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Danzante del Rey [Capitulo 2]


🌙⭐️Felicidad Pérdida⭐️🌙

Cuenta la media noche que hace dieciocho años el reino de Mycticias fue bendecido con el nacimiento de su heredero: un fuerte varón poseedor de una hermosa cabellera color de la luna y ojos tan resplandecientes como el zafiro. Todo el reino se llenó de regocijo al saber que su próximo gobernante había sido bendecido por los dioses; su alegría fue mostrada con una fiesta de varias semanas donde hubo bailes, cantos y ofrendas al pequeño niño.

En el palacio la reina madre se encontraba en cama descansando de su gran esfuerzo por traer al heredero al mundo y, con ella, un grupo de jóvenes la cuidaban, pues sufría de una enfermedad que ni el mejor médico del reino podía curar. A un lado de la cama el pequeño infante, recién nacido, lloraba en su cuna anhelando el calor maternal, tal era el llanto que la reina madre, con sus últimas fuerzas, logro acunar por última vez a su hijo en sus tiernos brazos, darle un beso en la frente y cantarle débilmente para exhalar su último aliento al término de la melodía; el niño pegó un grito desgarrador al no oír más la voz de su madre, pues, incluso él podía sentir que la terrible muerte había llegado para llevarse a su madre el mismo día que él había visto la luz por primera vez. 

Las doncellas al pie de la cama no tardaron en sollozar por la pérdida de su reina mientras que el rey agitado acababa de llegar a los aposentos de la reina, encontrándose con la terrible escena, su mujer acabada de fallecer y en sus brazos su hijo lloraba. El gobernante, con lágrimas en los ojos, tomó a su hijo para salir de la habitación y así evitar que sus sirvientas lo vieran quebrarse.

Los años pasaron y el reino seguía de luto por el deceso de la reina madre, el rey despechado ahogaba sus penas bebiendo alcohol y disfrutando del exquisito baile de danzantes extranjeras, el pequeño príncipe pasaba sus días en el lago o en sus lecciones, el escaso cariño que recibió de su padre hizo que se volviera alguien frío y desinteresado, haciendo que el castillo entero no le tuviera estimación, pero todo ese sentimiento se disolvía rápidamente ya que le tenían un poco de lástima al platinado, pues el pequeño no había disfrutado del amor ni cariño de una madre.

Al cumplir los dieciocho años, el príncipe subió al trono debido a que su padre murió en circunstancias extrañas, el ahora rey no se lamentó por el fallecimiento de su progenitor y como nuevo gobernante se dedicó a explotar lo mejor de su nación, gran riqueza nadaba entre las tierras fértiles, habían cosechas exitosas cada temporada, cada artesano de la zona producía grandes obras de arte haciendo que el comercio se beneficiaría, y pronto varios extranjeros empezaron a llegar a Mycticias a conocer de la belleza exótica que tanto se rumoraba existía en ese reino.

Aquel joven soberano conocido como Viktor Nikiforov se sentía satisfecho con lo que estaba haciendo en su nación, era una verdadera élite, pero a pesar todas esas riquezas algo dentro de él no podía ser llenado, un vacía dentro suyo lo atormentaba cada noche, por lo que, pensó en compartir el mismo vicio de su padre: las bailarinas.

El comunicado se dio a conocer en todos los reinos cercanos al territorio, las doncellas empezaron a pelear por un lugar en el reino del joven rey, todas hermosas mujeres con cabellos rubios, negros y hasta rojos como el fuego ojos cuales gemas y atributos como las diosas; una a una fue evaluada hasta que de las tantas que llegaron al reino solo fueron escogidas diez. Así mismo, como pago a sus servicios, el rey les prometió que sus familias no sufrirían en lo más mínimo, pero a aquellas muchachas tan superficiales poco les importaba el bienestar de su familia, pues habiendo llegado hasta allí, su interés estaba en vivir los lujos bajo los mantos del monarca Nikiforov.

—Mi rey, le presento a sus doncellas, son hermosas mujeres altamente calificadas para estar bajo sus servicios. Espero sean de su agrado y déjeme decirle que fue muy ardua la búsqueda de mujeres de su talla, así que espero que sean placenteras a su vista —Con voz altanera y graciosa un hombre de no más de los cincuenta años y aspecto bonachón, presentó de una a una a las bailarinas, quienes se movían muy provocativamente ante los ojos del rey que estaba sentado en su trono con aire superior.

Con un solo movimiento de su mano, el rey Nikiforov hizo que el hombre diera la señal para que la orquesta empezara a tocar y así dar inició al baile poco decente de las muchachas. Así fue como pasaron dos horas de bailes entre vino y ron, con algunas palmas acompañando a la orquesta, la situación se había vuelto una pequeña celebración, los guardias que cuidaban las entradas fueron atraídos por la música y el alcohol, estos acompañaron a su monarca quien no parecía disfrutar de la situación.

Y pronto, de un momento a otro se paró de su trono y abandonó la sala, dando fin a la convivencia. Todos los presentes lucían confundidos, la música había dejado de sonar, por lo que, las muchachas detuvieron su baile, un silencio sepulcral reinó en el lugar y, aterrados de lo que pudiera suceder, salieron del salón después de Viktor, esperando lo peor.

