CAPÍTULO 3.

Eran las diez de la mañana y un joven de rubios cabellos descendía de un avión que desde que había despegado no había parado de maldecir a su desafortunada y patética suerte de omega.
—Con que el país de las oportunidades, el nuevo paraíso para los omegas—ironizo apenas tomo su maleta para salir del aeropuerto en busca de rentar un auto.
El sol resplandecía en lo alto bañando sus dorados cabellos y haciendo resaltar su piel de porcelana demasiado clara para el lugar donde se encontraba y que contrastaba a la perfección con sus ojos verde jade que en conjunto con su esbelta silueta llamaron la atención en el concurrido aeropuerto, sin embargo a metros se le notaba que aquel no era su sitio y es que un collar negro que portaba en el cuello se encargaba de distinguirlo de entre los demás. Para una nación que hacia años había adoptado nuevas reglas de convivencia Yuri Plisetsky parecía un primitivo educado bajo normas retrogradas y vergonzosas y aunque él mismo lo reconociera guardaba sus motivos bastante poderosos para portar <aunque con cierta vergüenza> el collar que en su país era famoso para evitar ser marcado sin permiso.
Malhumorado por la situación y tras obtener las llaves del vehículo que le ayudaría a transportarse salió corriendo a los sanitarios para aplicarse nuevamente un inhibidor bastante potente para sus feromonas <regalo de su abuelo> una vez hecho lo anterior comenzó con su viaje, el viaje en donde se decidiría su destino y de salir todo bien le regresaría su libertad a más de una persona. La verdad es que no guardaba demasiadas esperanzas ya que ahora su futuro dependía de la mujer que años atrás sin mayor remordimiento le abandonara a cambio de un mejor destino y justó ahora como una desesperada alternativa es que decidía reencontrarse con ella aún cuando sabía de antemano que tenía todo en contra, aún cuando ella misma tras el teléfono se mostrara tan entusiasmada en volver a verle.

—Algo trama—se dijo mientras acomodaba su equipaje y se disponía a pasar las siguientes horas en un largo viaje en autopista.
Eran poco más de las cinco de la tarde el mismo día que Yuuri fue ingresado a urgencias cuando Edward <un antiguo amigo de Viktor y médico de cabecera de Yuuri>, al fin salió a la sala de espera a dar noticias del gran «YK» a su mejor amigo y el novio de este.
—Ed ¿está todo bien?
Viktor lo abordó apenas lo vio salir a su encuentro, Edward lucía serio y cansado, pero se mostró amable con el ruso y su novio.
—Tranquilo, solo fue una crisis que gracias a los Dioses controlaste a la perfección.
—Este fue el peor que le he conocido, de verdad pensé que en algún punto dejaría de respirar y moriría en mi auto—dijo preocupado Viktor con los ojos bien abiertos.
—Tranquilo, jamás nadie ha muerto por un ataque de ansiedad. Sin embargo hay otros parámetros en la salud de Yuuri que me preocupan.
Chris al escucharlo se acercó para prestar atención a lo que el médico les diría.
—¿De qué hablas?
—Ha perdido más de diez kilos en un corto periodo de tiempo, su nivel de glóbulos rojos es impresionantemente bajo y bueno no es de sorpresa que presente cierto cuadro de desnutrición, sus niveles de estrés se encuentran bastante altos, Vik esto no es bueno. Hable un poco con él y me ha contado sus ritmos de trabajo. Se ha descontrolado por completo, aun tratándose de él—explico sabiendo de antemano los niveles de perfección de Yuuri—.
—Es la nueva colección, ha estado trabajando en ella durante todo este tiempo, pero no se le ha ocurrido nada, esta tan estresado que su propio estrés lo estresa. Es un circulo vicioso
—Comprendo, sin embargo esto debe detenerse cuanto antes.
—Él es un obsesivo cuando de trabajo se trata y ahora con el escándalo que se ha difundido en los medios—dijo Viktor esto último casi para si mismo.
—Lo sé, me entere horas antes que llegaran.
