La Aldea de la Esperanza II.
Antes de emprender su travesía creyó que sería más complicado dejar la Aldea de los desterrados. El lugar contaba con una rígida jurisdicción en donde se debían tener razones demasiado específicas para salir. Sin embargo Yuuri al mostrar el estado de su esposo no obtuvo negativas, tal vez al final pensaron que no encontrarían ayuda alguna, que el rubio moriría permitiendo regresar al azabache con libertad a su hogar.
Despejándose de aquellos nefastos pensamientos Yuuri emprendió su camino inseguro de hacía donde dirigirse, pero recordó con claridad las palabras que Pichit dijera de regreso a casa.
<<Hacia donde apunta la estrella polar, es el camino hacia el hechicero, si tienes dudas solo consulta a tu corazón, él en tu desesperación te guiara o al menos eso es lo que cuentan…>>
—Ojala fuera tan fácil.—Se dijo apretando contra si a un inconsciente Yuri. Cabalgo por toda la noche con el rubio en brazos, por la mañana decidió dejar descansar al caballo, buscar agua e improvisar una fogata, aún llevaba consigo los remedios de Celestino con los cuales podría preparar una infusión a su esposo, así mismo corto algo de pan que guardo de entres sus provisiones y acompaño de un poco de queso. No sabía de cuánto tiempo contaba, pero dentro de sus posibilidades no podía permitirse perder a Yuri por inanición, como fuera debía mantenerlo fuerte, ayudarlo a menguar su dolor así como aplazar a toda costa aquello que sabía que si no se apresuraba llegaría, incluso aún a costa de su propia integridad.
—Amor…, ¿dónde estamos?—pregunto el menor despertando de su inconsciencia en medio del bosque.
—Shhh, tranquilo, lo importante es que estarás bien—respondió tranquilo dándole a beber una infusión de un cuenco que llevo de entre sus cosas.
—¿Qué piensas hacer?— pregunto asustado de las intenciones de su siempre persistente esposo.
—Vas a estar bien—aseguro acomodándolo sobre su pecho esperando paciente terminara de beber mientras acariciaba los rubios cabellos, aspirando el aroma de estos y sorprendiéndose al encontrar el aroma de su omega un tanto diferente.
—Yuuri…ahora…¿me dirás dónde estamos?.—pregunto de nuevo esperando no le confirmara sus sospechas.
—En el bosque, iremos a donde está la cura a tu mal y todo volverá a la normalidad—contesto con una sonrisa, el muchacho abrió los ojos entre sorprendido y enojado. Como se lo esperaba le había confirmado sus sospechas, él mayor no pensaba resignarse así como así y eso le preocupaba en exceso. Se encontraba a punto de replicar, de pedirle regresar y enfrentar la realidad que les había tocado vivir, pero el dolor regreso, el azabache notándolo lo tomo con delicadeza recostándolo sobre el césped quitándose su chaleco para utilizarlo como almohada.
—¡Maldita sea!—Maldijo del dolor.
—Mastica esto— pidió colocando en sus labios una de las raíces que llevaba consigo.
—Yuuri…, de…debiste dejarme, ¿Por qué no pu…puedes a…aceptarlo?
—No, no pienso rendirme, ahora por favor no te preocupes, mejor descansa que pronto estaremos donde el hechicero y volveremos a nuestra vida, pero antes nos espera un largo viaje y te necesito fuerte.
El muchacho temía, rogaba porque la cordura de Yuuri no lo abandonara, pero no podía hacer nada más que intentar convencerlo, así que queriendo creer que lo que decía era verdad se entregó a los brazos de la inconsciencia.
