Mickey sentía un revoltijo de nervios y alegría en esos momentos, tan solo llegar a casa y dar lo que tanto había esperado por varios meses.
Sus manos sostenían el sobre importante, siendo seguido del temblor que producía estás mismas, al punto de tener la mejor opción de guardarlas en los bolsillos de su suéter, mientras dejaba que el taxi lo dirigiera al apartamento para llevar buenas nuevas del porqué su visita hacia la clínica el día de hoy.
Estaba ansioso, pero no podía dejar de temer en lo que pensaría… Él. No habían hablado mucho de ello, y ahora viniendo con aquella prueba lo tenía comiéndole casi vivo; No estaba seguro si estuviese conforme con el resultado.
¿Y si quería que fuese distinto? De todas maneras aún faltaba saber otros detalles de ello, pero por el momento, tendrían que conformarse por lo primero de todo aquel asunto
El taxi se había detenido en la zona acordada; Michele pagó al conductor para así salir del transporte, respirar un poco antes de que tener que ver el último mensaje que le mandaron.
«Estaré en casa en 20 minutos».
Había sido enviado hace una hora, justamente cuando estaba en medio de la consulta.
Ya debe estar adentro.
—Tranquilo Michele, solo… Solo es él. —Se habló con intento de determinación— Él decidió esto, se tendrá que conformar con el resultado
No sirvió de nada su charla motivacional a sí mismo, pero aún así, tomó la agalla de entrar y enfrentar.
Al llegar a su piso y número de apartamento, tuvo más procesamiento de lo que pudiese ser el resultado, lo calmó un poco, o eso había sido hasta que abrió la puerta, y lo encontró a él.
—Yo… Yo he vuelto. —Anuncio, en lo que cerraba la puerta.
El otro lo miró con una ceja alzada, y se acercó con cierta lentitud, hasta llegar al punto en el que ya no hubiese mucho espacio entre ambos.
Sin esperar, lo tomó de su cintura y beso su frente.
—Me di cuenta. —Respondió él, regalándole una sonrisa, que para el Omega, era una de las más encantadoras que pudo haber visto en su vida— Bueno verte otra vez, Mickey.
El llamado rodó sus ojos con burla, correspondiendo el gesto con el cual el más alto le había recibido.
—Solo fue una hora más, además de que tienes que ejercer mejor tus rutinas. —Golpeteo el pecho fornido del otro— Checo tonto.
Rió al oírle el «aprecio», mientras acercaba a besar su mejilla, haciéndole reír al otro cuando raspaba con su barba contra su piel.
—E-Emil… —Quiso detenerlo, pero las risas no fueron de ayuda.
Aunque el checo no tardó en parar, pero mantuvo su mirada en la mirada violeta del castaño, apreciando cada detalle de su belleza, sin poder evitar querer hacerlo de otra manera.
El rubor en el rostro del italiano estaba aumentando cada vez que le miraba acercarse para ahora besarle en los labios, y no es que le disgustara, solo que, no quería perder más tiempo, y decirle lo importante del asunto.
Desvió su mirada, haciendo que el chico rubio se desconcertara por tal rechazo.
—¿Mickey…?
—Te-Tengo los resultados.
Por fin, sacó de su bolsillo la mano que sostenía el sobre, sonriendo muy leve hacia Emil, queriendo ocultar mínimo la pizca de nervios que sentía.
Emil no tardó en olvidar el mal gesto anterior del castaño, ahora él también estaba ansioso, tomando con cuidado aquel sobre, separándose un poco del otro, pero solo para poder dirigirse ambos al sofá y ver aquello.
Abrió el sobre en lo que tomaba asiento, en frente de Mickey, y sacando lo que era la información de la consulta de hoy que tomó Crispino.
Luego de ello, sacó lo más esperado, lo que Michele ya quería que el checo analizara desde que salió del hospital.
Emil lo miraba, como si fuera la cosa más extraordinaria que sus ojos azules percibieron en toda su vida. Se tomó unos largos minutos viendo cada detalle, para así volver su mirada hacia su pareja, pero ahora, pidiendo que se lo confirmara, como si él tuviese la última palabra.
Michele rió muy corto, con ternura, asintió para aclarar lo que le quedaba de duda.
—Es una niña.
Y vaya que fue suficiente aclaración; Emil salió disparado hacia el lado de Michele, ahora mirando juntos aquella prueba, esa ecografía que daba muestra de cómo se miraba ese pequeño bebé de… 4 meses.
—Oh cielos, no puedo dejar de mirarlo, y ahora me siento mucho peor en no haber estado allí para esto. —Y Si, el Alfa había regresado recién de una competencia de patinaje que había sido seleccionado, por ende no pudo acompañar a su pareja al médico para confirmar el sexo del bebé.
Trató de contener sus lágrimas, y la mordida a su labio inferior era señal de que reprimía en soltar grito alguno por la emoción.
—Aún es pequeñito… Bueno, Pequeñita. —Se corrigió, riendo entre pequeños sollozos.
—Pero es suficiente, Emil. Estamos… estamos esperando una niña… Una hermosa… Niña… —Michele no se contuvo, él ya estaba volviendo a llorar ante el momento.
O eso quería hacer creer a Emil.
El otro alzaba una ceja, notando que su pareja había desviado su mirada para tratar de controlar su llanto diminuto.
Fue tocando la mejilla húmeda, dirigiéndolos nuevamente a su expresión preocupada.
—¿Pasa algo, Mickey? —Trató de oírse firme, pero incluso sus propias emociones estaban esparcidas que no sabía cómo tener un orden.
—N-No, solo… —Trataba de limpiarse inútilmente, las lágrimas seguían cayendo sin cesar— Es que, no me imaginaba que este momento fuera así —Lo miró, sus ojos aún cristalinos reflejaban un pequeño brillo que a Emil le pareció precioso— Pensé que con el transcurso del crecimiento del bebé, estaría solo… Me había hecho la idea muy rápido, luego de que haber sido rechazado por mis padres…
—Pero ahora es diferente —El rubio tomó las manos del Omega, besándolas con delicadeza— Me tienes a mi, no te dejaré a tu suerte. —Le sonrió— Haré todo para que estén bien, tú y la bebé…
—¿E-Estás seguro? —Michele estremeció; No quería hacerlo, pero tampoco se sentía bien en tener a Emil a su lado, si eso no fuese lo que quería— Aún estás a tiempo de retractarte, yo… T-Tú eres joven, y además no tienes que responsabilizarte de algo que no es…
—Mickey, te amo. —Tocó ambos lados del rostro moreno, acariciando los pómulos con sus pulgares— Te amo más que nada, y quiero hacer una vida contigo, y… Si velar por ese bebé es la manera para tenerte, entonces lo haré.
