Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar

AdC 36: «¿Final feliz?»


En medio de una habitación oscurecida por amplias cortinas, una oscura figura canina parecía moverse sigilosamente por el suelo.

La lengua de la hermosa perrita de pelaje color chocolate, empezó a acariciar la mano de su amo al lado derecho de la cama. Este fue despertando poco a poco con la sensación de humedad en la mano.

Cuando abrió por completo los ojos, no pudo evitar observar a su mascota moviendo la cola desesperada y feliz de tener la atención de su amo.

―¿Makka, qué pasa?

La perrita lloró con suavidad, jalando poco después la mano de su amo, exigiendo que se levante. Él lo hizo a regañadientes, poniéndose sus lentes y calzándose los zapatos de levantar. Lentamente la acompañó hasta la sala, donde pudo percatarse que había sido inundada por un gran charco.

―¡Oh no, Makka! ¿No pudiste esperar a que te sacara?

Pero la perrita aulló molesta, tapándose el rostro con sus patitas. Yuuri la observó curioso y luego volteó buscando con la mirada el reloj de pared de la sala. Es ahí que entendió lo que pasaba: ya eran las once de la mañana.

No, definitivamente Makkachin no tenía la culpa de que su amo no despertara a tiempo para llevarla afuera.
Yuuri tuvo que reconocer humildemente su falta y se disculpó con ella, agachándose para acariciarla. Al hacerlo una punzada recorrió rápidamente sus caderas y sus glúteos. Jadeó incómodo y trató de colocarse en una posición que no le molestara. Luego de darle amor a su mascota por varios minutos, Yuuri fue a limpiar los restos de la deshonra de su amorosa y adorable mascota.

Normalmente no pasaban esas cosas con Makka. Ella era una perrita cariñosa y juguetona pero muy bien entrenada. Eso había ocurrido era porque él había dormido mucho, así que no podía quejarse.
Le sirvió a su Makkachin un poco de agua, jugó con ella unos minutos con su muñequito favorito y al terminar se lavó las manos en el baño.

Al regresar a la habitación, pudo apreciar la espalda alba y descubierta de Mischa, quien dormía plácidamente de lado con el cabello desordenado. Yuuri no pudo evitar sonreír ante la estampa de la figura grácil de su amado. Había sido una noche larga y maravillosa, cargada de tanto amor y pasión por parte de los dos. Cerró los ojos recordando los besos, las caricias y los choques de su cuerpo y el de Mischa, derritiéndose de amor sin poder evitarlo.

Algo quería explotar en su pecho. No podía ser normal el sentir que el amor que contenía era tanto que se rebalsaba por todos lados. Habían dado un paso enorme en la relación y el entregarse por completo a Mischa, lo había dejado anonadado. Por mucho tiempo los recuerdos con Adrik habían servido para mantener una coraza infranqueable hacia su corazón. Una coraza imposible de atravesar por ningún hombre, porque él ya no quería sufrir por nadie más.

Parecía que todo iba bien, Dema le había dado seguridad y cariño, le había demostrado que sí podía volver a confiar en una pareja y, aunque no había llegado a amarlo sentía que, eventualmente, podría quitar esa coraza que aún lo hacía estar a la defensiva. Pero Mischa no tuvo problemas en demostrar que aquella coraza protectora de Yuuri en verdad no era infranqueable. Parecía que el chico lo había inundado de tantos sentimientos y tan fácilmente que su corazón no había podido defenderse. Con Mischa, todo parecía estar en su lugar, como si las piezas de su corazón se acoplaran perfectamente a las de él y Yuuri no entendía cómo era posible algo así de forma tan natural. No sabía que podía amar así, por completo y sin excusas.

Se acostó suavemente al lado de su pareja, colocándose detrás suyo, acoplándose como una cucharita, rodeó con su brazo izquierdo a su amado y colocó su nariz pegada a aquella piel clara y descubierta. Pronto aspiró un poco del perfume de corporal de su novio y no pudo evitar sonreír.

Rosas. Mischa siempre olía a rosas.

Yuuri cerró los ojos y pensó en lo lindo que la pasarían todo el día, abrazándose, quizás viendo una película a medias mientras se llenaban de besos y se desvivían en cosquillas y caricias mientras esperaban que la comida saliera del horno. Era un excelente plan de fin de semana. Lástima uno muy corto. Yuuri tendría que salir al día siguiente manejando a Tambov, una ciudad a 4 horas al suroeste de allí por un Congreso Agrícola, al que estaba invitado como expositor y se quedaría toda la semana.
Regresar a Kiritsy después implicaría mucho trabajo durante los siguientes días como para encontrar muchos espacios para compartir con Mischa. Y después sólo les quedaría el subsiguiente viernes en la noche y el sábado porque la señora Plisetsky partiría con él el mismo domingo hacia Moscú alrededor del mediodía.

