Mi madre se fue con las primeras flores de la primavera. Los esfuerzos que hicieron los médicos para recuperar su salud y su conciencia no tuvieron efecto, como tampoco lo tuvieron las palabras más amorosas con las que intenté despertarla. Era como si ella hubiera decidió huir, como si se resistiera a regresar. Tal vez no quería seguir sintiéndose sola en esa mansión de seis millones de euros o tal vez no quería ver a este hijo que ya había abierto las puertas del closet y estaba con un pie fuera de él.
Muchas personas amigas se hicieron presentes durante sus exequias y personalidades a las que solo ella conocía me dieron el pésame haciéndome recordar que fue una hermosa modelo, una osada empresaria, una madre amorosa y una gran mujer.
Solo yo conocía su secreto más profundo y la oscuridad que en ella cultivó en su corazón durante años. Me amó mucho y me dañó demasiado por eso, muchas noches me sentí flotar entre dos sentimientos opuestos: sufrir la pérdida de mi madre por todo lo que ella representó para mí o seguir con el natural resentimiento que sentía por la forma cómo mintió para separarme de mi amado niño.
La lloré muy poco, pero desde el día que entré a la habitación de la clínica y la vi con todos esos aparatos que la ayudaban a seguir viviendo, no ha existido un solo instante en el que no deje de pensar qué estaría haciendo ahora mi madre si yo no la hubiera confrontado de la manera cómo lo hice cuando llegué a París.
Mi madre escogió un momento extraño para dejar este mundo. Había dispuesto la oficina para que una de mis asistentas se ocupase del trabajo, no podía contar con la ayuda de Anya que decidió ocuparse de asuntos más personales y viajó a Rusia. Acompañaba a mi madre por las noches y durante el día iba al departamento que alquilé para asearme y recibir algunos informes. El día que mamá se fue, el minuto que decidió que ya tenía suficiente de la vida, yo me encontraba en la ducha. Había salido como todas las mañanas para cambiarme, comer algo, comunicarme con la agencia y regresar a la clínica a media mañana. Mi madre seguía estable, no había sufrido ningún cambio durante la noche ni la madrugada. Me preparaba para tener otro día de mensajes de chat con mis colaboradores y de responder a los amigos más cercanos. Cuando salí del baño escuché el tono del teléfono y la voz de una enfermera me decía que debía ir con urgencia al hospital porque mi madre estaba muy mal.
Solo tardé cinco minutos en ponerme cualquier cosa sobre el cuerpo y salí de inmediato. Tardé veinte minutos en llegar a la clínica y otros cuatro en llegar al área donde estaba internada mi madre. Salí del ascensor y me encontré a una docena de médicos que salían de su habitación y fue el doctor Moreau, su médico tratante, quien me informó que mi madre había fallecido hacía diez minutos.
Diez minutos… justo cuando yo esperaba en una esquina a que cambie el semáforo, cuando vi a una mujer con un niño en brazos pasar por delante de mi vehículo, cuando una bandada de palomas levantó el vuelo a penas todos los autos se pusieron en marcha, cuando el cielo nuboso de Paris anunciaba una suave lluvia primaveral.
Entré en la habitación donde había dormido los últimos meses, mi madre me esperaba en la cama y las enfermeras terminaban de retirar todos los aparatos que habían invadido su cuerpo. Ellas me saludaron y me dijeron cuánto lo sentían, agradecí sus condolencias y me quedé solo mirándola, preguntándome por qué había tenido que enterarme de su mentira y sin poder recordar los días felices que había vivido junto a ella.
Tomé sus delgadas manos que aún estaban tibias, cerca de su oído le dije que la amaba, la besé en la frente y me sentí huérfano, contemplé la palidez de sus mejillas y al no sentir su aliento sentí que la pena empequeñecía mi corazón. Repasé mis dedos sobre sus dorados cabellos y supe que, pese a nuestras diferencias, la iba a extrañar demasiado.
Mis lágrimas fueron escasas en el velorio y el entierro, dejé que el dolor fluyera por dentro y me dejara sin sueño, sin ganas de comer y con una gran pesadez en el pecho. De la mujer que más amé y que más me amó quedaron solo cenizas. Llevando entre mis manos el pequeño cofre donde depositaron lo que quedó de ella me puse a pensar en lo efímera que es la vida y en que algún día llegaría también mi final.
