Vicder se despertó con mucha sed, no se había dado cuenta cuando Hisa… su padre se había ido, pero había logrado dormir cómodamente, si no fuera por la sed que tenia en ese momento.
Era casi de Madrugada, sabia que su padre se iba desde temprano al trabajo pero sus hermanas se levantaban más tarde, y Anya odiaba que la despertaran, así que tenia que bajar en silencio.
Cerrando la ventana, se arrastró hacia la puerta de su habitación, con cuidado de no tropezarse con la bolsa de ropa de segunda mano que Mari le había regalado a regañadientes el día anterior después de que su padre le hubiera dado una conferencia sobre la caridad y la importancia de compartir con los hermanos.
Escuchó la voz de Anya antes de llegar a la cocina y se detuvo sorprendida que estuviera despierta, puso una mano balanceándola en la pared mientras su cuerpo amenazaba con inclinarse hacia su lado izquierdo más pesado.
Mientras se esforzaba por escuchar, la voz de Anya se hizo cada vez más fuerte, y Vicder se dio cuenta con un estremecimiento de que Anya no estaba hablando más alto, sino que algo en su propia cabeza estaba ajustando el volumen de su audición. Se frotó la palma de la mano contra la oreja, sintiendo que había un error.
—Cuatro meses Hisashi -replico Anya- Estamos atrasados por cuatro meses y Mehri ya nos ha amenazado con comenzar a subastar nuestras cosas si no le pagamos pronto.
—Ella no va a subastar nuestras cosas Cariño -dijo Hisashi, su voz era una extraña combinación de calmante y tenso.
—¿Por qué no debería vender nuestras cosas? ¡Estoy segura de que yo lo haría en su lugar!. Cuando tengo que salir de la casa, regreso preguntándome si este será el día en que nuestras cosas se hayan ido y nuestras cerraduras hayan sido cambiadas No podemos seguir viviendo de su hospitalidad.
—Vamos a estar bien, amor. Nuestra suerte está cambiando.
—¡Nuestra suerte! -La voz de Anya se escuchó en el oído de Vicder y ella se estremeció ante la estridencia, instando rápidamente a descender el volumen nuevamente. Obedeció su orden, por pura fuerza de voluntad. Contuvo el aliento, preguntándose qué otros secretos le ocultaba su cerebro.
—¿Cómo está cambiando nuestra suerte? ¿Porque ganaste un listón de plata en esa feria en Moscú el mes pasado? Tus estúpidos premios no mantendrán comida en esta mesa, y ahora has traído a casa una boca más que alimentar, ¡y un ciborg, lo peor de todo!
—Ya Hablamos de esto …
—No, no hemos hablado de esto. Quiero apoyarte, Hisashi, cuando dijiste que conociste a una pobre huerfana te apoye en traerla, ¡pero jamas me mencionaste que era una Ciborg!, estos esquemas tuyos nos costarán todo. Tenemos nuestras propias niñas en quien pensar. Ni siquiera puedo pagar zapatos nuevos para Yuko y ahora hay una criatura en la casa que va a necesitar … ¿qué? ¿Un pie nuevo cada seis meses?
Apretándose contra la pared, Vicder miró su pie de metal, los dedos de los pies parecían torpes y enormes al lado de los carnosos, los que tenían huesos, piel y uñas de los pies.
—Por supuesto no. Estará bien por un año o dos -dijo Hisashi- Además tengo un amigo que esta dispuesto a ayudarnos con la manutención de Vicder. -Anya sofocó una risa histérica- Y su pierna y dedos se pueden ajustar a medida que crece. No deberíamos necesitar reemplazos para ellos hasta que llegue a la edad adulta».
Vicder levantó la mano hacia la tenue luz que bajaba por el pasillo, inspeccionando las articulaciones. Ella no se había dado cuenta de cómo los nudillos estaban juntos antes, los dígitos se acomodaron uno dentro del otro. Entonces esta mano podría crecer, tal como lo hizo su mano humana.Porque ella estaría atrapada con estas extremidades para siempre. Ella sería Ciborg para siempre.
—Bueno, qué reconfortante -dijo Adri- Me alegra ver que has pensado tanto en esto. Si era así de fácil, por que «tu amigo» no se quedo con ella ¿ah?
—Estará mejor con nosotros, es una chica muy dulce y tímida, ha pasado por mucho, conocela amor, se que pronto le tomaras mucho cariño.