Dirigió una mano hacia el vientre ya abultado del italiano, acariciando cada zona de ello, mientras su gesto compasivo seguía presente, queriendo hacerle ver qué no estaba solo.
—Seré un padre para ella, y la amaré como si fuera de mi propia sangre. —Besó castamente sus labios— Seremos una familia…
Las lágrimas volvieron a inundarle los orbes violaceos, pero a diferencia de hace minutos, ahora eran de seguridad y alegría, tanto su Omega interior como él mismo, se sentían complacidos.
Abrazo al alfa, tratando de calmar su llanto, aunque en vez de eso, crecía; soltaba todo lo que estaba resistiendo desde el momento que se enteró que iba a concebir a una niña.
Una preciosa nena, que aunque no tendría las facciones, el gen, o algún otro aspecto de Emil, sería su hija, de él y suya, de nadie más.
Ellos ahora serían su familia.
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Michele Crispino era conocido como uno de los competidores más agresivos y malhumorados del circuito de Omegas dentro del patinaje artístico. Sin embargo, también era alguien a quien realmente le daba esmeros a sus temas y rutinas en sus programas, y por ello era reconocido como buen patinador de su categoría.
Por eso mismo, también se podía considerar como alguien que no tenía tiempo en nada más que en aquel deporte, y por supuesto, en su hermana gemela Sara Crispino, la cual sobreprotegía, importando menos que ella fuese una Alfa a la cual muchos consideraban atractiva, sobretodo los de la misma casta que la chica, lo que causaba en Michele ese sentimiento de querer aislarla de cualquier cretino que quisiera hacerle daño, tanto físico o sentimentalmente.
Por su misma obsesión de mantener a su gemela a salvo, más sus prioridades sobre el hielo, ha dado ante los demás una imagen y actitudes que se daba; para cualquiera era muy difícil ver a Michele seder ante cualquier otro Alfa que quisiera marcarlo, y perjuraban que jamás en su vida iban a verlo con uno en un plan más íntimo.
Bien, eso solo fueron suposiciones.
….
2016; Luego de no avanzar a la final del Grand Prix, y para desechar más la «suerte», su hermana le había dado el ultimátum, diciendo que estaban mejores separados y que necesitaba salir de su burbuja respecto a reprimir las emociones que su Omega interior quería expresar cada vez que percibía la presencia de cierto alfa checo que casi parecía que su vida dependía de mantenerse a su lado cada vez que podía verlo.
Por más que se negaba admitirlo, sabía que no era bueno ocultando sus sentimientos, o por lo menos no de su familiar, la cual fue la primera en notar que el omega realmente estaba atraído por el patinador de República Checa.
A pesar de que por un lado la posibilidad de ser correspondido lo motivaba, la depresión no se pudo evitar, y haber perdido la oportunidad de pasar a las finales no fue de mucha ayuda, haciendo que Michele pasara una de las peores noches de su vida, evitando cualquier alientos conocidos, incluso la presencia del alfa barbudo.
Oh, pero ahí no había sido lo peor.
Un alfa, que para su desgracia, había atraído su atención por extraño que fuera.
Una cosa llevó a la otra, hasta el amanecer, despertando con el dolor en su parte baja, al igual que percibía el frío de la mañana golpeando su piel morena y expuesta, y con eso cayó en cuenta de que estaba en cama… Y no estaba solo.
El Alfa había caído en celo, y él fue el primero en recibir sus feromonas.
Michele había quedado tan aterrado, tanto por el hecho de haber copulado sin siquiera haber estado preparado, como porque, había sido con alguien a quien ya conocía.
No espero a despertar, se fue inmediatamente, no queriendo tener que volver a pasar por eso, recordar o siquiera intentar arreglarlo, cuando probablemente podía haberse empeorado.
Sintió el alivio de no haber sido marcado; con eso fue suficiente para seguir adelante, olvidar todo aquel asunto y hacer como que nunca había pasado, que jamás había correspondido a ese celo, y tratar de quitar cualquier rastro de aquel alfa, de su cuerpo, mente, y todo su ser.
Y si, pensó que lo superaría, pero luego de unas semanas, lo peor para Michele había llegado, lo pensó cuando miraba que las náuseas, mareos y dolores musculares eran constantes y no se quitaban con cualquier medicamento ya recetado anteriormente.
Había hecho pruebas como 3 veces, y todas habían marcado las dos rallas en aquel delgado aparato, indicando de manera positiva las sospechas.
Quedó encinta, estaba embarazado de… Ese alfa.
Bien, la reacción más lógica había ocurrido; el llanto era fuerte, más los insultos hacia aquel bastardo que lo atrajo sin consciencia, pero aquellos habían quedado solo en el aire, mientras seguía sollozando sin consolación.
No fue fácil, pero había optado por concebirlo; El aborto no era opción para él, por más que apoyaba el derecho de que tanto mujeres alfas y betas como los omegas tomen su decisión de ser o no madres, él no se veía realizando dicho acto; La adopción había sido tentador, pero al final lo descartó… Simplemente, no creía poder deshacerse de aquello que iba a crecer por su vientre, no quería.
Luego de tomar la decisión de conservar a su hijo, también optó por no decir nada al otro «padre», no servía de nada hacer el ridículo de ir hasta donde aquel alfa y exigir su parte de la responsabilidad, para que ese mismo se niegue a responder, además de que ya no quería tener nada que ver con él.
Seguía asqueado.
El siguiente acto fue hablar con su entrenador para la renuncia al patinaje artístico en definidamente. Al contarle sobre la situación, este lo había entendido, aunque también tuvo su discusión de que el Omega podía regresar al hielo en unos años más tarde, pero Michele se negó; Por más que había sido gran parte marcada de su vida, sus esperanzas de llegar a cumplir sus metas eran nulas, y debía seguir adelante fuera de la pista, por el bien suyo, y del bebé.
Era claro, los rumores no tardaron en salir a la luz, pero fue suficiente aclararlo en entrevistas, excusando su retiro por el hecho de que su motivación había decaído luego de su separación familiar.
Obviamente, no quería culpar a Sara de eso, y trató de que esa intención no se viera de cualquier forma, aunque fue inútil cuando la alfa simplemente le recriminó, diciéndole que era una tontería sobre su abandono.