Durante las siguientes semanas estuve dando vueltas en círculo buscando una razón que me permitiera comprender a mi madre, perdonarla y llorarla como un buen hijo y, al mismo tiempo, trataba de decidir cómo haría para decirle a Yuri todo lo que había sucedido.
Por las mañanas pensaba en la situación y decidía que era mejor dejar las cosas como estaban, durante la noche mi pecho se rompía pensando en Yuri y decidía decirle todo, contarle qué había sucedido aquel enero en el que decidí dejarlo. Tal vez no le diría nada sobre la intervención de mi madre en el asunto, tal vez solo le contaría que no éramos hermanos de sangre, tal vez le dría ambas cosas, tal vez dejaría que toda la dolorosa y horrible verdad saliera por mis labios.
Las palabras de Yakov retumbaban en mi cabeza: Yuri había decidido ser lo que era inspirado en un padre al que admiraba. Si se enteraba que su verdadero padre era un hombre con la vida destrozada, que no podía ni reconocer a los seres que lo amaban, quizá sería demasiado doloroso para él y no lo soportaría. Tal vez volvería a estar tan perdido como la vez que tomó esas pastillas.
Pero Olenka me había dicho que Yuri no era feliz porque aún parecía sentir algo por mí. Si no le decía la verdad sobre su filiación lo condenaría a vivir un amor clandestino, oculto, temeroso. Nuestra soltería podría resultar sospechosa, el mundo jamás entendería y solo recibiríamos su desprecio. Yuri, que recién enfrentaba la vida por cuenta propia, no se merecía vivir bajo las miradas de condena y desaprobación. El mundo jamás nos perdonaría.
El amor de Yuri se convirtió en mi esperanza y mi condena. Si los ojos verdes de mi niño eran mi esperanza, su mirada indiferente sería la daga que mataría toda ilusión. Lo imaginaba de nuevo en mis brazos y de repente lo imaginaba diciéndome que amaba a otro. Tal vez me recibiría con una sonrisa o tal vez el desprecio en su rostro me hundiría en la nada.
Qué crueles las horas de incertidumbre por las que pasé. Mis monstruos, en mil idiomas, me alentaban a buscarlo, a explicarle todo, a tomarlo a viva fuerza, a suplicar a sus pies. Me mostraban mil caminos para envolver a Yuri en el manto de mi amor mundano, para hacerlo mío y ser suyo, para luchar por él como un caballero armado, para poseerlo como un ser demoniaco. Sus voces se repetían a gritos y mientras leía la citación del abogado de Anya para resolver de manera civilizada la separación, yo pensaba en llegar a Nueva York y buscar a Yuri en su departamento de la Quinta Avenida y no rendirme hasta sacarle un sí y varios besos de su boca.
Cuando lo saqué de mi vida, Yuri fue como una gran ventisca que dejó destrozadas mis ganas de hablar, de reír, de vivir y de respirar. Quedé congelado en su silencio, quedé suspendido en un sueño, añorando un pasado que se desvanecía ante mis ojos. Su belleza ya no palpitaba entre mis brazos y sus palabras se habían retirado con el viento. Me había clavado en la cruz de su indiferencia, me había condenado a vivir exiliado de su amor.
Mi alma anhelaba su sonrisa angélica y su mirada infernal. Mi cuerpo deseaba sentir de nuevo el tropical calor de su piel. Mis labios soñaban con su boca como el sediento sueña con un río. Mi corazón quería regocijarse de nuevo con su risa, con sus malvadas palabras, con los gestos recios de sus cejas, con el brillo solar de sus pestañas.
Había perdido la razón por él, estaba completamente loco, vivía en un mundo de ensueño; diciéndome que nunca fui tan feliz como ese tiempo que viví con Yuri. Con él probé la dulzura del placer y al mismo tiempo la amargura de los celos. Jamás había abierto mi mente para escuchar todas esas delirantes voces que me acompañaron mientras lo hacía mío. Mis monstruos habían estado tan dormidos que solo la magia arrolladora de Yuri pudo despertarlos y yo pude conocerme bien conociendo su amor.