Vicder escuchó una silla empujada hacia atrás en el pasillo, pero todo lo que siguió fue el sonido del agua del grifo. Presionó sus dedos sobre su boca, tratando de sentir el agua a través de la psicoquinesis, pero incluso su cerebro no pudo calmar su sed solo con solo el sonido.
—Tengo algo especial que revelar en la Feria de Tokio en marzo -comento Garan- Va a cambiar todo. Mientras tanto, debes ser paciente con la niña. Ella solo quiere pertenecer aquí. ¿Tal vez pueda ayudarte con las tareas del hogar, hasta que podamos reemplazar ese androide? Ya sabes, compartir momentos madre e hija como lo haces con las niñas.
Anya se burló.
—¿Ayudarme? ¿Qué puede hacer ella arrastrando esa monstruosidad?
Vicder se encogió. Oyó que se bajaba una taza, luego un beso.
—No seas tan cruel, Dale una oportunidad. Te puedo asegurar que no sabes lo valiosa que es.
Ella se escabulló al primer indicio de un paso, arrastrándose de regreso a su habitación y cerrando la puerta. Sintió que podría haber llorado de sed, pero sus ojos permanecieron tan secos como su lengua.
—Aquí, te pones el verde -comento Yuko, arrojando un manojo de seda verde y dorada en los brazos de Vicder. Apenas lo atrapó, el material delgado se deslizó como agua sobre sus manos.- No tenemos vestidos de fiesta reales, pero estos son igual de bonitos. Este es mi favorito. -Yuko levantó otra prenda, una franja de tela morada y roja decorada con grúas altísimos. Se pasó los brazos huesudos por las enormes mangas y apretó el material alrededor de su cintura, manteniéndolo en su lugar mientras buscaba entre la pila de ropa una larga faja plateada y se la abrochaba alrededor de la cintura- ¿No son hermosas?
Vicdrer asintió con incertidumbre, aunque los kimonos de seda eran quizás las mejores cosas que había sentido en su vida, Yuko se veía ridícula en la suya. El dobladillo del vestido arrastró un pie en el suelo, las mangas colgaban casi hasta las rodillas y la ropa de calle todavía le asomaba por el cuello y las muñecas, arruinando la ilusión. Casi parecía que el vestido intentaba comérselo.
—¡Pues ponte el tuyo! -la animo su hermana- Aquí, esta es la faja que suelo poner con esa. -Ella sacó una banda negra y violeta-.
Vicder tentativamente metió las manos en las mangas, teniendo mucho cuidado de que ningún tornillo o junta atrapara el material fino.
—¿Mamá no se enojará?
—No, tranquila. Mari y yo jugamos a disfrazarnos todo el tiempo -aseguro, pasando la faja alrededor de la cintura de Vicder-. ¿Y cómo se supone que debemos ir al baile si no tenemos vestidos hermosos para usar?
Vicder levantó los brazos y sacudió las mangas hacia atrás.
—No creo que mi mano vaya con esta combine con esto.
Yuko se echó a reír, aunque Vicder no había querido decir que fuera divertido. Su hermana parecía divertirse con casi todo lo que le decía.
— Solo finge que estás usando guantes, así nadie lo sabrá – Agarrando a Vicder de la mano, la arrastró por el pasillo hacia el baño para que pudieran verse en el espejo. Vicder no parecía menos absurda que Yuko, con su cabello fino y platinado colgando flojo sobre sus hombros y sus torpes dedos metálicos saliendo de la manga izquierda.
—Perfecto -pronuncio Yuko radiante- Ahora estamos en el baile. Chri solía ser siempre el príncipe, pero supongo que tendremos que fingir.
—¿Qué Baile?
Yuko la miró en el espejo como si Vicder acabara de hacer brotar una cola de metal.
—¡La fiesta para el festival de la paz! Es un gran evento que tenemos todos los años: el festival se celebra en el centro de la ciudad y luego por la noche tienen la fiesta en el palacio. Nunca he ido de verdad, pero Mari cumplirá quince años el próximo año, así que podrá ir por primera vez.- Ella suspiró y salió al pasillo. Vicder la siguió, su caminar se volvió aún más engorroso de lo habitual con el kimono arrastrándose por el suelo.
— Cuando vaya por primera vez, quiero un vestido con una falda tan grande que apenas pueda pasar por la puerta».
