Por favor, espero puedan disfrutar la lectura con la siguiente melodía.
Pasaron días bastante amenos en los que Yuuri contaba con la compañía de Phichit y Seung, tanto el brujo como el dios del hielo habían afianzado sus lazos de amistad convirtiéndose en excelentes amigos. Las pesadillas de Yuuri habían dejado de ser tan recurrentes, y cuando estas aparecían tenía todo el apoyo del moreno para poder sobrellevarlas. Al fin tenía un apoyo.
Poco a poco Yuuri volvía a sentir como sus días eran cálidos y familiares, haciendo que por momentos olvidara las razones por las cuales estaba de viaje en la tierra. No era algo adrede, pero como algo usual de las personas, uno prefiere estancarse en un entorno tranquilo que seguir atravesando un duro viaje.
Pasar tiempo al lado de esos dos era como experimentar un sinfín de emociones nuevas. Para el dios de ojos ámbar, el brujo era una biblioteca llena de sorpresas relacionadas al mundo humano, este le contaba cosas relacionadas al mundo que él desconocía en gran medida. Durante ese tiempo aprendió innumerables cosas sobre la vida en la tierra, aprender a cocinar fue una de ellas. Había ayudado torpemente a Yuko en el tiempo que vivió con el pueblo, pero nunca le fue dada la cocina. Pese a que siempre usaba su magia, había ocasiones en las que Phichit decidía cocinar como cualquier ser humano y era en esos momentos en los que Yuuri aprendía de él, el brujo era paciente y le explicaba lo que necesitaba hacer y cómo hacerlo. Tareas como pelar papas y manzanas fueron sencillas mediante las explicaciones que le daba. También hubo aprendido que se encontraban en uno de los países más grandes del continente, que el mar estaba lejano a ellos en su actual posición, que era un reino con un clima muy frio y con muchas temporadas nevadas que cualquier otro. Phichit le explico sobre la economía y la geografía, le mostro libros y las rutas donde se encontraban los principales poblados del reino, cosas básicas que necesitaría cuando reiniciase su viaje pese a que el dios lo evitase tácitamente. El brujo se convirtió en su principal maestro del mundo humano, al igual que el mentor del pequeño Seung.
Yuuri paso un año entero en compañía de ambos humanos, disfrutando del invierno nuevamente en compañía de estos. Por los días donde la nieve caía intensamente, se quedaban frente a la chimenea contando historias o leyendo libros y tomando bebidas calientes preparadas por Phichit hasta la hora de la cena. Era una vida monótona pero extremadamente feliz para el trio de chicos.
Un día, Yuuri regreso solo de buscar frutos del bosque, gran parte del camino había sido guiado por los animales del bosque los cuales siempre le seguían al salir de la casa, acariciando a un par de ellos se despidió, ingresando en silencio. Pero al entrar se quedó congelado con la imagen que encontró. Dormido profundamente entre las piernas de Phichit, Yuuri observo como este depositaba suavemente un beso en el borde de sus mejillas dejando salir un suspiro entrecortado. La escena podría salir desapercibida para cualquiera dado que el brujo era omega y estos podían tener un gran instinto maternal al adoptar niños pequeños, sin embargo, lo que noto Yuuri en el aura del moreno era todo menos un sentimiento de fraternidad. Se mantuvo en silencio analizando esa imagen, dudando de la veracidad de lo observado, pero no había duda, había notado en sus ojos aquello que no mentía, unos ojos repletos de un amor inmenso y no correspondido.
-Sal de ahí Yuuri, sé que estás ahí-este salto en sorpresa cuando le hubieron llamado y sin más remedio salió de su escondite encarando a Phichit, aunque por primera vez este no se atrevía a observarle-.
En silencio para no despertar a Seung, Yuuri se sentó frente al brujo cerca de la chimenea, aun estando frente a él, este nunca aparto la mirada del niño mientras acariciaba sus cabellos.
-Has visto todo ¿verdad? – el dios asintió, Phichit cerró los ojos suspirando pesadamente-. ¿No dirás nada?
– Yo bueno… Me sorprende un poco-reconoció-. No creí que hubieras podido desarrollar tan magnitud de amor en tan poco tiempo.