No quería que tuviera ideas equivocadas, pero al final decidió dejar que lo creyera, no iba a decirle sobre su embarazo; Era su problema, y no iba a incluir a su hermanita en eso. Además de que ella había decidido irse a Rusia por un cambio de entrenador, lo cual por más que a Michele le doliera, lo acepto. No podía pensar más en ella, ahora le debía de dar prioridad a su bebé.
….
Con el paso de los días, Sara no fue la única en hablar con Mickey sobre el asunto de su retiro, pues alguien importante había mostrado interés en ello, y la tristeza reflejada en su rostro lo indicaba a la perfección.
Emil había ido a verle. Eso había hecho que Michele se relajara por un momento, olvidarse de las preocupaciones que había tenido en esas últimas semanas.
Había transcurrido perfecto, aunque el alfa seguía con la pequeña inquietud de su retirada, Michele sabía que entendía en cierto punto sobre esa «mentira».
Pero no duró mucho la tranquilidad en ese entonces.
—Estoy enamorado de ti.
Emil confesó sus sentimientos, admitiendo haber sido flechado por su belleza y audacia, de su rudeza y su perseverancia desde la primera vez que le miró.
Michele quería llorar; sus sentimientos por el alfa no habían cambiado, y quería corresponderle, pero no pudo aceptarlo. Lo rechazó, mintiendo sobre decirle que nunca se fijaría en alguien como él.
No sería apto para el checo, aún y lo mucho que lo quería a su lado, no sé arriesgaría a que las malas lenguas se entrometieran, y que la reputación del mismo se deshiciera por estar con alguien como él, un chico que abandonó todo para mantener a una criatura inocente de toda estupidez que cometió él mismo.
Emil no se merecía a un omega idiota, iluso, y usado.
….
Por el bien de ambos, luego de aquella situación con el alfa, había cortado contacto alguno, con él y con el mundo, incluso llevar a cerrar todas sus redes sociales para evitar ánimos para su regreso al patinaje, o del mismo Nekola para aclarar lo ocurrido.
Pero ya no había tiempo.
Procuró mucho el cómo mantener su embarazo, que había aprendido a verle su buen modo, sin importar el hecho de que había sido producto de un acto que Michele no había querido tener pronto, había dejado que el lado positivo se permaneciera en sí.
Ni siquiera el rechazo de sus padres había arruinado eso.
Para ellos fue más importante pensar en lo inaceptable que su hijo fue, un «ofrecido» sexual, que el que éste haya tomado las riendas y la responsabilidad de lo que cometió; fue suficiente de su mente cerrada para no a aceptar al engendro que el omega llevaba en su vientre.
Bien, Michele no tardó en hacerse la idea de que estaba solo en esto, solo serían él, y el pequeño dentro suyo.
Aunque bueno, una pizca de esperanza reflejo su vida cuando nuevamente, Emil lo había encontrado.
…..
Fue acogido por el alfa que lo había tratado de buscar hacia las calles frías de Nápoles. Había sido un viaje silencioso de regreso a Praga.
No tardó en agradecerle de su hospitalidad, y no había pretendido en quedarse mucho tiempo, tan solo en mientras buscaba otro lugar en donde podía vivir, o incluso conseguir un trabajo estable para mantenerse.
Sabía que la curiosidad de Emil era grande, y luego de haberle «salvado» de quedarse fuera de la nada, había decidido que no perdía nada en decirle la verdad de su situación, después de todo, ¿Qué motivos pensaría Emil de que llevaron a Michele a estar ahora dentro de su hogar y no el de sus progenitores?
Y confesó, sobre su embarazo no planeado, de lo que lo llevó a tenerlo, gracias a un error y en no tener la cabeza en donde debía.
Si bien, sería más doloroso perder lo poco de su amistad con el checo que haber sido echado por sus padres, pero si eso sería lo que él quería, lo iba a permitir.
—¿Tú me amas?
Fue lo único que Emil había soltado, luego de toda la situación que había pasado el omega con respecto a su pérdida de su vida dentro del deporte.
Se había extrañado, pero Michele había optado por dejarse de rodeos, y decir toda la verdad, desde fuera, y dentro de sus sentimientos.
—M-Más de lo que me imaginaba…
La sonrisa característica del alfa se hacía más grande; No fueron minutos tan largos los que se tomó para acercarse y llevar entre sus brazos a Michele, susurrando palabras del idioma solo desconocido para el mismo.
Y luego, lo que lo sacó fuera de lugar.
—Quiero tomar parte de la responsabilidad.
Aquello había roto parte del aura emotiva del momento. Michele se había negado rotundamente, reprochando hacia el alfa la falta de inteligencia que le hacía, aunque Nekola lo tomó con cierta gracia.
Lo amaba, pero no podía permitir que se metiera en el lío en el que él estaba. Era más joven, y su popularidad había crecido, aún y si tampoco había logrado llegar a las finales de la competencia de patinaje; no quería quitarle la oportunidad de mejorar y llegar a sus metas, Emil no podía arruinar su vida con algo que no estaba involucrado.
Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, y la estancia en el apartamento del checo se alargaba, Emil no hizo más que demostrar la capacidad de cuidarlo, ver por él y de su pequeño o pequeña que por el momento creía que estaba en buen crecimiento.
No estaba en conveniencia hasta el día de su primera cita médica, y luego de aquella, había llegado a la aceptación de la responsabilidad que Emil quería tomar a su embarazo, con la condición de que sin importar de ello, él seguiría dedicándose a sus actividades en el hielo y en sus estudios.
Sin ningún reproche por parte del alfa, había comenzado su parte de la paternidad, viendo lo mejor para ambos, para él y su bebé, cuidando y atendiendo a cualquier necesidad que el omega tenía en lo que pasaban los meses.
Luego de todo ocurrido, Michele podía asegurarse a sí mismo, y a su bebé, que todo estaría bien para ellos.
*********
—Ahora, tenemos al competidor de 18 años, Emil Nekola, en presentación a la República Checa.
—Uy, por fin, estaba cansado de ver la presentación de Giacometti.
Comentó un Michele exasperado; Se había enderezado del sillón, sentándose para mirar mejor el programa que iba a presentar su Alfa en la competencia Europea, mirándolo desde el apartamento, en la computadora portátil del rubio que estaba posado en sus piernas.
No había tenido oportunidad de viajar, había llegado a su quinto mes de embarazo, por lo que el médico le había prohibido las acciones bruscas, aunque viajar en avión no era considerado de ese tipo, también venía incluido en la lista roja.
Estaba decepcionado, pero tampoco le costó mucho en adaptarse a la idea, no era tan testarudo como para querer arriesgarse él y la salud de su bebé. Que por el momento, aún no daba indicios de movimientos; Estaba muy anhelante.
