
The yuyu week
Día 7
Tema: Inseguridad / Fantasía
Advertencia: lenguaje explícito. Agrego a la advertencia que si te incomoda leer escenas de sexo, será mejor no leer este OS.
Nota: este es un mundo omegaverse, Yuuri Katsuki es omega, Yuri Katsuki es alfa.
Nos pertenecemos
Con la respiración entrecortada, Yuri Plisetsky siente las manos de su pareja recorriendo su cuerpo. Suspira, pues siente el camino cálido de esas expertas manos explorando cada rincón de su ser. Los delgados y hábiles dedos de Yuuri Katsuki delinean las líneas de cada músculo con expertise, con la experiencia de alguien que conoce a la perfección cada una de las imperfecciones de ese cuerpo.
Yuri respira al compás de cada toque. Se relame los labios, mientras que con la respiración entrecortada, siente ahora también los labios ajenos besando tu pecho, lamiendo con delicadeza su pezón derecho. El calor se concentra en su entrepierna y el alfa comienza a enloquecer. Quiere ponerle un alto a su dulce tortura, detener al omega que lo saborea con ansias y penetrarlo hasta hacerlo desfallecer de placer.
No obstante, paciente como muy pocas veces suele serlo, Yuri levanta su mano derecha y, sintiéndola temblar toma con delicadeza el suave cabello de su querido omega, lo acaricia con cariño y procede a levantar un poco su barbilla para, de esta forma, dirigir el bonito rostro de Yuuri hacía el suyo y perderse un poco en los labios carnosos del omega que lo han vuelto loco desde hace tiempo.
Ambos se derriten en la caricia. Debido al movimiento, las piernas de Yuuri, quien se encuentra arriba, se posicionan a la orilla de la cadera del alfa, quien orgulloso aprovecha en restregar su miembro erecto contra el de su pareja. Yuri sonríe en medio del beso al sentir el gemido que ha sido reprimido por parte de su omega debido al erótico movimiento. Siente a Yuuri apretar el agarre con sus piernas en espera de intensificar la sensación.
Yuri suelta un ronco gemido en señal de satisfacción y aprovecha el momento para tomar entre sus manos las nalgas de su amado. Las amasa sin compasión antes de llegar al punto dulce que su omega espera ansioso sea llenado por su semilla.
—Hoy estás muy impaciente —susurra Yuri a su oído. Yuuri gime con fuerza, pues la voz de mando que ha usado su alfa lejos de asustarlo, lo ha excitado más. Yuri simula una estocada, provocando que su miembro se resbale con facilidad entre las nalgas de su novio. Al ser el celo de Yuuri, la lubricación natural que su segundo género facilita de sobremanera la penetración del miembro del alfa. Sin embargo, aún no es el momento. Yuri lo sabe. Comiendose las ansias de introducirse de una vez en su sensual omega, el rubio se levanta para quedar sentado sobre la cama, con Yuuri encima de él, a horcadas, el roce de ambos miembros lanza punzadas de placer al cuerpo de de cada uno.
Yuri observa a su omega, quien respira agitadamente como él. Se pierde en el café oscurecido de sus ojos, un par de caramelos derretidos que mueren por fundirse con él. Baja la mirada para ver sus labios rojos e hinchados por los besos y mordiscos del encuentro, se demora un poco observándolos, pues ha quedado admirado de su propio trabajo.
Lo está disfrutando tanto.
Finalmente, Yuri dedica su mirada al blanco y delicado cuello del omega. Lame una vez más sus labios, la deliciosa fragancia a flor de cerezo del omega se concentra en esa parte de su cuerpo. Yuri coloca su mano donde sabe que se encuentra la glándula del omega y excitado la siente palpitar, se regocija al saber que Yuuri está tan ansioso como él y vuelve a repetir en su cabeza que este día es especial. Es el cumpleaños número 21 del rubio y ni él mismo creía la suerte que tenía, Yuuri se estaba entregando a él en cuerpo y alma.
Yuri abraza al tierno omega, su nariz ahora pegada al cuello de Yuuri aspira encantando la dulce fragancia que desde hace tiempo lo vuelve loco. El rubio deposita un casto beso en la glándula del mayor, se deleita del efecto obtenido, pues Yuuri tiembla ligeramente por el placer proporcionado por la caricia.
—¿Yura? —la vocecita del omega apenas es audible, el alfa cierra los ojos y solo atina a realizar un sonido gutural como señal de que ha sido escuchado. Quiere quedarse en esa posición por unos minutos más, con Yuuri desnudo entre sus brazos.
