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Capítulo 35: Cacería I


La sonrisa se le congeló en los labios. 

El nombre de Yuko cayó como un proyectil frío sobre su pecho y vació sus pulmones de aire mientras las imágenes pasaban ante sus ojos. Yuko asustada y sola en las cuarentenas, agonizando, mientras ella seguía con el antídoto en la mano. El dolor en  su nuca fue instantáneo, el fuego le atravesó las costillas y los músculos. Vicder profirió un grito y se agarró a la mesa, a punto de caer del reservado.

—¡Es ella! 

Vicder sintió que la mesa se le venía encima cuando JJ se levantó de un salto. El calor abrasador todavía tardó un segundo en remitir. Le quedó sabor salado en la boca, alguien gritó y, en medio de su confusión, oyó patas de mesas y sillas arrastradas contra el suelo junto con la voz de la mujer:

 «Linh Vicder , queda usted detenida».

 Un texto de color rojo se desplazó por su retina.

TEMPERATURA  INTERNA SUPERIOR A LA TEMPERATURA DE CONTROLRECOMENDADA. SI NO SE INICIA EL PROCESO DE ENFRIAMIENTO, EL APAGADO AUTOMÁTICO SE PRODUCIRÁ EN UN MINUTO.

—Linh Vicder, coloque las manos sobre la cabeza, despacio. No realice movimientos bruscos.

 Trató de apagar el resplandor que le emborronaba la visión con un parpadeo, apenas capaz de distinguir a la oficial que le apuntaba a la frente con un arma. Detrás de ella, JJ dirigió un puñetazo al joven del portavisor, quien se agachó y se lo devolvió. El tercer oficial les apuntó con su arma cuando cayeron sobre una mesa contigua, enzarzados en una pelea. 

Vicder respiró hondo, alegrándose de que el dolor se hubiera disipado en gran parte bajo su piel.

CINCUENTA SEGUNDOS PARA EL APAGADO…

Soltó el aire, poco a poco.

CUENTA ATRÁS PAUSADA. TEMPERATURA DESCENDIENDO.PROCESO DE ENFRIAMIENTO INICIADO.

—Linh Vicder -insistió la mujer-, ponga las manos sobre la cabeza. Estoy autorizada para disparar a matar en caso necesario. 

Vicder había olvidado que la punta de uno de sus dedos estaba abierta, y con un dardo listo cuando pasó ante sus ojos.

—Salga despacio del reservado y dese la vuelta. -La mujer se hizo a un lado para que Vicder pudiera moverse-. 

Detrás de ella, Leroy gruñó al recibir un puñetazo en el estómago y se dobló sobre sí mismo. Vicder se encogió al oírlo, pero hizo lo que le habían ordenado, esperando a tranquilizarse, a recuperar fuerzas. Intentó prepararse mentalmente, consciente de que solo tendría una oportunidad. 

Salió del reservado en el momento en que cerraban las esposas alrededor de las muñecas de Leroy y, por el rabillo del ojo, vio que la oficial se llevaba la mano al cinturón.

—No quieres hacerlo -dijo Vicder, nuevamente asqueada ante la agradable serenidad de su propia voz-. Prefieres dejarnos ir. 

La oficial se detuvo y se volvió hacia ella con la mirada vacía.

—Quieren dejarnos ir. -la orden iba dirigida a todos los oficiales, a todos los presentes en la taberna, incluso a los clientes aterrados que habían retrocedido hasta la pared del fondo del local-. 

La cabeza de Vicder zumbaba tras recuperar la fuerza, el control y el poder. La oficial dejó caer los brazos a los lados.

—Queremos dejarlos…

Un grito gutural resonó en el local. Al otro lado de la oficial, el hombre de los ojos azules hizo ademán de ponerse en pie, pero volvió a desplomarse de inmediato sobre la mesa, cuyas patas se partieron por el peso. El hombre se estrelló contra el suelo, atrayendo la atención de todo el mundo. La gente empezó a apartarse de él. 

Vicder miró de reojo a JJ , que contemplaba el espectáculo con las manos unidas a la espalda. El extraño gruñó. Estaba a cuatro patas e hilillos de saliva le colgaban de la boca. Bajo unas cejas oscuras, sus ojos habían adquirido una luminiscencia inquietante y tenían una expresión trastornada y sedienta de sangre que hizo que a Vicder se le encogiera el estómago. 

El hombre crispó los dedos, arañó el suelo con las uñas y alzó la vista hacia los rostros aterrados que lo rodeaban. Curvó los labios y un nuevo gruñido abandonó su garganta, dejando a la vista unos dientes afilados, más propios de un animal que de un humano. Vicder retrocedió hasta el banco, convencida de que su colapso momentáneo había frito algo, que su optobiónica estaba enviando mensajes confusos a su cerebro. Sin embargo, continuó viendo lo mismo. Al unísono, los oficiales militares volvieron sus armas hacia el hombre, aunque a este no pareció preocuparle. 

