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Capítulo 29: Alfa


Las botas de suela gruesa del alfa Volk Altin repicaban con dureza contra el suelo de mármol cuando cruzó el vestíbulo, haciendo caso omiso del puñado de soldados que respondieron en su dirección con respeto. 

O tal vez miedo. 

Quizá incluso con curiosidad ante el oficial que había pasado varias semanas entre los humanos, fingiendo ser uno de ellos. Intentó no pensar en ello. Volver al cuartel general era como haber despertado de un sueño. 

Un sueño que en otro tiempo habría considerado una pesadilla, aunque ahora ya no tanto…

 Había despertado en una realidad mucho más sombría que le había hecho recordar quién era realmente. Qué era él  realmente. Llegó a la rotonda lunar, un nombre irónico que había complacido enormemente al maestro Jael. 

Pasó junto a un espejo, picado y nublado por el tiempo, en el que apenas reconoció su propio reflejo, vestido con un uniforme limpio y el cabello peinado hacia atrás. Apartó la mirada de inmediato. 

Olió a su hermano en cuanto entró en la biblioteca, y se le erizó el vello de la nuca. 

Vaciló un instante, pero enseguida siguió su camino y atravesó la galería forrada de madera para entrar en el despacho privado del taumaturgo. En otro tiempo había sido una estancia digna de la realeza, una habitación destinada a terrestres importantes, pertenecientes a la alta sociedad, donde reflexionar sobre las obras filosóficas de sus antepasados. 

Las vitrinas habían contenido piezas de arte de valor incalculable, y las estanterías se alzaban dos pisos por encima de su cabeza. Sin embargo, los libros habían desaparecido, desalojados por el ejército cuando ocupó el teatro, y un olor a moho y humedad impregnaba la madera que lo rodeaba.

El maestro Jael estaba sentado tras una amplia mesa de escritorio de plástico y metal, que destacaba por su sobriedad y discreción en medio de la extravagante decoración. 

Alikhan también estaba allí, apoyado contra la pared de estanterías vacías. 

Su hermano sonrió. Casi. Jael se puso en pie.

—Alfa Altin, gracias por acudir tan rápido. Quería que fueras el primero en saber que tu hermano ha regresado a nosotros sano y salvo.

—Me alegro saberlo maestro, si eso lo reconforta -dijo- Hola, Alikhan. No tenías muy buen aspecto la última vez que te vi.

—Lo mismo digo, Volk, o ¿debo llamarte Otabek, como en los viejos tiempos?. Dejame decirte que hueles bastante mejor ahora que te has quitado el olor de esa humana. 

Sintió que todos los músculos del cuerpo se le tensaban

—Espero que no me guardes rencor por lo que pasó en el bosque.

—En absoluto, estabas interpretando un papel. Entiendo que hiciste lo que tenías que hacer. No debería haberme entrometido entre ustedes.

—No, no deberías haberlo hecho. 

 Alikhan se metió los pulgares en la amplia faja que le envolvía la cintura.

—Aunque me tenías preocupado, hermano. Parecías un poco… confundido.

—Como has dicho -replicó Volk, alzando la barbilla- estaba interpretando un papel.

—Sí. Jamás hubiera dudado de ti. Sin embargo, me alegro de ver que vuelves a ser el de siempre y que la bala solo te rozara. Cuando oí el disparo, temí que esa desequilibrada chiquilla  hubiera podido alcanzarte en el corazón. 

Alikhan esbozó una sonrisa burlona con doble sentido y se volvió hacia el maestro

—Si eso es todo, pido permiso para informar al mando.

—Por supuesto, permiso concedido -dijo Jael, que asintió con la cabeza cuando Alikhan lo saludó llevándose el puño al pecho-. 

Volk gruño cuando percibió el rastro del olor de Yuri en Alikhan cuando este lo rozó al propio al pasar por su lado y sintió que se le encogía el estómago. Se obligó a tranquilizarse y trató de enterrar el instinto animal que lo empujaba a lanzarse al cuello de su hermano si descubría que le había puesto un solo dedo encima. 

Alikhan ladeó la cabeza, y su rostro se ensombreció, como si guardara un secreto.

—Bienvenido a casa, hermano.

Volk mantuvo la compostura, completamente inexpresivo, mientras Alikhan se alejaba, y esperó a oír que se cerraba la puerta al final de la galería.

