Por favor, disfruten de la lectura con la siguiente melodía
Esa mañana Yuuri despertó cuando los rayos del sol se postraron en su rostro, el sonido del piar de los pájaros y la calidez del cuerpo de Seung a su lado aun durmiendo le devolvieron a la realidad de donde se encontraba. Con cuidado acaricio el rostro del pequeño quien se encontraba con una gran calma en su rostro.
Él sabía.
Yuuri sabía que su estadía en ese pueblo culminaba esa misma tarde, dado que ese fue el tiempo que le proporcionaron los aldeanos, sabía que encariñarse con el pequeño no era bueno, pues pronto debería partir dejándolo nuevamente a su suerte. Pero era un sentimiento amargo, dejar a un ser tan indefenso a merced de ese mundo de oscuridad. ¿Cómo había sido capaz de sobrevivir hasta ahora? Yuuri se lo preguntaba, pero tampoco quería pensar en ello pues sería peor para el imaginar las cosas que el pequeño habría tenido que hacer para sobrevivir.
Pero algo si estaba seguro el omega, era que el poco tiempo que estuviera a su lado al pequeño Seung no le faltaría nada.
-Yuuri-le llamo, el nombrado volteo a ver como el niño se levantaba lentamente frotándose los ojos.
– Buenos días Seung Gil
– Buenos días-saludo aun despertándose.
– ¿Lograste dormir bien? –pregunto, Seung asintió mientras el joven dios se levantaba para buscar un poco de agua y darle un pequeño baño, no podía dejar que siguiera en esas condiciones.
El tiempo afuera del granero era frio, sin darse cuenta había comenzado una pequeña nevada. Yuuri sabía que no tendría problemas para irse aun en plena tormenta de nieve, pero seguía preocupado por el pequeño. Poco a poco preparo una tina llenándola con varias cazuelas de agua las cuales calentó con sus dones. Era rudimentario, lo reconocía, pero eficiente para el dios. Pensó en que existirá resistencia por el niño en tomar un baño, pero fue todo lo contrario. Este se dejó hacer mientras el de cabellos azabache le limpiaba. Tenía un cuerpo pequeño y delgado incluso para su edad con una piel extremadamente blanca, que hacia contraste con su cabello y color de ojos. Cuando hubo terminado, lo seco con cuidado ayudándole a poner su ropa. El pequeño se vio a sí mismo y sonrió tiernamente al dios.
– Gracias, Yuuri.
– No tienes que agradecerme, ahora. Vamos a buscar algo de comer, además, me gustaría enseñarte algo que vi de camino al pueblo.
Abrigándole bien con las telas que le obsequio, se encaminaron fuera del granero camino al bosque, al mismo tiempo que salían las campanas del templo sonaban por todo el pueblo. Yuuri les dirigió una mirada, por un momento había creído ver una sombra junto a ellas. Pero no queriendo distraerse, siguió su camino junto a Seung. Ambos caminaron tomados de la mano, comiendo de algunas frutas que el joven dios hacía crecer de los árboles, conversando sobre cosas sin importancia. Aunque no lo demostrara en su rostro, el pequeño Seung estaba muy interesado en saber sobre los poderes de Yuuri, y a este no le podía generar más que ternura, aunque se tratara de un tema que el mismo no le agradaba.
Un sonido de sorpresa salió de los labios del pequeño cuando observo lo que su amigo quería mostrarle, se trataba de un pequeño círculo de agua que venía de una cascada. El agua seguía cayendo, pero en un instante Yuuri la hizo congelar logrando una gran exclamación de euforia infantil.
– ¡Increíble! ¿Cómo lo hiciste? ¿Me puedes enseñar? ¡Yo también quiero hacerlo? –decía con gran emoción mientras Yuuri compartía una gran sonrisa en su rostro.
– Quería mostrártelo, y aunque no puedo enseñarte a congelar el agua, puedo enseñarte otra cosa-explico.
Lentamente en su mano se fueron acumulando pequeños copos de nieve, unificándose creando algo entre las manos del dios ante los ojos impresionados del pequeño Seung quien recibió entre sus brazos un par de patines a base de hielo. Con cuidado Yuuri se los coloco mientras el mismo creaba unos para él. Seung no podía decir nada de lo impresionado que estaba, y siguiendo la mano de Yuuri, ambos se internaron dentro del hielo. El joven dios no sabía cómo consolar a alguien, tampoco como dar palabras de apoyo cuando alguien se encontraba en una situación de tal calibre como la que vivía Seung, no obstante, lo animaría con la única forma que él conocía que podría darle felicidad y calma tanto como a él: patinar.