****
Cinco días con sus noches fueron los que Yuuri cabalgo en el bosque al lado de su esposo, buscando agua y alimento para mantenerlo fuerte aunque apenas y pudiera comer, preparando las infusiones que Celestino le recomendará, cuidándolo, acunándolo en su pecho ante el dolor, convirtiéndose en el más devoto esposo quien en el paso se olvidó de sí mismo con la firme esperanza de encontrar la aldea que le devolvería la salud al amor de su vida. Sin embargo al sexto día se sentía perdido, no tenía idea de hacía donde dirigirse, sus fuerzas comenzaban a menguar, su cuerpo comenzaba a cobrarle factura tras haber apenas y probado bocado, aunado a las noches en vela y las marchas forzadas se encontraba a nada de colapsar pero no importaba nada de ello ya que contaba con una fuerte motivación, tan fuerte que a pesar del cansancio, del dolor de cabeza y de la sed su férrea voluntad le obligaba a continuar cabalgando procurando únicamente cuidar de su esposo y del caballo que los llevaba a cuestas.
Hacía ya más de una semana que había dejado la Aldea de los Desterrados, apenas y podía consigo mismo, en un brazo sujetaba con fuerza a su esposo aunque estaba seguro no aguantaría por mucho más tiempo, hacía dos días que su fiebre no menguaba manteniéndolo inconsciente llevándolo en ocasiones a convulsionar. Las últimas horas habían sido de agonía total para ambos, él no había dormido nada y el cansancio azotaba su cuerpo de manera tal que sus pensamientos ya no eran de todo claro, solo había un escenario de desesperanza frente a él.
<<Por favor si piensas irte, llévame contigo>>pedía desesperado sintiendo con gusto sus propias fuerzas menguar. Sabía que si el omega moría las probabilidades de que el lo hiciera eran igual de altas, aunque no absolutas. Con pesar lo miró, los antes rosados labios ahora pálidos y resecos, la palidez mortal de su rostro de porcelana y las negras ojeras bajo las largas pestañas rubias.
—Solo llévame contigo Yuri—rezaba en silencio esperando que si ese era el destino de su esposo al menos acompañarlo. La tarde caía sobre ellos, el azabache apenas y podía mantener los ojos abiertos, en un brazo sentía el ardiente cuerpo de su omega y queriendo encontrar más fuerzas para continuar intento percibir el dulce aroma de su amor, pero este era ya casi imperceptible. Amargas lágrimas brotaron de sus ojos, el verdadero e inminente final estaba bastante cerca, lo sabía, con pesar la vida de ambos comenzó a pasar ante sus ojos; el pequeño bultito entre blancas mantas que Lilia siempre mantenía pegado a ella, los juegos de ambos niños en el rio, las largas conversaciones de ambos a la luz de las estrellas, como lo consoló tantas veces por sentirse como un marginado tocándole pagar los pecados de sus padres, como lo defendió cada vez que presenció una injusticia en su contra, su primer beso tras la sorpresiva declaración del mayor, como lucía el día de su boda, el largo cabello atado en una trenza que caía con gracia por su espalda, las sonrojadas mejillas asemejando la tersa piel de un durazno, los vibrantes ojos verdes que siempre le miraron con admiración. Lloró aún más cuando recordó su noche de bodas, la perlada frente de sudor del rubio, los labios entreabiertos dejando escapar entre tímidos gemidos su nombre y de nuevo su hermosa mirada inocente que se disputaba entre dejarse llevar por el placer o la vergüenza. Aquella preciada noche que le hiciera completamente suyo le prometió que siempre le pertenecería, Yuuri le prometía dedicar toda su vida a hacerlo feliz, a adorarlo, a respetarlo, cuidarlo y por supuesto amarlo, siempre a su lado hasta el fin.
—Al final nada logró separarnos, ¿cierto mi amor?—susurro en el oído de su preciada carga, sintiendo sus fuerzas abandonarle, pronto todo se nublo ante él, sus sentidos le abandonaron, dejó de ver, de sentir, solo se dejó envolver ante la negrura de la noche.
