
Dicen por ahí que no hay plazo que no llegue, ni fecha que no se cumpla. El tiempo es una medida inclemente que no discrimina raza, ni alguna otra clase de condición y aunque, a todos nos afecta por igual, no podemos evitar sentir que avanza lentamente cuando esperamos alguna noticia ya sea buena o mala.
Víctor Nikiforov está sentado en una incómoda silla de la sala de espera de un modesto hospital. Su cabello, por lo regular impecablemente peinado, ahora luce desordenado debido a la cantidad de veces que el profesor ha pasado sus manos por él, producto del gran nerviosismo que le provoca la situación. Con los codos sobre las rodillas, sostiene su rostro con sus manos entrelazadas. No pierde de vista el reloj. Siente que al quitar su mirada de él, el segundero correrá hacia el lado opuesto y los minutos se restarán en lugar de sumarse. Víctor quiere que el tiempo pase rápido, pues necesita saber que todo está bien. Ruega que la valoración de Yuuri termine y él, su novio, pueda entrar a verlo para llenarlo de mimos y besos.
Sigue pensando en esos extraños sentimientos que nublan su ser y que parecen ajenos, aunque propios de él.
—¿Llegué a tiempo? —una gruesa voz interrumpe el hilo de sus pensamientos, sin separar la vista del reloj, Víctor se toma su tiempo para responder al reconocer de reojo la conocida cabellera rubia:
—Lo están valorando, ignoro si ya recobró el conocimiento.
En la sala de espera solo se encuentran ellos dos. Uno sentado y el otro de pie, han acordado de forma silenciosa seguir observando el reloj de pared hasta que algo o alguien más los interrumpa.
No obstante, la salvaje personalidad del más joven le impide mantenerse quieto. El remordimiento, un pésimo compañero, danza entre sus pensamientos impidiéndole calmarse y esperar. Necesita hablar.
—Fue mi culpa…
—Fue un accidente —repone Nikiforov con simplicidad, sin alterarse—. No hay un culpable como tal. Puedes estar tranquilo, Plisetsky.
Yuri chasquea la lengua en señal de desacuerdo. ¿Qué con esa reacción tan desabrida? Un grito, un insulto, un golpe tal vez… cualquier cosa, menos esa escuálida respuesta, ayudarían a mermar el mar de remordimiento y culpabilidad en el que Plisetsky se quiere ahogar.
—Estaba discutiendo con él cuando sucedió —agrega, no obstante, Víctor permanece impávido. Sigue observando el reloj. Eso solo logra exasperar más a Plisetsky, quien a continuación, brama con todo el dolor de su corazón—. ¡Era a mí a quien ese auto debía atropellar, no a él!
—Nadie puede decidir eso —por primera vez, Nikiforov dirige su mirada a Plisetsky. Aunque preocupado, el profesor no se encuentra fuera de sí—. O tal vez sí, Yuuri te protegió, debes valorar eso.
—Claro que lo hago —repone el muchacho un mitad apenado, mitad enojado. Es por eso que se encuentra ahí ahora mismo, después de todo.
—Descuida, Yuuri es fuerte —lo consuela Víctor—. Ahora que lo pienso, siempre lo fue. Me sorprende no haberlo recordado antes.
Plisetsky repara en la curiosa expresión de Víctor, una especie de sonrisa nostálgica que lo invita a preguntar por qué está tan seguro de eso. Sin embargo, antes de realizar cualquier tipo de pregunta, un médico se dirige hacia ellos y, como si hubiera más presentes en la sala, pregunta por los familiares del paciente llamado Yuuri Katsuki.
—Es mi prometido —indica Víctor, apresurándose a llegar frente al médico. Luego, agrega que de momento no hay ningún familiar, sin embargo, él podía recibir los informes dada la cercanía con el paciente. Un tanto reacio, el médico le informa a Víctor que Yuuri se encuentra bien, el golpe por el impacto no había causado gran daño y que estaría en observación por ese día, solo por precaución.
—¿Podemos pasar a verlo? —pregunta de inmediato Víctor, un dejo de alivio inunda su tono de voz.
—En unos quince minutos podrán hacerlo —responde el médico, observando sus notas.
Víctor se hace a un lado para dejar pasar al doctor, suelta la tensión acumulada en un suspiro lleno de alivio y vuelve a despeinar su cabello como consecuencia. A su lado, Plisetsky también se siente aliviado. Quiere hablar con Yuuri, limar asperezas y fingir que las últimas semanas nunca pasaron. Yuri no había comprendido cuán importante era el profesor Katsuki en su vida hasta este momento, o quizás antes, ya que en los últimos meses en que Yuuri se había limitado a tratarlo como un alumno más, Plisetsky sentía el desasosiego hundiéndolo hasta el fondo cada vez que eso pasaba, muy, muy al fondo, a un punto donde es difícil volver a la superficie.
Ya que se ha relajado, medita un poco acerca de un pensamiento, que curioso, corre en estos momentos por su mente, ¿por qué cuando se dirigía al hospital pensó por un momento que no llegaría a tiempo? Aunque sabe que la situación podría ameritar ese pensamiento, el miedo de Yuri mientras corría presuroso por los pasillos del impoluto hospital, parecía tan ajeno y la vez tan propio. Es una sensación difícil de explicar. Algo así como si el recuerdo de otra persona se hubiera adherido a su mente, provocando esto que el propio Yuri sienta la misma tristeza y desolación del dueño original de esos sentimientos.
—Entraré a ver a Yuuri —indica Víctor. Ahora que la espera ha terminado, parece que los minutos cobran venganza y, contrario a la hora anterior, pasan rápidamente intentando compensar su anterior tardanza—. Puedes pasar con él después, si gustas.
—Sí, está bien —responde sin pensar mucho, luego unas palabras resuenan en su cabeza y, curioso, decide preguntar—. Un momento, ¡usted no es el prometido del profesor Yuuri!
Víctor sonríe avergonzado; no obstante responde con sinceridad:
—¡A partir de hoy lo seré!
Sin decir más, se dirige a la recepción a preguntar si ya le es posible entrar y hacerle compañía a Yuuri Katsuki.

¡Y hasta aquí llegamos el día de hoy!
¿Qué está pasando aquí? ¡Ni siquiera yo lo sé! No es cierto, la historia ya está terminada. Hoy me tardé en subirla por mi trabajo. El domingo daremos fin con esta mini historia 😀
¡Gracias por leer!
Mi intriga la actitud de Yurio, ¿por qué actúa así? Y la respuesta de final de Víctor es tan hermosa.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Victor siendo Victor es un amor!!
Me gustaMe gusta