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AdC EXTRA 3: «Sueños húmedos»


Demonios.

Mischa se había vuelto a equivocar en la temperatura que debía colocar en el horno en la cocina del castillo.

Lo que había entrado al horno era su última esperanza después de tres intentos el mismo día. Pero lo que había sacado no podía ser un pastel, sino una masa negra, dura como roca y mala como su habilidad en la cocina.

¿Por qué tenía días como esos? ¿Días en que nada le salía bien?

Se había salvado tantas veces de ser descubierto por la familia Plisetsky. Tantas veces había sido socorrido por Hiroko, quien le había llevado un brownie o algún postre, o había ido corriendo a la panadería de la señora Alina para comprar el pastel del día.

Así se le había ido más de la mitad del sueldo. Casi no tenía dinero. Era un cocinero sin aptitud para cocinar.

Y ese día no había sido la excepción. Se había decidido por probar un sencillo queque de vainilla y ahora se lamentaba que se hubiera quemado.

Suspiró derrotado, algo triste por no tener nada qué ofrecer en la cena. Sus cabellos se encontraban oliendo a masa, su uniforme olía a vainilla con huevo y su mejilla derecha estaba llena de harina.

Mischa no podía más. En verdad la paciencia se le estaba acabando y quiso rendirse.
Justo cuando iba a empezar a gemir y a soltar un par de improperios tocaron la puerta de la cocina.

Entre molesto por tener que abrir y triste porque no le salía nada bien abrió la puerta y una hermosa cabellera negra como la noche se plantó ante sus ojos.

Era Yuuri.

Yuuri sólo lo miró con esa sonrisa suya tan linda, tan coqueta, tan de él que a veces le parecía arrolladora y letal.

―Hola, Mischa…

―Yuuri―exclamó sorprendido―, pasa…

Mischa se hizo un lado para dejarlo entrar, no sin antes enrojecer inmediatamente. Odiaba sentirse así de acalorado después de ver a Yuuri con esos pantalones que arremetían contra sus muslos, que se hacían parte de su piel, rellenos y hermosos. Su camisa tampoco ayudaba. Yuuri ciertamente las usaba algo pegadas y sus brazos bien trabajados en el campo se mostraban rebosantes y bronceados.
Mischa se volteó nervioso al ver lo mal que podía autocontrolarse y prefirió darle la espalda al pelinegro, acercándose al lavadero para poder limpiar el molde que había sacado del horno. Era un desastre el lugar, con harina por todos lados, los utensilios abandonados sobre la mesa y una masa ardiendo, casi hirviendo, igual que el corazón de Mischa que no podía reaccionar con propiedad.

Una vez frente al lavadero volteó para mirar a Yuuri quien, no sabía cómo, se había quedado a tan sólo centímetros de él.

La impresión lo dejó completamente inmóvil. Su amigo se hallaba allí tan cerca, tan hermoso, tan perfectamente moldeado.Yuuri era sublime de ver y tocar. Observar la forma como se mordía los labios le provocaba un desvarío corporal.

Yuuri lo miró extasiado , con la mirada cambiante hacia todos lados. Le veía los labios, el pecho, los brazos, le veía el cabello y la hermosa y tímida sonrisa que parecía querer tatuarse en su rostro a causa de lo que al ver a Yuuri sentía.

―Estás lleno de harina―La mirada de Yuuri lo calcinó y lo acarició en la mejilla sin querer en verdad limpiar esa enorme mancha a causa de dicho polvo blanco.

Mischa quiso decir algo, quiso preguntarle por qué lo miraba así, de forma tan penetrante, tan sexual, tan llena de lujuria. Sin embargo no pudo abrir la boca porque sintió a Yuuri acercándose incluso más a él, aprisionándolo suave pero firmemente. Impresionado al tener a Yuuri tan cerca se quedó inmóvil cuando este empezó a besarle el cuello con devoción. Una mano de pronto rodeó su cintura y, más por placer que por miedo, Mischa quedó tieso, con la respiración entrecortada sin saber qué decir.

La nariz de Yuuri fue trazando una ruta cosquilleante sobre su piel, arrasando de forma salvaje con todo lo que tenía a su paso. Era un camino sensorialmente tormentoso para Mischa, quien no se decidía a dar algún paso más por miedo a romper con esa sensación que empezaba a cosquillear en la parte baja de su vientre. Los labios de su compañero, otrora resecos, ahora se sentían humedecidos, lo poseían con tal descaro que Mischa ya no sentía pertenecerse. Múltiples besos sobre los lóbulos de sus orejas y la voz del ingeniero susurrando su nombre en su oreja lo dejaron indefenso.
Yuuri era como una fuerza imposible de detener, una que Mischa no quería interrumpir, sino invitar a que continúe alborotando todos sus sentidos.

