AdC 26: «Confesiones»


Unas pestañas grises y densas empezaron a moverse temblorosas cuando Mischa Katsuki empezó a dar signos de despertar. La habitación, oscurecida por las cortinas, no permitía que se pudiera tener una idea clara de la hora que era.

Lentamente abrió los ojos y observó con calma a su alrededor. La habitación, aunque no era desconocida, no era suya. Sobre la mesa de velador, al lado de la cama había una hermosa foto de graduación. Un orgulloso ingeniero agrónomo con toga sonreía abrazado de sus padres, muy orgullosos y felices y su hermana, que estaba también sonriendo junto a ellos.

Mischa sonrió. No había familia en el mundo que le hiciera sentir tanta felicidad y amor a la vez. Era lindo saber que los tenía en su vida.

Dio otra mirada rápida a la habitación. Los muebles prácticos y austeros representaban muy bien la personalidad de su dueño, Yuuri Katsuki. No pudo evitar sonreír al pensar en él. Mischa se dio la vuelta, colocándose boca abajo y, abrazando la almohada que sostenía su cabeza, sumergió su nariz en ella. Se sentía adormecido por aquel aroma a Yuuri que lo embriagaba.

―Creo que podría quedarme aquí toda mi vida―pensó en voz alta.

En ese instante ese era el único sitio donde Mischa quería estar. Ese aroma de Yuuri tan varonil, macizo y con un toque dulce era suficiente para que el abogado entrara en trance.

Cerró los ojos y trató de recordar la razón por la que se encontraba allí en esos momentos. Un pequeño dolor de cabeza empezó a molestarlo cuando vino a su memoria aquel sueño espantoso que había tenido en la noche. Se acordó de él vívidamente y no pudo dejar evitar volver a sentirse mal. ¿Por qué alguien trataría de matarlo? ¿Acaso en realidad era una persona mala?

Volvió a abrir los ojos, mirando perdido la cabecera de la cama. Yuuri había estado consolándolo y abrazándolo hasta que, agotado, se había quedado dormido.

Ahora se encontraba en su cama pero Yuuri no se encontraba con él. Decidió levantarse, pensando que quizás Yuuri lo esperaba afuera para irse juntos a trabajar.
Grande fue su sorpresa cuando vio que se encontraba solo en el departamento. Buscó en el baño y en el escritorio pero se tranquilizó cuando encontró sobre el tablero de la cocina una nota de Yuuri.

Querido Mischa:

No quise despertarte porque lucías muy agotado.
Regreso a las dos para almorzar juntos.

Yuuri

Mischa se sintió algo más tranquilo al leer la nota pero luego reflexionó sobre la noche anterior.
Probablemente Yuuri había dormido mucho menos que él.
Le dio algo de vergüenza pensar en que había estado muy asustado porque era la primera vez que soñaba con esos hombres al lado de un río.

¿Qué pensaría Yuuri de él? No había podido evitar el reaccionar así. Los miedos y la sensación de inseguridad que le causaban esos sueños eran muy fuertes cuando sucedían y le provocaban grandes dolores de cabeza que lo aturdían.
Ahora, después de lo vivido en la noche, creía que Yuuri podía hacer muchas preguntas que no sabría cómo contestar. Tenía la sensación de que andaba a oscuras sobre un piso resbaladizo, capaz de desaparecer o alterarse en cualquier momento.

Mischa Katsuki se sentía seguro con la familia que conocía y amaba, con el trabajo que ahora sabía realizar con gran habilidad, con los amigos y personas que ahora tenía alrededor. Pero empezaba a llenarse de dudas y miedos al saber que frente a él estaba a punto de presentarse un mundo desconocido. No estaba seguro de estar listo para conocer quién era en realidad. Pero al mismo tiempo sabía que era necesario conocer parte de su pasado para encararse con su presente.

Necesitaba conversar con alguien al respecto que pudiera orientarlo y darle tranquilidad. Necesitaba ayuda para saber cuál sería su siguiente paso.

Pero todo eso lo olvidó cuando un gimoteo lo hizo bajar su cabeza y observar el suelo. Makkachin llenó su corazón de ternura cuando se dio cuenta que se había echado patas arriba para recibir un poco de su amor y movía su cabeza, con la lengua afuera mientras reclamaba con un quejido su atención.

―¡Oh, Makka, lo siento tanto!―Se agachó para acariciar suavemente el estómago y sonreirle con amor. La perrita era una delicia y provocaba las atenciones de la gente de inmediato. Siguió acariciándola hasta que Mischa no pudo evitar reír  cuando llegó a un punto estratégico de la pata de la perrita, lo que causó que empezara a moverla en círculos, como si pedaleara una bicicleta. Mischa se llenó el corazón con dulzura, era imposible de no enamorarse de la hermosa caniche color chocolate.

