Víctor aún podía recordar el día en que Yuuri había llegado llorando y temblando después de salir a dar un paseo con Makkachin, la fiel mascota que poco tiempo después los abandonó.
Víctor recordó cómo lo tomó en sus brazos y besó cada lágrima que esos cálidos ojos chocolate derramaron en la angustia de saberse rechazado por la familia de su esposo.
Víctor recordó cómo acunó su cuerpo mientras esos delgados brazos se enlazaban a su cuello.
Recordó cada palabra de amor que salió de sus labios.
Recordó cada una de las promesas que le hizo aquella noche hacía ya tantos años.
Recordó cada caricia que sus manos jóvenes le brindaron con afecto y pasión a su cuerpo tibio.
Recordó, Víctor sólo vivía de recuerdos.