—Eso suena incómodo.
Yuko arrugó la nariz.
—Bueno, tiene que ser espectacular, de lo contrario, el Príncipe Yuuti no me notará, y entonces ¿qué sentido tiene?
Vicder casi dudaba en preguntar mientras seguía a Yuko volviendo a su habitación:
—¿Quién es el Príncipe Yuuri?
Yuko giró hacia ella tan rápido que tropezó con las faldas del kimono de Anya y cayó, gritando, sobre su cama.
—¿Quién es el Príncipe Yuuri? -ella gritó, luchando por sentarse de nuevo-. ¡Solo mi futuro esposo! Honestamente, ¿no saben las chicas de Europa sobre él?
Vicder se tambaleó entre sus dos pies, incapaz de responder la pregunta. Después de doce días enteros viviendo con Yuko y su familia, ella ya tenía más recuerdos de la Comunidad Oriental que de Europa. No tenía la menor idea de por qué, o con quién, las chicas de Europa estaban obsesionadas.
—Aquí -la atrajo hacia ella para que se sentara en la cama mientras revolvia sobre sus mantas desordenadas y agarro una pantalla de un visor de la mesita de noche-. Él es mi futuro esposo.
Encendió la pantalla y la voz de un joven dijo: «Hola, Yuko». Vicder tomo el pequeño dispositivo en sus manos. La pantalla mostraba a un Joven de diecisiete años con un traje a medida, con el cabello negro y ojos marrones brillantes.Estaba saludando a alguien, supuso que la foto era de algún tipo de evento de prensa.
—¡No es hermoso! -su hermana parecía en las nubes- Todas las noches ato un cordón rojo alrededor de mi dedo y digo su nombre cinco veces porque esta chica de mi clase me dijo que eso unirá nuestros destinos. ¿Quieres intentarlo?
—Emmm.. creo que no, realmente no cr…..
—AAAAAHHHHH!!! por favor Vicder! inténtalo -la miro haciendo un puchero- ¿por mi? por favor
—De acuerdo, dame el hilo de que hablas.
Yuko salto de la cama buscando en su mesita de noche, sacando un hilo rojo cubierta con brillantina, le tomo la mano de bionica sin ningún temor y le enredo el dedo meñique.
—Ahora di su nombre cinco veces
—Ok… -Suspirando, la muchacha cerro sus ojos y pronuncio- Príncipe Yuuri, Príncipe Yuuri, Príncipe Yuuri, Príncipe Yuuri, Príncipe Yuuri.
Su hermana daba saltitos emocionada, desenrosco el hilo y lo volvió a guardar. Se acostó colocando su cabeza en las piernas de Vicder, mientras esta seguía viendo fijamente al visor.
—Ahora que hiciste la magia, cualquiera de las dos puede ser la esposa del príncipe, o las dos -soltó una risita picara-.
Vicder rio a las ocurrencias de Yuko, pero sus optobiónicos no dejaban de escanear al Joven, encontrando la imagen en una base de datos en su cabeza, y, esta vez, esperaba el flujo de texto que comenzó a filtrarse a través de su cerebro. Su número de identificación, su fecha de nacimiento, su nombre completo y título. Príncipe Yuuri Katsuki, Príncipe Heredero de la Comunidad del Este.
—Concuerdo en que es apuesto, pero esa corbata en definitivo no le favorece -dijo después de un rato, finalmente captando lo que no se sentía bien en la imagen- No se complementa con sus ojos.
—¿De qué estás hablando? -Yuuko le arrebató el Visor y lo miró por un minuto antes de tirarlo sobre su almohada-. Honestamente, ¿a quién le importa la corbata?, se vería bien con cualquier cosa.
Vicder se encogió de hombros, incapaz de sofocar una leve sonrisa.
—Solo decía.
Yuko se impulso y saltó de la cama.
—Esta bien, lo que sea. Nuestro levitador esta aquí. Será mejor que nos pongamos en marcha o llegaremos tarde al baile, donde vamos a bailar con Su Alteza Imperial, ¿Te gustaría bailar primero con él? o ¿Quieres bailar con otro príncipe? ¡Podemos imaginar que tiene un hermano!.
—¿Qué están haciendo ustedes dos?
Vicder se dio la vuelta. Anya se cernía en la puerta, nuevamente sus pasos habían pasado desapercibidos y Vicder comenzaba a preguntarse si su madre era realmente un fantasma que flotaba por los pasillos en lugar de caminar.