El programa había comenzado, el checo dio inicio con movimientos lentos, para luego comenzar a deslizarse sobre el hielo, justo a ritmo que daba la canción que había elegido para el tema, dando las primeras secuencias de pasos que incluyo en ello.
El omega trato de mantener fijo la mirada, no perder ninguna parte, fuera pequeña o grande, el más mínimo detalle debía de apreciar, que todo el esfuerzo que había visto en Emil valiera la pena.
Siempre se mantuvo a su lado, aún y estando embarazado, no fue impedimento para guiar a su pareja, hacerle ver en lo que podía llegar a hacer, en lo que podía convertirse con solo un poco más de dedicación a sus entrenamientos, y confiaba en que no fallaría.
—Tú puedes, Emil…
Se acercaba una parte en la que Mickey consideraba la más difícil de la rutina, e inconscientemente, había llevado una mano a su vientre más crecido, acariciando con los nervios de punta en cada parte de su cuerpo que se pudiera sentir.
Y… Lo logró, había hecho una impecable secuencia, acompañado de uno de sus saltos tan dinámicos que solo el alfa podía hacer, a su modo; el estilo de Emil Nekola.
El italiano soltó un suspiro, no preocupándose más, luego de ver que el checo había alcanzado a hacer ese paso que había sido casi inalcanzable en las semanas pasadas, y ahora lo pudo tomar, lo había dominado a la perfección.
Sonreía, no despegando su vista en ningún solo segundo, quería ver cada detalle del tema, que todo saliera bien, a como él lo esperaba.
Llegó el fin de su rutina, viéndose a un Emil agitado y jadeante, pero sin faltar la sonrisa encantadora que siempre sabía dar, recibiendo todos los fuertes aplausos y alabos de la gente a su alrededor, al igual que los pequeños detalles que le lanzaban a la pista, alcanzando a tomar uno de los muñecos que había entre esos.
Michele no se resistió, comenzó a llorar –culpó un poco a las hormonas– aún acompañado del ruido de la multitud, sintiéndose feliz y orgulloso de lo que el alfa había logrado. No fue necesario ver los resultados del puntaje acumulado; Para él, Emil era el mejor de todos.
Por fin, pudo descansar su mirada, alejándola de la pantalla para mirar su vientre, volviendo a acariciar, ahora con un sentimiento de emoción y alegría, queriendo transmitirlo a su pequeña princesa.
—Papá es demasiado asombroso.
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El patinaje artístico era una de las cosas que Emil Nekola aprendió a amar a su corta edad.
Había visto por primera vez aquel deporte por medio de la televisión, quedando estancada su atención por los programas que daban la personas en medio del hielo, y eso fue suficiente para captar su gran interés y querer repetir las mismas acciones que los patinadores de la pantalla.
Se puede decir que fuera de su familia, era lo que más quería en el mundo.
O bueno, había sido eso su pensamiento centrado, hasta que lo conoció a él.
No había acostumbrado a ver la categoría Senior, menos el de Omegas, pero bueno fue para él haberlo hecho en su penúltima temporada Junior, porque pudo conocer al omega más hermoso del mundo –Además de su madre, claro estaba–.
Michele Crispino, patinador representante de Italia; a pesar de que era mayor por 4 años, Emil pensaba que era el indicado para él.
Su alfa interior había enloquecido con el aroma dulce que impregnaba cada vez que lo podía tener cerca, mínimo estando en la misma habitación, era suficiente para apreciarlo en cualquier sentido.
Pero bien, a pesar de su exquisita imagen, y sus facciones finas y amenas, fue una sorpresa para Emil en darse cuenta que eso solo era un pequeño disfraz, que ocultaba cada expresión arisca, y una personalidad cargante, agresiva y sobreprotectora que era la real persona de Michele.
Aunque, eso no quitó el gran calor agradable que su corazón formaba cada vez que tenía la oportunidad de captar al malhumorado omega.
Estaba decidido a ser su amigo, algo que no fue tan buena idea desde un principio, Michele se volvía mucho más gruñón cuando de Alfas se trataban, y más si estos tenían intenciones con su hermana gemela, sin importar que ella fuera también de la misma casta que ellos; Gracias a la chica, el acercamiento de Emil fue menos difícil de como se esperaba, llegando al grado de poder acercarse a los Crispino sin morir en el intento. A pesar de las falsas alertas de Michele de que el menor tenía intenciones de querer algo con su gemela, lograron conocer cada aspecto del otro, y mientras pasaban los años, Emil estaba cada vez más convencido de que el italiano era el Omega con quién quería pasar el resto de su vida a su lado.
…..
A sus 18, la relación del checo con los gemelos Crispino había llegado a unirse mucho más, hasta llegar a ser de las amistades más apreciadas, tanto por los fans como los aficionados del patinaje en general.
Su relación con Sara era como si se tratara de su propia familia, incluso llegó a considerar como una especie de hermana mayor, a quien estimaba y admiraba, tanto de amiga como rival, ahora que Emil competía en categoría Senior.
Y bien, ¿Qué decir de Michele? A pesar de que los años lo hicieron conocerlo más profundo, seguía con el mismo sentimiento desde que la primera vez, y ahora estaba mucho más feliz de que el omega no lo viera como una amenaza para quitarle a su hermana, aún y si a Mickey se le escapaba una que otra recriminada para el alfa barbudo, pero había pensado que era por costumbre.
Lo había creído de esa forma, hasta que en una noche de amigos, una Sara ebria le había dicho algo que le llamó demasiado la atención.
—Debes ser demasiaaaado tonto como para pensar que Mickey sigue estando celoso de ti… cuando estamos juntos. Él sabe que no estás detrás mío, así que… So-Solo queda una pequeña posibilidad del porque sus reacciones agresivas.
Bien, quizás no era «demasiado tonto» como le había dicho la alfa; luego de sus palabras, tuvo minutos para poder decifrar el mensaje, pero aún así, Emil se tomó su tiempo de digerirlo, y por lo menos verle una manera que fuese creíble. No fue hasta que llegó a su hotel luego de dejar a Sara a su habitación, que por fin se hizo la idea de ese descubrimiento.
Michele, su Mickey gustaba de él.
Tan solo pensar que el Omega correspondía a sus sentimientos lo hizo tener pequeño insomnio, su corazón latía demasiado, y los gritos estaban siendo oprimidos para no molestar a los demás habitantes de su piso, así que terminó cubriéndose con la almohada, esperando que la emoción se volviera cansancio, o hasta que llegara el día anterior, lo que pasará primero.