—No lo crees, ¿cierto? —asevero Chris de inmediato.
—Por supuesto que no, lo conozco demasiado bien y él no es capaz de algo así. Además todos estos años ha sido un obsesionado con su trabajo, en ocasiones incluso he dudado sobre si mantiene interés alguno en tener pareja, incluso parece ser que controla demasiado bien su instinto cada celo.
—Espera, podemos usar eso a nuestro favor, ¿crees que podrías darnos un informe médico detallado? —preguntó Chris apenas encontró la oportunidad, pero Edward negó con la cabeza—No es una certeza solo es un comentario y aunque se pudiera demostrar necesitaría realizarle bastantes estudios. Francamente en estos momentos su condición no lo permitiría. No si queremos evitar algo peor.
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó preocupado Viktor ignorando por completo la descabellada idea de su novio.
—Debemos cuidar su presión arterial, alejarlo de todo ese estrés, del escandalo, mantenerlo al margen de todo al menos en cuanto todo se calme—. Sin quererlo Edward le había dado una gran idea al joven abogado quien viendo otra jugada no pudo evitar desahogarla.
—¡Eres un genio Ed!
—¿Qué? —preguntó el médico confundido.
—Eso es, diagnostiquemos a Yuuri en condiciones críticas, llevémoslo a un apartado lugar mientras ganamos tiempo y reunimos la evidencia suficiente para hacer frente a los ataques de Anya.
—Suena bien, puedo realizar un informe médico a detalle y recetarle descanso absoluto—secundó Edward, pero Viktor de inmediato lo interrumpió.
—Olvidan lo aprehensivo que es Yuuri, no lo permitirá, temó que su ansiedad se dispare de solo considerarlo.
—Ahí entras tú amor, debes convencerlo o contarle la verdad a medias.
—¿Cómo que a medias?
—No sé, no le digas que vamos a esconderlo, dile que su vida esta en peligro, o descansa o se muere.
—¿Y eso le ayudara a relajarse y aceptar?
—Bueno si a mi me dijeran que o descanso o me muero no dudaría dos veces en aceptarlo.
Viktor se llevo una palma a la frente buscando como hacerle entender a su novio.
—A ver amor, estamos hablando del hombre que en medio de un incendio decide quedarse en el edificio por salvar sus bocetos— Intentó de nuevo hacerlo entrar en razón.
—Por eso decía que esa será tu labor cariño, lo conoces mejor que nadie y si a alguien obedecerá será a ti—dijo el suizo tomando a su novio por los hombros, completamente seguro de su brillante idea e intentando convencerlo.
Viktor nervioso se mordió los labios, llegado a ese punto no tenía la más remota sobre que hacer, pero si se trataba de salvar a Yuuri intentaría hasta lo imposible.
Eran poco más de las nueve de la noche cuando Viktor ingresó a la habitación de su amigo japones, apenas entró y se dio cuenta de que todo el cumulo de emociones que Yuuri había tenido a lo largo del día en verdad habían hecho mella en su salud. El joven estaba despierto, pero lucía pálido, enfundado en la blanca bata de hospital se daba cuenta de todo el peso que había perdido notando lo marcadas que se veían sus clavículas, además como cereza del pastel unas marcadas ojeras resaltaban por entre su clara tez dándole un aspecto bastante vampiresco.
Nervioso cerró la puerta tras de sí atrayendo la atención del joven que segundos antes miraba atento la ventana que daba hacía el oscuro cielo y la resplandeciente luna.
—Yuuri— Quiso pronunciar con voz un poco más ecuánime, pero no pudo evitar que saliera como un quedo susurro, se maldijo una y otra vez internamente por lo que haría a continuación, pero no tenía de otra.
—Viktor—una sonrisa se dibujo en el rostro del oriental, feliz de ver una cara conocida en lo que al parecer habían sido horas—Ven, toma asiento, necesito hablar contigo.
El platinado así lo hizo, se acerco a un sillón al lado de la camilla y sonrió intentando trasmitir algo de su falsa tranquilidad.