—¡Vamos al baile! -canturreo Yuko.
La cara de Anya se sonrojó cuando su mirada bajó por el kimono de seda que colgaba de los hombros de Vicder.
—¡Quítate eso en este instante!
Retrocediendo, Vicder instantáneamente comenzó a deshacer el nudo que Yuuko había atado alrededor de su cintura.
—Yuko, ¿En qué estabas pensando? Estas prendas son caras y si ella se engancha, si lo desgarrara… -Dando un paso adelante, agarró el cuello del vestido y lo quitó a Vicder de un jalón tan pronto como la faja quedó libre.
—Pero solías dejar que Mari y yo …
—Las cosas son diferentes ahora, y deben dejar mis cosas en paz. ¡Ustedes dos!
—Lo siento Madre -susurro Vicder- no era mi intención molestarte.
Anya la miro colérica, achico los ojos, penetrándola.
—Jamás te atrevas a decirme Madre, me has entendido señorita -hablo cortantemente-.
Frunciendo el ceño, agacho la cabeza, Yuko la miraba triste mientras se quitaba su propio vestido. Cinder se mordió el interior de la mejilla, sintiéndose extrañamente vulnerable sin la pesada seda que la rodeaba y enfermaba del estómago de culpa, aunque no estaba segura de qué tenía que sentirse culpable. Su padre le dijo que no había problema si se refería a ellos de esa forma.
Se atrevió a encontrarse con la mirada de Anya.
—Vine a decirte que si vas a ser parte de este hogar, esperaría que asumas algunas responsabilidades. Tienes la edad suficiente para ayudar a Mari con sus quehaceres.
Ella asintió, casi ansiosa por tener algo que ver con su tiempo cuando Yuko no estaba cerca.
—Por supuesto. No quiero ser un problema.
La boca de Anya se frunció en una delgada línea.
—No te pediré que desempolves hasta que pueda confiar en que te moverás con un poco de gracia. ¿Esa mano es resistente al agua?.
Vicder extendió su mano biónica, extendiendo los dedos.
—Yo … creo que sí. Pero podría oxidarse si no se le da mantenimiento
—Bien, sin platos ni fregar, entonces. ¿Al menos puedes cocinar?
Vicder atormentó su cerebro, preguntándose si podría alimentar sus recetas tan fácilmente como alimentaba sus definiciones inútiles.
—Nunca lo he hecho antes, que puedo recordar. Pero estoy segura que puedo hacerlo, soy muy rápida para aprender…
Yuko lanzó sus brazos al aire.
—¿Por qué no arreglamos a Christophe y él puede hacer todo el trabajo de la casa como se supone que debe hacer?»
Los ojos de Anya ardieron mientras miraba entre su hija y Vicder.
—Bueno -dijo, finalmente, agarrando los dos kimonos y colocándolos sobre su brazo-. Estoy seguro de que podremos encontrar algún uso para ti. Mientras tanto, ¿por qué no dejas sola a mi hija para que pueda realizar parte de su trabajo escolar?
—¿Qué? -dijo Yuko- Pero aún no hemos llegado al baile.
Vicder no esperó a escuchar el argumento que esperaba seguir.
—Sí, madrastra -murmuró, agachando la cabeza. Pasó junto a Anya y se dirigió a su propia habitación.
Sus entrañas se retorcían pero no podía identificar la emoción dominante. Una furia ardiente, porque no era su culpa que su nueva pierna fuera incómoda y pesada, y ¿cómo iba a saber que Abya no querría que jugaran en sus cosas o que no la llamara madre?
Pero también mortificación porque tal vez ella realmente era inútil. Tenía doce años, pero no sabía nada, aparte de los datos que parecían no tener otro propósito que evitar que pareciera una completa idiota. Si ella había tenido alguna habilidad antes, no tenía idea de lo que habían sido. Ella los había perdido ahora.
Suspirando, cerró la puerta de su habitación y se dejó caer contra ella.
La habitación no había cambiado mucho en las casi dos semanas desde que había venido a llamarla su hogar, aparte de la ropa desechada que se había puesto en los cajones de la cómoda, un par de botas arrojadas a una esquina, las mantas agrupadas arriba en una pelota al pie de su cama.