—Si no hay nada más…

—De hecho, sí hay algo más. Varias cosas, en realidad, que me gustaría comentar contigo. -Jael volvió a hundirse en su asiento- Esta mañana he recibido una com de Su Majestad. Ha solicitado que todas las manadas estacionadas en la Tierra se preparen para atacar a partir de mañana.

 Volk apretó la mandíbula.

—¿Mañana?

—Las negociaciones con los inadaptados de la Comunidad Oriental no ha ido como su Alteza deseaba y se ha hartado de ofrecerles compromisos que ellos se niegan a aceptar. Les había concedido un prolongamiento temporal de la paz a cambio de que detuvieran y le entregaran a esa estúpida ciborg, Linh Vicder, pero eso no ha ocurrido. La ofensiva se centrará en Nueva Pekín y se iniciará a medianoche, hora local. Nosotros atacaremos a las 18.00 en punto -se metió las manos en las amplias mangas carmesíes, cuyos brazaletes bon lo bordes rúnicos reflejaron la luz de las bombillas de alimentación autónoma- Me alegro de que hayas vuelto a tiempo para  dirigir a tus hombres. Te quiero al mando de la ofensiva de París. ¿Estás dispuesto a aceptar esa responsabilidad? 

Volk unió las manos detrás de la espalda y se estrujó las muñecas hasta que empezaron a dolerle.

—No es mi intención cuestionar los motivos de Su Majestad, pero no entiendo por qué nos aparta del objetivo inicial de encontrar a la princesa solo para dar una pequeña lección a la Comunidad. ¿A qué se debe este cambio de prioridades?

Jael se recostó en su asiento y lo miró fijamente.

—No eres quién para cuestionar las prioridades de Su Majestad. Sin embargo, lamentaría que te dirigieras a esta primera e importante batalla con la mente nublada. -se encogió de hombros- La fuga de Linh Vicder la ha sacado de sus casillas. A pesar de que solo se trata de una insignificante civil, Su Majestad no consiguió hechizarla. Y no es un caparazón. 

Volk fue incapaz de disimular su asombro.

—Todavía no estamos seguros de si esta facultad tan poco usual se debe  a su programación ciborg o a que posee un don lunar excepcionalmente poderoso, como algún tipo de hibrido.

—¿Más poderoso que el de Su Majestad?

—No lo sabemos. -Jael lanzó un suspiro- Lo extraño es que su capacidad para resistirse a nuestra reina no se diferencia demasiado a la que tiene Nikolai Plisetsky al resistirse a mí poder. Encontrar a dos personas, o casí tres con la misma facultad, que no son caparazones y en un espacio de tiempo tan corto es bastante extraordinario. Por desgracia, todavía no he logrado averiguar la causa de la singularidad de Monsieur Plisetsky o el extraño suceso con su nieta.

—Señor, ¿a que se refiere con tres? Que tiene que ver la nieta de Monsieur Plisetsky

—Pues así como lo escuchas Alfa, he puesto a prueba a su nieta hace una hora. Me resulto sumamente fácil manipular su mente y sentimientos, al igual que una arcilla, hasta que no sabemos como se dio cuenta de que todo era una Manipulación. La insignificante humana trato de atacarme por lo que la pude detener sus acciones y torturarla emocionalmente, sin embargo, hubo un momento en que se libro de mi poder y clavo sus asquerosas uñas en mi cara. No logro comprender que fue lo que Sucedió, si puede ser algo heredado genéticamente por parte de su hibrida madre, pero no te preocupes, nos encargaremos de utilizarla para nuestros análisis en el laboratorio lunar. 

Tras la espalda, el alfa Volk apretó los puños. Seguía siendo incapaz de abstraerse del rastro de olor de Yuri que impregnaba la habitación, de la leve esencia que danzaba bajo su nariz. De modo que Jael la había interrogado, y seguramente utilizo a Alikhan como un peón para sus medios. ¿Qué le habían hecho? ¿La habrían lastimado?

—¿Alfa?

—Sí -se apresuró a contestar- Discúlpeme. Me ha parecido percibir el olor de la chica. 

Jael se echó a reír. Una risa clara y llena de regocijo. Era la extraña afabilidad de Jael de lo que Volk siempre había desconfiado; al menos los demás taumaturgos no trataban de ocultar su crueldad, el orgullo que les producía su control sobre los ciudadanos lunares inferiores… y sus soldados.