Después de ese incidente nadie tocó el tema, las actividades siguieron su curso, sin embargo, el rey Nikiforov lucía molesto, había pensado que tratar de compartir el mismo vicio que su padre le causaría alguna satisfacción, pero no era así, no le gustaba para nada esas mujeres, por más que sus sirvientes adularán las bellezas exóticas de estas, él no sentía nada, ni la más mínima excitación, se sentía frustrado al no encontrar la felicidad que nunca tuvo.

Dejó de darle vueltas al asunto y decidió dedicarse a su trabajo, pergamino tras pergamino pasaron las horas hasta que se quedó dormido. El fin de semana llegó, trayendo consigo su autoproclamando «día de descanso», donde por voluntad propia dejaba el castillo y todas las comodidades de rey para pasar a ser un simple pueblerino.

Las ruidosas calles eran transitadas por todo tipo de personas, desde comerciantes hasta simples esclavos, todo era color y gloria; el sonido de las monedas estampadas en la madera de los puestos, las caras sonrientes de los compradores adquiriendo desde fruta hasta personas, los niños corriendo de un lado para otro, ah sí, la vista era más que placentera a los ojos del joven rey, estaba haciendo un buen trabajo dirigiendo a su nación.

Con una sonrisa ladina caminó las extensas calles de su reino, estaba orgulloso de sí mismo, de haber hecho que su reino creciera en tan poco tiempo, cuando su padre aún era el rey, el reino había sucumbido en la miseria gracias a que él rechazaba todas las actividades programadas para encerrarse en su cuarto y beber hasta quedarse dormido o para ver bailar a sus doncellas, cuando finalmente su deceso había llegado, Viktor tuvo la difícil tarea de recomponer el reino.

Inmediatamente Viktor alejó aquellos tóxicos pensamientos sobre el pasado y se centró en el presente, en el reino en toda su gloria.

Llevaba casi tres horas caminado, cansado se acercó a una pequeña fuente, con un pequeño cántaro que traía guardado entre sus ropas sacó agua y bebió todo el líquido. De repente, a lo lejos se escuchó un gran grito, curioso se acercó rápidamente a donde se estaba formando una escena.

Un viejo sostenía fuertemente la muñeca de un chiquillo de ropa andrajosa que se había atrevido a robar una manzana del puesto del sujeto.

El pequeño con todas sus fuerzas, trataba de zafarse del fuerte agarré del viejo, arañaba y mordía la mano que lo sujetaba, pero era inútil para el infante.

Viktor, enojado, se atrevió a intervenir antes de que el vendedor se atreviera a hacerle daño al niño. Con mirada desafiante y voz autoritaria, Viktor le exigió amablemente al señor que soltara al niño.

—¿Qué crees que haces, muchacho? Déjame darle su merecido a este ladrón —habló el vendedor.

—No puede hacerle tal daño a un niño —insistió, el niño lucía asustado a pesar de tener una mirada dura y desafiante, su débil cuerpo tembloroso estaba siendo protegido por el alto porte del monarca que lucía realmente molesto.

—¿Cómo es posible que quieras defender a un ratero como él? Debemos disciplinarlo antes de que se vuelva peor persona —El vendedor, con las mejillas coloradas por el enojo, trató de despistar a Viktor, pero este fue más listo e impidió nuevamente que el viejo le pusiera un dedo al pequeño, el niño por inercia había encogido su cuerpo esperando el impacto del golpe que nunca llegó.

Viktor, aun sosteniendo la mano que iba a golpear al niño, le lanzo una mirada amenazante al viejo y apretó el agarre de la palma de su mano.

—¿Cuánto cuesta lo que el niño tomó? —Una mueca de dolor figuró en el rostro del señor y con trémula dijo el precio del objeto.

Viktor, aun molesto, le aventó las monedas de oro a su puesto, después de eso soltó con fastidio su muñeca y se retiró del lugar dejando a todos los presentes murmurando. Se alejó lo suficiente del lugar como para llegar a un lugar más calmado, ya allí, pasó su mano derecha por su frente y por inercia soltó un suspiro irritado, de repente, escuchó tras él unos pasos y cuando volteó vio al niño acercarse. Volvió a su postura de siempre y le dedicó una sonrisa cariñosa, pero el niño seguía con una cara de pocos amigos.

Trató de ignorar lo sucedido y se encaminó tranquilamente al castillo, mas, el niño seguía sus pasos comiendo en el transcurso del camino la manzana que había robado.

El ambiente pacífico entre ellos dos se fue incrementando haciendo que Viktor tomara la mano del niño con cariño y este se dejará llevar sin que preguntara a donde lo llevaba.

La caminata término con la cara asombrada del niño al ver que estaban frente al castillo. Viktor entró por la puerta trasera y algunas sirvientas corrieron a su encuentro apenas los vieron entrar.

Con la voz preocupada preguntaron en dónde se había metido el joven monarca, este les respondió sencillamente que había ido a pasear al pueblo, con mirada extraña vieron que atrás de Viktor estaba el chiquillo escondiéndose en sus ropajes.