Sus ojos se posaron en la caja de partes de Androide que no habían sido movidas de su lugar detrás de la puerta. El sensor muerto, los brazos delgados.
Había un código de barras impreso en la parte posterior del torso que no había notado antes. Apenas lo notó entonces, excepto que su cerebro distraído estaba buscando números aleatorios, descargando la información de marca y modelo del androide. Lista de partes. Valor estimado. Manual de mantenimiento y reparación.
Algo familiar se agitó dentro de ella, como si ya conociera a este androide. Cómo encajan sus partes, cómo funciona la mecánica y la programación en su conjunto. O no, esto no era familiaridad, sino … una conexión. Como si ella conociera al androide íntimamente. Como si fuera una extensión de ella.
Se empujó fuera de la puerta, su piel hormigueando.
Quizás ella tenía una habilidad útil después de todo.
Le tomó tres días, durante los cuales salió de su habitación solo para sentarse a comer con su nueva familia y, una vez, para jugar en la nieve con Yuko mientras Anya y Mari estaban en el mercado. Su padre se había quedado con ellas jugando. Cuando termino, sus extremidades se habían helado por completo, pero al entrar a tomar chocolate caliente y la risa compartida rápidamente la había hecho sentir mejor. Les había contado que les tenia una sorpresa pero tendrían que esperar a que terminara y se los enseñaría cuando estuviera listos.
Anya no le había pedido a Vicder que volviera a realizar las tareas domésticas, y se imaginó que su madrastra parecía una causa perdida. Ya le quedaba muy claro que no la apreciaba, a pesar que su padre le decía lo contrario y que solo estaba estresada por temas de la casa. Sin embargo, se mantuvo entretenida, ya que el revoltijo de piezas de Androide se convirtió gradualmente en algo reconocible. Un cuerpo de plástico alto encima de anchos escalones, dos brazos flacos, una cabeza rechoncha con sensores en sus ojos. El sensor le había causado el mayor problema y tuvo que rehacer el cableado dos veces, verificando tres veces el diagrama que se había descargado a través de su vista, antes de sentirse segura de haberlo hecho bien.
Si tan solo funcionara. Si tan solo pudiera mostrarle a Anya, e incluso a su Padre, que no era una inútil en su familia después de todo. Que estaba agradecida de que la hubieran acogido cuando nadie más lo haría. Que ella quería pertenecer a ellos, como una verdadera familia
Estaba sentada con las piernas cruzadas en la cama con la ventana abierta detrás de ella, permitiendo una brisa fría pero agradable, cuando insertó el toque final. El pequeño chip de personalidad hizo clic en su lugar y Vicder contuvo el aliento, casi esperando que el androide se animara, girara y comenzara a hablar con ella, hasta que recordó que necesitaría ser cargado antes de poder funcionar.
Sintiendo que su emoción disminuía por el final anticlimático, Vicder dejó escapar un suspiro lento y cayó sobre su colchón, mentalmente exhausta.
Un golpe sonó en la puerta.
—Adelante -indico, sin molestarse en moverse cuando la puerta se abrió.
—Me preguntaba si querías venir a ver … -Yuko se calló y Vicder logró levantar la cabeza para ver a la niña con los ojos muy abiertos ante el androide-. ¿Eso es … Christophe?
Sonriendo, Vicder se apoyó en los codos.
—¡Sorpresa! todavía necesita ser cargado, pero creo que va a funcionar.
Con la mandíbula todavía abierta, Yuko entró sigilosamente en la habitación. Aunque solo tenía nueve años, era demasiado curiosa.
—¿Cómo cómo? ¿Cómo lo arreglaste?
—Tuve que tomar prestadas algunas herramientas de papá -Vicder hizo un gesto hacia un montón de llaves y destornilladores en la esquina, estaba encantada para enseñarle que había reparado el androide.
—Eso no es … -Yuko sacudió la cabeza y finalmente miró a Vicder- ¿La arreglaste sola?
La muchacha se encogió de hombros, sin saber si debería sentirse orgullosa o incómoda por la mirada que su hermana le estaba dando.
—No fue tan difícil -dijo- Tenía … puedo descargar … información. Instrucciones. En mi cabeza Y descubrí cómo hacer que el plano del androide atravesara mi visión para poder … -Se detuvo, dándose cuenta de que lo que había estado segura de que era una habilidad muy útil también era una excentricidad más extraña que su cuerpo podía reclamar. Un efecto secundario más de ser ciborg-.