―Yuu…

No pudo decir más de una sílaba. Cuando Mischa buscó su mirada en aquel rostro para encarar a Yuuri, este atacó sus labios con premura y suavidad. 
Oh, eran demasiadas sensaciones para procesar en ese instante. 
Mil estrellas parecían chocar frente a sus ojos cuando sus labios se besaron , provocando un gemido que tuvo que salir del cuerpo de Mischa irremediablemente, sintiendo otro gemido de parte de Yuuri que estimuló aún más sus sentidos.

Las manos de Yuuri empezaron a querer ser expertas cocineras, recorriendo con sus dedos la espalda del abogado, sorteando con pericia las cuencas causadas por los músculos de su torso. Sus dedos subían y bajaban como si estuviera espolvoreando harina, como si estuviera amasando una masa sin levadura por la cual no tenía que esperar para trabajarla.

Yuuri amasaba, amasaba su espalda, amasaba su pecho bajo la ropa, amasaba sus albos brazos y no pudo resistirse.
Mientras su lengua recorría la boca de Mischa invitando a su compañera a imitarla, sus manos se movieron hacia el pecho de Mischa y fueron desabotonando el chaleco de fina tela y la blanca camisa que lo cubría.

No había escapatoria, Yuuri se lo comía a besos y sólo quería que continuara. 
Mischa gimió emocionado cuando las manos de Yuuri hicieron contacto con su piel.
Sus dedos recorrieron su abdomen y su pecho antes de arrebatarle la camisa.

―Yuu…¡Ahh!

No pudo evitar caer en ese grito desbordante luego de que Yuuri llevó su lengua juguetona a sus pezones. Ambos, húmedos y muy sensibles, le causaban espasmos que fueron aumentados cuando la mirada lasciva de Yuuri lo buscó.

Yuuri fue bajando hacia el abdomen, hacia el ombligo y luego hacia su cintura. Sorprendido, Mischa se derritió al sentir cómo los dientes de Yuuri bajaron lentamente su cremallera. Una mano soltó el botón del pantalón y pronto este era bajado por las manos del ingeniero.

Mischa se quería morir. Yuuri sólo sonreía sin parar.

Pronto tuvo Mischa que llevarse la mano a la boca para esconder un grito. La lengua de Yuuri paseaba sobre su ropa interior, la acariciaba, la besaba. Era su pene bajo la tela y semen que la mojaba.

Mierda―pensaba Mischa―, quiero más.

No lo dijo pero lo demostró cuando se estremeció por completo, mirando a Yuuri rendido a su toque, el sudor manifestándose en gotitas que le caían sin reparo por el rostro. Todo quemaba, se incendiaba alrededor.

Para cuando Yuuri le quitó la ropa interior su cabeza no pensaba. El placer traducía sus pensamientos en gemidos, sonidos guturales que simulaban pequeños grititos y temblores ansiosos.

No pudo más cuando Yuuri lo introdujo en su boca por completo.
Humedecido naturalmente, permitió a la cavidad bucal de Yuuri desplazarse con soltura mientras pensaba en lo que sentiría teniendo el falo de Yuuri en su boca, tan sensual y erótico. Quizás levantado perfectamente como el suyo, húmedo e hinchado de placer.

No sabía qué carajos hacía Yuuri abajo pero lo mataba, lo mataba lenta y escandalosamente.
La lengua de Yuuri se movía en su punta, acariciándola, seduciéndola, provocándola a humedecerse aún más y sus dedos habían terminado en sus glúteos, en esos bellos y redondeados glúteos que Yuuri dominaba y que eran apretados como deliciosos ingredientes para crear el mejor postre, repasados y contorneados por sus palmas.

Yuuri no perdió tiempo en un sitio.
Cuando el miembro de Mischa estuvo hermosamente erecto lo soltó, lo miró seductoramente y Mischa se derritió al escuchar la voz ronca de Yuuri al decir sólo una palabra.

―Voltéate.