Daba la impresión de deleitarse con los gritos horrorizados, con el modo en que la gente se apresuraba a apartarse de él. De pronto, se abalanzó sobre el oficial que tenía más cerca antes de que este pudiera apretar el gatillo. Cogió la cabeza del oficial entre sus manos, volteandolo, se oyó un chasquido y el joven se desplomó en el suelo sin vida. 

Todo ocurrió tan rápido que resultaba difícil seguir sus movimientos. Todo el mundo se puso a chillar, y hubo una estampida en dirección a la puerta. Los clientes se abrían camino a trompicones entre las mesas y las sillas que volcaban a su paso. 

Haciendo caso omiso de la gente, el hombre sonrió a Vicder, que se metió en el reservado, temblando.

—Hola, jovencita -dijo con una voz demasiado humana, demasiado comedida- Creo que mi Reina ha estado buscándote desde hace varios dias. 

Se abalanzó sobre ella de un salto. Vicder retrocedió, incapaz de gritar. La oficial se interpuso entre ellos, de cara a Vicder, con los brazos extendidos para protegerla. Completa y absolutamente inexpresiva. Sus ojos vacíos continuaron mirando a Vicder cuando el hombre aulló con rabia y la agarró por la espalda. Le envolvió la cabeza con un brazo, tiró de ella hacia atrás y le hundió los colmillos en la garganta. La mujer no gritó. No luchó. Un borboteo sanguinolento abandonó sus labios.

 Se oyó un disparo. 

El maníaco rugió, cogió a la oficial, la sacudió como lo haría un perro con un juguete y la arrojó estrellándola contra la otra punta del local. La mujer sanguinolenta se desplomaba en el suelo cuando se oyó un nuevo disparo, que alcanzó al hombre en el hombro. Con un bramido, este se lanzó sobre el único oficial que quedaba, le arrancó el arma con una mano y le asestó un golpe con la otra, con los dedos curvados en una garra, que le dejó cuatro tajos rojos en el rostro. 

Con el pulso acelerado, Vicder se quedó mirando boquiabierta a la mujer mientras la vida abandonaba sus ojos. El aire se negaba a llegar a sus pulmones, el corazón le latía con tanta fuerza que parecía que fuera a salírsele del pecho y unos puntitos blancos empezaron a salpicar su visión. No podía respirar.

—¡Cariño! ¡Vicder! -miró confusa a su alrededor y vio a JJ saliendo como podía de detrás de una mesa volcada, con las manos esposadas a la espalda, antes de caer de rodillas junto al banco- ¡Reacciona! ¡Rápido, las esposas! 

A Vicder le ardían los pulmones. Le escocían los ojos. Estaba hiperventilando.

—La… la he matado -balbució-.

—¿Qué?

—La he… Ella…

—¡No es momento de perder la cabeza, Vicder!

—No lo entiendes. He sido yo. Yo…

JJ se lanzó contra ella y le propinó un cabezazo en la frente con tanta fuerza que Vicder gritó y cayó hacia atrás, sobre el banco.

—¡Vuelve en ti maldita sea y ayúdame a quitarme esto! Sino terminaremos como carne molida para ese monstruo.

Vicder se cogió a la mesa para ayudarse a incorporarse. Le dolía la cabeza, miró confusa a Leroy y luego a la oficial desplomada en el suelo, contra la pared, con el cuello doblado en un ángulo extraño. 

Tratando de aferrarse a la realidad, se dio impulso y arrastró a JJ consigo entre las sillas derribadas. Se agachó junto al primer oficial caído, lo cogió por el brazo y le levantó la muñeca.

 Leroy retorció las manos hacia ella, y las esposas se abrieron tras un parpadeo. Vicder soltó la mano sin vida y se puso en pie para echar a correr hacia la puerta, pero algo la cogió por la coleta y tiró de ella hacia atrás.

 Cayó sobre una mesa con un grito al tiempo que varias botellas de cristal se hacían añicos bajo ella, el agua y el alcohol le empapaban la espalda de la camisa. El maníaco se cernió sobre ella, con una sonrisa lasciva.

 El labio y las heridas de bala le sangraban, aunque no parecía notarlo. Vicder intentó retroceder, pero se resbaló y se clavó un trozo de cristal en la mano. Dio un grito ahogado.

—Te preguntaría qué te ha traído a este pequeño Pueblucho de Francia, pero creo que ya lo sé- El hombre esbozó una sonrisa, si bien aquellos colmillos sobresalientes teñidos de sangre lo convertían en un gesto angustiante y poco natural- No sabes cómo siento que hayamos encontrado al anciano nosotros primero y que ahora mi manada los tenga a él y a su nieta. Me pregunto cuál será mi recompensa cuando le lleve a mi reina lo que quede de ti en una bolsa de plástico. 