―Le voy a decir a tu papá que tiene que sacarte más seguido a pasear, te lo mereces por ser tan buena niña.

Makkachin no podía escuchar nada. Estaba en el paraíso de los perros, bicicleteando como loca.

Un joven de cabellos oscuros y tez cobriza se hallaba renegando en casa porque una de sus pequeñas mascotas se había escondido.

―¡Loki, ya te pareces a tu padre, desapareciendo por ahí buscando aventuras!

Su pequeño Hamster se hallaba escondido detrás de un florero en la sala, mordisqueando las hojitas del envase. El chico cogió a la pequeña criatura con suma precaución y le llamó la atención.

―¡Ja! No contabas con que tu padre era más astuto que tú! ¡Aquí el único que puede escaparse a las fiestas soy yo!

Con sumo cuidado la depositó en una jaula con una enorme rueda y mucha comida, junto con sus otros hermanos. Justo cuando estaba a punto de sentarse junto a ellos, tocaron el timbre. Sorprendido de recibir visita, el muchacho corrió a atender al visitante.

―¡Pero si es Yuuri Katsuki, regresando de la tierra de los enamorados sin tiempo para los amigos! ¿A qué debo este honor?

―Podrías ser una persona como todas y saludarme con un hola, Phichit.

―Ese es un saludo muy aburrido, Yuu. Pasa.

Se sentaron junto a los hamsters, cosa que hacían con frecuencia desde la época que vivían juntos. Phichit le ofreció una limonada helada y dejó que Yuuri se sintiera listo para hablarle. Ya había aprendido que presionar a Yuuri causaba lo contrario a lo que se quería y Yuuri terminaría cerrándose aún más.

―Phichit―La voz temblorosa de Yuuri no era buen indicador―, ¿alguna vez has escuchado quejarse a Mischa por unas pesadillas?

La pregunta, totalmente inesperada para Phichit, lo dejó reflexionando.

―Pues, más de una vez he escuchado a Mischa decir que su cansancio se debe a causa de su incapacidad para dormir bien. Eso es todo lo que sé. ¿Pasó algo?

―Es que ayer nos quedamos dormidos juntos…

La cara de Phichit se iluminó emocionada y empezó a gritar como sirena de ambulancia.

―¡Uhhhhhhhhh! ¿Ya durmieron juntos? ¿Y para cuándo es la boda?

―¡Phichit, estoy hablando en serio!―Yuuri estaba acostumbrado a las locuras de su mejor amigo pero ahora se veía muy impaciente. Phichit, sin embargo, no le hizo caso.

―¡Yuuri yo también hablo en serio! No me vayan a avisar tarde, necesito un traje nuevo…

―¡Phichit!

―¡Ok, ok, me calmo! Sigue…

Yuuri emitió un profundo suspiro y continuó.

―Nos quedamos dormidos en el sofá y tiempo después me desperté asustado porque Mischa estaba llorando en sueños, pidiendo ayuda con un tono desesperado. En verdad me sorprendió.

Phichit se preocupó al escuchar lo demás.

―Phichit, me asusté mucho porque jamás lo había visto tan desesperado. Estaba temblando de miedo, pidiéndome entre sollozos que no lo dejara ir porque no quería morir.

―Mmm…¿Has hablado con él al respecto?

He ahí el detalle. Por eso Yuuri necesitaba un consejo. El estado en el que había visto a Mischa lo había dejado muy angustiado y no sabía qué hacer.

―Es por eso que vine, Phichit. En verdad no sé qué hacer.

Phichit se levantó para traer más limonada. Aprovechó el minuto aparte para suspirar y pensar en lo que le respondería a su amigo. Quizás debía dejar de ser chofer y convertirse en consejero de parejas.

―Yuuri, tú y yo ya hablamos de lo que podía ocurrir si Mischa  recordaba quién era. No sabemos quién es ni a qué se dedicaba. Esos sueños son recuerdos que están empezando a salir y te aseguro que cada vez van a ser más.

Yuuri no quería pensar en ello porque se negaba a ver a Mischa como alguien con otro nombre y otra vida. Phichit continuó.

―¿Qué sientes ahora después de haberlo visto así?

No habían dudas en ese aspecto. Aunque Yuuri tenía miedo de decirlo, se armó de valor para contestar.

―Quiero protegerlo, Phichit, más que nada en el mundo. No quiero verlo sufrir ni angustiado. Me duele.

―Ya sonamos si estás así de enamorado―le contestó―¡Ay, Yuuri! ¿Cuándo dejarás de pensar con el corazón?

El tono desesperado de Phichit lo hizo reflexionar. Sí, estaba enamorado, muy enamorado a decir verdad y no podía negarlo. Mischa lo hacía feliz y estar con él lo hacía sentir como si su corazón día a día se expandiera un poco más y con él pudiera llenarlo por completo. Ahora que por fin ya sabía lo que era tenerlo entre sus brazos no podía concebir un tiempo sin él. El amor por Mischa estaba allí y no había forma de quitárselo del corazón, no sólo porque no quería, sino porque ya no podía.