No obstante el tiempo pasa y Yuri siente al omega temblar ligeramente. ¿Será frío quizás? Aún no comienza la primavera y Plisetsky sabe acerca de la naturaleza friolenta de su amado. Sin embargo, una gota traicionera que se cuela por su rubio cabello enciende un foco rojo de pánico en los nervios del alfa.
Yuuri está llorando.
De inmediato, el rubio levanta la cabeza y se apresura a quedar frente a frente con el sollozante Yuuri.
—¿Qué sucede? —pregunta ansioso—. ¿Te lastimé? ¿Quieres que nos detengamos?
Yuuri hipea un poco e intenta explicar; sin embargo, como bien sabe Plisetsky, una vez que su novio comienza a llorar no hay forma de que se detenga pronto. Antes, quizás, el rubio se desesperaría y gritaría enojado al no comprender la situación, ahora, las cosas habían cambiado, con paciencia Yuri cambia de posiciones, se recarga en la cabecera de la cama con el lloroso omega recargado a su vez, en su pecho. Yuri siente las manos temblorosas de su novio envolverlo en un abrazo.
Después de un rato, en el cual Yuri aprovecha para acariciar la espalda del omega, siente que los temblores han cesado, por lo que decide volver a preguntar.
—Yuuri —el aludido alza la mirada. Un sentimiento de pesar se instala en el corazón del rubio, no le gusta ver llorar a su omega—. ¿Puedo saber qué sucedió?
Yuuri lo observa por un momento, se siente examinado por esos hermosos y expresivos ojos y sabe que no puede reprimir el leve sonrojo que aparece en sus mejillas. La suave sonrisa que le dedica el omega a continuación, logra calmarlo un poco.
—Disculpa —dice Yuuri—. Fue algo sin relevancia, no vale la pena comentarlo.
—Lo vale —Yuri toma a su novio por la barbilla, instándole a verlo a los ojos—. Cualquier cosa que tenga que ver contigo, lo vale.
El rubio suelta la barbilla de su novio y Yuuri baja la mirada. Plisetsky observa cómo el omega restriega sus manos y él sabe el significado de ese tic: está nervioso.
—¿Por qué…? —apenas audible el susurro, Yuri lo capta y observa con atención—. ¿Por qué no me has marcado aún?
Yuri parpadea un par de veces, confundido. De inmediato su astuto cerebro comienza a rememorar cada acontecimiento de la semana. Es cierto, llega a la conclusión, Yuuri ha estado extraño toda la semana. Para comenzar parecía que siempre quería hablar de algo importante con el rubio, sin embargo las actividades de ambos les impedían permanecer más tiempo del requerido en casa.
Plisetsky hace memoria, pues él respeta mucho a su omega y no lo marcaría a menos que él mismo se lo pidiera. Él estaba seguro que eso nunca había pasado hasta este momento.
A menos que…
—¡Tonto, Yurio! —un golpecito en su pecho lo hizo regresar de su ensimismamiento, Yuuri miraba a su novio con reproche y un tierno puchero en sus pequeños labios—. ¡Lo olvidaste! ¡Tonto! ¡Bobo! ¡Tonto!
Con cada “hiriente insulto” el rubio obtenía un golpe de su amado. Aún con toda la madurez que había adquirido, Yuri Plisetsky sigue conservando su fuerte carácter, por lo que pronto tomó las muñecas de su novio y lo detuvo así sin más. Con todo lo descarado de su ser, admite:
—De acuerdo, ¡lo olvidé! ¿Contento?
Yuuri se safa del agarre de su novio y se cruza de brazos. Es un poco divertido ver su miembro erguido y a él enojado. Observando ese detalle, y consciente de lo hormonal que suele ponerse su tierno omega en su época de celo, Yuri intenta apelar a su favor:
—¿Me ayudarías a recordar, por favor? —musitó, impregnando total sensualidad en cada sílaba pronunciada, Yuri observa a su novio moverse incómodo por la sensación provocada por él. Sonríe con disimulo.
—¿Recuerdas la última gala del Grand Prix? —Yuuri observa con enojo la lámpara que alumbra tenuemente la habitación. Parece que en ella buscaba a la culpable de su situación.
—¿Cuándo te retiraste? —corrobora el rubio—. Lo recuerdo bien, te volviste a emborrachar.
—¡No estaba tan borracho! —responde el omega con reproche.