—Lleven al niño a una habitación cerca de la mía, bañen lo y consigan le ropa adecuada —Las sirvientas, extrañadas, tomaron al niño entre sus brazos y se marcharon a hacer lo que les había ordenado Viktor.

Después de que el niño desapareció entre los pasillos de su palacio, el platinado fue a su despacho a terminar los archivos que había dejado incompletos con tal de darse una escapada a su pueblo.

Sereno, entró a su despacho a seguir con sus deberes, se sentó en la silla acomodada frente a la mesa llena de pergaminos, y tomó entre sus dedos la pluma proveniente de una de pavo real, la admiró detenidamente hasta que toda esa paz que tenía se esfumó cuando vio a Yakov, su antiguo tutor, entrar al despacho echando humo por las orejas.

—¡¿En dónde te habías metido, mocoso?! ¡¿Acaso no entiendes que eres el rey?! ¡No puedes ir de aquí para allá como antes lo hacías! —Agobiado, se sentó en frente de Viktor que seguía jugando con su pluma.

—Lo sé perfectamente, Yakov, pero me es inevitable ver como esta mi pueblo.

—Muchacho, sé que te gusta pasear, pero ahora que diriges el reino tienes más responsabilidades que antes —Viktor lo ignoró.

—Hoy traje a un niño que vivía en la calle, quiero que te encargues de su educación, así como lo hiciste conmigo—expuso con tal de evitarse todo el sermón de Yakov.

Yakov estaba indeciso de tomar a aquel niño como su estudiante, pero al ver la cara seria de Viktor no tuvo más remedio que aceptar la orden del rey. El ambiente tenso que se había formado fue roto rápidamente por el sonido de la puerta, una de las sirvientas que Viktor encargó limpiar al niño había entrado un poco temerosa.

—Disculpe, su majestad, pero el niño esta bañado y vestido como usted ordenó.

—¡Perfecto! Tráemelo en este instante —exclamó Viktor parándose de su asiento.

—Sí, su majestad, enseguida le traigo al niño.

Después de que la sirvienta saliera del despacho, Yakov y Viktor esperaron pacientemente la llegada del niño. El platinado se dedicó a leer un pergamino mientras que el mayor esperaba sentado en una silla acolchonada.

La manivela de la puerta se empezó a mover indicando que el pequeño estaba presente, Viktor levantó la mirada y caminó hasta el lado de Yakov.

El chiquillo incrédulo e inseguro de lo que podría suceder, ingresó a la habitación algo temeroso, pero curioso.

Yakov vio a entrar a un niño de cabellera dorada y ojos cual esmeralda, su semblante sereno, pero con un caminar tímido hizo que recordara a Viktor cuando él tenía esa edad, interesado, se inclinó a la estatura del infante y se lo quedó viendo fijamente hasta que el chiquillo desvió su vista, incómodo.

—Lo quiero a partir de dos días en la biblioteca para que empiece sus clases —dictaminó.

El rubio, con una mirada confusa, dirigió su vista a Viktor como si pidiera una explicación, quien le explicó con lujo de detalle lo que sería de él a partir de ese momento.

Ya transcurrida toda esta situación, tanto el niño como su ahora tutor se retiraron del despacho dejando sólo al joven monarca.

Espero estar haciendo lo mejor por el niño, no tuve la mejor infancia, tan solo espero que él no sufra la soledad que yo sufro, pensó y continuó con sus deberes.

Al día siguiente, con un semblante melancólico, el rey observaba el reino desde el balcón, pronto, la brisa de la tarde acarició delicadamente su rostro borrando todo rastro de los cristales líquidos que habían estado cayendo por sus mejillas y, aquella tristeza que se había formado tan solo hacía unos instantes, pareció esfumada.

Nota de Autor: Siento tristeza por mi hermoso Viktor, no disfruto del calor maternal, pero fuera de eso si notaron lo papucho que está en la ilustración de Ren Mapache, es un amor de persona este Mapachito, me encanta como quedo la ilustración y a partir de ahora el se encargara de ilustrar el fanfic, aunque me quede pobre siempre uno tiene que hacer un sacrificio.

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Publicado por diananikiforov

Nombre: Diana/Davet Juan de Dios R. Alias: Diana Nikiforov I. género: Género Fluido Nacionalidad: Mexicana Ocupación: Estudiante Cumpleaños: 11 de septiembre Signo: Virgo ¡Hola! Mucho gusto en conocerte estoy en wattpad y en el blog de Alianza Yuri on ice para respaldar mis historias. Soy escritora principiante de Yaoi, la shipp que me inspiro a montarme en esta travesía es el Viktuuri, una shipp la cual le he tomado el cariño suficiente como para que me llenara de coraje y empezara a escribir mi obra Danzante del rey y Mas allá de la muerte, ambas historias me han costado escribirlas, pero con el apoyo de mi beta y de mis amigos he podido sobrepasar los obstáculos, y gracias a esos pedazos de mi corazón que se han convertido en mi mejor motor para seguir adelante y cumplir mis sueños he conocido hermosas personas que puedo llamar compañeros y amigos.

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