2. Entrenamiento.
Apenas Yuuri aceptó la extraña propuesta de Viktor, se vio obligado a abandonar todo lo que conocía para seguir a su nuevo entrenador a Rusia. Estaba por iniciar una nueva etapa en la cual abandonaba todo lo que hasta ese momento había significado algo en su carrera como patinador, para ahora de la mano de Viktor, renacer como un nuevo Yuuri Katsuki.
Salieron en el primer vuelo al aeropuerto de Sheremétievo en Rusia (país natal de Viktor), dónde tuvieron una breve escala para tomar el vuelo que los llevaría a su vez al aeropuerto de Koltsovo. En su destino final abordaron un taxi, que por cuarenta minutos condujo por autopista hasta llegar a una apartada zona donde después de un rato comenzaron a verse todo tipo de construcciones; escuelas, museos, supermercados, centros de cultura y conforme avanzaban, se dibujaba ante ellos un paisaje bastante variopinto, pero enriquecedor, sobre todo para cualquier turista. Desviaron por una avenida que los llevó hasta una calle dónde las edificaciones correspondían a residencias de gran tamaño con todas las comodidades a imaginar, jardines amplios y bien cuidados, vigilancia y por supuesto aceras limpias; definitivamente aquel vecindario, no era uno cualquiera.
Yuuri sabía que Viktor contaba con una posición acomodada solo que, no se había detenido a pensar en la realidad de esta. El taxi estaciono en una enorme residencia de colores salmón, donde Viktor por medio del portero electrónico llamó a un muchacho de nombre Michele para que lo ayudara a llevar las maletas dentro.
Después de unos minutos el joven a quien Viktor había llamado, apareció acompañado de otro chico y junto con él, se encargaron del equipaje de ambos.
—Debió llamarme una vez que llegó al aeropuerto, habría llegado de inmediato —reclamó Michele después de saludar a Viktor y tomar el equipaje.
—Está bien así, además a veces los vuelos se adelantan o atrasan, en ese momento fue más práctico tomar el taxi. Por cierto —dijo y se detuvo a medio camino —Quiero que conozcas a Yuuri, él es de quien les había hablado.
—Mucho gusto —saludó el oriental. Michele lo miró con el ceño algo fruncido e imitó el saludo. Yuuri le regreso la mirada y analizó el ambiente que los rodeaba, no tardó en llegar a la conclusión de que el hombre se trataba de un beta.
«Tal vez por eso, se permite trabajar para Viktor» pensó Yuuri divagando un poco.
—El gusto es mío, señor.
—Yuuri, él es Michele, chofer de la familia —dijo ahora hablando con su pupilo—. Por favor, si Yuuri necesita desplazarse a algún lugar, tienen mi permiso para usar cualquiera de los autos, ¿de acuerdo?
Michael asintió algo huraño, como si deseara no haber escuchado esa orden, en tanto Yuuri internamente deseo jamás necesitar de los servicios de ese hombre.
El camino a la residencia fue corto, atravesaron de manera rápida el jardín, antes de llegar a la entrada, donde una morena joven ya los esperaba en la entrada.
—Viktor, ha tardado bastante, ¿cómo se encuentra?, ¿ha tomado sus medicamentos? –el muchacho le brindo una gentil sonrisa y acto seguido la abrazo. Había tanta familiaridad entre ellos que el joven oriental por un momento dudo que la suya se tratara de una mera relación laboral.
—Tranquilízate Sara, me encuentro bien y si, no me he olvidado de los medicamentos—dijo tomándola por las manos y con un tono bastante convincente—, ahora ven, déjame presentarte a mi acompañante.
Soltó las manos de Sara para dar paso a Yuuri y tomándolo del hombro lo llevó a su lado.
—Se llama Yuuri Katuski y será el invitado del que te hable por estos meses —explicó Viktor. El azabache miro a la muchacha y le extendió la mano, ella no dudó en estrecharla.
—Yuuri, ella es Sara Crispino, hermana de Michael, junto con sus padres nos han ayudado desde hace mucho tiempo en el mantenimiento de esta casa, pero más allá de eso, son considerados parte de la familia.