Y Phichit sonrió, riendo un poco.
– Es verdad, aunque he sido muy riguroso para no demostrar nada, simplemente no pude contenerme.
Hubo un breve momento de silencio en donde ninguno dijo nada, el dios del hielo se mantuvo a la expectativa de cualquier palabra del brujo, este termino de armarse de valor para hablar sobre la verdad.
– Aunque creíste que los he conocido a ambos a través de un sueño, en realidad solo fue en tu caso; con respecto a Seung Gil, lo llevo conociendo por mucho tiempo más.
Yuuri recordó como Seung le había contado un poco sobre su semejanza con Phichit, pero nunca hubo profundizado más en la relación de ambos. Viendo las dudas del dios, el brujo prefirió ser sincero respecto al tema.
– La primera vez que conocí a Seung respondía al nombre de Soon Wong, hace 70 años aproximadamente.
– ¿Soon Wong? ¿70 años? –cuestiono sin entender.
-Sé que te debes estar preguntando como puede ser eso posible-respondió divertido ante la mueca en su rostro -, pero la realidad es que Seung es la reencarnación de una persona muy apreciada para mí. ¿Sabes lo que son las reencarnaciones verdad?
– Ah, sí. Todas las almas humanas están destinadas a tener una reencarnación al terminar su vida, aunque esta no siempre está ligada a su anterior vida directamente, tanto en lazos como en recuerdos-explico.
– Veo que conoces muy bien el tema-reconoció sonriendo-. El alma de Seung Gil es uno de esos casos extraordinarios. Debido a mi longevidad, mi cuerpo envejece cuatro veces más lento que un ser humano común, llevo viviendo varias décadas la edad que aparento –admitió-, pensé que todo era maravilloso con tal de no envejecer, ganarme la vida a través de mis visiones y vivir por los confines de la eternidad. Pero luego de varios años de vivir así, todo se vuelve monótono y vació, pero eso cambio cuando lo conocí.
Cuando Phichit conoció a Seung por primera vez, este respondía al nombre de Soon Wong. Él era solo un joven beta que se ganaba la vida como carpintero viajando constantemente prestando sus servicios, tenía un don para lo que hacía y una suerte que le acompañaba a lo largo de su vida. Se enamoraron desde el primer momento en que se conocieron pese a que eran beta y omega, su amor fue intenso y ampliamente apasionado, pero sincero y muy verdadero. Phichit nunca creyó que llegaría a ser tan feliz al lado de una persona hasta conocerlo, solo disfrutaban de las cosas simples de la vida, pero eran tan felices. El tiempo pasaba, Phichit permanecía igual pero el tiempo era algo complicado para Soon. A pesar de su enorme suerte, esta no le ayudo a luchar contra una terrible enfermedad que padeció a los 6 años de compartir su vida con el joven brujo, terminando por fallecer irremediablemente.
-Sentí que nunca me iba reponer de eso-comentaba-. Pensaba de qué me servía la juventud eterna sino podía permanecer al lado de la persona que amaba. El hueco que él había llenado había vuelto a abrirse y esta vez había dejado cicatrices marcadas.
Phichit viajo durante décadas como nómada, viviendo como un autómata que sigue solo sus instintos, sin la compañía de su amado nada más le importaba. Hasta tal punto que deseo morir en incontables ocasiones solo con el fin de seguir a Soon en el más allá, pero se detuvo en seco al ver por sus sueños nuevamente a esa persona, ellos reunidos de nuevo.
-Nos volvimos a encontrar 30 años después de su primera muerte.
Soon había renacido respondiendo al nombre de Lee Sung Gray, un alfa que tenía 25 años en esa vida cuando se reencontraron, pero esta vez no había nacido como un humano común y corriente, a través de su sangre había heredado un poder incluso superior al que Phichit tenía, y gracias a ella, había podido recuperar los recuerdos de su anterior encarnación. La felicidad no cabía en ambos al estar juntos nuevamente, sin embargo, como Phichit no envejecía la gente comenzaba a temer de él llamándolo brujo, Seung tampoco salía exime de ello al tener una magia tan fuerte, y es por ello que deciden mudarse al bosque para vivir tranquilamente sin que nadie les molestase. Aunque esta vez eran alfa y omega, de igual modo no pudieron concebir hijos, y aun con ello, ninguno de los dos se desanimó y siguieron felices teniéndose solo a ellos. Pero la felicidad les duraría solo 19 años, Lee volvió a enfermar gravemente como su anterior encarnación, la misma enfermedad parecía que le perseguía en todas sus reencarnaciones.