Yuri fue mi pecado más hermoso. Todo en él fue profano y al mismo tiempo sagrado. Me empujó al delirio exquisito de la lujuria y me permitió saber que podía llegar al sacrificio. Con él me convertí en un mártir cuando renuncié a su amor y por él fui el más abyecto de todos los hombres.
Yo pecador me confieso de haber amado tanto, de haber hecho uso de todos mis sentidos, de haber caído ante los mandatos de mi corazón, de haber escuchado las voces de mis deseos dormidos, de haber tocado el cielo en las alas de un ángel caído. He pecado mucho de pensamiento porque imaginé que la vida sería fácil y yo sería muy feliz, he pecado por haber dicho palabras de amor y lujuria ante el ser que me arrebató la cordura desde que lo conocí. He pecado por haber obrado a favor de mis instintos y no haberlos sujetado con las cadenas de lógica y la razón, de la moral y las buenas costumbres. Me confieso pecador porque omití todo acto de decencia cada vez que soñé, amé y me entregué a un ser que la vida me dio para que lo cuidara y guiara. Yo pecador confieso que hice uso irrestricto de mi libre albedrío para arrebatar un pedacito de la felicidad que siente dios en su lejano paraíso. Soy un perfecto pecador, por eso ruego a la vida para que interceda por mi corazón sangrante que anhela ser curado con un beso, una palabra y una caricia del ser que más amo. Ruego al destino que la verdad sea la clave para amar sin culpas.
Con el anhelo rebalsando en mi pecho y la incertidumbre de ser correspondido, con el gozo de volver a ver a mi niño amado y el temor de herirlo con la verdad desnuda, tomé el teléfono una mañana y llamé con insistencia a Londres. Olenka Kaminski recibió mi llamada y escuchó mi súplica.
—Lo siento Víctor, supe que tu mamá falleció. —Olenka parecía estar agitada, tal vez la llamé justo cuando hacía ejercicios—. Te dejé un mensaje, pero tal vez no pudiste leerlo entre tantos. —Tenía razón, no había leído ningún mensaje.
—Gracias, pero no te he llamado para hablar de mi madre. —Un largo suspiro interrumpió mi discurso—. Por favor, quiero que me digas desde el fondo de tu corazón si Yuri aún me ama, si piensas o sabes que él todavía me desea como amante y si crees que podría llegar a perdonarme.
—Todo es posible Víctor. —No fueron las palabras que yo quería escuchar pues, como la vez que hablamos en Londres, me dejaban con mucha incertidumbre.
—Pero tengo miedo de decirle todo lo que tú y yo sabemos y arruinar su vida. —Por ese motivo no corrí a buscar a Yuri de inmediato porque mi temor me lo impedía.
—Dime, Víctor. ¿Amas a Yuri? ¿Lo quieres para ti? ¿Deseas vivir con él? ¿Quieres hacer el amor todas las noches con Yuri? ¿Aún te gusta? ¿Te mueres por verlo, besarlo y poseerlo? ¿Quieres compartir sus logros, sus problemas y su día a día? ¿Estás dispuesto a asumir todas las consecuencias de tus sentimientos? —Olenka enfatizaba cada palabra y yo las respondía mentalmente sin dudar.
—¡Si, si, si, si! ¡Sé que es muy egoísta de mi parte pensar solo en mí, pero durante estos días casi nada parece tener sentido! ¡Yuri no le dará el sentido a mi vida, pero me ayudará a afrontarla! —Estaba tan desesperado que alcé la voz para que ella supiera lo seguro que me sentía de mis sentimientos—. Eso pienso.
—Yuri ya no es el niño engreído que dejaste en Rusia. —Ella había sido testigo de ese cambio—. Ha crecido mucho y creo que está listo para comprender toda la verdad.
—¿Y si fallan nuestras predicciones? —Allí estaban las dudas de nuevo, vestidas de negro y con los rostros pálidos por la preocupación—. ¿Si solo estamos especulando y Yuri se siente mal y se hunde como alguna vez lo hizo?
—Se hundirá, pero te tendrá a ti que lo amas tanto para salir de cualquier hoyo. —Hubiera querido tener el optimismo que mostraba la rubia.