Después de unos días, supo que debía armarse de valor, dejar de ser temeroso a la pérdida de su amistad con el italiano, y confesar de una vez por todas sus sentimientos.
Sin embargo, la felicidad había durado muy poco para Emil.
…..
—Lamentamos informarles mi pupilo y yo, que su retirada del patinaje artístico es definido, después de ésta temporada, Michele Crispino no volverá a pisar la pista de hielo en ninguna competencia.
Esas habían sido una de las últimas palabras de aquella entrevista, por parte del entrenador del italiano, sobre el anuncio de la renuncia de Mickey en el patinaje.
Emil estaba devastado, tan solo había pasado un mes desde que vio por última vez a Michele, en las finales del Grand Prix del año pasado, y no como competidores, sino como apoyo a los que sí habían clasificado, tan solo pasó poco tiempo luego de ello, y ahora… ¿Michele se retiraba?
No entendía, ¿Era demasiado su decepción de no haberlo logrado? ¿Sara habrá sido muy dura? Sabía que estos habían peleado, la alfa había decidido por el bien de ambos que debían tomar caminos separados, y por supuesto, fue algo que él gemelo no tomó del todo bien.
¿Realmente el Omega dependía mucho de ella para estar sobre el hielo? Emil no entendía, nada de nada.
Le dolía, no volver a ver a Mickey, eran escasas las veces que podía verlo en medio de competencias, pero eran en donde se habían conocido, en donde se había enamorado de él, donde aseguraba que seguirían juntos, disfrutando de los deslices de las cuchillas sobre el frío suelo congelado, realizando sus metas en vista.
Pero bien, había tomado casi varios días en entender que, primeramente, debía estar en los zapatos de Michele, de lo que él debe estar sintiendo ahora. El porqué de sus decisiones, por qué sus faltas motivacionales.
Dejó de llorar, de ser absurdo; debía de pensar en Mickey, ver cómo estaba y si a pesar de eso, podían seguir su relación a flote.
Incluso, realizar lo que ya tenía pensado desde antes de la noticia, quizás luego de todo, sus posibilidades de seguir viéndolo podían realizarse.
….
Hubo un punto de encuentro en donde Emil y Michele pudieron hablar plácidamente, y claro, cuidándose de la vista de paparazzis, o cualquier chismoso de sus vidas fuera de su profesión.
En mientras de una bebida caliente, Michele había dicho todo lo que sentía desde las últimas semanas, incluso antes del anunciado de su renuncia, el porqué de sus acciones y decisiones. Emil no lo callaba, no hacía nada que hiciera sentir peor al Omega, por más que… Él también estaba herido.
Mostró todo su apoyo en Mickey, permitiendo que el mismo se sintiera reposar plácidamente, de sentir que tenía a alguien a quien aún podía confiar… O eso creía Emil que así lo había considerado.
—Debemos dejar de vernos, por lo menos… Por un tiempo.
Fue lo último que Michele había dejado escapar de sus labios, luego de que el checo le hiciera ver que no estaba solo.
Estaba dudando, sobre su confesión, de decirle todo lo que había sentido en todo ese tiempo, había sido una negación de último momento.
Se abofeteó mentalmente, no podía darse para atrás, quizás eso haría deshacer la idea que tenía el italiano para ambos, ¿Verdad?
Y sí, lo hizo.
Se sintió esperanzado al ver el rostro asombrado del italiano, pero también reflejaba, y hasta lo podía sentir… Ese pequeño regodeo; El alfa se estremecía de ternura al ver el rubor crecer en el rostro del contrario.
Pero poco fue ese sentimiento agradable, para ambos, luego de que Michele lentamente negara a ese amor.
—No… No puedo corresponderte.
Emil se había congelado por un momento, no notando inmediatamente cuando el castaño había salido del restaurante.
Tomó segundos para encontrarlo en las calles, entre la multitud, queriendo arreglar lo ocurrido, que lo olvidara, que no lo alejara.
—¡Déjame en paz! ¡Entiende que no quiero ya nada contigo! ¡Nunca estaría con un alfa como tú y nadie!
Fueron suficientes palabras para que por el momento, Emil dejara ir a Michele. Miró hacia su dirección, hasta que su silueta había desaparecido por completo.
Y ahí quedó, entre sollozos y con el corazón y alma destrozadas.
…..
A pesar del rechazo en definitivo, Emil no se había afligido. Intentó comunicarse con Mickey, insistía en hablar, querer arreglar las cosas, y convencerlo de que sus decisiones no fuesen precipitadas, en su punto de vista. Para su mala suerte, el número del italiano ya estaba fuera de servicio, y sus redes sociales ya no daban rastro en el internet; Se comunicó con el entrenador del Omega, pero este ya había tomado otro rumbo con otros patinadores, también había perdido contacto con Michele.
Lo único que le había quedado de última opción, fue en ir directamente a Italia, Nápoles.
Su entrenador le había dicho que lo dejara por la paz, pero Emil no podía; Era testarudo, no iba a rendirse de algo que ni siquiera había dado todo esmero, quería seguir viendo a Michele, quería a ese omega, y si tenía que ir a dar la vuelta a todo el mundo para encontrarlo, que así fuera.
Afortunadamente no tuvo que hacer todo eso, tan solo en haber llegado al primer hotel de la ciudad, Emil percibió inmediatamente ese aroma dulce del cual se había atraído en primer lugar. Siguió, y siguió, hasta llegar con el dueño del olor.
Mickey estaba ahí, recién llegando a pedir hospedaje en el lugar.
Emil se extraño, pero no hizo más que acercarse y refugiar al italiano; Notó el rojo en sus ojos, las mejillas húmedas por lágrimas recién dadas, y un pequeño aspecto vulnerable que Crispino comenzó a dar cuando vio al alfa en frente suyo.
No se esperó más, lo llevó con él de regreso a Praga.
Fue agradecido por el mayor, aunque Emil insistió en que no era nada, ni siquiera por la última vez que se vieron. La tarde se había ido con el alfa viendo que el italiano se hospedará de la mejor manera.
No tenía problema con se quedara el tiempo que quisiera, pero no evitó sentirse inquieto, ¿Por qué Michele estaba yendo a un hotel? ¿Que no tenía un hogar, con sus padres?
Lo único que había llegado a pensar, es que el omega habrá tenido algún problema familiar, quizás en respecto a las decisiones que tomó con dejar de patinar, o también el hecho de la separación de los gemelos.