—He pensado las cosas, y antes que otra cosa discúlpame por haber perdido el control de esa forma hace unas horas, soy un adulto y además un alfa. No se esperan este tipo de cosas de mi.
—Ni lo menciones, no importa la edad que tengas o lo que seas son cosas que simplemente pasan, así que no te preocupes—se apresuro a decir en un tono que buscaba tranquilizar a su amigo.
—Gracias por entenderlo, ahora en segunda quisiera dejarte algo en claro—el tono usado fue demasiado solemne, por lo que el platinado se asustó de lo que podría escuchar a continuación.
—Viktor yo…—Le era difícil hablar, Yuuri luchaba contra un nudo en la garganta que le llevó a su vez a aferrarse a las sabanas de la camilla—No…no sé que pasó, no entiendo nada, por favor debes de creerme, yo no hice nada en contra de ella ni de nadie. Yo soy inocente.
Al platinado le dolió en el alma ver a Yuuri en ese estado de desesperación por intentar convencerlo de su inocencia aún cuando no era necesario.
—Si a alguien tienes que convencer no es a mi. Te conozco desde hace años y sé que no eres capaz de algo así—dijo tomando una mano acariciando sus nudillos.
—¿Eso crees?
—Por supuesto, ahora solo queda decidir lo que haremos.
—¿Haremos?
—Estamos juntos en esto, eres mi amigo y no piendo abandonarte—dijo con una sonrisa en los labios intentando tranquilizarlo. Los ojos de Yuuri se cristalizaron, se sintió muy conmovido por el apoyo que estaba recibiendo y no pensaba desaprovecharlo, por lo que intentando tranquilizarse decidió comunicarlo una idea que recién se le había ocurrido.
—Muchas gracias Viktor, te prometo que voy a salir de esta.
—Lo sé, estoy seguro de ello.
—Es más estuve pensando por estas horas en algo que puede ser una buena salida a este absurdo escandalo.
Viktor lo miró atento, para este punto ya se tenía una decisión y un plan, lo mejor era seguirlo al pie de la letra, pero no estaría de más atender a las sugerencias de Yuuri.
—Puede que lo mejor sea hablar con Anya, intentar llegar a un trato y si esta haciendo esto por dinero, popularidad o lo que sea darle todo aquello que pida, puede que logremos cerrar todo en paz y continuemos con nuestro trabajo sin mayor perjuicio, ¿no crees?
Sin quererlo chasqueo la lengua en completa desaprobación y es que peor idea no se le pudo haber ocurrido. En estos casos ese tipo de negociación era como aceptar la culpa de todo, no era bien visto y a la larga bien podía evitarse un problema legal, pero de darse a conocer era obvio que el desprestigio sería mayor. En definitiva aquella no era una salida viable. Motivado por esto último es que al fin decidió darle a conocer el plan de su novio.
—Yuuri, no te preocupes por eso. Lo tenemos todo bajo control.
El rostro se le ilumino al joven quien creyendo ciegamente en su amigo sonrió tranquilo de quitarse tan grande peso de encima.
—Sabía que lo lograrían.
—Bueno en realidad hemos logrado ganar algo de tiempo, justo ahora Chris esta trabajando en ello, pero ahora quien nos preocupa eres tú.
—¿Yo? Pero si estoy perfecto.
—Ammm, bueno si, pero seamos sinceros, te hacen falta unas vacaciones y bueno con todo esto también he logrado ganar algo de tiempo para el evento.
—¿Tiempo? Debes estar bromeando—dijo incredulo—.No puedes estar hablando enserio, tenemos casi todo listo, solo falta la colección.
—Oh vamos Yuuri, para alguien como yo no es difícil ganar tiempo, sabes que todo lo que me propongo lo obtengo y nuestros principales inversores han accedido, ahora bien es cierto que hace falta la colección, pero lo mejor es que la trabajes en un lugar en solitario.