—Tus sentidos son extraordinarios, alfa. Sin duda eres uno de los mejores -le dio unas palmaditas a los brazos del asiento antes de apoyarse en ellos para levantarse- Y tu fortaleza es inigualable. Tu lealtad, tu capacidad de sacrificio. Estoy convencido de que ninguno de mis otros hombres habría podido llegar tan lejos como tú para obtener información de Mademoiselle Plisetsky, traspasando, y por mucho, las fronteras de lo que exige el deber. Es precisamente por eso por lo que te he elegido a ti para dirigir el ataque de mañana. 

Jael se acercó con paso tranquilo a las estanterías y las recorrió con un dedo, que iba recogiendo el polvo grisáceo contra su piel. Volk continuó hermético, intentando no pensar en los sacrificios que Jael creía que había hecho, «traspasando las fronteras de lo que exigía el deber, como había indicado» Sin embargo, no podía quitárse la imagen de Yuri de la cabeza. El suave pulgar acariciándole las cicatrices, su fría mano acariciando temblosamente su pecho, sus brazos rodeándole el cuello, sus labios fundiéndose con los de él. Tragó saliva. Volk tensó todos los músculos del cuerpo en un intento de bloquear sus recuerdo.

—Ahora ya solo nos queda decidir qué hacer con la chica y con el viejo. Qué frustrante que al fin encontremos a alguien que podría conducirnos a la princesa Svetlana y que ya no necesitemos esa información.

Volk se clavó las uñas en las palmas de las manos. 

«¿Frustrante?», ¡resultaba inaguantable!. Si Su Majestad hubiera dejado de interesarse por la princesa solo tres semanas antes, Yuri y su abuelo jamás se habrían visto envueltas en todo aquello. Y él jamás se hubiera topado con ellos ni hubiera sabido que existía una alternativa. Sintió una opresión en el pecho.

—Sin embargo, soy optimista -prosiguió Jael, hablando distraídamente- Puede que como comente, nuestros avances científicos prosperen gracias  a esos humanos, así que podemos encontrarles alguna utilidad, siempre y cuando consiga convencer a al anciano para que hable. Monsieur Plisetsky quiere hacernos creer que lo ignora, pero él sabe muy bien por qué puede resistirse a nuestro control. Estoy convencido. -manoseó el puño de la manga- ¿Qué crees tú que será más importante para el viejo? ¿La vida de su nieta o sus secretos?

 Volk no contestó.

—Supongo que lo averiguaremos -dijo Jael, y regresó junto a la mesa del escritorio-  Al menos ahora tengo algún poder más factible que utilizar en contra de él. -separó los labios, y la amable sonrisa dejó a la vista unos dientes perfectos- Todavía no has contestado a mi pregunta, alfa. ¿Estás dispuesto a aceptar la responsabilidad de dirigir la batalla más importante de la Federación Euro-Asiatica?

Volk sintió que le ardía el pecho. Quería seguir preguntándole, saber más…acerca de Yuri, de su abuelo, de lo que Jael pretendía hacerles. Necesitaba tener una idea clara para tratar de salvarlos, Sin embargo, aquellas cuestiones no serían aceptables. Su misión había finalizado. Ya nada lo unía a Yuri. Se llevó un puño al pecho.

—Por supuesto, maestro Jael. Será un honor.

—Bien. -Jael abrió un cajón, del que extrajo una sencilla caja blanca que empujó hacia él- Sobre eso, acabamos de recibir esta remesa de chips de identidad de las cuarentenas de enfermos de París. Espero que no sea mucha molestia pedir que te los lleves para limpiarlos y reprogramarlos. Quiero tenerlos listos para los nuevos reclutas que esperamos mañana por la mañana. -volvió a recostarse en la silla- Necesitaremos tantos soldados como podamos manejar. Es fundamental aterrar lo suficiente a los habitantes de la Tierra como para que ni siquiera se planteen la opción de contraatacar.

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Publicado por dmoonbrillentq

Dmoonbrillentq me encanta leer y ver anime, es una forma de poder desprenderme de toda la realidad y adentrarme a miles de aventuras que disfruto montones, por lo que cada historia y experiencias me encantaría poder compartirlo con ustedes. A nivel más personal amo la música y el baile <3 y ayudar a las demás personas, por lo que si necesitas en algún momento poder conversar con alguien aquí estaré

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