
Hoy es el día.
Puede verlo, escucharlo. Lo siente en su pecho.
Ante él está su reflejo, vestido con el tradicional shiramuko para omegas que debe usarse en las ceremonias matrimoniales. Con el inmaculado color blanco que siempre ha añorado. Sus cabellos finamente peinados y recogidos con hermosas peinetas en un suave estilo shimada* que pronto deberá ser cubierto con el wataboshi. Suspira con pesadez mientras observa impasible como su madre termina de ayudarle con el maquillaje. Con una sonrisa imperceptible y una leve tensión en el rostro, le comenta lo hermoso que se ve. Y es aun con esas palabras, que su rostro no deja de verse nostálgico y hasta un poco lloroso. El joven de nombre Yuuri, ataviado de hermoso traje, solo puede sostener su mano en modo de apoyo tácito. Entiende los motivos de aquello que está por ocurrir y sabe que toda la añoranza que pudo haber sentido en el pasado por tal día que ha llegado, está perdida en lo más profundo de sus memorias. No obstante, no dice nada. No es momento de decir algo, solo de actuar.
En ese mismo silencio, Yuuri se levanta de su asiento al sentir el llamado de las damas del palacio. Ha llegado el momento.
Cuando es guiado por los largos pasillos del castillo, es por fin que Yuuri nota el revuelo silencioso que ocurre en el palacio imperial. Dada la magnitud del evento que se desarrolla, este se encontraba en total movimiento. Los guardias resguardan casi todos los caminos, los sirvientes se mueven de un lado a otro movimiento objetos y decoraciones. Altas personalidades entran por las escaleras de madera roja al lado de sus más influyentes generales, esposas y concubinas. Era natural que los 12 señores feudales se presenten al castillo, pues no era una celebración más. Es la ceremonia de matrimonio del regente de Hasetsu y padre del actual emperador.
Como dicta la tradición, el alfa debe ubicarse al final del salón ceremonial, esperando de pie junto al sumo sacerdote imperial la llegada de su futuro consorte. A sus laterales se ubican los invitados, de lado derecho los alfas que en su mayoría eran los señores feudales de las 12 provincias, junto a sus más respetados y leales generales. Del otro lado se encuentran los hombres y mujeres beta junto a los omega, que eran en su mayoría consortes y concubinas de los señores feudales. Todos ellos a la expectativa de la llegada del futuro esposo del regente de Japón.
Cuando Yuuri llega al salón, comienzan a escucharse los rezos del sumo sacerdote que le guía y justo en ese instante, el omega puede sentir como le observan. Las filosas miradas de los señores que luego de tantos años pueden verle “sometido” ante la figura de un alfa, quizás se encuentran complacidos de verle en tales circunstancias de vergüenza, aun cuando comparte sus mismos rangos. Y Yuuri sabe que estos gritan la victoria por todos sus poros, lo puede notar en sus sonrisas, en sus ojos y en sus mínimas feromonas de superioridad que intentan pisotear la poco moral que creen que aún tiene.
Mientras Yuuri camina, echa una rápida mirada buscando al único señor feudal que está de su lado. No puede encontrarlo, mas observa que uno de sus generales ha hecho acto de presencia en su nombre. Por el rostro de aquel hombre que también estima, intuye que su señor ha decidido no presentarse para evitarse el dolor de verle entregarse como prisionero de guerra. No tiene los grilletes pero puede sentirlos justo como el kimono que le cubre y el Daisho* oculto en su obi* como único vestigio de su estatus como samurái.
Cuando llega a estar a solo escasos centímetros de distancia, y a punto de que comience la ceremonia, Yuuri decide alzar la mano para detener todo. Aun cuando todos le miran sin comprender, de la nada el omega empuja al sacerdote a un lado y salta sobre el regente colocando el arma en su cuello.
Los guardias se han aproximado a él, y los generales han decidido desenvainar sus propias katanas. Se había convertido, más que nunca, en una gran amenaza para la seguridad del regente imperial. No obstante, Yuuri grita que se detengan con voz ahogada, y viéndole con los ojos envueltos con una determinación en llamas, les advierte con voz trémula.
— Si dan un paso más, lo mataré sin dudar.
Volviendo a su rehén, sin alejar el filo de la katana de su cuello, Yuuri le mira sintiendo las manos temblorosas, con su respiración agitada y entendiendo que ese es el único momento posible para acabar con su último plan. De llevar a cabo su venganza, de recuperarlo todo.
Pero contrario a sus expectativas, el alfa le mira impasible, y tomando su cuello solo puede acercar más el Daisho hasta provocar una mínima herida sangrante, Yuuri solo puede mirarle impactado mientras nota el brillo extraño en sus ojos azules, y Víctor no puede evitar sonreír.
— Está bien, Yuuri. Mátame.

Nota del autor: Resubiendo nuevamente este fic, esta menos avanzado que el Principe del Hielo, pero esta muy interesante, espero puedan disfrutar de él.
Oh dios apenas me animo a leerlo y me está gustando…
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¡Hola!
No tienes idea de cuánto me alegra ver esta historia aquí publicada. Es de lo mas emocionante que he leído y muero por releerla otra vez.
El primer capítulo me sigue pareciendo impresionante, el gancho perfecto para mantener atento al lector 💖
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Muchas gracias! De verdad aprecio mucho este espacio para resubirla ya que me daba miedo con la situacion de Wattpad luego de perder mi bello Kinktober 😦 pero aqui yo se que estara segura y le llegaran mensajitos lindos como este, muchas gracias por todo ❤ ❤
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