Yuuri sin entender a que se refería miró con desconfianza a su mejor amigo, aunque después de tantos años no había razón para comenzar a desconfiar en la primer persona que conoció en continente americano y quien mayor apoyo le había dado durante tanto tiempo.
—¿Qué sugieres?
—Tengo una casa del lago, tú la conoces y no es porque yo lo diga, pero es preciosa. Enorme y majestuosa, apartada de la sociedad, un pequeño templo para ordenar tus pensamientos y soltar tu creatividad, me encargare de equiparla con todo lo necesario para que no necesites de nada por un mes, pero si llegaras a requerir de algo sabes que hay un pequeño poblado a unos cinco kilómetros.
—La conozco, es hermosa quise comprartela, pero te negaste.
—Mira si negocias lo suficiente podría vendertela en esta ocasión—dijo guiñándole el ojo feliz de que su plan estuviera dando resultado.
—Jajajaja—Yuuri soltó una carcajada sincera que le regreso algunos años y que dejó un poco menos preocupado a su amigo—Suena bien, tal vez ahí pueda encontrar a mi «Ágape».
—Si, exacto. Puede que un poco de trabajo introspectivo ayude. Bien entonces esta decidido, mañana en cuanto te den el alta nos vamos para allá.
—Pero ¿Cómo así?
—Si, así, además así emprendiste todo ¿no? Por un impulso.
—Bueno es cierto eso—razono el muchacho.
—Entonces no lo pensemos más.
—Pero y ¿mis muchachos?
—Estarán bien conmigo, y pueden enviarte todo en cuanto trabajen. Estarás bien Yuuri, solo deja todo en mis manos. Aunque eso si, Edward decidió recetarte algunos suplementos alimenticios, algunas vitaminas y ejercicio moderado, pero todo lo podrás hacer en cuanto estés instalado.
Yuuri lo medito por unos segundos, segundos que pusieron nervioso a Viktor haciéndole creer que al final se negaría, pero una nueva sonrisa se dibujo en el rostro del japones demostrándole su confianza ciega en él.
—Dejo todo en tus manos Viktor, eres mi mejor amigo y consejero, es imposible que te equivoques.
Solo espero no equivocarme.
Yuri Plisetsky al principio condujo el automóvil rentado sin detenerse un solo segundo. Entre más rápido llegara y hablara con la mujer que le dio la vida era mejor.
—Rápido y sin dolor.
Pasaron horas enteras en las que se mantuvo conduciendo en autopista atravesando de paso paisajes de que le parecieron de gran belleza. Siendo el artista que era en ocasiones se detenía por minutos o incluso horas para tomar papel y lápiz y comenzar a plasmar la belleza de los lugares visitados. En esas paradas le era reconfortante sentir el aire despeinar sus cabellos, el sol calentar su cuerpo y la experiencia de vivir en un país sin prejuicio alguno, donde lo más importante era el bienestar de sus ciudadanos sin importar de quienes se trataran.
—Maldita sea ¿por qué fui tan estúpido? —se pregunto mientras guardaba sus cosas y decidía regresar a su auto al ver el clima cambiar de repente anunciando lo que se convertiría en una terrible tormenta.
—Lo eche todo a perder, pero voy a recuperarlo, tengo que recuperarlo—dijo mientras guardaba sus cosas de regreso al auto y emprendía el camino.
Tomó su celular para retomar su ruta en el navegador del mismo, ya solo faltaban unos cuantos kilómetros para llegar al lugar del encuentro y el tiempo se le agotaba por lo que decidió dejar esas inútiles distracciones para con el corazón en un puño apresurarse a la cita con su madre.
Yuuri fue instalado en la que le era conocida como la casa del lago. Dejandose llevar por Viktor, sin querer sospechar que había tras la nerviosa sonrisa en el rostro de su amigo.
La casa en si era preciosa, contaba con dos amplios piso, cuatro recamaras, dos cuartos de aseo, cocina, sala, un bonito estudio y una preciosa vista a un cristalino lago si pudiera tener un defecto tal vez era que por su ubicación e intención de hacer de ella un lugar de descanso no contaba con más comunicación al mundo exterior que no fuera vía telefónica. No internet, no señal de televisión, ni cobertura para celular. Solo el antiguo y eficaz teléfono.