—Tengo miedo, Olenka. —Tenía que mostrarme muy sincero si quería arrancarle algún dato que tal vez estuviera escondiendo o pasando por alto.
—Deja eso, yo los ayudaré a los dos. Yuri tal vez podrá sentirse mal por un tiempo, pero cuando vea con calma la situación sabrá que tuvo una madre y un padre que en sus días se amaron y él fue fruto de ese amor, sabrá que todo se arruinó porque su padre no pudo superar sus adicciones, sabrá que además de su abuelo otro hombre maravilloso como tu padre logró quererlo tanto como para hacerlo su hijo. Entenderá que trataste de ser su hermano, pero te enamoraste y podrá comprender que ahora la vida les da una oportunidad para amarse abiertamente, sin tener que ocultarse otra vez. —Olenka estableció una gran amistad con Yuri, pero me pregunté si durante ese tiempo tuvo la oportunidad de conocerlo bien—. Si las cosas se ponen feas yo me encargaré de los dos.
—Confío en ti, Olenka —le dije con el corazón lleno de esperanza y una sonrisa parca en los labios.
—Yo confío que decidirás lo mejor para los dos. —El tono de su voz y su seguridad me devolvieron la calma por un momento y me hicieron pensar que no estaría solo—. Y recuerda, decidas lo que decidas tendrás mi apoyo incondicional.
Fue en ese momento que decidí recuperar el amor de Yuri porque quiero hacerlo mío, porque quiero compartir todo lo que tengo y lo que soy con él, quiero conocerlo y celebrar sus cambios, quiero cuidarlo y entregarme a su cuidado, quiero recuperar el tiempo perdido y quiero sonreír otra vez entre sus brazos. Decidí buscarlo porque quiero que tome mi corazón en sus manos y no me importa si la hace jirones. Seré suyo sin condiciones y sin miedos, seré suyo hasta que mis huesos se quiebren y hasta que mi alma se sienta libre de pecado. Seré suyo hasta que él drene mi vida entera e incluso cuando ya haya dejado mi último suspiro seguiré siendo suyo porque así lo he decidido.
Quiero recuperar su amor, aunque nos digan que somos unos perdidos, aunque todos los demás pecadores nos reprueben, aunque el mundo entero nos condene. No, no pueden hacerlo. Ni el mismo dios puede condenar a un corazón enamorado.
—Después de hablar con la dama de Londres, decidí pedir el consejo de un profesional que me ayudara con los trámites para separarme de mi esposa, porque creo que ese es el primer paso que debo dar para acercarme a Yuri. También necesitaba alguien que me asesore sobre lo que debo hacer cuando le cuente a Yuri que no es mi hermano y cómo resolver el problema de su filiación. Él sigue siendo mi hermano ante la ley. No consulté con ningún otro especialista este tema porque gracias a que Chris me llamó para darme el pésame supe que tú te eres especialista en temas de familia, divorcio y herencias y por eso vine a verte. —«La verdad es que escogí a este hombre porque no tengo nadie más en quien confiar».
—Víctor, gracias por la confianza y por abrir tu corazón a un completo extraño. —«Para ser sincero me sorprendí cuando me contaste todos tus secretos. Tal vez otro abogado no hubiera sido tan riguroso como suelo ser respecto al secreto profesional y tu boca ya te hubiera condenado».
—Eres el esposo de mi mejor amigo y has tenido la serenidad y paciencia para escucharme. Yo necesitaba hablar de todo esto con alguien que fuera neutral y que me dijera lo que piensa sin apasionamientos. —«Quería que seas mi abogado porque eres un buen profesional, muy reconocido en toda Europa y todos dicen que la discreción es tu mejor carta de presentación».
—Creo que debes medir lo que piensa y lo que quiere Yuri antes de decirle el gran secreto. Búscalo, habla con él, aclara el horrible asunto de las amenazas, no necesitas decirle que la autora intelectual fue tu madre para no indisponer su memoria ante la opinión de tu hermano. Y si lo ves tan seguro de aceptarte de nuevo en su vida como para enfrentar al mundo juntos dile el resto, pero si ves que duda… mejor no le digas lo demás. —«Según lo que me contó Chris sobre Yuri, el chiquillo es bastante maduro y también recio. Cualquier golpe que le dé Víctor podrá resistirlo».