Con un rugido, JJ levantó una silla y la descargó sobre la espalda del hombre. Este se giró en redondo gruñendo, y Vicder aprovechó la distracción para rodar hacia un lado. Cayó al suelo y levantó la vista justo cuando el hombre hundía sus dientes en el brazo de Leroy. Un grito.

—¡Jean!  -el hombre se apartó, con la barbilla cubierta de sangre, y soltó a JJ, que se desplomó de rodillas. Sus ojos lanzaron un destello-.

—Te toca.

Se acercó a ella con paso tranquilo. Vicder dio la vuelta a la mesa y creó una barricada entre ellos, pero él se echó a reír y la arrojó a un lado de una patada. Vicder se puso en pie, levantó la mano y le disparó el tranquilizante al pecho. El hombre torció el gesto y se lo arrancó como si nada. 

Vicder retrocedió. Tropezó con una silla volcada, lanzó un chillido y cayó de espaldas sobre el cuerpo caliente e inmóvil del oficial que había conseguido disparar dos balas inútiles. El hombre sonrió de forma espeluznante, sin embargo, de pronto se detuvo y empalideció. Se escucho un crujido detrás del hombre, la sonrisa cruel desapareció y, tras un paso más, cayó de bruces contra el suelo junto con un trozo de Madera clavado en la espalda.

—No te atrevas a meterte con mi tripulación -susurro Leroy cayendo de lado-

Vicder se quedó mirando, con el estómago encogido, aquellos cuerpos en medio del caos.

 Tratando de salir de su shock inicial se dio vuelta, viendo a uno de los policías, cuya sangre empezaba a empaparle la camisa. Se apartó de él a toda prisa, se hizo con el arma que había quedado tirada en el suelo y se levantó dirigiéndose hacia JJ, tomándole el pulso asustada de que…

—Hey cariño… -susurro- ya te dije que no te ibas a librar de mi tan fácilmente

Vicder reprimió un sollozo y respiro aliviada

—Lo que haz hecho fue muy estúpido… Si no le hubiera disparado el sedante te habría hecho puré

Un quejido salió de la boca de Leroy y medio abrió uno de los ojos

—Quiero ver que lo intenten

Vicder sacudió la cabeza en signo de rendición, lo asió por el codo y le puso el arma en la mano. Él emitió un gemido de dolor, pero no opuso resistencia cuando tiró de él para levantarlo y lo empujó hacia la puerta, arrecostándolo en una de las paredes, regresó rápidamente al reservado y se metió la célula de energía bajo el brazo antes de salir nuevamente . Paso uno de los brazos de JJ encima de ella para ayudarlo, cuidando de mantener el equilibrio contra el peso de su compañero.

El caos se había desatado en la calle, Cuerpos cercenaros, algunos sin un brazo con sus órganos a la vista, la gente que quedaba chillaban y salían precipitadamente de los edificios, lanzando gritos histéricos. Vio que los dos agentes de policía que habían estado inspeccionando la cápsula trataban de poner orden y calmar a la gente que huía despavorida. De repente, un escaparate se hizo añicos. Un hombre lo había atravesado -el tipo inquietante de la tienda de repuestos- y se había llevado por delante a uno de los policías. 

 Su mandíbula se cerró en torno al cuello del agente y arranco un pedazo de este masticándolo.

 Vicder sintió arcadas cuando el maníaco lo soltó y volvió su cara bañada en sangre hacia el cielo. Y aulló. Un largo, arrogante y siniestro aullido. Trato de controlarse para apuntar y el dardo que disparo lo alcanzó directamente en el cuello, enmudeciéndolo, aunque el tipo aún tuvo tiempo de volver su mirada iracunda hacia ella antes de desplomarse sobre un costado. No pareció servir de nada. Mientras Vicder y JJ trataban de correr hacia la cápsula abandonada, otro aullido imitó al del hombre caído, y otro más, hasta media docena de llamadas sobrenaturales procedentes de todas direcciones para saludar la salida de la luna.

—Que mierda de Apocalipsis es esto -susurro JJ agotado-

—No lo se, pero te aseguro que no vamos a querer averiguarlo

Metió a JJ haciendo malabares en el Levitador y le puso la célula de energía en las piernas, corrió hacia el lado del conductor rogando que su cerebro le ayudara a recordar como conducir. 

Buenas Tardes Gente Linda

Buenas Tardes Gente Linda

Después de tanto tiempo les traigo actualización, espero que lo Disfruten mucho

Me gustaría saber que les va pareciendo

Nos vemos!

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Publicado por dmoonbrillentq

Dmoonbrillentq me encanta leer y ver anime, es una forma de poder desprenderme de toda la realidad y adentrarme a miles de aventuras que disfruto montones, por lo que cada historia y experiencias me encantaría poder compartirlo con ustedes. A nivel más personal amo la música y el baile <3 y ayudar a las demás personas, por lo que si necesitas en algún momento poder conversar con alguien aquí estaré

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