***
—Muchacho, despierta, vamos despierta.—Una lejana voz le instaba a abrir los ojos, pero sintiéndose fuera de su cuerpo eso era imposible.
—Melina, ayúdame, están muy mal, si se quedan aquí no sobrevivirán al atardecer—Era la voz de un hombre de avanzada edad.
—No sabemos si los dejaran pasar.
—Pero que cosas dices, claro que si. Necesitan ayuda, ¿no los ves?, pobrecillos cayeron de su caballo y aun así el mayor no lo ha soltado, acércate y ayudame.
—¡Por todos los dioses, el rubio está ardiendo en fiebre!—exclamo la asustada voz de una anciana
—¿Lo ves?, nos necesitan. Estoy seguro de que Vitya los aceptara gustoso.
No escucho más, no entendía nada, de nuevo una bruma lo envolvió.
—¿Quiénes son?.— Voces lejanas aún resonaban en sus oídos, pronunciaban palabras, pero él continuaba sin procesarlas.
—Viajeros, los encontramos de camino, están muy mal.
—Llamen al hechicero, antes que otra cosa debe examinarlos.
***
Sintió sobre su frente un frio paño y a sus labios era acercado otro más buscando humedecerlo a la vez de hidratarlo, con bastante trabajo abrió los ojos.
Le costó trabajo enfocar la mirada, el jamás había tenido una buena visión y en ocasiones se ayudaba de unas gafas que a veces estorbaban más que ayudar, aunque tal vez en este caso habrían ayudado. Como si adivinara el hombre frente a él se acercó más. Vestido con una larga túnica azul marino, era portador de unos platinados y largos cabellos, ojos tan azules como el cielo y piel tan blanca y nívea como la nieve que preocupado le regresaba la mirada, era quien sostenía el paño que lo hidrataba.
—Vaya, al fin despiertas joven alfa—Le recibió con una sonrisa al encontrarlo consciente.
—¿Qui…quien eres tú?—pronunció con dificultad, apenas y podía hablar, sentía sus labios tan resecos al grado de pensar que se desmoronarían con solo abrirlos, así como la garganta completamente rasposa, su mente se encontraba confundida, muy dispersa sin lograr recordar nada.
—Eso no importa, lo importante es quién eres tú, tu rostro me es demasiado conocido, ese rebelde cabello azabache, la blanca piel, tan blanca como la de una muñeca y traías unos horribles lentes que se rompieron, pero por fortuna logre reparar, toma—dijo tomándolos de un bolsillo de la túnica y extendiéndoselos al joven quien los tomo para colocárselos de inmediato.
—Yo…— intento recordar, cuando lo hizo sintió una punzada atravesarle el corazón—.Busco la Aldea de la esperanza, buscó al hechicero que pueda sanar a mi esposo, él está a punto de morir, por favor ayúdeme dígame donde estoy y como puedo llegar ahí—suplico sujetando fuertemente la túnica azul del hombre frente a él.
—Yuuri Katsuki.
—¿Qué?
—Tranquilo, todo está bien.
—¿Cómo sabe mi nombre?, por favor dígame como llegar y …—Miro a su alrededor, estaba en una pequeña habitación de una cabaña, pero solo su cama y una mesita se encontraba ahí, no vio a Yuri por ningún lado, sintiendo el corazón contraerse dolorosamente intento ponerse de pie, pero un mareo le jugo en contra haciendo caer en los brazos del platinado.
—¿Do…donde esta? ¿Dónde está mi esposo?—pregunto aprehensivamente.
—Está vivo, tranquilízate por favor— tras escuchar aquellas palabras una enorme paz le invadió, al menos aún se encontraba vivo.
—Él fue envenenado por despecho, durante su corta vida ha sido injuriado, despreciado pero su joven corazón en ningún momento albergo odio alguno, le toco pagar los pecados de sus padres, lo comprendió y acepto con resignación—recito como si de una oración se tratara.