—Gracias. ¿Tienes alguna novedad respecto a los papeles del divorcio? —«Maldición quién puede estar llamando con tanta insistencia. No, no conozco este número. Lo llamaré después».
—Veamos… he hablado con el abogado de tu esposa y me hizo saber que ella está dispuesta a firmar el divorcio de mutuo acuerdo con ciertas condiciones. Quiere la totalidad de los bienes que ambos adquirieron durante el matrimonio, eso incluye el departamento de París, la casa de verano de España, el yate, las oficinas que compraron para la nueva cede de la revista, el avión, los autos y las dos camionetas y la totalidad de la cuenta que abrieron en común. —«Esa mujer está pidiendo más de lo que debe, parece que se quiere aprovechar de la situación y hasta me parece que ella desea que Víctor compre su silencio. Él no debería haberle contado que tuvo un romance con Yuri porque ella aún cree que el chico es un verdadero Nikiforov».
—Que se quede con todo. —«El dinero es lo de menos para mí. Que se quede con todo. Felizmente mi madre aseguró con su testamento mi patrimonio. Le Beauté y los hoteles no entran en esta discusión».
—Pero además quiere que le cedas todas tus acciones de la editorial, de la revista y del canal. Dijo que, así como fuiste generoso con Yuri dándole todas tus acciones de Nefrit, también lo seas con ella ahora como una compensación a todo su sufrimiento. —«Qué gran negocio logró esa mujer. Cualquiera desearía sufrir un desengaño como ella, con millones de euros en el bolsillo».
—Dile al abogado que acepto todas las condiciones, pero que apresure el documento. —«No me queda de otra. Si no le doy lo que quiere Anya retrasará los trámites y hasta puede hablar sobre mi relación con Yuri. No debí decirle nada sobre él, no debí admitir que lo amaba, mejor y le hubiera dicho que era Olenka la persona a la que amaba».
—Y también está pidiendo una compensación de veinte millones de euros en una cuenta; pero este pedido podríamos impugnarlo ante los tribunales porque me parece que ya es suficiente con todo lo anterior. —«Espero que Víctor no acepte porque si lo hace mostraría que está muy desesperado o que es muy tonto».
—Tengo dinero y me parece muy razonable de su parte pedir esa compensación. —«Felizmente no está pidiendo la mitad del dinero de la venta de Nefrit. Será que no lo recuerda o es que todavía tiene algo de consideración conmigo».
—Pero Víctor, ustedes tienen un acuerdo prematrimonial que no te obliga a darle más allá de lo que le corresponde, en este caso los bienes que tienen en común, es decir los adquiridos durante el matrimonio. Gracias a ese acuerdo solo estás obligado a darle a Anya Petrova la mitad de esos bienes o el valor de ellos si los quieres conservar. —«Vamos Víctor, no aceptes. Déjame litigar en la corte».
—No me importan los bienes, Masumi. Con tal que ella firme el divorcio estoy dispuesto a darle lo que quiere. Acepta todo. —«Otra vez ese número desconocido y no puedo apagar mi teléfono porque espero una llamada importante de Kortajarena».
—Siendo así, Víctor, podemos concretar las firmas para la siguiente semana. Concertaremos una cita entre Anya su abogado y nosotros para redactar la Convención del divorcio… revisamos bien cada acuerdo, firman las copias del documento… firmamos los abogados y presentamos las partes a un notario. Así de fácil. —«¿Será que puede apagar el vibrador de su celular? Eso me distrae».
—Gracias, no tienes idea de cuánto me alegra saber eso porque me permitirá visitar a Yuri siendo un hombre libre de todo impedimento y hablar por fin con él. —«Espero que se alegre por la sorpresa».
—Víctor, solo por curiosidad. ¿Has pensado qué vas a hacer si Yuri te rechaza? —«Yo no me arriesgaría tanto, ¿o sí? Por Chris corrí un riesgo grande sin saber si me amaba o todavía seguía pensando en… Víctor Nikiforov».