Yuuri odiaba Moscú. Se sentía demasiado frágil ante la idea de esa ciudad llena de recuerdos para Mischa. Aunque su novio había regresado a la normalidad poco a poco y ya no lo sentía preocupado esas últimas semanas, el miedo regresaba al corazón de Yuuri cuando se imaginaba a Mischa encontrándose con su familia y con sus amigos de su otra lejana y desconocida vida. Se sentía desarmado e impotente, sabiendo que en ese caso no podría manipular el destino que, hasta ese día, siempre había cedido a sus deseos. Eso lo desesperaba porque sabía que el único capaz de acoger o rechazar su propio destino en ese momento era Mischa. ¿Qué pasaría con él? ¿Volvería a recuperar la memoria? ¿Podría quedarse todo igual y bello como hasta ese momento? ¿Mischa acaso elegiría regresar a su anterior vida?

No podía evitar pensar en Chris, en sus palabras, que casi habían parecido como una maldición. Tenía que prepararse, o esas habían sido las palabras de Christophe, tenía que pensar que quizás él ya no tendría espacio en la vida de Mischa una vez que recuperara la memoria. Y él no quería, no podía imaginarse estar lejos de Mischa, no cuando por fin se sentía el hombre más feliz del mundo. No cuando todo andaba tan bien.
Se imaginó un cambio de planes y una cancelación del viaje a Moscú, se imaginó a Mischa trabajando en otro lado, incluso se lo imaginó trabajando con él, evitando el viaje a la capital. Sin Moscú todo volvía a la normalidad y eso es lo único que el ingeniero deseaba.

Yuuri nuevamente aspiró hondo el delicado aroma del cuerpo de su novio. Trató de calmar su angustiado corazón , pensando que no debía preocuparse por algo que no sucedía aún. Debía tener fe, mucha fe en el amor de Mischa, sin olvidar que él lo amaba, eso sin lugar a dudas, lo sentía todos los días. Mischa se desvivía por él como él lo hacía por Mischa y era necesario convencerse de eso pasara lo que pasara. 
Debía respirar hondo y dejar ese afán por boicotear su alegría en un momento tan lindo para ambos.

―Cariño, despierta.

Los ojos de Mischa se abrieron lentamente al escuchar esa voz ronca, sintiéndose seducido y feliz cuando empezó a sentir los besos de Yuuri sobre su cuello. Sin poder evitarlo sus labios formaron una sonrisa y volteó a buscar el rostro de Yuuri.

―Buenos días…―Saludó para luego emitir un suspiro agotado.

―Buenas tardes, querrás decir.

―¿Qué hora es?―preguntó algo sorprendido.

―La una y media―Yuuri siguió recorriendo su cuello y su hombro con delicados besos.

―¿Es en serio?―preguntó alarmado, deteniendo los besos de su amado.

―Tranquilo, amor, el único plan que tenemos el dia de hoy es estar así, juntitos y descansando.

Mischa sonrió emocionado y buscó los labios de su amado, donándose por unos instantes al otro.

El momento romántico hubiera seguido su curso de no ser porque el estómago de Yuuri emitió un gruñido de desaprobación tan fuerte, que fue imposible que Mischa no riera.

―Bueno―Añadió Yuuri con el rostro sonrosado―, quizás podamos añadir a nuestros planes el comer algo…

―Apoyo esa moción.

La ducha la compartieron, intercambiando caricias y provocando al otro con suavidad. Se enjabonaron mutuamente con dedicación, con paciencia y mucho esmero, compartiendo besos y miradas dulces empañadas por el vapor que el agua caliente causaba. Luego de cerrar la llave, no pudieron evitar abrazarse y dedicarse unos minutos a varios besos profundos que hicieron que otras cosas más que sus corazones palpitaran.

Decidieron dar punto final cuando empezaron a sentir nuevamente esa necesidad de juntarse. Yuuri facilitó la separación cuando, sin querer, se recostó sobre el grifo de la ducha y esta soltó agua fría de inmediato. Ambos gritaron sorprendidos, riéndose a carcajadas después de apagarla pero mucho más calmados.