—¿Dónde está mi Yuri? y ¿Cómo sabes todo eso?
—El hechicero que buscas lo tienes frente a ti. – admitió con una sonrisa que le tranquilizo.
—¿Usted?
—No me hables con tanta formalidad, es cierto que tengo más de trescientos años, pero no los aparento, ¿verdad?— pregunto de manera picara con aquella contagiosa sonrisa dejando a Yuuri anonadado, en verdad que no los aparentaba, ni siquiera podía decir que tuviera más de treinta.
—Ni siquiera creo que superes los 30.
—Me lo dicen todo el tiempo, es maravilloso ¿no crees? sabía que el decidir tomar esta vida era duro aunque tenía sus beneficios y vaya que vale la pena—dijo con una sonrisa.—En fin, quiero decirte que fuiste muy imprudente. Casi mueres de inanición, dime ¿habría servido de algo que ambos murieran? ¿acaso tratabas de recrear una de esas tantas historias románticas donde los enamorados mueren juntos?— pregunto enojado.
—Lo más importante para mí es él, yo soy fuerte, sabía que soportaría las inclemencias del bosque, pero a decir verdad, sin él a mi lado prefiero morir.
—Que romántico—se burló—Como sea estabas equivocado, casi te despides del mundo de los vivos, si Virgilio y su esposa no te hubieran encontrado los dos habrían muerto por tu estupidez, la próxima vez que quieras hacerte el héroe piensa mejor las cosas y toma en cuenta los deseos de la persona que deseas salvar—Lo regaño sin tocarse el corazón algo que a Yuuri lo dejo con la boca cerrada y pensando en muchas cosas, para empezar ¿cómo sabía tanto de ellos?—.Gracias a los dioses no fue así. Ahora, supongo que quieres verlo.
El muchacho asintió efusivo intentando incorporarse, pero se encontraba tan débil que todo esfuerzo fue inútil.
—Te he dicho que estas muy débil, eres demasiado necio. A ver, espera.—Le pidió regañándolo, Yuuri volvió a recostarse derrotado y bastante inquieto mientras que Viktor preparaba algo a espaldas del azabache. – Bebe esto—dijo mientras sostenía su nuca con cuidado colocando en sus labios un pequeño cuento con una infusión bastante amarga. Sin poder contenerse frunció los labios haciendo un gesto de desagrado que a Viktor le causo risa.
—Sabe horrible, pero te ayudara, bébela toda.—Y no mintió, apenas retiro el cuenco de sus labios sintió como su cuerpo recuperaba considerablemente sus fuerzas lo suficiente como para levantarse él solo.
—¿Dónde está?—preguntó al instante, el platinado tomo el cuenco entre sus manos para llevarlo a una mesita, su sonriente semblante cambio al instante.
—Ven conmigo—pidió.
Salieron de la pequeña habitación que al parecer se le había destinado al japonés, caminaron por un corto pasillo hasta llegar a la continua. Viktor se adelantó abriendo la puerta y dejando pasar a Yuuri.
—Por favor, no lo despiertes.
Yuuri ingreso ansioso encontrando a su amor al fondo en una pequeña cama con blancas mantas. Su semblante lucía tan demacrado como cuando lo llevaba en brazos. El joven azabache corrió hasta donde se encontraba para besar sus labios.
—Mi amor, por favor resiste al fin llegamos con el hechicero, todo va a estar bien, te lo prometo—susurró a su oído esperando que lo escuchara—¿Cómo está?— preguntó al mayor volteando hacía él.
—Muy débil, dejémosle descansar, acompáñame necesitamos hablar— dijo con una expresión de pesar en el rostro, Yuuri espero a que salieran de la habitación donde se encontraba el rubio para hablar con el hechicero quien estaba seguro de que los ayudaría.
—Viktor por favor espera— le pidió una vez que el hombre cerró la puerta y disponía guiarlo al centro de la casa.
—Dime.