-En su lecho de muerte Lee uso lo último de su poder para guiar a su alma más rápidamente hacia un nuevo cuerpo, también sacrifico su suerte y pago con sus recuerdos para que no tuviese que sufrir de esa enfermedad que acaba con su vida mucho antes de lo esperado-relataba el brujo-. Aunque fue extremadamente difícil separarme nuevamente de él, en esta oportunidad solo debí esperar 10 años más para poderlo ver. Me aleje de la gente y de todo con la única esperanza de volverlo a ver. Cuando lo vi la primera vez tenía tan solo 5 años, no podía creerlo-sonrió-. Era tan lindo y pequeño. Lo observe por un tiempo notando que no era igual que el resto de los niños, y que el mismo Seung lo sabía, pero no podía acercarme más, esta vez no me recordaba.
-Phichit.
-En esta vida estaría a su lado nuevamente tal como quería, pero me tocaría cuidar de él y criarlo, tomándolo como el hijo que nunca tuve con Soon o con Lee-expreso sonriendo levemente.
-Pero tú lo amas-dijo.
-Lo sé-acepto-, pero el ya no conoce como yo lo conozco a él y aun es un niño que necesita del amor y comprensión de una madre. Creo que con ser capaz de brindarle ese apoyo me traería una gran felicidad, aunque no pueda compartir el mismo amor que teníamos antes, sinceramente pienso que con eso me basta. Está de regreso conmigo.
Por ese instante, Yuuri comprendió lo complicado que eran las realidades de todas las personas, todas eran distintas, pero tenían tanto calor humano en ellas, y aun había cosas que no lograba descifrar bien. Y tal como aseguro Phichit, al despertar Seung este actuó como si nada, fungiendo el rol de una madre para el pequeño Seung, guiándolo en todo lo que pudiera. No obstante, el dios del hielo no estaba muy convencido dada la profundidad de los sentimientos del moreno y temía que solo sufriera más, sin embargo, no estaba en su poder rebatir aquello. Tampoco podía asegurar que los sentimientos que tenía Seung por el brujo fueran a cambiar teniendo en cuenta que aún era un niño, quizás solo debía ser paciente.
Al día siguiente Yuuri y Seung salieron a caminar en busca de frutos y leña para el fuego. En su camino de regreso a casa sienten como una atmosfera extraña se formaba alrededor de ellos, ambos lo notaron observando como el cielo se mantenía turbio, como si una gran tormenta estuviese a punto de caer en cualquier momento sobre ellos. Seung le pide a Yuuri que debían darse prisa para regresar a casa y este le secunda sintiendo un mal presentimiento, algo iba a pasar, su corazón e intuición se lo indicaban, desconocía que era, pero era algo malo, muy grave; su corazón estaba tan alborotado que parecía que se iba a salir de su pecho.
– ¡Yuuri!
Seung grito apuntando un punto más adelante entre los árboles, parecía ser una persona herida que se encontraba postrada en el lecho del árbol. Ambos corrieron a auxiliar a la persona que estaba llena de sangre por todo su cuerpo, Yuuri y Seung no sabían cómo podía seguir respirando, pensando que si no era tratado rápidamente moriría.
El joven de cabello azabache pensó que con tales heridas sería incapaz de soportar el trayecto hasta la casa de Phichit, por lo que tomo las manos del hombre entre las suyas curando sus heridas con sus poderes. Yuuri respiro aliviado al momento de sentir que la respiración del hombre se había calmado, pero el sonido seco de algo cayendo a la nieve le llamo la atención.
-Y-Yuuri…-le llamo Seung con voz temblorosa y una mueca de terror en su rostro.
– ¿Qué paso Seung? –pregunto, este sin dejar de ver lo que estaba frente a él, apunto en esa dirección con su mano.