El almuerzo fue preparado entre los dos cuidadosamente. Yuuri se encargó de la ensalada y Mischa de la lasagna. Compartieron el almuerzo entre risas y anécdotas, tomando un delicioso vino tinto.
Después de lavar los platos se sentaron juntos a ver una película en Netflix, Mischa recostándose ligeramente sobre el pecho de su novio y siendo rodeado por el fuerte brazo de Yuuri, quien por momentos acariciaba su cabello y le dejaba delicados besos sobre esa cabellera plateada. Todo parecía un cuento de hadas.

Empezaron a ver una comedia romántica y pronto las situaciones causaron algunas risas y besos entre ambos. Cuando los protagonistas se hallaban, veinte años después de juntarse, frente al mar mirando el atardecer, Mischa no pudo evitar voltear a mirar a Yuuri y comentar.

―Amor, ¿Crees que seguiremos viviendo en este departamento en 20 años?

Las palabras de Mischa lo tomaron desprevenido.

―¿Qué?

La pregunta sin pensar de Yuuri avergonzó a su novio, quien pensó que quizás había ido muy lejos. Se sonrojó y algo apenado siguió.

―Bueno, es que creo que por ahora está bien que lo alquiles, pero sería lindo tener eventualmente un lugar propio para nosotros dos, ¿no crees?

El ver a Mischa tan interesado por su futuro juntos llenó a Yuuri de muchos sentimientos, muchos de ellos imposibles de declarar pero que seguían siendo sinónimo de felicidad.

―¿Te imaginas nuestra vida en veinte años?―La voz de Yuuri salió temblorosa de sus labios.

Mischa asintió muy tímido. Nunca lo habían hablado pero él sabía desde el fondo de su corazón que no podía imaginarse una vida sin Yuuri, ni en diez, veinte o cincuenta años.

―Bueno, un poco. Me imagino que quizás querremos tener una casa, no tiene que ser tan grande, quizás cerca a tus terrenos, no lo sé, sería lindo… ¿No crees?

Yuuri sintió sus ojos humedecerse de emoción. Tragó para lograr controlarse, y lo miró con todo el amor que albergaba su corazón.

―Sí, eso sería muy lindo.

Mischa sonrió dulcemente y siguió viendo otra película, pero Yuuri ya no podía pensar en otra cosa más, las palabras de Mischa lo habían llevado a pensar en una vida perfecta, sin nada de por medio y le encantaba. Por una parte quería saltar emocionado y por otra había hasta imaginado una propuesta imposible de matrimonio.

Sencillamente se había quedado con la idea de un final feliz.

El día transcurrió demasiado rápido para los dos. En un abrir y cerrar de ojos, Mischa le avisó a Yuuri que se hacía tarde y debía regresar pronto al castillo.

Yuuri tenía que empacar esa noche y por eso Mischa había decidido regresar a su sitio de trabajo ese mismo día.

Mischa le comentaba a Yuuri algunas cosas pero, en realidad, Yuuri no le prestaba atención. Sus ojos se hallaban en la pista desierta hacia la mansión Plisetsky pero en su cabeza volaban muchos pajaritos románticos.

Quizás no era imposible evitar que Mischa se fuera a Moscú, su relación era lo más importante para ambos. Ya Mischa lo había dicho, se imaginaba una vida con él a largo plazo y viviendo cerca de su trabajo. Yuuri en realidad estaba ganando muy bien, tenía buenos ingresos, pagaba lo de su préstamo con responsabilidad y aún así le quedaba dinero para llevar una vida tranquila, estaba seguro que Mischa no tendría por qué trabajar. Podían vivir juntos, sin pensar siquiera en Moscú, podían hacer incluso como si esa ciudad no existiera y, si Mischa recordaba su vida pasada, quizás ya tendrían sus vidas hechas y ya no querría regresar a ella.

Si Mischa se quedaba en casa era más fácil para Yuuri estar tranquilo y podrían tener un final feliz adelantado, un final sin fin, porque la vida sería todos los días perfecta. No había forma en que ese plan no funcionara.

Cuando Yuuri estacionó el auto, siguió escuchando las palabras de su novio, pero su corazón se hallaba acelerado de emoción. Sentía que la mejor idea del mundo se encontraba ahí, frente a él, brillante como cartelera de cine, anunciándole que la solución a sus miedos era menos complicada de lo que creía. Su atención se posó en Mischa cuando este abrió la puerta del auto y se quitó el cinturón de seguridad. Yuuri sintió cómo un beso se posó en su mejilla y buscó de pronto la mirada de Mischa.