Le fue enseñando como la primera vez que su maestra y hermana le invitaron a conocer el hielo, Seung se veía maravillado y no dudaba en demostrárselo a Yuuri. Ambos siguieron patinando, disfrutando del hielo hasta que fue prudente ir a otro espacio para entrar en calor. Se refugiaron en una pequeña cueva donde Yuuri instalo una pequeña fogata, aunque él era resistente al frio, el pequeño Seung al ser humano no lo era tanto, y no quería que se enfermara por su culpa.
Mientras entraban en calor y comían algunas frutas, Seung miro fijamente a Yuuri, dudando en un principio de hablar hasta que le llamo.
-Yuuri.
-Dime.
-Tu eres igual a él ¿verdad? – pregunto Seung a Yuuri, sin embargo, el joven dios no entendía a qué se refería el pequeño-. Tú eres igual a mí, eres igual que el joven brujo también…
-No sé qué quieres decir con eso Seung Gil- decía el omega sin lograr entender.
– Tu eres parecido al joven brujo que vive en el medio del bosque, él tiene poderes igual que tú-ante esas palabras Yuuri miro con sorpresa e intriga a su pequeño amigo.
– ¿Ese hombre del que me hablas tiene poderes como yo? -pregunto, Seung asintió lentamente y miro hacia un punto específico del bosque apuntándolo con su dedo.
– En lo más profundo del bosque vive un chico muy simpático y alegre en una casa de madera, toda la gente del pueblo le teme y por eso nadie se acerca, pero él no es una mala persona, solo es diferente a todos-miro a Yuuri-, él es como nosotros, una persona extraña con ojos y cabellos de otro color.
– ¿Tú la has conocido en persona? -indago.
– Si-le afirmo-, no sé cómo se llama, tampoco me ha dicho su nombre nunca, pero es un chico alegre, tiene la piel morena y el cabello negro como yo-dijo el pequeño recordándolo-, es muy amable pero también es muy solitario, las veces que me he perdido en el bosque él me ha rescatado y me ha devuelto al camino de vuelta al pueblo.
-Entiendo-respondió el joven dios, tenía muchas interrogantes dentro de su cabeza, pero no sabía si el pequeño podría respondérselas así que decidió mantenerlas para él.
Al cabo de unas horas salieron de la cueva observando cómo estaba presente el ocaso, lo inevitable había llegado y Yuuri sabía que era momento de despedirse. Caminaron en silencio hasta llegar a la entrada del pueblo, donde el joven dios se detuvo; Seung volteo a verlo para ver que le ocurría, encontrándose con la triste sonrisa de Yuuri.
– ¿Yuuri?
– Seung Gil, de verdad me gusto pasar todo este tiempo contigo, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto con alguien. Pero es hora de que me vaya.
– ¿Irte? –repitió.
– Si…
Hubo un momento de silencio mientras ambos se veían, de repente Yuuri siente como Seung se lanza contra sus piernas abrazándolo fuertemente, estuvo a punto de preguntar que le pasaba cuando sintió las lágrimas sobre sus ropas.
– No… Yuuri no te vayas, no me dejes solo de nuevo-lloraba el pequeño mientras se negaba ir al dios que no sabía qué hacer.
Los sentimientos de desesperación que le eran trasmitidos al tacto con el pequeño, era una súplica silenciosa para que no lo abandonara, rompiendo el corazón de Yuuri en pedazos y dejándolo sin saber qué hacer. Él era un dios que no sabía en cuánto podría controlar de sus dones, no podía envejecer, y no sabía cuánto peligro podría estar amenazándole, no era una buena vida para un niño, pero era una vida, una vida mucho mejor que la desesperación de vivir en un lugar donde no eres bienvenido, y donde tu integridad física peligra sin haber hecho algo para merecerlo. Simplemente no podía dejarlo, no en esas condiciones.
– Seung Gil, yo…
Antes que pudiera decirle a su pequeño amigo sus planes, sintió una gran presión sobre su cuerpo, un momento abría los ojos y observaba a Seung Gil, al otro miraba una cámara oscura. Parpadeo varias veces tomándose la cabeza, el pequeño lo llamaba insistentemente preguntando por su estado, su visión se trastornaba y su cuerpo se sentía pesado. Cuando abrió los ojos por última vez, se encontraba en un espacio oscuro, un pasillo largo, frio y con el incesante sonido de un reloj cercano a su oído.
Nota de autor: Hola, este ha sido un capitulo que ha sido muy emotivo para mi escribirlo. La relación entre Seung y Yuuri aunque rápida y sencilla, cubre muchos aspectos de lo que podría ser una relación entre hermanos, especialmente de Yuuri hacia Seung, su instinto por protegerlo aunque guiado por su naturaleza, es algo que le sale del alma por ser quien es, sintiendo empatía por la situación de Seung, al punto de querer llevarlo con él en su viaje. ¿Qué será lo que ocurrirá con Yuuri? ¿Qué es esa habitación en donde ha aparecido? Pueden dejar sus teorías.