—¿Ah, no? —inquiere el rubio, divertido—. Te colgaste de mis hombros prácticamente toda la noche, restregaste tus caderas contra las mías y tuviste el descaro de proponer que una vez cumpliera la mayoría de edad yo…
Yuri parpadeó de nuevo, la confusión hace revolución en su cerebro pues Yuuri lo mira expectante. El rubio lo recuerda, él le había prometido a su novio marcarlo cuando él mismo cumpliera la mayoría de edad.
—¡Pensé que estabas bromeando! —se defiende Yuri.
—¡Ya te dije que no estaba tan borracho!
—¡Carajo, Katsudon, esas cosas se hablan en privado no enfrente de media federación!
—¡Trate de hacerlo toda la semana, pero siempre tenías entrenamiento!
—¡Debiste ser más insistente!
—¡Y tu debes prestar más atención!
—¡Eres un terco!
—¡Y tú un necio!
—¡Ni siquiera fue una propuesta adecuada!
—¿Ah? ¿¡Y entonces por eso no me marcarás?
—¿Quién dijo que no lo haría?
—¡Lo acabas de decir!
—¡No te confundas, realmente quiero hacerlo!
—¿¡Pues qué esperas!?
— Tu permiso, obviamente.
—¡Ya lo tienes! ¡Siempre lo has tenido!
Yuri arremete una vez más contra los labios del omega, Yuuri ahoga un grito de sorpresa y se vence a la caricia. El rubio lo recuesta ahora debajo de él y acaricia ansioso cada parte de su cuerpo.
Yuri hunde su lengua en la boca ajena. La explora como si fuese la primera vez que ha besado a su novio. Siente a Yuuri envolver las piernas en torno de su cadera y sus uñas arañar su espalda en un intento de provocarlo.
El rubio detiene el apasionado beso y posa su frente sobre la de su novio. Ambos inhalan el mismo aire en cortas aspiraciones, producto del beso de acaban de culminar.
—Lo preguntaré solo una vez: ¿puedo marcarte?
Yuuri sonríe con ternura y deposita un casto beso en los labios de su novio. Con la delicadeza propia de un omega, acerca al alfa a su cuello, se estremece al contacto de la lengua del rubio con su desnuda piel.
—Quiero ser tuyo, Yura.
El ronco gemido que sale desde el fondo de la garganta del rubio sirve como llamado del alfa que está a punto de reclamar a su omega destinado. Yuuri contesta dichoso al llamado y, sumiso, se deja hacer entre caricias y mordiscos. Cada beso húmedo que su novio le dedica a sus labios lo envuelve en una nube de felicidad y amor. El sentir a Yuri lamiendo sus pezones lo hacen gritar de gozo y placer. Yuuri respira entrecortadamente mientras musita con ansias el nombre de su novio. Acaricia su cabello dorado cuando lo siente avanzar por su vientre, grita su nombre en el momento en que el apuesto rubio hunde su boca en su miembro y comienza a degustarlo como si de un dulce se tratase. El omega se deja hundir en el mundo del placer mientras su novio besa y acaricia su miembro con la lengua. Los gemidos aumentan de intensidad cuando siente un par de dedos introducirse en su cavidad para abrirlo lo más posible.
—Ya estás muy mojado —observa el rubio, sin dejar de mover con destreza sus dedos.
Una vez listo, el impaciente Yuuri alínea su cadera dirigiendo su entrada al pene duro de su novio. Yuri sonríe y se apresura a posicionarse. Sostiene las blancas y largas piernas del omega y lo mira a los ojos. Ambos se pierden en la inmensidad de sus miradas y sonríen, pues el momento es más que perfecto.
—Te amo —confiesa Yuri antes de penetrarlo con lentitud, disfrutando el momento. Los amantes se besan con dulzura y amor mientras la primera y lenta estocada termina.
—Yo también te amo —responde Yuuri una vez finalizado el beso. Ambos han acompasado su respiración y siguen observándose con infinito amor.
Una vez acostumbrado a la introducción, Yuri comienza a moverse. Hábil con sus movimientos de cadera, el apuesto rubio pronto provoca gemidos ahogados en su lindo omega. Yuuri no se queda atrás y también hace su parte, le ayuda a su novio con los movimientos rítmicos, rindiéndose los dos a esta oda al placer.
Yuri siente cómo su pareja succiona su miembro con cada movimiento. Siente derretirse cada vez que las paredes de su novio lo aprietan entre su cálida carne. El movimiento continuo y rítmico de ambos se escucha entre chapoteos lasivos que terminan de armonizar el concierto de gemidos de la habitación.