Bien, su curiosidad era grande, pero no tenía intenciones de preguntar, no quería incomodar más al omega de lo que ya estaba, o eso pensaba, es decir… Estaba en el apartamento del alfa que hace días había rechazado.
Sin embargo, al parecer Mickey era más astuto sobre sus pensamientos en esos momentos, y decidió contarle el asunto de lo que pasaba.
Comenzó por confirmarle que sí había tenido un conflicto con sus padres, al grado de que estos… Lo corrieron de casa.
Emil no entendía, ¿Qué habrá hecho Mickey como para que sus padres hayan sido capaz de echarlo? Dudaba mucho que las decisiones del castaño respecto a su carrera deportiva hayan causado tanta controversia.
Paro en seguir intentando de descubrir, cuando por fin, Michele soltó las razones.
—E-Estoy esperando un bebé…
Emil no lo dudo, además de que sabía que el italiano no era de bromas, los sollozos de su parte había sido lo último que lo hacía creer sobre eso.
Michele, su Mickey… Estaba embarazado, estaba esperando un hijo de alguien más.
Por un lado, había comenzado a tener la lógica del rechazo de Crispino, tanto por el conflicto en el que estaba, como en dar por hecho que quizás, estaba interesado en otro alfa; Sorpresa fue cuando le comentó que sus intenciones con el alfa que lo había preñado no eran esas, aquella noche había accedido por culpa de su instinto, que el otro había entrado en celo, a lo que tomó al primer omega que se encontró en el camino.
El ambiente se tenso, y no había mejorado cuando Mickey terminó diciéndole el nombre de ese alfa.
Emil sintió su sangre hervir; Sabía que no debía, pero su lado alfa estaba dominando parte de sus emociones, causando que tuviese el impulso de ir hacia Rusia para encontrar al alfa que tomó a Michele.
Temió en mirar por detrás de la nuca del italiano, aunque de ser que ese alfa lo haya marcado, él tendría otro olor, por lo que entonces, no hubiera percibido el delicioso aroma característico que conocía de Crispino.
Emil se disculpó, no sentía pena, ni lástima. Sentía dolor, coraje; nunca haberse imaginado lo que Michele estaba pasando, no haber podido ayudarle como se merecía, mínimo haber estado ahí en cuanto le dijo a sus padres sobre su embarazo, en todo el proceso de abandonarlo todo, estuvo solo; Mickey le aclaro que no se dijera nada a Sara, que no quería retener sus planes, pues había decidido ir a entrenar con el equipo ruso, teniendo ahora de entrenador a Yakov Feltsman.
Bien, ahora pensaría más de dos veces en ir a visitarla hacia allá.
Entre sollozos y sus ojos cristalinos, Michele le dijo que entendería si no quería verlo más, independientemente de lo que había pasado anteriormente entre ambos.
Emil negó de inmediato, ¿Cómo podría dejar a Mickey a su suerte? A pesar de que sentía que su orgullo alfa se había roto de un lado, estaba consciente que el omega nunca busco lo que estaba pasándole, su embarazo no fue planeado, aunque a pesar de eso, él quería conservar a su hijo. Sus sentimientos no cambiaban, seguía amándolo, tal y como siempre había sido, desde sus 14 años, cuando lo conoció.
Incluso llegó a admirarlo, tomar la decisión de ser responsable, dejar todo lo que para Mickey era parte de su vida, para tomar las riendas al asunto, ser una buena madre para su bebé; Emil se conmovió, y eso hasta hizo que su amor por Michele Crispino creciera.
Volvió a confesarse, pero esta vez, haciendo la pregunta directa, de que era lo que sentía Mickey al respecto, de ambos…
Y él dijo que también lo amaba.
Dicha confirmación fue suficiente, para acercarlo, y besarlo, de estar determinado, decidido de que quería a ese omega a su lado.
Por supuesto, habían sacrificios que dar, pero para Emil, eso no había sido para nada de que pensar más de dos veces; amaba a Mickey, lo quería completo, así que no fue difícil llegar a una conclusión y solución a ello.
Sin duda y traba alguna, estaba dispuesto a tomar la responsabilidad, para ser el padre del pequeño que su amado esperaba.
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Michele estaba comiendo lo que sus antojos le habían indicado; Helado de yogurt encimado con miel de maple y pedazos de galletas saladas, mientras miraba una de aquellas series de la televisión que transmitían a esas horas, aunque bien, no estaba entendiendo ni una palabra. Emil había ido al mercado a comprar lo necesario, y con ello era referente a más botes de helado, incluido una porción de pastel de chocolate.
Por un principio se sentía inquieto; hacer que su alfa trabajara de más, por ende siempre le recalcaba que aquella responsabilidad no era para nada suya.
Sin embargo, Emil ya había aclarado que a pesar del notorio cansancio, para él era muy válido, además de que también le recordaba al Omega que esa había sido su decisión, y recordarle lo mucho que lo amaba y que haría lo que sea por su bien, calmaba un poco el disgusto interno del italiano.
Incluso tenían ayuda, la familia Nekola habían entendido la situación, ellos nunca fueron de prejuicios, aunque bueno, desde un principio no les había agradado la idea de que Emil se hiciera cargo de una paternidad que no le convenía, y para acabarla, a una edad tan temprana, pero al final habían comprendido los sentimientos, tanto del alfa como el de él, y la decisión de que Emil no estaba viéndose en dejarlo a su suerte y conseguirse a alguien más.
El amor atonta, y por un lado, Michele estaba agradecido de eso, de Emil, y de la familia de este último al estar dispuestos a recibir a su bebé cómo un Nekola.
Tan solo recordar cierto detalle, las hormonas se habían alborotado, pero quiso impedir salida alguna de lágrima, distrayendo su mente en la televisión en lo que seguía comiendo su helado.
Y después de unos segundos, la puerta se tocó.
Con cierta pereza, el Omega se levantó, dejando en la mesita de enfrente del sofá su helado de yogurt, y atender a quien fuese el quien estuviera detrás de esa puerta.
Estaba dispuesto a rechazar cualquier producto que tratarán de venderle, estando a punto de poner su cara más disgustada posible para que mínimo hiciera que estos no lo intentasen.
La sorpresa que se llevó al abrir a media, no tenía precio.
Hablando de la familia…
—Mickey…
Los orbes violetas miraban a los de la persona que estaba enfrente suyo; su nariz olió aquel aroma conocido, y su corazón aceleró el ritmo cuando oyó su mote provenir de esa voz femenina.
De una chica a la que había extrañado mucho.