Yuuri giro a ver lo que apuntaba dándose cuenta de quién era en realidad ese hombre. Frente a ellos, la persona que había curado era nada más ni nada menos que uno de los sacerdotes del pueblo donde nació Seung Gil, específicamente aquel que lideraba la cruzada para su sacrificio en nombre del dios del sol. Yuuri apretó fuertemente los puños recordando todas las cosas que gracias a él y muchas otras personas provocaron para que parte de la infancia de Seung haya sido un infierno.
– USTEDES….
-Yuuri- llamo al dios tomándole de las ropas, este le tomo fuertemente de las manos, colocándolo tras de él.
-Descuida, no dejare que se acerque a la casa-expreso formando sutilmente una barrera vegetal que imposibilitaba la vista hacia la casa de Phichit-.
– ¡TODO ES CULPA DE USTEDES HEREJES DEL DEMONIO! –gritó mientras que Seung comenzaba a sollozar asustado, Yuuri se colocó en posición defensiva.
-Usted ya está bien ¿o no? -dijo con una voz extremadamente frío y distante-, No sé qué es lo que le haya pasado, pero ya está bien, sobrevivirá, así que le pido que se retire.
– Ustedes tienen la culpa-volvió a repetir en una especie de trance, el dios del hielo estaba claro que el hombre no estaba en sus cabales, no era ideal permanecer allí.
– Seung, ve corriendo a la casa luego de dormirlo iré tras de ti-indico.
-Pero-dudo-. ¡Yuuri cuidado!
Perdieron de vista un segundo al sacerdote, y este ya estaba cerca de ellos amenazándoles con un cuchillo, Yuuri logro empujar a Seung a tiempo, pero el hombre logro jalarle de los cabellos.
– ¡Yuuri! -grito alarmado.
– ¡TODO ES SU CULPA! ¡SINO FUERA POR USTEDES! -vociferaba el viejo sacerdote mientras jalaba más fuertemente de los cabellos del azabache. Seung intento ir a ayúdalo, pero el hombre lo golpeo con todas sus fuerzas lanzándolo unos metros más adelante-.
– ¡Seung!
Yuuri se separó de las garras del viejo corriendo hacia donde estaba el pequeño, el hombre lo había pateado con gran fuerza provocándole un fuerte moretón en el rostro, este le sonrió levemente para indicar lo valiente que había sido, pero la furia de Yuuri no fue mermada e iba en aumento.
-USTEDES TRAJERON LA DESGRACIA A NUESTRO PUEBLO-seguía vociferando-. AHORA TODO ES SANGRE Y CENIZAS ¡¡Demonios!! ¡USTEDES SON UNOS DEMONIOS!
– ¿demonios? -repitió el dios, acaricio el rostro lastimado del niño para luego encarar al sacerdote, este quedo inmóvil ante lúgubre mirada que le trasmitía-. No me haga reír ¿No son ustedes los verdaderos demonios? –camino hasta él, siendo que a cada paso que daba, el sacerdote retrocedía con pavor, cuando ya no tuvo escapatoria, Yuuri lo tomo por el cuello de sus ropas-. malditos humanos.
– L-Lo sabía, esa persona tenía razón con lo que decía ¡Tú eres el heraldo de la destrucción! – murmuro, pero Yuuri no razonaba nada.
El ambiente alrededor de ellos comenzó a calentarse, las ramas de los árboles se quebraban de la fuerza de la energía que era emitida desde el cuerpo del dios. El cielo se oscureció por completo, revelando vientos que eran capaces de llevarse a una persona. Los puños de Yuuri se contraían a tal fuerza que la sangre comenzaba a manar de ellos, cada segundo la fuerza que ejercía era mayor.
– Ustedes fueron los demonios ¡Capaces de volver un infierno la vida de un niño pequeño! ¿¡y dice que nosotros somos los demonios?! ¡No me haga reír!
El rostro del sacerdote iba cambiando en color por la fuerza ejercida por Yuuri, a lo lejos Seung le gritaba que se detuviera, pero este hacia caso omiso a todo, la tormenta se intensificaba y el dios ya no escuchaba a nadie, en su mente solo pensaba una cosa.