Mischa se reclinó contra el lavadero, sus manos sosteniéndose temblorosas sobre el mesón. Cerró los ojos y sintió el cierre del pantalón de Yuuri bajando a la velocidad de la luz.
Pronto sintió un bulto entre sus glúteos. Oh, qué sensación más abrasante. Podía morir allí mismo y moriría feliz.

Sentirse apretado era una sensación única, el pene de Yuuri seguía escondido tras esos boxers pero lo sentía y era el cielo juntándose con el infierno a la vez.

Nunca antes había querido tener con tanta desesperación un pene dentro suyo.

Las manos de Yuuri no fueron perezosas después de quitarse la ropa interior. Gemía el nombre de Mischa, con distintos tonos, algunos agudos, otros bajos, otros lascivamente profundos, todos con deseo, todos con pasión.
Llevó sus instrumentos de trabajo al pene de Mischa cuando este se deshacía en jadeos. Empezó a besarle la nuca y la espalda, lenta y seductoramente, mientras masturbaba su miembro, lo subía y bajaba, lo acariciaba y apretaba, con maestría y sin ningún pudor.

Pronto Mischa se sentía flotar en un mar de deseo y confusión que lo hacían delirar. Gritó cuando, de pronto, el placer de la masturbación se mezcló con la sensación del pene de Yuuri entre sus piernas. Este, por fin libre, empezó a acariciar sus glúteos, a mojarlos y dejarlos hipersensibles.
Era Yuuri, eran sus manos, eran ambos penes. Era todo a la vez que hacía eco en su cabeza y en los nervios sensoriales de Mischa.
Yuuri subía y bajaba su miembro con esmero pero a la vez con suavidad, casi acariciándolo y Mischa sólo pensaba que en ese mismo instante no le importaba si iba a doler, no importaba si nunca lo había hecho. El pene de Yuuri le tocaba la puerta y él quería dejarlo entrar.

―Yuu..Yuuri, espera, sobre la mesa…

Y el muchacho entendió que allí, entre moldes, harina, cajas de huevo y recipientes, tendría más espacio para arremeter gustoso. No había espacio para pudores, no cuando ambos pensaban con la otra cabeza que dominaba la parte baja de su cuerpo.

Mischa se acomodó de tal forma que Yuuri pudo colocarse sobre su espalda pero a la vez tenía espacio para seguir manipulando su falo.

Empezaron una nueva danza, más candente y erótica, Mischa tratando de sostenerse pobremente sobre sus manos sobre la mesa, dejándose tocar, sintiendo el pene de Yuuri cada vez más cerca a su entrada. El ingeniero gimió eróticamente cuando Mischa, perdido entre el deseo y el morbo, abrió más sus piernas y lo dejó acercarse aún más.

Mischa no podía hacer más que ver una luz brillante que lo quemaba por completo como supernova sobre él y jadeó casi llorando cuando, en medio de la arremetida de los calores, en medio de su pene a punto de explotar de placer y en medio de la sensación de agradable invasión por parte del pene de Yuuri, este se acercó a su oreja izquierda y le susurró.

―Mischa, déjame entrar. Sólo la puntita.

Mischa quería la puntita, la puntita y mucho, mucho más.

El sonido de varios recipientes e ingredientes cayendo al suelo dieron el visto bueno. Igual tendría que limpiar luego.

Y la puntita la sintió de pronto como un estallido de luces que lo despertaron, hecho un desastre sobre su cama, mojado de sudor y de semen. Lamentándose que eso pareciera tan real pero que fuera tan sólo un sueño, un sueño que lo iba a obligar a cambiar las sábanas ya una cuarta vez en lo que iba la semana.

Ok, debía este drabble a akaashedebokuto desde hacía mucho. Si no lo hice antes es porque esperaba que la relación de Mischa y Yuuri se cimentara.
Me pidió un sueño erótico de esos que hacían eyacular a Mischa o a Yuuri por las noches.Elegí en este caso un sueño de Mischa 🙊

Espero que les haya gustado
😏🙊🔥🔥🔥

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Publicado por natsolano

Soy una escritora de fanfics desde hace tres años. Amo escribir y quisiera dedicarle más tiempo, amo cantar y amo a Yuri on Ice!! Lo que más me gusta escribir es romance, aunque por algún motivo termino mezclándolo con drama. Además olvidé decir que amo la comedia. Mi pareja favorita de toda la vida son Yuuri & Victor, siempre diré que mi corazón late por el victuuri, pero me considero multishipper ❤

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