—Después de sentirme un desperdicio, recogería mis pedazos y seguiría viviendo. —«Creo que me sentiría morir. No quiero pensar que Yuri ya no me ama y que ya no quiere nada conmigo. Sería peor saber que solo quiere una amistad. Eso sería demasiado doloroso».
—En realidad no lo has pensado ¿verdad? —«Estás perdido, Víctor».
—No, no lo he hecho. —«Carambas, quién me llama tanto».
—Oye… ¿quieres responder esa llamada? —«Y yo me voy a servir un par de dobles con hielo».
—Perdón, pero es que no sé de quién es este celular y cómo ha obtenido mi número privado. Mira. —«¿Él sabrá a dónde pertenece este código?».
—Mmmm… creo que este es el código de Canadá. ¿Conoces a alguien allí? —«¿No será el número de alguna chica que él no recuerda?».
—El mejor amigo de Yuri vive allí, pero él nunca me llamaría… —«¡¿Será que algo malo le ha pasado a Yuri?! ¡¿Nadie más en Canadá podría llamarme?! ¡Ah, Mila! Tal vez es ella».
—¡Ya responde, por favor! —«Allí está de nuevo su acosadora».
—¿Hola?… —«¡Dios!»—. ¡¡¿Yuri?!!

Nota de autor:
Jon Kortajarena: Modelo y actor español que ha realizado campañas y prestado su imagen para grandes empresas de la moda.
Agradecimientos:
Quiero dar las gracias a mis compañeras del fandom de Yuri on Ice, quienes en el grupo “Las musas de Eros” formado para un concurso de fics que lamentablemente se quedó trunco, me ayudaron muchísimo a superar errores de gramática, a definir bien el proyecto y seguir con él: Fireefloweer, Gabriela Juliana mi dulce CherryBlossom68, Mirny CR, su aliento y sus consejos hicieron posible que yo siguiera adelante.
Quiero agradecer a las chicas del fandom que me alentaron a seguir escribiendo “Tabú” cuando la plataforma Wattpad nos borró las cuentas sin darnos la oportunidad de defendernos y sin avisos previos. Les agradezco por ayudarme a entender la plataforma Ao3 y guiarme para publicar en ella.
Un agradecimiento especial para las chicas que con gran ingenio y amor crearon la página Alianza YOI y permitieron que las autoras del fandom pudiéramos escribir con entera libertad y sin preocuparnos por denuncias infundadas. Para Carolina Villadiego, Jazz Noire, Salem Katsuki Ayuzawa todo mi reconocimiento.
Cariños para una hermosa fanficker y artista: Sharayanime. Ella me alentó para que publicara mis fics en Inkspired, siempre me brindó su aliento y la alegría para seguir adelante con mis fics. Shary te quiero mucho.
Y aquí está mi corazón para mis queridas lectoras que, repartidas en las tres plataformas donde publico “Tabú”, estuvieron presentes con sus votos, sus corazones, sus estrellas, sus comentarios y su maravillosa presencia.
Jiangua de Miel XiaoWang para ti mi amistad eterna.
Sofi Cu eres hermosa y tu entusiasmo por la historia me ayudó a superar muchas veces la página en blanco.
Mariv y Lady que nunca dejaban de apoyar y comentar.
Por vuestro continuo apoyo mucha gracias: Gatu Madre Madre Gatu, Milkha666, estbrilh, El Rincón de Nincox, yessicaRo, solotulosabes, Natalia Solano, Elizabeth Selena Osbal, Eliana Licon y Pichi DrAw.
Eleonor Howard, gracias por los consejos y tu gusto por la banda Muse.
Yatovale estuviste siempre presente con tus preguntas, tu aflicción y tus deseos para los protagonistas. Gracias.
Claudia Balderas siempre fue grato leer tus comentarios, tus incertidumbres, hasta la crítica; me ha gustado la forma cómo me hacías llegar tus impresiones y eso te agradezco muchísimo.
A quienes dejaron sus votos, gracias.
A quienes leyeron solo un poco, gracias.
A quienes han puesto a “Tabú” en las listas de lectura y o por leer, gracias.
Por ustedes “Tabú” ha llegado a ser lo que es ahora y esta ficker ha podido superar miedos, penas y dudas.
Un abrazo para todas y nos estaremos encontrando en el final.