-Si tan solo personas como ustedes no existieran-murmuro afianzado el agarre, el cuerpo del sacerdote se retorcía en espasmos mientras salía espuma de su boca, Seung lloraba desde su sitio mientras gritaba a Yuuri que se detuviera.
– ¡Lo vas a matar!
– ¡Yuuri!
La voz alarmada del brujo y un golpe en seco contra su rostro hicieron despertar al azabache del estado en el que estaba. Desorientado, observo sin entender a Phichit quien respiraba agitadamente, a su lado, abrazado contra su pierna Seung lloraba con grandes hipidos y frente a sí, estaba el viejo sacerdote en el suelo, estaba inconsciente y unas marcas huellas en su cuello mostraban la fuerza que le fue infligida en esa determinada zona. Yuuri soltó en un grito ahogado alejándose de golpe, con terror miro sus manos ensangrentadas mientras estas temblaban incontrolablemente. Nuevamente estuvo a punto de hacerlo. De nuevo iba a cometer un acto sanguinario contra un ser humano.
– ¿Yuuri?
– ¡No! ¡No te acerques! –le pidió mientras cubría su rostro y comenzaba a llorar-. ¡Estás en peligro!
-No, no hay ningún peligro-le susurraba mientras intentaba calmarlo-, este tipo esta inconsciente, ya todo está bien…
– ¡No está nada bien! -decía mientras lloraba-, estuve a punto de matar a otra persona ¡iba a matar una persona y creí que estaría bien hacerlo! Tal como ha dicho ese hombre me he convertido en un demonio.
Pero Phichit lo tomo del rostro y lo obligo a mirarlo, mientras le dirigía una mirada reprochadora.
– ¡Idiota! No eres un demonio, no tienes por qué controlarte, solo debes conocerte aún más, cuando lo hayas logrado, no tendrás nada porque temer. De ese mismo serás libre de las cadenas que tú mismo te atas. No puedes dejarte contaminar por las energías negativas de los humanos. Tu eres un dios-le increpo-. Tú serás capaz de superar todas las pruebas que tengas y serás capaz de mantener la cordura tal y como has hecho hasta ahora.
– Pero… No se cuanto más pueda mantenerme así.
– Todos hemos perdido la cabeza alguna vez, nadie esta exime de sus pecados, incluso yo -dijo, Yuuri le miro- pero debemos ser fuertes, tu eres fuerte. Y es el momento de demostrarlo, porque ya no estarás solo.
– ¿Ya no estaré solo? –repitió.
Fue en ese momento que Yuuri sintió un retumbar en su corazón que le hizo buscar con su mirada el horizonte en dirección al este, sin motivo aparente las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas y un calor extraño se apodero de su pecho, no era producto de las palabras de Phichit, él tampoco se estaba refiriendo a Seung o a él, y Yuuri no sabía que exactamente era eso, pero se sentía como si la larga espera hubiera terminado. No sabía porque, pero lograba sentir el sonido de un llanto, como si se tratase del llanto de un recién nacido, necesitaba seguir escuchándolo, era como la plegaria hacia su recuperación. Ante las expresiones realizadas por el dios, Phichit determino que el momento de contarle todo a había llegado al igual que el momento de decir adiós.
-Yuuri-le llamo, él le miro mientras terminaba de secarse las lágrimas-. Sé que ha sido corta nuestra convivencia, pero creo que el momento de continuar tu viaje ha llegado-en silencio le extendió la curiosa bolsa que tenía cargando rato en su espalda, Yuuri sonrió algo melancólico.
– ¿Estabas preparado para este momento o simplemente fue una corazonada? –pregunto tomando la bolsa, el moreno sonrió divertido, pero con un deje de tristeza en su mirada.
– Hubiese preferido que fuera una falsa alarma, pero tanto tu como yo sabemos que no es así.
-Si.
-Perdona por no decírtelo en todo este tiempo-se disculpó-, pero había muchas cosas que yo sabía de ti y que te ayudarían en tu viaje para regresar a tu hogar, cuando llegaste no era el momento ni estabas preparado para ello. Hay cosas que aún se de tu viaje que no estás preparado para escuchar, pero ahora puedo decirte algo dado que a lo largo de este tiempo has logrado reflexionar y madurar ciertos aspectos de ti que eran necesarios para esta nueva etapa de tu viaje.