―Yuuri, odio que te vayas toda la semana.

El ingeniero parpadeó por unos segundos sorprendido, regresando a la realidad.

―Lo sé, cariño, lo lamento. A mí tampoco me gusta la idea de irme justo ahora, pero es una gran oportunidad para el negocio. Conoceré a mucha gente importante y probablemente a uno que otro inversionista. Ya sabes, nunca está de más relacionarse bien.

―Sí, lo sé― respondió el otro, emitiendo un suspiro profundo, que salió inmediatamente de sus labios―. No tendremos nada de tiempo una vez que regreses y luego viajaré con la señora Plisetsky. Detesto todo esto. Aún no sé cómo haré cuando esté en Moscú. Me molesta saber que no podré verte todos los fines de semana.

Yuuri asintió ya que lo sabía y es que Mischa y él ya habían hablado de ello. Mischa tendría los fines de semana libres en Moscú pero Yuuri tenía que encargarse de la cosecha de legumbres de invierno. Había conseguido un buen contrato con un supermercado de tendencia bio en Moscú y eso representaba un gran ingreso, pero también más trabajo.

―Bueno, pero es sólo un mes, ¿verdad?―insistió Mischa tratando de sonar positivo.

―Sí―contestó Yuuri―, sólo un mes.

Pero ninguno de los dos creía completamente en eso. Claro, el haber intimado completamente había sido un gran paso para los dos. La llama se había avivado y Yuuri se sentía de una u otra forma más estrechamente enlazado a Mischa que nunca. Pero eso no había calmado por completo a su inseguro corazón.

Yuuri de pronto volvía a pensar en ello y seguía teniendo mucho miedo de Moscú. Su sombra lo seguía y la imagen de Mischa recuperando la memoria ante las escenas cotidianas de esa ciudad lo llenaban de angustia. Quería mantener vívida esa imagen proyectándose en veinte años junto a Mischa, siendo completamente felices. Pero para que ello se volviera realidad, Moscú era el más grande impedimento. Yuuri sentía que se estaba negando a ese final feliz si lo dejaba ir. Y ahora que sus pensamientos habían volado a miles de kilómetros por hora, la idea de Mischa renunciando al trabajo no le parecía para nada mala.

Mischa, por su parte, también tenía miedo de Moscú. Los sueños con Mila, aunque esporádicos, se repetían junto con aquel del hombre con dientes de oro que tanto pavor le causaba. Su rostro burlón había quedado grabado en su memoria y no podía dejar de rechazar a Moscú, así también como a la recuperación de la memoria que ello conllevaría. Porque algo le decía que ese viaje lo cambiaría, de una u otra forma terminaría sabiendo más de sí mismo, de su pasado, de su otra vida.
Y él en verdad no lo quería. 
Ahora que se sentía más enamorado de Yuuri incluso menos. No quería otra vida, quería esa, con Yuuri a su lado, con sus padres y amigos en Kiritsy, con su trabajo que le dejaba disfrutar los fines de semana…quería todo lo que ya tenía. No necesitaba nada más.
Suspiró nuevamente, armándose de valor y brindándole una sonrisa a Yuuri.

―Bueno, hablamos mañana antes de que te vayas―dijo el chico de cabellos argentos.

Mischa estaba a punto de salir del auto pero Yuuri, muy angustiado, le tocó el hombro para detenerlo.

―Mischa espera…

―¿Qué pasa?―preguntó preocupado.

―Cierra la puerta.

Mischa hizo lo que le pedía y volteó preocupado a mirar a Yuuri, quien se tenía que llenar de valor antes de decir algo.

Yuuri se arriesgaría. Era ahora o nunca.

―Mischa, ¿qué te parece si renuncias?

Las palabras retumbaron en los oídos de Mischa como redoble de tambor.

―¿Qué?

―Sí, mira, tú hablas de vivir juntos en veinte años pero ¿por qué no podemos vivir juntos ahora?

―Yuuri, espera…

Pero Yuuri quería todo menos eso. En su cabeza sólo estaba la idea de impedir el viaje a Moscú y empezar de una vez el resto de sus vidas juntos. Lo único que quería era su final feliz adelantado. Así que siguió emocionado.

―Mischa, podemos vivir por lo pronto en el departamento y tú puedes dejar de trabajar. Yo gano lo suficiente para ambos.

Mischa se sentía como en una cámara escondida. ¿De dónde había sacado Yuuri la idea tan descabellada de pedirle que deje de trabajar, de tener ingresos y de sentirse útil?

