la frase con otra risa sardónica, como si le hubiese pillado disfrutando de un placer culpable- Pero no se preocupe, señorita Linh. No permitiré que le hagan daño. Quiero que ese placer lo tenga mi reina. Sus amigos, por desgracia…
simultáneamente, dos de los soldados se adelantaron y cogieron a Vicder por los codos.
—Llevadla al teatro -ordenó el taumaturgo- Informaré a Su Majestad de que Nikolai Plyetsky ha resultado ser útil después de todo.
Sin embargo, los captores de Vicder no habían dado ni dos pasos cuando el rugido de un motor hizo vibrar el pavimento. Vacilaron, y Vicder volvió la vistacuando la Rampion empezaba a alzarse y quedaba suspendida a la altura del pecho por encima de la calle. La rampa seguía bajada, y Vicder pudo ver cómo vibraba el metal y los contenedores traqueteaban unos contra otros.
—¡Vicder! -La voz de Chris se abrió paso a través de su pulso atronador-.¡Agáchate!
Se dejó caer de rodillas, sin fuerzas entre los dos soldados, y la nave avanzó hacia ellos. La plataforma bajada golpeó a los dos hombres, que soltaron a Vicder. Esta cayó a cuatro patas y observó cómo la rampa impactaba contra el resto de los soldados y los atropellaba a todos menos a uno, que tuvo el sentido común de apartarse de su camino, antes de golpear al taumaturgo.
Este dio un grito ahogado y se agarró al borde, dejando las piernas colgando. Vicder permaneció agachada mientras la panza de la nave se cernía sobre ella, se dio la vuelta y gateó hasta la pistola de JJ. Esperó hasta que estuvo segura de tener un tiro limpio antes de disparar.
La bala se alojó en el muslo del taumaturgo, que gritó, se soltó de la rampa y cayó al suelo. Su calma se había esfumado, tenía el rostro desencajado de ira. El soldado rubio surgió de la nada y se abalanzó sobre Vicder, que cayó al suelo y arrojó la pistola resbalando por el pavimento. La chica luchó para zafarse de él, pero el hombre pesaba demasiado, y le había inmovilizado el brazo derecho contra el suelo.
Vicder le propinó un puñetazo con su puño metálico y oyó el crujido de los huesos con el impacto, pero no la soltó. El soldado gruñó y abrió la boca. Justo cuando acercaba sus dientes al cuello de Vicder, la nave se giró en el aire.
El tren de aterrizaje golpeó al soldado a un lado, quitándoselo a Vicder de encima. Ella rodó sobre un costado y chocó contra los cuerpos de Leroy y Volk, que yacían boca abajo. La nave volvió a pasar rápidamente, sus luces de posición bañaban la calle. La rampa rascó la carretera al volver a apoyarse en el suelo, a tan solo unos pasos de donde yacía Vicder. Dentro de la nave, la cabeza de Yuri Plisetskya asomó por la puerta de la cabina.
—¡Vamos! ¡Mueve ese trasero!
Vicder se puso en pie y tiró del codo de Leroy para quitárselo a Volk de encima, pero apenas se había movido cuando un aullido prolongado reverberó por su columna. El resto de los soldados se unieron rápidamente; el ruido resultaba ensordecedor.
Vicder se tambaleó en la parte baja de la rampa y miró atrás. Dos de los soldados yacían inmóviles, los dos que se habían llevado el grueso del impacto. El resto se encontraban a cuatro patas, aullando al cielo. El taumaturgo, más alejado, se levantó con una sonrisa. Aunque estaba demasiado oscuro para distinguir la sangre, Vicder advirtió que se apoyaba en la pierna en la que le había disparado.
Vicder se secó el sudor de los ojos y se concentró en el soldado más cercano. Mentalmente alcanzó las ondas bioeléctricas que emanaban de él, frenéticas y hambrientas, y aferró sus pensamientos en torno a ellas. Uno de los aullidos se interrumpió bruscamente.
Vicder empezaba a acusar el dolor de cabeza que se le formaba en las sien esa causa del esfuerzo que requería controlarle, pero notó el cambio inmediatamente. El soldado seguía siendo violento, seguía estando hambriento, pero ya no era una bestia salvaje enviada a despedazar a cualquiera humano que se topase en su camino.
«Tú.»
No estaba segura de si lo había pronunciado en voz alta o solo lo había pensado.
«Ahora eres mío. Sube a estos dos hombres a bordo de la nave.»
Los ojos del soldado parpadearon, con odio contenido.
«Ahora.»
Cuando avanzaba pesadamente hacia ella, el resto de los aullidos cesaron. Cuatro rostros observaban a Vicder y al traidor. El taumaturgo gruñó, pero Vicder apenas le veía. Puntos brillantes danzaban en su campo de visión. Empezaban a temblarle las piernas a causa del esfuerzo de sostenerse en pie al tiempo que mantenía su control sobre el hombre. Este cogió a Volk y a Leroy por las muñecas y comenzó a arrastrarlos por la rampa; como una marioneta cuyas cuerdas estaban en manos de la chica. Pero Vicder ya sentía cómo se deshilachaban. Bufando, cayó sobre una rodilla.
—Impresionante -la voz del taumaturgo sonó amortiguada en su cabeza. Tras ella, su títere soltó a Volk y a Leroy en el suelo del muelle de carga -Ya veo por qué le teme mi Reina. Pero tomar el control de una de mis mascotas no va a conseguir salvarla.
Vicder estaba tan cerca. Tenía que lograr que el soldado saliera de la nave. Entrar en su lugar. Consiguió llevarle al borde, al final justo de la rampa, antes de perder su dominio sobre él. Vicder cayó hacia delante, llevándose las manos a las sienes, sintiéndose como si le estuviesen clavando un millar de agujas en el cerebro. Nunca le había dolido tanto controlar a nadie, nunca le había dolido en absoluto. El dolor empezó a ceder. Vicder entrecerró los ojos.
El taumaturgo le gruñía, con un brazo aferrado al estómago, donde le había golpeado la rampa. El resto de los soldados se limitaban a seguir ahí de pie, con los ojos todavía centelleantes pero con gesto pasivo, y a Vicder se le ocurrió que el taumaturgo estaba demasiado herido para mantener su control sobre todos ellos. Que incluso su poder sobre ellos era débil. Pero no importaba. A Vicder ya no le quedaban fuerzas. Se hundió sobre sus talones y dejó que las manos le cayeran con pesadez a los costados. Su cuerpo se balanceaba, y podía sentir la llamada de la inconsciencia, que se filtraba en su cerebro. Una sonrisa volvió a curvar los labios del taumaturgo, si bien esta vez mostraba más alivio que diversión.
—Streak-dijo-, ve y recupera a mademoiselle Plisetsky. Tendré que decidir qué hacer con el alfa Alt… desvió los ojos a toda velocidad más allá de Vicder al tiempo que la chica oía un disparo.
El taumaturgo se tambaleó hacia atrás llevándose las manos al pecho.
Vicder se deslizó sobre la cadera y se volvió para ver a Yuri bajando la rampa, armada con un fusil.
—Mademoiselle Plisetsky se recupera ella sola -dijo, al tiempo que plantaba el talón en la espalda del soldado aturdido, con el rostro inexpresivo, y le empujaba haciendo caer- Y no te preocupes, ya nos ocuparemos nosotros del alfa Altin.
Con aire despectivo, el taumaturgo cayó al suelo. La sangre empezó acolarse entre sus dedos.
—¿De dónde has sacado eso? —Vicder resolló.
—De una de sus cajas -contestó Yuri-. Venga, vamos…
Sus ojos reflejaban una mezcla de emociones: furia, confusión, vacío. Bajó el cañón del fusil. Vicder maldijo.
—¡Chris, la rampa! -exclamó, se arrastró hasta ella y se desplomó a los pies de Yuri. Alzó el brazo y le quitó el arma antes de que el taumaturgo pudiera volverla hacia alguna de ellas, y la rampa comenzó a alzarse, arrojándolas al interior del muelle de carga-.
Les llegó un grito iracundo, y después otro coro de aullidos que se desvanecieron rápidamente. El último y débil intento del taumaturgo de controlara sus mascotas. Vicder vio que Yuri sacudía la cabeza para deshacerse de la bruma, antes de arrojarse a sus pies.
—¡Agárrate a algo si puedes! -gritó Yuri cuando se dirigía cojeando a la cabina- ¡Nave, enciende elevadores magnéticos y propulsores traseros! Vicder permaneció en el suelo agotada, todavía sostenía el arma. Al cabo de unos momentos sintió su estomago fundiéndose con el suelo, la nave ascendía y se alejaba a toda velocidad de la Tierra hacia el cielo.
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh hoy fue el dia en que me puse al dia con esta vaiiinaaaa (41 capitulos xDDD) por dios!!!!!!! sanmhdvkasjdgkhdgjlasdadshadsk mujerrrrrrr me lo dejas en la mejor PARTEEEEEEEE!!!!!!! AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH TOT tengo que dibujarrrr alguna escena de este capi xDDDD (
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