—Hazlo, Yura… por favor… hazlo… —declama Yuuri entre cada clamor apasionado. Sin perder más el tiempo, Yuri sale sin miramientos de la cálida cavidad de su omega, lo posiciona boca abajo y le da una leve nalgada antes de introducirse de lleno de vuelta en su ano, Yuuri grita sumido en su mundo de satisfacción y lujuria. El ruso ahoga un grito de éxtasis, pues el cambio de posiciones solo mejora la experiencia y aumenta su excitación.
Yuri vuelve a retomar el ritmo frenético de sus estocadas, entra y sale cada vez más profundo, cada vez más rápido. Sus duros testículos chocan sin clemencia contra el trasero del sexy omega que se desvive del placer ahogando sus fuertes gemidos con la cara contra el colchón. Yuuri siente el grande y duro miembro de su novio hincharse y sabe que pronto anudará, el momento ha llegado.
Con los últimos movimientos rápidos de cadera, el pequeño omega siente cómo su carne se abre ante el miembro que pronto comenzará a eyacular. Un brazo fuerte lo abraza por el pecho y su excitación crece más aún al sentir una lengua que pasea ansiosa a lo largo de su cuello. El corazón le palpita con fuerza, con emoción, Yuuri siente un aliento cálido y unos filosos dientes que se han clavado en su glándula omega hundiéndolo en un éxtasis de placer y complacencia. Yuuri grita el nombre de su alfa y se rinde ante el orgasmo que le ha golpeado desde la cabeza hasta la punta de los pies.
El omega respira de forma entrecortada, siente cómo su alfa vacía toda su semilla dentro de él. Se siente amado, lleno y satisfecho. Escucha a su novio disfrutar del mismo orgasmo mientras lo abraza con fuerza por la espalda, esperando de algún modo fundirlo con su corazón.
Después de un rato, ambos respiran con tranquilidad mientras siguen anudados. Yuuri acaricia los fuertes brazos que rodean su cuerpo, el aroma a vino que despide el apuesto rubio ahora se ha combinado con la esencia natural a flor de cerezo de Yuuri.
La combinación que, aunque extraña, logra embriagarlos a ambos en una burbuja de felicidad.
Yuuri cierra los ojos mientras su alfa lame la recién hecha marca para detener el sangrado. Puede sentir todo el amor de su novio correr por sus propias venas, el amor de Yuri Plisetsky ahora corre por su propia sangre como una confirmación del lazo que los uniría a partir de ahora y por toda la eternidad.
Cuando la hinchazón cede y Yuri sale de la castigada cavidad de su novio, el omega se voltea para ver los hermosos ojos jade de quien ahora y por siempre, sería su alfa. Con un suave beso en los labios, Yuuri se desvive por dedicarle a su novio una mirada llena de amor.
—Ahora soy tuyo —dice el omega, tanteando su marca con su mano derecha.
Yuuri toma esa mano, la besa con devoción y abraza al omega con todo el amor que hay en su ser.
—Al contrario —le dice bajito al oído—. Soy yo quien te pertenece.
Con lágrimas en los ojos Yuuri deja salir el último atisbo de inseguridad que quedaba en su ser, sabe que el amor de Yuri es sincero y sabe que a partir de ahora juntos compartirán muchas experiencias que los llevará a un futuro mejor.
El omega niega con la cabeza y separa ligeramente el abrazo para observar a su novio a los ojos. Con amor, con dulzura, pero sobretodo con honestidad, Yuuri decreta lo que a partir de ahora será verdad:
—Nos pertenecemos, mi Yura. Ambos nos pertenecemos.
Y una vez más, alfa y omega se besan para sellar su sagrado juramento.

¡Hola!
Y llegamos al final de esta semana. Quería que el último tema fuera especial y por eso, deliberadamente escribí algo erótico.
No soy muy hard y soy pésima en ese aspecto, así que discúlpenme por cualquier incoherencia en el relato. Creo que el sexo entre ellos debe ser muy apasionado jeje, espero se pueda ver en el OS.
¡Mil gracias a YUUYU💜 [yuri on ice] por hacer esta divertida dinámica! Me siento orgullosa de mi misma al completarla. ¡Muchas gracias a quienes han leído estos OS!
Por si tienen duda, el tema fantasía está dentro de omegaverse (le pegan) XD
Nos vemos en la próxima
xoxo
Sam.