—No te preocupes, vas a estar bien. Yo te mantendré informado y sabes que si necesitas ayuda solo debes llamarme—aseguro Viktor después de dejarle las llaves, alacena llena y suficiente combustible en el auto.
—De acuerdo, confió en ti. Además será tiempo bien aprovechado, estoy seguro de que podré concluir con mi trabajo. Solo me gustaría pedirte un último favor.
Viktor enarco la ceja izquierda, esperaba no fuera algo descabellado.
—Cuida a mis muchachos—Enternecido sonrió mientras miraba los tristes y castaños ojos de su amigo. Yuuri era un excelente jefe siempre preocupándose por el equipo que buscaba a pasos desesperados seguirle el ritmo aún si este los llevara a un barranco ellos estarían ahí.
—Escuche que durante el incidente que tuvimos Minami se lastimo el tobillo al caer de algunos escalones, por favor te lo encargo, no dejes que trabaje de más después de todo él aún es muy joven.
—No te preocupes, estarán bien. Sin embargo tampoco permitiré que pierdan el tiempo—concluyó con una sonrisa que Yuuri imitó.
—Gracias Viktor.
El ruso dio la media vuelta creyendo firmemente que aquello era lo mejor para su amigo y tomando como propios todos los problemas del joven es que abordo a su auto para regresar a la realidad.
—Tranquilo, todo saldrá bien.
Los primeros días en la enorme vivienda fueron solitarios, pero ayudaron bastante a Yuuri a reestablecer su salud. Como se lo indicara Edward todos los días tomaba sus medicamentos al pie de la letra, salía a caminar y visitar el lago, pasando largas horas en las afueras meditando el significado de «Agape» en su vida.
—Agape, el amor incondicional—se dijo, pero no lo hallaba o al menos no de la forma que le hiciera bien. De inmediato pensó en el amor que su madre le profeso hasta el último momento y lo terrible que había sido su despedida del que por años fue su hogar. Una silenciosa lagrima rodo por una de sus mejillas y buscando desviar sus pensamientos de la tragedia vivida pensó ahora en Viktor, pero él solo era un buen amigo, entonces su juguetona mente le llevó a pensar en Chris y en la relación que mantenía con su mejor amigo. La tristeza fue suplantada por una sonrisa que se formó en sus labios al recordar lo desesperado que Chris se mostró al principio intentando ganar la atención de Viktor solo para él y lo complicado que había sido ganarse el corazón del ruso, pero ahora ahí estaban, juntos y felices. Cada uno dispuesto a realizar lo que fuera por el otro.
—El amor incondicional—Aquel que jamás había conocido y que paradójicamente había evitado o mejor dicho lo había evitado.
Una gota de lluvia que anunciaba el paso de lo que sería una gran tormenta le previno de la catástrofe por lo que presuroso corrió de nuevo a la casa para cerrar puertas y ventas en espera del desastre.
Gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas y no precisamente eran de tristeza si no que de rabia, de una incontenible ira ante su suerte. Aferrando sus manos al volante temblando y maldiciendo conducía como loco aún y cuando se encontraba en plena autopista de camino al aeropuerto queriendo llegar cuanto antes al hogar que lo viera nacer, sin importar que una vez que llegará a este debía apelar a sus reglas perdiendo así todo atisbo de libertad. Como fuera no le importaba, no quería admitirlo, pero necesitaba ver a su abuelo. En tal estado fue normal que perdiera el camino al omitir encender su navegador y con la tormenta que iniciaba parecía casi imposible el retomarlo.
De haberse encontrado en sus cinco sentidos sin toda esa ira y frustración lo habría pensado dos veces antes de tomar el volante en plena autopista con ese horrible clima, pero sintiéndose tan consternado no dudo ni dos segundos en arrancar a toda velocidad queriendo llegar cuanto antes a su destino lo cual se convirtió en una tarea imposible cuando en una fracción de segundos lo que parecía una llovizna se torno en la peor de las tormentas.