Yuuri se encontraba desesperado, todas sus esperanzas se sembraban en aquel hombre frente a él, si no podía ser él quien lo ayudara no había nadie más. Sin pensarlo se arrodillo frente a él.
—¿Que estás haciendo?—preguntó alarmado.
—De donde vengo no poseemos ningún tipo de riqueza excepcional, nada equiparable a la vida de Yuri, no tengo nada que ofrecerte, pero por favor te lo suplico ayúdalo, él es mi vida, lo es todo para mí, lo que me pidas lo hare, y si hay algo que este en mi poder conseguir por supuesto que te lo dará, solo por favor ayúdalo.
—Yuuri yo jamás pediría nada a cambio por la salud de una persona, levántate y acompáñame a la mesa, necesito hablar contigo—Yuuri angustiado lo siguió, tomo asiento en una silla de madera esperando mientras Viktor preparaba algo, regreso a su lado con dos tazas.
—Es una infusión bébela y escúchame.—Nervioso le hizo caso, no rechistaría estando frente a la única persona capaz de regresarle a su Yuri.
—Me recuerdas tanto a tu abuelo, a Teiji Katsuki, es como si viera una copia al carbón de él—dijo con simpleza mirándolo detenidamente de nuevo, mientras por su rostro se formaba una melancólica sonrisa.
—¿Qué?, pero ¿Cómo sab…
—Lo siento—interrumpió mientras dejo salir una pequeña carcajada buscando dispersar el rostro melancólico que momentos antes apareciera—.Creo que me pase esta vez. Yo miré a través de sus corazones y encontré todo, su pasado, su presente, sus antepasados, todo. Tú él hijo de una importante familia de nobles que por malentendidos con la realeza fueron desterrados, él un príncipe sin corona que tras la revolución compartió la condena por pecados que él no cometió, en la aldea que sus propios padres crearon como castigo. Todo eso vi e incluso más—concluyo ante la expectante mirada del joven — Como sea y si te lo preguntas, yo conocí a tu abuelo.
—¿Cómo conociste a mi abuelo?.— pregunto sumamente curioso.
—En uno de mis viajes, fuimos buenos amigos, muy buenos amigos, por lo menos hasta la despedida. En fin me he extendido y no es momento de hablar sobre eso, veamos, como podría explicarte el tema que nos concierne— comenzó cambiando por un semblante aún más serio, indeciso de hablar o que palabras utilizar, pero cuando al final las encontró, comenzó—.El caso de Yuri no es fácil, no se trata únicamente sobre lo que estuvo bebiendo por semanas, ya que la persona que hizo esto lo maldijo buscando mayor efectividad, por eso es que no hay remedio que apacigüe el malestar y mucho menos le brinde mayor tiempo de vida. El proceso por el cual ha pasado es irreversible y poco hay por hacer, mientras te encontrabas inconsciente intente todo cuanto sé, pero no dio resultado. Lo siento Yuuri, pero tu esposo morirá irremediablemente. Lo único que puedo hacer es disminuir el dolor de manera que al final se despida de ti en un tranquilo sueño.
Sintió como su mundo se derrumbaba, la habitación comenzó a darle vueltas y su cerebro se vio incapaz de procesar aquellas crueles palabras, pero cuando lo hizo supo de inmediato que resignarse no era una opción.
—No, por favor, no me digas eso. Yo…yo haré lo que sea, no importa de que se trate, solo ayúdame, te lo suplico, te lo imploro— pidió de nuevo levantándose y corriendo a postrarse ante sus pies.
—Por favor levántate Yuuri. No lo hagas más difícil.—Yuuri no lo podía creer todos los esfuerzos habían sido en vano, nada había servido de igual manera su amado esposo lo dejaría y pese a las negativas de Viktor él no podía encontrar regisnación.