—Sara…
La chica alfa reprimió un quejido, tratando de articular una palabra más sensata y menos torpe, incluso para ella había sido bastante tiempo lejos de su hermano.
Michele abrió la puerta por completo, no pensando mucho en dejarla entrar, aunque de todas formas, la chica se tomó su tiempo, demasiado, cuando volteo a mirar por debajo del pecho del omega; su vientre.
Mickey iba a comenzar a explicar, pero su gemela comenzó a llorar, aunque no se miraba sorpresa, tampoco decepción, expresaba tristeza, y a como comenzaba a impregnar un olor deprimente, podía deducir una molestia.
A ella misma.
—L-Lo siento… —Acto después, entró al apartamento, abrazando a su hermano entre el llanto— Lo siento tanto…
Michele negó, correspondiendo al gesto de su gemela, mientras acariciaba los cabellos azabaches, y a diferencia de ella, él solo dejo que las lágrimas salieran en silencio.
—Bienvenida.
…..
Mickey se sentaba cuidadosamente, dejando el café que había preparado para su hermana, con asco; Las hormonas hacían que rechazara aquel amargo sabor, una de las cosas que detestaba del embarazo.
—Aun me estoy instalando en San petersburgo, así que los entrenamientos iniciarán dentro de unas semanas, por ahora estoy libre. —Bebió un poco de su café— Fui primero a Nápoles de visita, quería decirles a papá y mamá sobre cómo me iba, en como me sentía, entre otras cosas.
Michele tan solo hizo una mueca al oír la mención de sus padres.
—Obviamente esperaba verte, pero cuando nadie te mencionaba, lo primero que pensé es que aún estabas deprimido por nuestra separación, así que luego de tanta charla, pregunté por ti, a lo que… Ellos simplemente negaron de tu paradero. —El semblante de Sara había cambiado a uno más serio— Me dijeron que te habían corrido de casa.
—Al menos no lo negaron —El omega retomó su merienda con el yogurt.
Sara se encogió de hombros— No quisieron decirme el porqué, tan solo dijeron que la razón de sus acciones fueron «justas».
Mickey frunció el ceño— Como si fuera lo correcto hacer de la vista gorda y abandonar a su hijo embarazado.
—Ahora que sé las razones, no creo dirigirles la palabra por mucho tiempo.
El castaño tocó su mano— Tampoco quiero que les guardes rencor, solo… Evita hablar de lo que pasó y ya. —Le dio una sonrisa tranquila— Ahora estoy bien, estable, y la bebé está bien, no tienes que preocuparte más.
—¿»La bebé»? —Sara sonrojó— ¿E-Es niña?
Michele asintió— Aún no decidimos el nombre, aunque… Quiero que Emil lo haga.
La alfa se acercó, hasta quedar al lado de su gemelo, pidió permiso con la mirada en tocar su vientre.
—¿Ya se ha movido? ¿Cuántos meses tienes?
—Tiene 5; Hace una semana que comenzó a moverse —Tocó la mano de la chica, que seguía tocando su abultada zona.
Sara estaba fascinada, había dejado de lado la sorpresa, la desconcertada idea de que su hermano estaba embarazado, ahora no podía dejar de sentir alegría de que sería tía.
Pero aún estaba confusa, tan solo fue hace unos meses que le había insinuado a Emil que sus sentimientos eran correspondidos, y en menos de un mes después de eso, su hermano salía embarazado.
—Mickey —El llamado puso su atención— ¿Cómo fue que pasó?
El castaño estremeció; Aún se sentía incómodo, pero su hermana merecía saber la verdad.
—Antes que nada, quiero decirte que puede ser algo extraño para ti, pero quiero creer que podrás entenderlo.
Ella asintió, con eso, Michele comenzó a relatar todo, desde la noche que fue causa de su estado, entre las decisiones que había tomado en respecto a mantener a su bebé.
Sara comprendió, pero aún y eso, fue muy duro para ella digerir que en realidad, Emil no era el padre de su sobrina.
—Estúpido Emil, siempre fue tan insistente en querer algo contigo. —Ella sonrió, rendida— Es un alfa testarudo, pero adorable.
El gemelo rió suavemente, terminando de comer su aperitivo.
—No sé qué pensar. No digo que no acepte su decisión, pero… Sigo sin comprender —Volvió a expresar inconformidad— ¿Sabes quién es el padre?
Se tomó unos segundos, antes de recordar perfectamente a aquel alfa que lo atrapó.
—Sé quien es… —Suspiró pesado, ahora sintiendo aflicción cuando se dio cuenta de algo— De hecho, también has de conocerlo perfectamente.
Sara abrió sus ojos totalmente, no fue inmediato entender a lo que se refería su hermano; Comenzó primero a qué, si él lo conocía, y ella también, supuso que quizás Emil ya sabía, así que llegó primeramente de que se trataba de un patinador.
Lo siguiente que dedujo, fue que si su hermano recalcó que ella también lo conocía, entonces era alguien cercano a ella.
O quizás… Alguien a quien miraba todos los días.
Ella miró a su hermano, queriendo confirmación de sus dudas, a lo que no tardó en asentirle.
En el equipo ruso, por lo menos a los que conocía y dedicaba tiempo, habían tres omegas, y una beta, solo quedando un alfa, con ella eran dos de su pequeño «grupito».
Había azotado su taza al terminar su café, y Mickey sintió un escalofrío al percibir feromonas molestas por parte de su hermana.
—Gracias Mickey, ahora quiero tomar su cabeza y tirarla hacia el abismo.
Sabía que quien hablaba era el alfa de su hermana, pero no evitó en tratar de calmarla.
—Ambos tenemos la culpa, —Se abrazó— n-no me atreví a decirle sobre el embarazo, lo único que quería era no verlo más, ni cuando me enteré de que estaba encinta, no pude deshacer el pequeño trauma que tenía.
Sara entendió, ahora ella se acomodó mejor, envolviendo sus brazos en su hermano, queriendo transmitirle calma, y que los recuerdos de aquella noche no regresaran a la mente del omega.
—Sabes que tendrás mi apoyo Mickey. —Puso una mano en detenimiento, antes de que éste hablara para objetar— Seguiré en Rusia, pero también estaré comunicándome contigo y Emil, estaré enviando dinero si es necesario. —Mordió su labio al sentirlo temblar— Quiero compensar mi ausencia, la falta de apoyo en estos meses.