Pero los ojos de Yuko brillaban emocionados.
—Estás bromeando -contesto levantando una de las manos de Chris y moviéndola. Vicder se había asegurado de engrasarlo bien para que los tornillos no se agrietaran- ¿Qué más puedes hacer?
—Ummm.. -Vicder encorvó los hombros, considerándolo- Puedo… hacer las cosas más ruidosas. Quiero decir, en realidad no, pero puedo ajustar mi audición para que parezca más fuerte. O más tranquilo. Probablemente podría silenciar mi audición si quisiera.
Yuko se rio.
—¡Eso es brillante! ¡Nunca tendrías que escuchar a mamá cuando está gritando! ¡Awww, estoy tan celosa! -Sonriendo, comenzó a arrastrar a Chris hacia la puerta-. ¡Vamos, hay una estación de carga en el pasillo!
Vicder saltó de la cama y la siguió hasta una estación de acoplamiento al final del pasillo. Yuko enchufó a Christophe y, al instante, una tenue luz azul comenzó a brillar alrededor del enchufe.
Yuko levantó los ojos esperanzados hacia Vicder cuando se abrió la puerta principal y Hisashi tropezó en el pasillo, con el pelo goteando. No llevaba puesto el abrigo.
Tembló cuando vio a las chicas de pie frente a él.
—Yuko -dijo, sin aliento- ¿Dónde está tu madre?
Ella miró por encima del hombro.
—Creo que en la cocina, yo…
—Ve a buscarla. Rápido por favor.
Yuko se detuvo, su cara nublada por la preocupación, antes de apresurarse hacia la cocina.
Entrelazando sus dedos, Vicder se deslizó más cerca del androide. Era la primera vez que su padre no la miraba directamente, como si ni supiera que estaba ahí, parecía asustado.
— ¿Papá? ¡Arreglé el androide! -dijo finalmente, su voz chirriando un poco por la emoción. Agarró el brazo flojo del androide sonriendo, para probarlo, aunque la mano no hizo nada más que caerse.
Hisashi volvió su mirada angustiada hacia ella y la miró por un momento sorprendido. Abrió la boca, pero las palabras tardaron mucho en formarse.
—Oh, mi niña. Lo siento tanto, prometí cuidarte hasta el final…
Ella frunció el ceño ante la evidente lástima. Esta no era la reacción que ella había esperado; no estaba impresionado, no estaba agradecido, pero, ¿Porque se disculpaba con ella? ¿A quien le había prometido que la cuidaría? Le iba a preguntar a que se refería cuando Anya dio la vuelta a la esquina, vistiendo la bata que siempre llevaba cuando no planeaba salir. Tenía un paño de cocina en la mano y sus dos hijas siguiéndola.
—¿Hisashi? cariño, que sucede?
Se tambaleó hacia atrás, golpeando con fuerza su hombro contra la pared, y todos se congelaron.
—No… -tartamudeó, sonriendo disculpándose cuando una gota de agua cayó sobre su nariz- He llamado a un levitador estacionario de emergencia.
La curiosidad se endureció en el rostro de Anya.
—¿Para qué?
Vicder se presionó lo más que pudo contra la pared, sintiendo que estaba atrapada entre esas dos personas.
Hisashi cruzó los brazos y comenzó a temblar.
—Lo atrape -susurró comenzando a llorar-.
Vicder miró a Yuko, preguntándose si estas palabras significaban algo para ella, pero nadie le estaba prestando atención.
—Lo siento -prosiguió Hisashi tosiendo. Se arrastró hacia la puerta- Ni siquiera debería haber entrado. Pero tenía que decir… tenía que… -Se cubrió la boca y todo su cuerpo se sacudió con una tos o un sollozo, Vicder no pudo descifrar cuál de los dos- Las quiero tantísimo a todos, a las cuatros…Lo siento mucho.
—Hisashi -Anya dio medio paso adelante, pero su esposo ya se estaba alejando. La puerta principal se cerró un segundo después, y Mary y Yuko gritaron al mismo tiempo y corrieron hacia adelante, pero su madre las atrapó a ambas por los brazos- ¡Hisashi! No, chicas, quédense aquí las dos.
Su voz temblaba mientras las retiraba, antes de perseguir a su esposo, su bata nocturna se balanceaba contra las piernas de Vicder al pasar.