—Por un carajo, ¿ahora qué? —preguntó desesperado cuando la visión comenzaba a ser limitada.
Una vez iniciada la tormenta no parecía tener fin, si no que muy al contrario cada minuto se ponía peor, Yuri intento enfocar mejor el camino comenzando a preocuparse, pero tampoco ayudó mucho además se encontraba cansado física y emocionalmente tanto que en un determinado punto dejó de importarle lo que podría sucederle y en lugar de decidir detener el auto continuo su camino hasta que fue imposible la visibilidad. Sin embargo esto no fue lo peor de todo, sintió verdadero temor cuando intento maniobrar con el volante buscando esquivar un bulto que logro notar en el camino aunque la maniobra no resulto como lo habría esperado. Derrapó sobre el camino pasando a salir de este adentrando el auto a un denso bosque donde era imposible detener el auto, con maestría logró esquivar algunos arboles, pero en un auto reflejo lo mejor que se le ocurrió fue desabrocharse el cinturón, abrir la puerta y saltar por esta.
—¡Maldita sea!
La decisión tomada fue la mejor, el auto no tardó en estrellarse de frente con un árbol quedando en pésimas condiciones, por su parte Yuri rodo en medio de hierba, rocas, y lodo. Después de un largo camino en picada logró afianzarse a un árbol tan solo para quedar medio inconsciente, pero la lluvia no se lo permitió. Sintiendo el golpeteo constante de las gruesas gotas de agua sobre su rostro.
Sin saber que más hacer se levantó, no tenía idea sobre que encontraría en su camino o si tan siquiera habría algo parecido a un camino, pero no dejó que el miedo o la incertidumbre lo dominara porque a pesar de todo él iba a salir de esta, sin importar como regresaría con su abuelo y se encargaría de arreglar su situación.
Yuuri aseguró puertas y ventanas, no tenía noticia alguna del mundo exterior así que no conocía con exactitud la intensidad de la tormenta, pero no le preocupaba ya que la casa estaba construida pensando en situaciones como esa, además de conocer Viktor que la situación sería peligrosa ya se habría comunicado con él.
Sin más que hacer preparó un té para ir un rato al estudio a trabajar.
—Ágape—se dijo de nuevo buscando de nuevo darle un sentido mientras daba un sorbo a su taza de té—Tal vez debería desistir o buscar otro camino.
Dejó su taza de té sobre el escritorio frustrado y decidió comenzar un boceto cualquiera.
—Ágape, el amor incondicional—dijo mientras dibujaba lo que parecía una larga y vaporosa túnica y unas alas sobre esta, la miró por unos minutos y decidió borrar el largo de la prenda, volviendo a mirarla, ahora le pareció prudente recortar las largas mangas retirándolas por completo.
—Puro e inocente, etéreo y frágil, como un hada…mmm.
Al parecer comenzaba a encontrarlo, pero toda inspiración fue de golpe cortada cuando lo que le parecieron fuertes golpes a la puerta principal lo sorprendieron.
—¿Con esta tormenta y a esta hora? —Se preguntó extrañado, sin embargo lo que en realidad le hizo salir del estudio fue el suave aroma que acompañaba los golpes a su puerta.
—Como buqué de flores frescas—apresuró sus pasos movido por la curiosidad y por supuesto antes de abrir tomó un arma a manera de precaución por lo que pudiera encontrar, aunque ni en sus más locos sueños habría estado preparado para lo que le esperaba.
—¿Qué?
Tras la puerta se encontraba un joven de rubios cabellos, se sujetaba con esfuerzos del marco y es que su apariencia era en verdad lamentable, las ropas desgarradas, golpes y heridas que se extendían por brazos y rostro mezclándose la sangre con el fango.
—A…ayuda—Fueron sus últimas palabras antes de caer desmayado a los pies del alfa.