—No te sientas mal, yo… yo fui el quien no te dijo nada…
—Pero te mentiría si te dijera que quede convencida ante tus razones de tu retirada, n-no se me cruzó a la cabeza la idea de un embarazo, pero… Aún así, sentía que algo más pasaba contigo, y a pesar de eso, hice caso omiso, me fui de todas formas, y todo por mi egoísmo…
Michele seguía negando, sin importar los sucesos, él jamás estaría en contra de su hermana.
Y Sara, también aprendería a entender un poco más los sentimientos de su hermano, comenzando en aceptar el cariño que había iniciado a tener por su sobrina.
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Los gritos se oyeron en todo el apartamento, pocos habían hecho caso omiso, y otros aprovechaban de que eran los más cercanos a la puerta 114 para ir de chismosos a lo que pasaba; no era de todos los días que un Omega daba a luz a casi las 12 horas del mediodía.
Damek Nekola, la madre de Emil había ido en ayuda, al igual que Sara que no tardó en ir de visita, incluso antes de la fecha acordada del nacimiento; Se apresuraba en traer toallas y agua suficiente, mientras que el omega mayor se encargaba de mantenerse a lado de Michele para ayudarlo a respirar en lo que llegaba su hijo.
Sara entraba a la habitación con lo pedido. Miró que su hermano estaba más rojo que nunca, y las gotas del calor que salía sobre su cuerpo humedecía su ropa y la cama, acompañándolo del líquido que salía de dónde saldría el bebé.
Michele apretaba la mano de su suegro, no resistiendo los gritos y jadeos causados por el dolor de las últimas contracciones; Damek trataba de darle palabras motivadoras, que debía ser fuerte, soportarlo por su bebé que ya venía en camino.
—¡MICKEY! —La voz del alfa se hizo presente desde la entrada, no tardó en dirigirse de inmediato hacia la habitación; Dejó en la mesa las bolsas de compras de lo que faltaba para el parto. Se retiraba el suéter que tenía y terminaba de lavarse las manos.
—Ponte esto. —Su madre fue a terminar de ayudarle con lo que debía tener consigo, cuando terminó de ponerle los guantes, le entregó una de las toallas.
La alfa se acercó al otro lado de su hermano, sosteniendo su mano en indicación de que estaba preparada. Emil tragó saliva, luego soltó aliento retenido para tratar de concentrarse ahora en lo que había estado practicando junto a su omega por estos meses de espera a que su pequeña viniera al mundo.
Se posicionó cerca de las piernas abiertas del omega, alentandolo para que comenzara a pujar.
Había llegado el momento, iba a recibir a su bebé.
—¡Vamos Mickey! ¡T-Tú bebé necesita salir ahora!
La mano de Sara era apretada, soportando cada presión en esta misma, al igual que acompañar a su hermano entre el dolor, y lo motivaba a recobrar energía para seguir con el transcurso del parto. Las lágrimas permanecieron iban derramándose en el rostro del omega, Damek apoyaba su mano en su hombro, y Emil trataba de no desconcentrarse por la expresión llena de agonía en su pareja.
Estaba a punto de llorar también, pero no, debía de ser fuerte, tenía que resistir, y hacerle ver a Michele que estaba ahí con él, que sin importar nada, estaría ahí para sostenerlo, a él y a su hija.
Trato de no exaltarse al poder ver la cabeza rozando la entrada.
—¡Vamos Mickey! Ane… N-Nuestra hija está saliendo ya…
Oír ese pequeño «error» en las palabras del alfa menor lo hizo volver a tomar fuerzas, respiró lo más que pudo; quitó su mano de la de su gemela para apoyarse con ambos codos, levantando medio cuerpo para así, dar los últimos empujes que harían salir a ese diminuto ser humano de una vez por todas.
Entre tanto gritos, insultos en el idioma materno, y apretones en las sábanas, y grandes patadas alzadas al aire, Emil dio el aviso de que estaba cerca.
—TI ODIO! TI ODIO TROPPO YUURI KATSUKI!
Segundos después, un llanto hizo acto de presencia en toda la habitación.
…….
Damek estaba en la sala de estar, terminando de pedir la comida a domicilio para los presentes luego de tanto esfuerzo para el parto, mientras que entre ambos alfas limpiaban los pequeños rastros de sangre que había entre la habitación.
Michele se encontraba en la cama, teniendo toda su atención en el pequeño ángel que estaba a su lado, apreciandola y contemplando con suma ternura. No tardó demasiado en encariñarse con ella, sin importar ciertas facciones que había heredado de su padre biológico, al igual que la pequeña pelusita azabache en la cabeza recién aseada, y que también, era una alfa.
Pero para Emil, había valido más que haya salido con los mismos ojos violetas que su madre.
Terminando la limpieza, el checo se acercó a la cama; Michele le había dado espacio para que también se recostara, y así lo hizo, quedando ambos padres a cada lado de su pequeña recién nacida.
—¿No te molesta? El que la ascendencia asiática sea algo notoria…
Emil rió; sabía que ese comentario era para molestarlo amistosamente, no es como que no hubiera visto venir que su hija nacería con rasgos nipones.
No le había afectado, quería a su bebé, y se esforzaría en cuidarla y protegerla de todo. Michele también tomaba más en cuenta las intenciones de su alfa, eran suficientes.
Damek llegaba nuevamente a la habitación— Bueno, ¿Cuál será el nombre de mi preciosa nieta?
Sara esperaba respuesta, mirando deseosa a su hermano y su amigo-cuñado.
Mickey llamó la atención de su alfa, dando un pequeño apretón cuando sus manos se entrelazaron.
—Creo que tú ya tienes el nombre perfecto para ella.
Un brillo paso por los ojos azules de Emil, dió vista hacia su pequeña, para después mirar hacia su madre y la gemela de su omega, asegurado de lo que iba a responder.
—Anezka. —Mordía su labio inferior, mientras tomaba la manita de su pequeña alfa— Sara Anezka Nekola-Crispino.
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Datos importantes por sí tuvieron algunas dudas:
—Al tratarse de un omegaverse, las competencias fueron en base a su jerarquía. Por ejemplo, en vez de patinaje artístico «femenil y masculino», aquí es más bien dicho ahora patinaje artístico de «alfas, betas y omegas», y por eso se vuelve como un tipo competencia mixta, solo toman en cuenta la casta para estar en la mismas
—Luego de la temporada del GrandPrix 2016, Yuuri se fue a San Petersburgo a ser entrenado por Yakov, he ahí el porque se menciona mucho de «El alfa que embarazó a Mickey estaba en Rusia», y que es el compañero de Sara porque también ella se fue allí.
Espero que les haya gustado, se aceptan comentarios y votos c:
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