Vicder avanzó lentamente para poder ver que la puerta se abría a la vuelta de la esquina. Su corazón latía como un tambor contra sus costillas.
—¡HISASHI! -gritaba la mujer con lagrimas en los ojos- ¡No puedes irte! ¡No puedes dejarnos!
Vicder se estrelló contra la pared cuando Mari la atravesó, gritando por su padre, luego por Yuko, sollozando.
Nadie hizo una pausa. No comprendía que estaba sucediendo, todas pasaron deprisa por la puerta. Vicder se dio cuenta después de un momento que todavía estaba agarrando el brazo del androide, escuchando los sollozos y las súplicas de los «No» y los «Papis». Las palabras resonaron en la nieve y regresaron a la casa.
Soltando al androide, Vicder cojeó hacia adelante. Llegó al umbral que daba a la cegadora blancura y se detuvo. Anya, Mari y Yuko estaban de rodillas en el camino despejado, con la nieve cubriendo sus ropas, mientras Hisashi estaba parado en la acera, con una mano presionando sobre su boca. Parecía que el más mínimo viento lo empujaría hacia los ventisqueros.
Se escucharon las sirenas.
—¿Que se supone que haga? -su madrastra gritó, con los brazos cubiertos de piel de gallina mientras agarraban a sus hijos contra ella- ¿Que haré?
Una puerta se cerró de golpe y Vicder levantó la vista. El viejo de enfrente estaba en la puerta de su casa. Surgían más vecinos: en las puertas y ventanas, sus miradas brillaban con curiosidad.
Anya sollozó más fuerte, y Vicder volvió su atención a la familia, su nueva familia, y se dio cuenta de que Hisashi la estaba mirando, le dio una sonrisa de tristeza.
Ella le devolvió la mirada, su garganta ardía por el frío y sus ojos por la presión de las lagrimas que no podía salir.
Las sirenas se hicieron más fuertes y Hisashi miró a su acurrucada esposa, sus aterrorizadas hijas.
—Mis chicas -dijo, tratando de sonreír, y luego un blanco flotante con luces parpadeantes dobló la esquina, haciendo notar su llegada.
Dos androides salieron por la puerta lateral con una camilla flotando entre ellos. Sus sensores amarillos destellaron.
—Se recibió una comunicación a las 17:04 del mes de Febrero del 127 TE con respecto a una víctima de letumosis en esta dirección -dijo uno de los androides con voz estéril-.
—Ese soy yo -se atragantó Hisashi, sus palabras se ahogaron al instante por los gritos de Anya.
—¡NO! Hisashi! No puedes ¡No puedes!
El hombre intentó sonreír y extendió el brazo. Se arremangó la manga e incluso desde su lugar en la puerta, Vicder pudo ver dos puntos oscuros en su muñeca.
—Lo Contagie. Anya, amor, debes cuidar a la chica. Cuida a Vicder, por favor. Es importante que la mantengas a salvo.
Anya se echó hacia atrás como si la hubiera golpeado.
—¿A la chica?
—Mari, Yuko -continuó su padre, como si no hubiera hablado- sean buenas con su madre y con su hermana, Nunca olviden que las quiero muchísimo -Liberando la sonrisa duramente ganada, se sentó inseguro en la camilla flotante-.
—Acuéstese -le ordeno uno de los androides- Ingresaremos su identificación en nuestros registros y alertaremos a su familia inmediatamente de cualquier cambio en su condición.
—¡No, Hisashi! -Anya se puso de pie, sus delgadas zapatillas se deslizaron sobre el hielo mientras luchaba por correr tras su esposo- No puedes dejarme. ¡No sola, no con … no con esta cosa!
Vicder se estremeció y envolvió sus brazos alrededor de su cintura, tratando de protegerse de tan crueles palabras.
—Por favor, apártese de la víctima de la letumosis -dijo uno de los androides, colocándose entre Anya y el levitador estacionario mientras Hisashi se levantaba sobre su vientre-.
—¡Carino, no! ¡NO!
Mari y Yuko se aferraron a los lados de su madre, ambos gritando por su padre, pero tal vez tenían demasiado miedo de los androides para acercarse. Los androides volvieron a subir al Levitador. Las puertas se cerraron. Las sirenas y las luces llenaron el tranquilo suburbio antes de desaparecer lentamente. Anya y sus hijas se quedaron agrupadas en la nieve, sollozando y abrazándose mientras los vecinos observaban. Mientras Vicder observaba, preguntándose por qué sus ojos se mantenían tan secos, muy secos, cuando el miedo y el dolor la rodeaba como un granizo congelado, presionando contra su cabeza como si quisiera explotar.
— ¿Qué ha pasado? -susurraron detrás de ella-.
Vicder miró hacia atrás . El androide se había despertado y se había desconectado de la estación de carga y ahora estaba frente a ella con su sensor brillando débilmente.
Ella lo había hecho. Ella había arreglado el androide. Ella había demostrado su valía.
Pero su éxito fue ahogado por sus sollozos y el recuerdo de las sirenas. No podía comprender la injusticia de eso.
—Se llevaron a mi padre Hisashi -dijo, lamiéndose los labios- Lo llamaron víctima de la letumosis.
Una serie de clics resonó dentro del cuerpo del androide.
—Oh Chéri… no a Hisashi, lo lamento.
Vicder apenas lo oyó. Al decir las palabras, se dio cuenta de que su cerebro había estado descargando información durante algún tiempo, pero había estado demasiado atrapada en todo para darse cuenta. Ahora docenas de fragmentos inútiles de información se desplazaban por su visión. La letumosis, también llamada fiebre azul o peste, se ha cobrado miles de vidas desde que las primeras víctimas conocidas de la enfermedad murieron en el norte de África en mayo de 114 TE … Vicder leyó más rápido, escaneando hasta que encontró las palabras que temía, pero que de alguna manera supo que encontraría. Hasta la fecha, no ha habido sobrevivientes conocidos.
Christophe estaba hablando de nuevo y Vicder sacudió la cabeza para aclararlo.
—No soporto verlos llorar, especialmente a la encantadora de Yuko. Nada hace que un androide se sienta más inútil que cuando un humano está llorando.
Al encontrar que de repente le era difícil respirar, Vicder abandonó la puerta y se dejó caer contra la pared interior, incapaz de escuchar los sollozos por más tiempo.
— Comprendo el sentimiento, no se que hacer viéndolas llorar, aunque no tendrás que preocuparte por mí, entonces. No creo que pueda llorar más -Ella vaciló- Tal vez nunca podría.
—¿Es eso así? Que peculiar. Tal vez es una falla de programación en el circuito central
Miró los brillantes ojos que funcionaban como sensores de Christophe.
— Una falla en el circuito de programación.
—Seguro. Tienes programación, ¿no? -Levantó un brazo delgado y señaló la prótesis de acero de Vicder- Yo también tengo un problema técnico. A veces olvido que no soy humano. No creo que eso le pase a la mayoría de los androides.
Vicder miró boquiabierto el cuerpo liso de Chris, las huellas golpeadas, las puntas de los dedos y se preguntó cómo sería estar atrapado en ese cuerpo y no saber si eras humano o robot.
Levantó la yema del dedo hacia la esquina de su ojo derecho, buscando humedad que no estaba allí.
—Falla en el circuito -Fingió una sonrisa despreocupada, esperando que el androide no pudiera detectar la mueca que la acompañaba- Tal vez eso es todo lo que es.
—No te preocupes, he aprendido que lo que nosotros creemos que son nuestros desperfectos son los que nos hacen únicos.
—¿Así que crees que tenemos algún valor y somos útiles? -pregunto con cierta ironía-
—Claro que si Mon Chéri, y si no te crees de valor, pues déjame presentarme -le dijo el androide estirando su Brazo- Christophe Giacometti, tu nuevo amigo, encargado de recordarte tu valor y protegerte.
Vicder le sonrió, ahora comprendía a que se refería Yuko y por que se complementaban tan bien.
—Encantada Christophe -le respondió estrechando su mano, metal con metal- Mi nombre es Vicder.
Buenas Noches gente hermosa.
Aqui terminamos la pequeña historia de los inicios de Vicder, conociendo como fue su relación con sus padres adoptivos, que fue lo que le sucedió a Hisashi y como fue que conoció a Chritophe.
¿Que les ha parecido?
No se preocupen, la historia continuara en una segunda parte como les había comentado, donde conoceremos nuevos personajes y como están relacionados a los que ya conocemos. Estén atentos a una próxima publicación de la nueva Historia «Escarlata»
Nos vemos pronto ❤