—Es un placer —dijo Yuuri con su mejor sonrisa.
Sara por su parte lo miró de pies a cabeza con un gesto de desconfianza muy parecido al de Michele momentos antes.
—El placer es mío —respondió en un tono más cálido después de terminar su exámen.
—Bien, ahora que se conocen, que tal si entramos y mientras yo paso a mi habitación, le muestras la suya a Yuuri —sugirió Víktor amable.
—Viktor, ¿no se le ofrece algo antes?, debe estar exhausto y hambriento, tal vez sea buena idea que le suban algo de comer o una bebida.
—La bebida te la acepto —dijo caminando por delante de ellos una vez ya dentro de la casa —Más tarde bajare a comer junto con Yuuri. Por cierto, Sara…
El joven oriental siguió a Sara y Viktor al interior de la residencia y, mientras ellos intercambiaban algunas palabras, él se encargaba de inspeccionar el lugar. El recibidor no tenía nada de extraordinario, parecía cualquier otro con una mesita a un lado, un perchero y un largo pasillo que llevaba a unas dos puertas, más al fondo se encontraban unas escaleras, que al parecer llevaban hacía las habitaciones.Viktor comenzó a subirlas.
—Yuuri, nos vemos más tarde para armar nuestros horarios, de modo que mañana a primera hora comencemos. Mientras tanto aprovecha para descansar y ponerte cómodo —dijo —Oh y, por cierto. —Se detuvo a en los primeros escalones y de nuevo se dirigió a Yuuri–, si se te ofrece algo no dudes en solicitarlo.
Y desapareció escaleras arriba, dejando a Yuuri y Sara por unos momentos en silencio.
—Seguramente también debe tener de sed o hambre. Por favor acompáñame, voy a llevarlo a su habitación, ahí podrá asearse y, mientras tanto podría subirle algún bocadillo y una bebida —dijo amable comenzando a subir las escaleras e indicándole seguirla.
—De acuerdo —respondió siguiéndole el paso, aún con cierta timidez e incomodidad.
—Por aquí, Yuuri. —La joven lo guio por un pasillo que cortaba a la izquierda y pasaron dos habitaciones hasta llegar a la última del fondo. Una vez dentro, Yuuri no pudo evitar observarla con curiosidad: amplia como al parecer lo era toda la casa, pero solo contaba con lo básico, una cama, armario, un escritorio con silla y un cuarto de baño. Casi al mismo tiempo en que entraron, Michale les dio alcance solo para dejar las maletas de Yuuri y salir del lugar.
—¿Sabe? Me alegra que Víktor lo haya convencido —dijo de repente Sara rompiendo el silencio que quedó después de que Michele se fuera dejándolos solos—, él ha estado muy solo desde que sus padres murieron y su hermano se fue para estudiar en el extranjero, ahora con esta nueva meta espero que vuelva a sentirse parte del mundo que ama.
—No sabía que tenía un hermano —observo Yuuri.
—En realidad es su hermanastro, hijo del segundo matrimonio de su madre.
—¿Hace mucho que se fue? —pregunto intrigado con la nueva información.
—No tanto —respondió encogiéndose de hombros y recordando fechas —Casi dos años, solo regresa en vacaciones y fechas importantes, él es la adoración de Viktor y estoy segura de que se habría quedado con él de no haberle surgido la oportunidad de estudiar en el conservatorio de música de Paris.
—Comprendo.
—En fin, como lo dijo Viktor, si necesita algo no dude en solicitarlo. Ahora no solo es el alumno de Viktor, si no, nuestro huésped.
—Te lo agradezco mucho, ahora solo me dedicare a desempacar. —dijo y encamino hasta el final de la cama donde se encontraban sus maletas. Tomó una y la subió abriéndola para comenzar a acomodar el contenido.
—Bien, me retiro. —La joven se dirigió hasta la puerta y giró el pomo de está abriéndola, pero dudo por unos segundos y antes de irse volteó hacía Yuuri a quien le dijo unas últimas palabras.
—Yuuri…
—¿Si? —Yuuri se giró de nuevo hacía Sara, quien se mordía los labios indecisa de hablar.