—No…, no—gruesas lagrimas comenzaron a caer de sus ojos mientras él aun de rodillas se cubría el rostro con las manos completamente inconsolable. Viktor pensó que aquel era un espectáculo lamentable, la situación era desgarradora solo alguien que hubiera conocido el verdadero amor podría entenderla. Por primera vez en mucho tiempo se sintió como un completo inútil, impotente y frustrado de que sus conocimientos no fueran los suficientes para ayudar a esa joven pareja. Al menos no como deseaba ya que aún quedaba algo, pero no era precisamente la solución ideal.
—Yuuri, levántate por favor.—Se inclinó a su lado tomándolo por ambos brazos.
—Viktor…—El muchacho levanto el rostro y al momento de hacerlo el platinado se sintió sobrecogido ya que efectivamente verse reflejado en aquellos ojos achocolatados era como volver a ver de nuevo a su amigo, a Teiji.
—¿Estás seguro que harías lo que fuera por el?
—Si, lo que sea.
—¿Incluso dar tu vida?.— preguntó dubitativo, pero el muchacho asintió con firmeza.
—Por supuesto, pero si muero yo, ¿no significaría que el también? El hecho de estar marcado lo ata a mi.
—En realidad no, toma asiento por favor—pidió de nuevo sonriendo, el muchacho al instante obedeció atento a lo que escucharía—.Hay una planta que crece en lo alto de las montañas, es complicado y peligroso llegar a ella, pero su poder es inmenso. Muchos creen que no existe, porque no logran encontrarla, es difícil su acceso, debes tener muy firme convicción de tu labor y en verdad amar a la persona que se favorecerá con su poder, porque si, nadie puede hacer uso personal de ella de lo contrario no serás capaz de encontrarla, su naturaleza es mística y únicamente puede ayudar aquellos cuyas intenciones sean nobles. Una vez que la encuentres debes traerla.
—¿Qué harás con ella?
—Hay un potente hechizo que nos ayudara a sanar a tu esposo, sin embargo revertir el daño es complicado, ofrecer una vida por otra es necesario y es que a base de tu sangre el podrá vivir, en tu sangre encontrara la fortaleza para continuar con vida aun cuando tú te hayas ido. Ahora dime, ¿en verdad quieres hacerlo?.—
—Ni siquiera debes preguntármelo, yo siempre hare lo que sea por su bien, pero pensé que un omega moría al hacerlo su alfa.
—No Yuuri, yo me encargare de borrar la marca en cuanto procedamos garantizándonos el éxito, además el hechizo es demasiado potente. Ahora bien en ese caso partirás mañana a primera hora del día, el tiempo apremia y debes darte prisa. Por ahora creo que sería bueno que descanses mañana vas a necesitar de todas tus fuerzas.
—Si, como tu digas—dijo diligente sintiendo como el alma le regresaba al cuerpo al tener de nuevo una esperanza sin importar lo descabellada que sonará—. Dioses gracias por traerme con Víktor—agradeció mirando al cielo para bajar su mirada al platinado—Y muchas gracias Viktor.
—No me agradezcas, eres un buen hombre Yuuri, es lo menos que mereces, lo menos que merecen ambos.
—Quisiera estar con él— pidió.
—Está bien.— Yuuri ingreso en soledad al cuarto donde el rubio descansaba, inmediatamente corrió hacia él para tomar una de sus manos y entrelazarla con la suya.
—Todo va a estar bien mi gatito, tú vas a estar bien—El muchacho entre sueños se removió despertando.
—Yuuri, ¿Qué sucedió?—pregunto en un susurro.
—Lo logramos, llegamos a nuestro destino.
—¿Qué?
—Estamos en la casa del hechicero, pronto todo estará bien, pronto estarás bien.
—¿Enserio?, no…, no puedo creerlo.—Sus verdes ojos resplandecieron de felicidad, de esperanza de saber que todo regresaría a la normalidad.
—Créelo mi amor.—dijo besando una de sus manos y acariciando su frente, a los pocos minutos ingreso Viktor con una charola de comida entre las manos.
—Espero no interrumpir nada, pero Yuri debe comer algo y tú también, supongo que será bueno que lo hagan juntos, además debo revisarlo.—
—¿Quién eres tú?—preguntó el rubio al platinado.
—El famoso hechicero que tu tonto esposo casi muere por encontrar. Viktor Nikiforov—El rubio lo miro por largo rato con el ceño fruncido sobre todo por decirle tonto a su esposo, pero no podía ser desagradecido, él sería quien le ayudaría.
—Un gusto, soy Yuri de Katsuki.
—Lo sé, mucho gusto, ahora veamos como sigues—dijo dejando en una mesita de noche la bandeja y tomando asiento en una orilla de la cama del rubio. Yuuri pensó en salir tal vez necesitaba encontrarse a solas con el rubio para concentrarse así que se levantó, pero Yuri siendo perceptivo alcanzó su mano tomándola con fuerza, entonces se dio cuenta del miedo en sus ojos.
—No temas, ahora relájate—Viktor cerró sus ojos a la par que abría ambas palmas de sus manos colocándolas por encima de la frente de Yuri, al instante una luz azul se encargó de bañar el cuerpo del muchacho. Yuuri en ningún momento soltó su mano, quería darle de toda la fortaleza que necesitaba, el proceso fue rápido el mayor retiro sus manos de Yuri, pero se quedó un rato pensando para al final descubrir su vientre colocando una mano sobre él, Yuuri se preocupó ya que al instante frunció el ceño.
—¿Aún sientes dolor?—pregunto a lo que el joven negó con la cabeza.
—Solo me siento muy cansado.
—Bien.— sonrió aunque parecía hacerlo a la fuerza—.Es mejor que te alimentes, yo debo salir.
—¿Cómo estoy?
—Estas mejorando, solo debes alimentarte y descansar— pidió encaminándose hacia la puerta.
— Saldré unos minutos, si necesitan algo recuerden que están en su casa, no tardo.
El joven rubio comió en completo silencio con la ayuda de su esposo que no paraba de contemplarlo aliviado de saber que salvaría a aquello que más amaba, pero también preocupado por su decisión, además la expresión de Viktor hacía unos minutos tras examinar a su esposo no le había gustado en nada. Tras comer y pasar unos minutos al lado del azabache Yuri completamente exhausto volvió a caer dormido, Yuuri estuvo a su lado, y pensó en lo que rápido que había pasado el tiempo desde que contrajeran matrimonio, años maravillosos había vivido a su lado, se habían amado como nadie y aunque jamás hubiera gozado la dicha de ser padre, al menos había vivido en completa plenitud su matrimonio, ahora solo debía preocuparse por salvarlo y pensar en el futuro del rubio, porque si algo era seguro es que no quería que regresara a aquella aldea.
Pasaron algunas horas para que Viktor regresara, la noche cayó y el azabache preocupado por el platinado pensó que debía ir a preguntar o pedir ayuda a la gente de la aldea avisándoles de su desaparición.Sin embargo, cuando no podía más con sus nervios, el mayor regreso.
—Viktor, estaba preocupado.— dijo a la par que le ayudaba a quitarse su negra capa de viaje.
—Fui por esto—dijo mostrándole unas flores rojas en una canasta pequeña.
—¿Por eso tardaste tanto?
—Solo se encuentran en una muy específica zona del bosque.
—¿Porque la urgencia?
—Yuri las necesita—contesto algo cortante.
—¿Yu…Yuri?.— seguía sin comprender, alarmado le pregunto directamente.— ¿Qué encontraste cuando lo examinaste?.—
—Algo que me inquieta y que por alguna razón dejé pasar la primera vez, pero ahora que estaba completamente consciente lo sentí. Dime, ¿Tú sabías que Yuri está esperando un hijo tuyo?