Even in Death – Capítulo V – Alianza Yuri on Ice

—Reprobó y esa es mi última palabra —Yuuri camina con rapidez esquivando alumnos hasta llegar al estacionamiento, cerca de los salones de graduados de la universidad. Detrás de él, Plisetsky camina presuroso, intentando alcanzar al escurridizo profesor.

—No puedo reprobar esa materia, ¡y tú lo sabes! —exclama enojado Plisetsky, quien en ese momento alcanza al profesor Katsuki y lo toma por el hombro para frenarlo con brusquedad. Yuuri, con calma, observa el punto en su brazo donde Plisetsky lo sostiene con un poco de fuerza. El reclamo que viene a continuación, lo hace levantar la mirada—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué te has comportado tan diferente conmigo?

—Recuerda que yo soy tu profesor… —intenta razonar Yuuri; no obstante, los ojos de Plisetsky destellaban con rabia, una furia muda transmutada en palabras, que resentidas salen de su boca. Más que una simple calificación, Yuuri sabe que Plisetsky está enojado por su comportamiento en estas últimas semanas.

Lo entiende, aunque Yuuri sabe que ya no hay marcha atrás. Él está dispuesto a encarar al salvaje huracán que podía llegar a ser su alumno. No obstante, la reacción del chico rubio es muy diferente a la que Yuuri podría esperar:

—Pensé que al fin, alguien comenzaba a confiar en mí —declara el más joven, la mirada que antes destellaba en tonalidades esmeralda, ahora se encuentra apagada, opaca, sin rastro alguno de brillo—. Pensé que comprendías, que eras diferente, ¡pero no es así!

—Yuri… —Yuuri se acerca un poco a su alumno, sin embargo él retrocede al momento—. Aquí no podemos hablar, vayamos a otro lugar…

—¡Con un carajo! ¡Ya es muy tarde para eso! Dime, Yuuri: ¿llegué a tiempo?

Sin mirar hacia donde iba, Yuri Plisetsky emprende la huída antes de que toda la decepción y la ira que siente hacía su profesor se reflejase en forma líquida a través de sus ojos. Al reparar lo que ocurre, Yuuri corre detrás de él. Un instinto, más profundo incluso que el vínculo de alumno y maestro que ha traspasado a la sincera amistad que comparten, se apodera de él, indicándole que ante todo, debe proteger al muchacho, de 19 años, que huye ahora de él.

Plisetsky solo siente un empujón, después cae de bruces contra el suelo. Ha escuchado el horrible chillido de llantas al intentar frenar. Lo siguiente que siente el rubio, es el temor en toda la extensión de su expresión, antes de voltear a donde antes lo estuviera persiguiendo el profesor Katsuki.