—A pesar de no conocernos, por favor solo quisiera pedirle un favor especial —dijo aun sosteniendo el pomo de la puerta.
—¿De qué se trata?—pregunto curioso de saber que podría ella pedirle a él.
—Entiendo que, Víktor será su entrenador.
—Si—afirmó.
—Supongo que él le puso al tanto de su afección.
—Si, lo hizo en nuestra conversación inicial —respondió Yuuri, tenso de tocar el tema.
—Bien, debo recalcar que Víktor padece una enfermedad degenerativa en el corazón. Debido a la gravedad de esta, abandonó todo desde muy joven, truncando su carrera y con ella, sus sueños. Espero además sea consciente de su condición como omega.
—No te preocupes, la admiración y respeto que tengo hacía él, es mayor a cualquier instinto o circunstancia.
Sara se mordió los labios, insegura de continuar, pero lo hizo.
—Aun así, le pido por favor sea paciente con él y no demasiado exigente. Con el pasar del tiempo se darás cuenta de que, es una persona muy bella y de sentimientos profundos.
Yuuri asintió, apenas lo conocía, pero el aura que desprendía era tan luminosa, que con su simple presencia podría animar a una multitud.
—Pierde cuidado, tal vez la paciencia deba ser mutua, aun así, te doy mi palabra, Viktor estará seguro a mi lado.
Más convencida, Sara asintió y se dispuso a salir.
—Gracias.
Los primeros días de Yuuri, en aquel país, estuvieron llenos de actividades que Viktor se encargó de añadir a la ya, de por sí, apretada agenda de entrenamiento. El joven omega, planeó darle un vasto recorrido por los alrededores, tanto para conocer los principales supermercados, farmacias, la pista donde entrenarían…, como para también aprovechar y realizar un recorrido con fines turísticos, guiándolo a las principales atracciones de la ciudad, lugares históricos, castillos, museos y por supuesto para degustar de la cocina rusa para lo cual visitaron los restaurantes favoritos de Viktor.
—Tal vez no te sientas como en casa, pero estoy seguro de que no te aburrirás —comentó el platinado, animado en medio del desayuno, en una pacifica cafetería donde resaltaban los adornos florales y los coloridos postres.
—Me lo imagino, pero en realidad vengo comprometido a dar mi mejor esfuerzo como tu pupilo —aseguró firme Yuuri, Viktor le regresó una sonrisa divertido, a la par que daba un sorbo a su taza de té.
—No te preocupes, encontraremos tiempo para todo.
Durante esos días, Yuuri tuvo oportunidad de apreciar distintas facetas de su couch: como amigo, Viktor era un encanto, siempre tenía tema de conversación y su nivel cultural era bastante amplio, además, a veces podía pecar de infantil y ocurrente. En contraparte, como entrenador era estricto y sumamente disciplinado, siempre hablaba con la verdad y no tenía inconveniente en señalarle todos y cada uno de sus errores sin la menor consideración. Todos estos matices en el carácter de omega contrastaban con el aire taciturno que a veces lo rodeaba cuando creía encontrarse en soledad. La gama de emociones que el ruso mostraba a Yuuri, no terminaban de sorprenderlo y encantarlo, por lo que no era de extrañar que en poco tiempo Yuuri sintiera una irremediable atracción que, prefirió catalogar como admiración.
El primer mes en San Petesburgo comenzaron el entrenamiento en una pista ubicada al centro de la ciudad, motivo suficiente para que todos los días al terminar salieran y el ruso decidiera dar un breve recorrido para comprar alguna golosina, pasar a una que otra tienda o simplemente caminar por unos minutos por el parque cercano a su casa, con el fin de conversar un poco y distraerse de las jornadas diarias.
—Creo que ya hemos aprovechado muy bien estos días, pero va siendo momento de que pensemos en los programas de tu próxima temporada, ¿qué te parece? —preguntó mientras del lado de Yuuri, salían de la pista de hielo. El oriental reflexiono sobre las palabras de su couch y, era cierto, la selección prematura del programa lo pondría en ventaja ya que significaba que contaría con más tiempo para perfeccionarlo.