―Yuuri, no estás hablando en serio.

―¡Claro que hablo en serio! Podemos empezar nuestra vida juntos, todos los días podríamos estar allí, felices. Y si no quieres aburrirte en casa, siempre puedes trabajar conmigo, ayudándome a administrar el negocio. Ya lo hemos hecho y nos fue de maravilla. ¡Sería genial!

No, definitivamente no sería genial.

―No Yuuri, por favor detente, lo que hablas no tiene sentido.

―Si renuncias no vas a tener que irte a Moscú, ¿no te parece que es un plan perfecto? Además una vez que renuncies, podré desmayar a golpes a ese tipo pelirrojo que se cree un Don Juan.

No, definitivamente Mischa no entendía qué pasaba en el mundo.

―Yuuri, ¿estás consciente de lo que me estás diciendo? ¿Y qué esperas? ¿A que te espere en casa toda la tarde?

― ¿Es que acaso eso es tan malo?

– ¿Estás loco? ¡No me puedes pedir que renuncie a mi trabajo para que me quede sin hacer nada! ¡Es absurdo!

La voz elevada y molesta de Mischa hicieron que la burbuja perfecta de Yuuri reventara. Un par de horas atrás Mischa lo emocionaba con la idea de vivir juntos y de pronto la idea de vivir en realidad juntos le parecía absurda. Yuuri se sintió herido.

―Pero es que no te entiendo―exclamó molesto―, primero me ilusionas con la idea de vivir juntos, ¿y ahora me dices que no piensas renunciar?

―Por supuesto que no voy a renunciar, es ridículo que lo sugieras…

―¿Ridiculo por qué? ¿Es ridiculo querer tener una vida contigo?

―No, no es eso…

―¿Entonces qué? ¿Hay otra razón por la que te urge ir a Moscú?

―¡Por supuesto que no!

―Porque pareciera que en verdad quisieras irte y olvidarte de Kiritsy y de nosotros. Quizás el viaje a Moscú sea más importante para ti que una vida juntos.

―Yuuri, ¿cómo puedes decir eso? La idea de viajar a Moscú sin ti me molesta muchísimo y si pudiera cambiarlo, lo haría pero…

―Sí se puede cambiar, renunciando, dejando de trabajar aquí…

Lo que decía Yuuri era ilógico e impulsivo, Mischa no lo podía tomar en serio.

―No, Yuuri. En verdad no te puedo tomar en serio…

―¡Pero si es la solución perfecta!

-¡Te he dicho que no y es no!―contestó.

Ambos se quedaron callados, tratando de respirar profundo para calmarse, pero aquí Yuuri se sentía como si fuera la víctima.

―Entiende, si tú te vas ese asqueroso de Thorsten Schmidt va a estar ahí persiguiéndote como mosca y yo no estaré ahí para golpearlo.

―¡No necesito que me protejas, no soy un niño!

Yuuri estaba desesperado. Mischa parecía no entender que para él era la mejor solución.

―Mischa si tú te vas… Si te vas es porque no me quieres…

Eso fue suficiente para Mischa. Estaba empezando a encolerizarse y no quería causar una escena.

―¡Suficiente!―exclamó― ¿Sabes qué? ¡No puedo conversar contigo, me siento demasiado molesto y no quiero decir alguna estupidez como las que tú estás diciendo ahora! ¡Adiós!

La puerta del auto fue tirada con violencia y Yuuri renegó encerrado por un minuto allí afuera. Empezó a golpear molesto el timón pensando qué diablos había pasado para terminar tan mal.

No, ese día no había habido final feliz.

Nota de autor:

¡Hola a todos! Este es un capítulo corto pero necesario. Yuuri y Mischa están muy enamorados pero nadie es perfecto. Los pleitos de pareja son normales y hasta saludables.

¿Qué opinan de la actitud de Yuuri? ¿Qué harían ustedes en el lugar de Mischa? ¿Qué es lo correcto?

Anuncio publicitario

Publicado por natsolano

Soy una escritora de fanfics desde hace tres años. Amo escribir y quisiera dedicarle más tiempo, amo cantar y amo a Yuri on Ice!! Lo que más me gusta escribir es romance, aunque por algún motivo termino mezclándolo con drama. Además olvidé decir que amo la comedia. Mi pareja favorita de toda la vida son Yuuri & Victor, siempre diré que mi corazón late por el victuuri, pero me considero multishipper ❤

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: