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Hielo


La melodía que viene a continuación es una de las que más me gustan por el momento, es un opening pero se encuentra en versión piano, seria genial si pudieran escucharla mientras leen el capitulo.

Oficialmente la temporada de invierno había llegado a la gran nación de Rusia, evidenciándose por la baja temperatura y los parajes cubiertos de blanco. El frio, a diferencia de otros territorios, era abrumador, y aunque los habitantes de esa nación estaban acostumbrados, debían prepararse muy bien para las nevadas.

Yuuri observaba desde su pequeña cabaña en el medio del bosque que este sería un invierno complicado para muchas personas y animales, el mismo se había preparado pese a ser un dios del hielo. Sin embargo, sus pensamientos actuales iban dirigidos hacia otra persona en particular, quien le venía acompañando desde el último par de meses. Dada la inclemencia del clima, Yuuri pensó en desistir del entrenamiento hasta que la temperatura fuera estable nuevamente y no arriesgar la salud del pequeño alfa, sin embargo, pese a las instrucciones que este le daba de quedarse en casa, Víctor siempre le desobedecía y le decía que estaba acostumbrado a ese clima, y que no podían perder ningún día de entrenamiento. El dios del hielo no sabía cómo alguien tan pequeño podía llegar a ser tan terco, y tomando sus previsiones ante cualquier emergencia, siguieron con el entrenamiento como si no hubiera una helada completa en la región.

Algunos momentos de ese entrenamiento debieron parar para que el niño entrara en calor dentro de la cabaña del omega, pero en esos breves momentos podían seguir conversando de cualquier tema y Yuuri los utilizaba para armonizar con su poder difusamente la temperatura del alfa. En ese tiempo el omega descubrió que Víctor sabía lo básico de la arquería, por eso decidió que la primera arma que le enseñaría a usar sería esa. En los primeros intentos que hicieron de práctica, noto como el pequeño alfa tenía un buen agarre del arco, sin embargo, la flecha no lograba salir sino a tan solo unos pocos metros de distancia de él. Al estudiar bien que era lo que sucedía, le ayudo con algunos ejercicios para que pudiera mantener el agarre y controlar la fuerza con la cual dejaba ir la flecha.

No obstante, aun al paso de los días Víctor no lograba tener resultados que anunciaran su mejoría, el ejercicio era tardío, y se encontraban en lo básico para poder empezar a tener un buen manejo del arco, de allí Yuuri se afincaba para elevar los ánimos de su pequeño estudiante. Pero con cada intento fallido, este empezaba a creer que no era bueno para eso, por más que lo intentara la flecha no iba más lejos. Yuuri noto la frustración en su pupilo, pero él no sabía ser un buen maestro o como dar buenos ánimos a las personas cuando estaban tristes; en el pasado su familia, y especialmente su hermana siempre fueron su apoyo para salir de sus tristezas, incluso en el mundo humano conto con varias personas que también le dieron animo, pero él nunca supo bien como alentar a alguien cuando ni él podía dárselo a sí mismo. Así que, sin más opción, le pidió que por ese día regresara a casa.

Víctor regreso con el ánimo muy por debajo de lo usual, sabía que estaba dando lo mejor de sí, pero no ver resultados le estaba frustrando demasiado. Al llegar al castillo fue recibido por los vasallos del castillo, quienes le proporcionaron de ropas y bebidas calientes, a un lado de la entrada se encontraba el consejero Yakov, aparentemente esperando por él, el joven zarévich realizo una mueca de fastidio.

– Joven Víctor –le llamo, pero al ver la actitud con la que este alzo la mirada hacía él, Yakov intuyo que había tenido un buen día-. Veo que no ha tenido un día favorable.

Víctor acepto en silencio y estaba a punto de retirarse cuando Yakov le detuvo.

– ¿Qué pasa? –pregunto de mala gana y sin guardar respeto, quería ir a descansar y no tenía ánimos de recibir ningún regaño.

– Su padre ha preguntado por usted en diversas ocasiones –le expreso, y el alfa sintió tensar sus músculos para luego mirar al consejero-. Le he comentado que su alteza se encuentra practicando y mejorando su condición física, no obstante, su excelencia el Zar exigió hablar con usted en el momento que regresara al castillo.

El pulso de Víctor se aceleró, no se sentía preparado para enfrentarlo, menos cuando estaba en un mal momento anímico, pero no se podía desobedecer al Zar, aunque no quisiera debía verlo. Se cambió de ropas y con paso lento se encamino al salón del rey en el ala oeste del castillo, el pequeño alfa sentía que su corazón iba a salirse de su pecho mientras más se acercaba al lugar, intentaba calmarse pero era inútil. Cuando llego, fue anunciado por un guardia real, quien, al recibir el permiso del zar, dejo pasar al zarévich.

En su silla, con porte fiero y mirada endurecida, Víctor reconoció la figura de Alexei Nikiforov tercero, el Zar no alejo su mirada de su vástago hasta que este llego a estar frente a él. Allí, este se levantó y Víctor reprimió un grito de miedo y sorpresa, Alexei se paseó a su alrededor analizando como un animal, hasta que le alzo el brazo derecho con fuerza que casi lastima al zarévich.

– ¿Desde cuándo estas entrenando tu solo? –cuestiono.

– D-desde hace un mes su excelencia –pudo articular, intentando no rehuir a la mirada de su padre.

El zar pareció analizar la respuesta de su hijo, y soltando su brazo, camino nuevamente hasta su silla y nuevamente empezó a revisar sus papeles como si Víctor no existiera. El zarévich no sabía bien que hacer, si permanecer allí o retirarse, hasta que el zar nuevamente hablo.

– No quiero más interrupciones, retírate.

– ¡Si!  

Y sin más palabras, Víctor se retiró de la habitación casi huyendo. Cuando estuvo en su propia habitación, con sus alimentos en una mesa que tenía en ella, no supo si ese encuentro con su padre había sido productivo o negativo para él, al final no le hubo negado que siguiera entrenando con Yuuri pero tampoco le dio palabras de ánimo, era punto medio, pero por el momento, Víctor estuvo conforme con ello.

Al día siguiente el pequeño Víctor despertó un poco más tarde de lo usual, se despertó con algo de desorientación y con sus cabellos plata todos enredados a su cara, el frio era más intenso que los últimos días, pero todo ello paso a un segundo plano cuando entro en conciencia de donde se encontraba, las condiciones y la hora pese al gran compromiso que tenía. Salto de la cama casi cayendo en el proceso, se colocó sus ropas, tomo su bolsa de entrenamiento y salió corriendo hacia la salida del castillo, en el proceso casi tumba a varios vasallos y dejo a su pequeña hermana con la palabra en la boca, pero era casi una prioridad llegar a su compromiso. Lo que no espero fue encontrarse a nada más y nada menos que su instructora de etiqueta y exesposa del consejero Yakov; Lilia Baranosvkaya. La mujer le miraba con porte severo, mientras Víctor intuía la razón por la que esta se encontraba allí.

– Hola Lilia –saludo intentando aplacar la ira de la mujer, pero fue todo lo contrario.

– Víctor Alexevich Nikiforov –entono, y el zarévich supo que cuando su nombre completo era llamado no significaba nada bueno-. ¿Dónde se supone que ha estado y porque no ha asistido a sus clases de etiqueta?

– He estado entrenando por requerimiento de su excelencia el Zar ¿e-el consejero Yakov no se lo comento? –menciono mientras veía otra ruta alterna para escapar a la furia de la institutriz.

– Lo hizo, y le hice saber de mi desacuerdo tanto a él como a su excelencia el Zar, usted es el heredero de esta nación, no puedo permitir que actué como una persona sin clase.

Víctor en su corta vida había admirado a muy pocas personas, recientemente había agregado a Yuuri en esa lista, pero hasta el momento su institutriz estaba en el primer lugar al ser la única que conoce que es capaz de plantarle la cara a su padre el zar sin que le temblase el pulso.

– ¿y que dijo su excelencia? –pregunto con más desesperación por escapar que hacía unos segundos.

– Su excelencia me concedió dos días a la semana para su formación, por lo cual, no hay tiempo que perder, retomaremos desde el día de hoy –anuncio y Víctor esperaba un milagro para poder escapar.

– ¡Lilia!

– ¿Qué es lo que quieres Yakov? Estoy ocupada –inquirió la mujer.

Y allí Víctor encontró su milagro, utilizando al consejero Yakov como su distracción, corrió hasta la puerta para poder salir del castillo no sin antes despedirse.

– ¡Mañana comenzaremos las clases nuevamente Lilia, no te enojes tanto con Yakov por mí!

Detrás de él se escucharon los gritos molestos de los dos adultos, pero el zarévich decidió no escucharlos, tomar su caballo y salir del castillo a la mayor velocidad posible, sabía que cuando regresara sería casi imposible escapar del yugo de la institutriz más fiera de toda Rusia, pero al menos debería ser capaz de anunciarle a Yuuri que por al menos dos días a la semana no le vería. Cuando iba llegando al bosque el pequeño príncipe observo como poco a poco comenzaba a nevar y la temperatura era mucho más baja, al punto que le hizo temblar del frio; al paso que iba ese día no les sería posible entrenar por el clima, pero el zarévich pensaba que al menos podría ver al omega.

Dejo a su caballo cerca de la cabaña de Yuuri, acomendando algunas mantas para que no sintiera tanto el inclemente clima, entro a la cabaña en busca del joven de ojos ámbar pero curiosamente no lo encontró allí, camino hasta el lago dado que era usual que entrenaran por ese lugar, y allí lo encontró.

Su corazón tuvo un fuerte latido.

Allí, en medio del paisaje invernal, sobre las aguas congeladas del lago el cuerpo de Yuuri se sostenía como una figura brillante, pasos precisos y llenos de vigor, su cuerpo era acompañado por una música invisible que le envolvía por completo y deslumbraba los ojos de aquel pequeño observador que se encontraba ahora a la deriva. Sentía un cumulo de sentimientos y una admiración abrumadora, nunca antes había observado semejante acto. Yuuri danzaba por los casquetes del hielo, armonizando su cuerpo con aquel entorno y llamando a todos lo que pudieran observarle, el deseo de querer acompañarle engullo por completo a Víctor que se encontraba desesperado por alcanzarle, el era alguien que disfrutaba mucho de lo hermoso, y desde un principio considero a Yuuri como el ser más bello que había visto antes, pero nada se comparaba a lo que veía ahora. Le llenaba, le inquietaba. No sabía bien que sentir y lo mejor de todo era que no le importaba darle nombre, pero era tan enriquecedor sentirlo. Lo amaba.

Cuando Yuuri detuvo su danza, tenía su respiración agitada y la mirada perdida en algún punto, solo se percato de la presencia del alfa cuando este se alzo en aplausos y alaridos de admiración hacia su persona mientras intentaba llegar hasta él en el resbaloso hielo. Rápidamente fue a su encuentro y lo tomo entre sus manos antes que pudiera caer, el rostro de Víctor era uno de entusiasmo y excitación por lo desconocido, y Yuuri no supo bien cómo interpretar todo eso.

– Yuuri ¡Increíble! ¿Cómo hiciste eso? ¡Es lo más hermoso que he visto en mi vida! Tu cuerpo era capaz de crear música mientras danzaba en el hielo –hablaba Víctor sin parar y sin que Yuuri pudiera entenderle correctamente, intento calmarlo un poco para poder escucharlo con más calma, y aunque este se controlo, seguía con la misma exaltación interna, no podía superar aun lo que sus ojos habían visto.

El dios del hielo estaba impresionado y algo abrumado por el cumulo de sentimientos que le  transmitía el pequeño alfa, no analizaba como un simple baile podía haber generado tantos sentires en Víctor.  Notando como la nevada acrecentaba, lo llevo con él a su cabaña, creando a sus espaldas un pequeño refugio donde llevo al caballo de Víctor para que no sufriera por la turbia nevada, luego regreso hasta el alfa que lo esperaba cercano a la chimenea, lo observo calentando sus manos mientras sonreía tiernamente.

– Se que querías practicar, pero viendo el clima debiste haberte quedado en casa –comento mientras se sentaba a su lado, el zarévich realizo un puchero.

– Pero, yo quería verte Yuuri –respondió mientras le veía y abrazaba sus rodillas-. Además, retomare unas clases que son dos veces a la semana, y no podre verte tanto como quisiera –anuncio, y Yuuri quiso reír por lo tierno que se veía.

– Por eso viniste ¿Para decirme que no podrás venir todos los días? –el alfa asintió, y el dios solo pudo acariciar sus finos cabellos, revolviéndolos divertido-. Gracias, te esperare pacientemente hasta que termines tus clases.

Víctor le miro, la tierna sonrisa que Yuuri le dedicaba elevaba en él un sentimiento cálido, que era diferente a todo lo que antes hubiera podido sentir, su rostro lo sintió hirviendo, y no sabía si era producto de la cercanía con el calor de chimenea. Era una sensación burbujeante, no quería que terminara.

– Yuuri –le llamo-, tengo otro favor que pedirte.

– ¿Cuál es? –rio, al paso que iban, Víctor seguía pidiendo más y más favores de los que podría aceptar. Solo esperaba que no fuera una locura semejante a la de hacerlo su estudiante.

– Enséñame a patinar.

– ¿Eh?

– Se que los alfas no deberían practicar este tipo de artes, pero de verdad me gustaría bailar contigo en el hielo, se que te dije que luego de ser tu estudiante no te pediría nada más pero, de verdad quiero aprender a patinar…

Yuuri tenía poco tiempo de conocer a Víctor, en ese tiempo había visto facetas muy maduras e infantiles de él, pero eran muy predominantes las que estaban cercanas al tipo de persona que este quería ser, Yuuri lo sentía, sabía que pese a su edad Víctor no disfrutaba ser quien era y aunque no imaginaba el motivo, le dolía mucho que un niño como él fuera reprimido hasta ese punto, por eso cuando observo su rostro al pedirle que le enseñara, vio al verdadero Víctor, a ese chiquillo con colores pastel que su alma deseaba tener.

– Está bien –Víctor alzo la vista, el omega le tomo de sus manos sosteniéndolas entre las suyas-. Te enseñare a patinar también.

– ¿En serio lo harás? –pregunto sin poder creerlo-. ¿No te negaras aunque sea un alfa y no debería aprender eso?

– Eres un niño, no soy quien de privarte esto que deseas –le respondió, sonriendo mientras sentía el millar de colores del aura de Víctor explotar contra él-. Eres libre de ser quien quieras conmigo, Víctor.

Y como si nada pudiera detenerlo, el zarévich se lanzo a abrazar al dios que le correspondió en un mar de risas por la efusividad del pequeño.

– ¡Gracias Yuuri! ¡Sabía que eras el mejor!

Aun teniendo en cuenta que Víctor debía asistir a sus clases particulares y practicar arquería, Yuuri le enseño también como patinar. Al principio este se desanimo al no tener como obtener un par de patines, pero en eso Yuuri se las ingenio creando unos con un par de zapatos que le pidió. Después de eso no existió limitante alguna para que el zarévich Víctor aprendiera a patinar a su gusto, solo necesito de un par de clases para poder patinar a la par junto al dios del hielo, no había necesitado mucha más ayuda, era casi natural para él alfa deslizarse sobre el hielo, como una extensión más de él, igual que Yuuri.

Fue allí que Yuuri comprendió lo que ocurría con el manejo del arco con Víctor, este no lograba aceptar ese arte como algo para él, su corazón y su mente veían esa actividad como una obligación y eso le impedía seguir avanzando. La obligación mermaba la verdadera personalidad de Víctor, y ahí era donde Yuuri debía ayudar.

Cambio el ejercicio, se sentaron uno junto al otro, en tranquilidad, colocándole diversos casos. Algunos donde estaban involucrados sus padres, otros donde estaba involucrado el dios, allí fueron orientando sus pensamientos, amoldando su alma a encontrarse con el instrumento. El poder de un arma debía estar matizado por la fuerza mental de quien la empuñaba, y si la direccionaba hacia la protección de una persona, de seres importantes para él, quizás habría una mejoría. Que no estuviera limitado a una superación, que no estuviera ligado a un deber familiar, sino a un deseo de querer proteger a alguien.

El momento cuando Víctor lanzo la flecha hacia el objetivo y este fue alcanzado, fue algo en demás reconfortante y lleno de emoción, el pequeño se abrazo del cuerpo del omega y este le correspondió con la misma emoción. Era un pequeño paso que se había sentido infinitamente dichoso, porque aunque fuera poco significaba estar cada vez más cerca de la meta que se habían planteado.

Notas finales de la autora: de verdad necesitaba que Yuuri patinara frente a Víctor si o si.

Este capitulo retrata un poco el sentimiento de obligación y deber que tiene el pequeño Víctor  ante su familia por ser el futuro Zar de Rusia, lo que mentalmente lo limita a hacer un poco las cosas aunque las desee infinitamente, no son de su agrado y hacerla por ese sentido del deber trae más consecuencias que aportes, Yuuri se da cuenta de eso y trata de ayudarlo, potencinado lo que verdaderamente el desee hacer mientras esten juntos.

Víctor tampoco le ha dicho a Yuuri que es el zarevich, y quiero que tengan eso presente para los siguientes capitulos.

La canción de esta semana es Here de JUNNA, opening 1 de Mahoutsukai no Yome versión piano.

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Publicado por ellexlight

¡Hola! Mi nombre es Génesis, pero por esta zona me conocerán como Elle. Soy licenciada es Gestión Ambiental y vivo en Caracas, Venezuela. Me gusta la lectura, la música (especialmente la instrumental y japonesa), y sobre todo escribir. Tengo escribiendo desde el 2009 y he estado en varios fandoms, tales como SCC, TRC, PPG, inazuma eleven y muy gran parte en Death note, a quien amo con locura. Tengo casi tres años escribiendo para YOI, que se ha vuelto un amor extremo para mi y recientemente he comenzado a escribir para el fandom de BNHA. En cuanto a géneros me gusta el drama, lo erótico, lo fantástico, detectivesco y mpreg/omegaverse. Multishipper a morir.

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