—Me parece una excelente idea —asintió. Viktor sonrió alegre y sus ojos se iluminaron con ilusión. La simple expresión le pareció preciosa a Yuuri, tanto que casi se tropieza al desviar su atención.
—Oye ¡cuidado! —dijo Viktor alcanzando a sostenerlo por el brazo —No puedes lesionarte sin siquiera haber iniciado. Yuuri de inmediato se sonrojó y espero con todo su corazón, no haber mostrado lo torpe que podía ser en algunas ocasiones.
Una vez fuera del hielo, cada uno se colocó los protectores y se dirigieron hacía una de las bancas para tomar un poco de agua.
—Bueno, retomando nuestras ideas. Hagamos esto, yo decidiré tu programa corto, y tú te encargaras del programa libre desde cero.
—¡¿Qué?! —exclamó sin poder contenerse, parando en seco de la impresión.
—Si deseas patinar con pasión, no puedes hacerlo con un programa diseñado por alguien más. Debes disfrutarlo y amarlo, esto solo puede lograrse si tú mismo te encargas de realizarlo desde cero.
—Pe…, pero, jamás he hecho eso, por lo regular Celestino era quien se encargaba de ello —respondió asustado.
—Vamos Yuuri, será divertido, bueno te preocuparas de eso más tarde, ahora ven — ambos jóvenes dejaron las botellas de agua sobre la banca y ahora fueron hasta una mesa detrás de esta. Desde temprano Viktor había dejado sobre ella, una bocina que procedió a sincronizar con su celular— Te mostrare mi propuesta. Es algo diferente a lo que has hecho, pero te viene a la perfección, además, es una canción que le pedí componer a mi hermano. Escucha —dijo y comenzó a reproducir, Yuuri, escucho el claro sonido de panderos seguidos de un instrumento de cuerda, cada nota era por demás sugerente y le pedía a Yuuri explorar una faceta que, hasta entonces era desconocida.
—¿Tú, se la pediste a tu hermano, para mí? — pregunto algo incrédulo e impresionado.
—Si, su nombre es Regards to love, Eros, es perfecta para ti —respondió con una sonrisa maliciosa.
—¿Lo crees? —pregunto ahora algo sonrojado, no entendía del todo a Viktor, y la parte que si lograba entender no la creía posible.
—Sí, ¿qué te pareció?, ¿qué significado le encuentras?
—No lo sé, es algo sugerente, si pudiera narrar una historia, pienso que trataría sobre el casanova que va de pueblo en pueblo robando y rompiendo el corazón de las jóvenes.
Viktor sonrió al escucharlo—Tú respuesta es perfecta. Yuuri, debes sorprender al público, mostrarle esa nueva esencia mientras tú mismo la descubres y autoexploras.
después de decir eso, Viktor se acercó lentamente hasta donde Yuuri, en cada movimiento que daba parecía ocultar algo, para lo cual el oriental en definitiva no estaba preparado. Yuuri intento contenerse, su mente no solo le jugaba en contra, sino que su propio instinto no ayudaba en nada al tener tan cerca el aroma del omega. Cerró los ojos apenas un instante, intentando relajarse, pero cuando volvió a abrirlos, Viktor ya se encontraba frente a él, demasiado cerca. Yuuri sentía la respiración de Viktor sobre él, ese delicioso y dulce aroma embriagando cada uno de sus sentidos y volviéndolo loco, de esta forma, cuando menos lo espero, Viktor lo tomo por el mentón delineando sus labios con la yema de sus dedos, mientras que en un suave susurro le dijo
—Nadie en todo el mundo conoce tu verdadero eros, es momento de dejarlo salir, Yuuri Katsuki —Yuuri apretó los puños con fuerza, si hubiera sido otro, habría tomado control de la situación y no hubiera dudado en ningún momento en sacar provecho de la actitud sugerente del ruso, pero no. Pese a lo que muchos creían sobre los alfas y sus instintos, siempre había manera de contenerse y él después de mucho esfuerzo y años de competencias al lado de alfas, betas y omegas, había encontrado la manera de no dejarse llevar, sin embargo, había ciertas reacciones que no podía evitar. Sus mejillas se encendieron al instante, al igual que todo su cuerpo, un ligero temblor lo tomo de pies a cabeza, pero aún asi, Yuuri se mantuvo firme.