Phichit sabía desde el principio la historia de principio a fin sobre el viaje del dios del hielo Yuuri, como este llegaría a él y como se convertiría en su amigo, guía y apoyo para que fuera capaz de recuperar para retornar su viaje por el mundo humano, le enseñaría cosas respecto a él y las pistas de lo que tendría que hacer de ahora en adelante en su viaje. La mente humana era demasiado compleja, y era necesario que Yuuri la comprendiera para dominar aquellos poderes que están relacionados a ellos. Es por eso que era necesario tener contacto con todas las formas en las que estaba el ser humano, tanto en el bien como en el mal. El ya conocía los rasgos de la luz que están dados con la vida y la gentileza, y también conoció lo rasgos más oscuros como lo era la muerte y la maldad que estaba presente en el alma de muchos humanos. Yuuri debía sobrepasar la contaminación humana para así entender su propia naturaleza. No estaba allí solo para dominar su poder, estaba allí para reconocerse a sí mismo. No era una tarea fácil, quizás le tomaría años humanos en lograrlo, pero estaba completamente seguro que sería capaz de lograrlo.
La despedida era ya inevitable en ese momento, con todas las fuerzas que tenía Yuuri debía desprenderse de Phichit y Seung para proseguir su viaje.
– Prométeme que te mantendrás a salvo-le pidió el moreno.
– Prométeme que podrás ser sincero contigo mismo y darte una oportunidad.
– Eso no es justo Yuuri, yo no puedo simplemente…
Pero la sonrisa reflejada en el rostro de Yuuri dirigida a él, le hizo callarse, este le tomo de las manos y le pidió que no tenía nada que temer. Por primera vez en mucho tiempo, el brujo pensó reconsiderar lo que este mismo se planteaba desde hace años ¿debía darse una oportunidad a sí mismo?
– Lo intentare- acepto, y Yuuri lo abrazo emocionado.
– ¡Sabía que lo intentarías!
– Yuuri
El dios del hielo bajo la mirada, encontrándose con el rostro lloroso del pequeño Seung. Por tanto, tiempo pareció la mirada de un adulto en la cara de un niño, viéndolo con los ojos brillantes por las lágrimas y la nariz goteante, luego de tanto tiempo podía verlo como en verdad era, tan solo un pequeño. Lo cargo en sus brazos y limpio sus lágrimas sonriéndole, abrazándolo un poco hacía él.
– Seung, lo siento mucho, pero debo continuar mi viaje. ¿Serás un niño bueno? Por favor prométeme que cuidaras de Phichit en mi lugar.
– ¿no me olvidaras? –pregunto.
– Aunque pasen siglos jamás seré capaz de olvidarme de ti o de Phichit-lo abrazo aún más acercando a Phichit en el proceso-… Los extrañare mucho.
– Estaremos bien-agrego el brujo-. Porque ya no estamos solos.
Prometiendo que nuevamente volverían a verse, Yuuri emprendió nuevamente su viaje por el mundo. Las enseñanzas que tomo de Phichit le serian útiles de ahora en adelante en su camino y el recuerdo de ambos le daría la fuerza necesaria.
Viajaría por muchos lugares, visitando innumerables lugares, observando paisajes nunca antes observados y conociendo e interactuando con sin fines de personas por todo el reino. Aunque los caminos fueran rústicos, difíciles y desprovistos de vida, al punto de creer caer en la desesperación, Yuuri se levantaba de nuevo con la frente en alto observando una estrella brillante al alba. Lejos una voz le llamaba, y él se guiaba por ella, una voz que escucho al comienzo y que intentaba guiarlo en ese accidentado viaje.

Notas de la autora: Finalmente llegamos al final del primer arco de la historia, se que me he tardado con la publicación de los capitulos que me faltan, pero es engorroso subirlos desde la tablet, al fin pude lograr algo de espacio en la computadora (despues de que mi hermana culminara sus tareas de cuarentena). Espero les haya gustado hasta el momento, ya aparece finalmente nuestro amado Victor en el siguiente acto.