Viktor le dirigió una última mirada y, el oriental casi pudo jurar encontrar decepción en sus azules ojos, pero no tuvo tiempo de confirmarlo porque, el mayor ya se encontraba varios pasos lejos de él.
—Escucha, te mostrare la coreografía una vez y a la segunda la haremos juntos.
Viktor volvió a retirarse los protectores dejándolos a un lado, entro de nuevo a la pista y a su orden pidió a Yuuri iniciar la melodía. Por su parte, el oriental se apresuró a recargarse en la barrera para apreciar más de cerca a su couch, en tanto Viktor comenzaba con un programa que, desde el principio prometía irradiar sensualidad.
Yuuri miró embelesado de principio a fin al omega, cada movimiento, los saltos, el plateado y largo cabello revoloteando de un lado a otro y la grácil figura propia de un hada, realizaban un programa que era por demás hipnotizante, cautivador y placentero para el espectador. Cuando la última nota sonó, dando fin a la melodía, Yuuri no pudo evitar aplaudir con fuerza.
—Veo que te gusto —Viktor lucía agotado, con la respiración agitada y varias gotas de sudor en su frente patino hasta quedar de frente a él.
—No sé si pueda igualarlo.
—No seas tonto, ahora ven.
Las siguientes horas la pasaron en medio de una danza que a Viktor no le importó repetir a su lado una y otra vez, corrigiendo posturas, agregando saltos y pidiéndole mayor soltura. En esos momentos, Yuuri se mostró impresionado ante el talento de su entrenador, quien pese a pasar tantos años fuera de la pista, igualaba los conocimientos de cualquier experto, todo con el fin de lograr un programa perfecto. Yuuri decidió no cuestionarse de más, deseo con todas sus fuerzas dar lo mejor de sí y, pese al cansancio, no le importo repetir una y otra vez los movimientos que Viktor le pedía.
Al finalizar la práctica, ambos lucían completamente exhaustos, aunque el cansancio era más evidente en Viktor que, apenas y podía respirar.
—Tienes una gran resistencia —comentó el ruso mientras patinaban para salir de la pista.
—Al menos tengo eso a mi favor.
—Vaya, que afortunado soy, sabre como sacarle ventaja —dijo con una sonrisa, mientras intentaba recobrar el aliento y normalizar su respiración.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Yuuri preocupado, al verlo llevarse una mano al pecho.
—Si…Solo…necesito algo de agua —Alcanzo a decir, esbozando una sonrisa, pero sus piernas lo traicionaron y de repente fallaron, provocando que cayera en cuatro.
—¡Viktor! —Yuuri de inmediato se arrodillo a su lado, lo encontró aún con la mano en el pecho, su rostro ahora había tomado una palidez mortal y continuaba respirando con dificultad.
—Todo bien…tranquilo —Intento calmarlo, Yuuri hizo ademán de llevar un brazo por debajo de su axila para ayudar a levantarlo y soportar su peso de regreso a la banca, pero Viktor se soltó de inmediato —Solo…dame unos…minutos.
Yuuri asintió preocupado, no sabía exactamente que hacer, pero confió en las palabras de Viktor.
Después de unos minutos, por fin Viktor retiro la mano de su pecho, trago grueso e inhalo profundo. Al parecer su respiración se había normalizado, así que apoyándose en su alumno se levantó.
—Creo que me excedí un poco, pero ya estoy mejor, discúlpame —dijo sonriendo y de pie, volvió a retomar sus pasos, pero de nuevo tropezó. Yuuri se apresuró a tomarlo entre sus brazos para evitar dejarlo caer de lleno sobre el hielo.
—Viktor, ¿Qué te pasa?
—Yuuri …¡haaaagg! —Volvió a llevarse una mano al pecho a la par que, en su bello rostro se dibujaba una mueca de dolor —Por favor, llama una ambulancia —susurró y se desvaneció.