―Phichit, me asusta un poco saber que lo quiero más de lo que pensé que podría llegar a querer a alguien.

El moreno suspiró preocupado porque sabía que Yuuri era así. Su amigo siempre entregaba todo su corazón y, aunque debía molestarse por eso, no podía. Entendía sus sentimientos y, como buen amigo, le correspondía estar a su lado acompañándolo.

―Entonces lo único que tienes que hacer es apoyarlo. Imagínate lo confundido y temeroso que debe sentirse él. Esos recuerdos de su vida pasada van a regresar y cuando lo hagan, lo único que puedes hacer es estar a su lado y ayudarlo. ¡Tienes que ser fuerte, Yuuri! ¡Tu fortaleza es lo que Mischa necesita ahora!

Yuuri asintió con decisión. No era momento para dudas. Tenía que ser el soporte que mantuviera todo en orden. Si Mischa necesitaba su apoyo, es exactamente lo que le daría.

A las 12:00 Mischa se encontraba cerca de la casa de los Katsuki. Había dejado la comida hecha sobre la cocina de Yuuri. Quería llegar a casa y  asearse antes de retornar para almorzar con él.

Llegando a casa encontró a Toshiya en el sillón de la sala. El señor lo miró y lo saludó con una sonrisa.

―¡Hola, Mischa, qué bueno verte!―inmediatamente volteó su rostro hacia la puerta abierta de la cocina y avisó con voz muy fuerte―¡Hiroko, nuestro hijo perdido regresó de casa de su novio!

Mischa no pudo reaccionar más que enrojeciendo como un tomate maduro, saludando a Toshiya con la mano y pasando de inmediato a la cocina, donde Hiroko se hallaba cocinando.

―¡Oh, Mischa! Qué bueno que regresaste.

―Hola, Hiroko, disculpa que recién llegue ahora.

―No te preocupes, hijo, no te preocupes. Ayer nos pareció raro que no regresaras pero Yuuri nos llamó para avisarnos que te quedarías a dormir…con él.

Hiroko decidió ponerse de parte de Toshiya y miró a Mischa de forma juguetona cuando pronunció sus últimas palabras. Definitivamente no lo dejarían en paz.

―¡Juroquenohicimosnada!

Mischa estaba tan avergonzado que tuvo que cubrirse los ojos con las manos. Hiroko se rió de una forma hermosa, tan fuerte y singular como Yuuri.

―¡Tranquilo, no pasa nada!―la buena mujer se acercó a abrazarlo y le acarició maternalmente la espalda.

Una vez más calmado, Mischa le explicó que tendría que volver a salir y que había ido a cambiarse. Hiroko lo dejó subir a la ducha y Mischa terminó de arreglarse tan rápido como pudo.
Media hora después se hallaba de nuevo en la cocina, ayudando a Hiroko a cortar verduras.

―Mischa, Yuuri nos dijo anoche que te habías despertado llorando y con mucho miedo. ¿Estás bien?

Hiroko había dejado pasar un tiempo prudencial luego de su primera conversación para saber un poco más de todo ello.

―Sí, ya estoy bien. Lo siento, no quise preocuparlos.

―Dime, ¿es la primera vez que tienes esos sueños?

Mischa miró a Hiroko lleno de muchas dudas. A pesar de que confiaba en ella, le daba vergüenza de hablar de un episodio tan frustrante para él.

―No, la verdad, es que cada vez se vuelven más seguidos y reales. Me despierto con miedo, llorando y con mucho dolor de cabeza. Ayer tuve un sueño nuevo pero siempre se trata de lo mismo: unas personas intentan matarme.

Mischa palideció y Hiroko trató de darle tiempo para recuperarse. Sabiamente se quedó callada y siguió pelando las arvejas que tenía en la mano. Mischa siguió cortando las zanahorias que tenía en la mano y poco a poco fue calmándose. Cinco minutos después el color había vuelto a su rostro, por lo que Hiroko decidió regresar al tema.

―Mischa, eso que has soñado probablemente sea algún recuerdo de lo que te pasó antes de que te encontráramos.

―Lo sé―Mischa siguió cortando la verdura. No podía mirar a la señora―, es por eso que me da miedo. Tengo miedo de recordar muchas cosas y darme cuenta del tipo de hombre que soy en mi vida real. Si te soy sincero, también he recordado vagamente a alguien más de mi vida pasada pero no sé qué relación tiene conmigo.

―¿Y cómo te hace sentir eso?

La pregunta de Hiroko lo dejó paralizado. No se había puesto a pensar en los sentimientos que se causaban al el recordar cosas de su pasado.

―Me hace sentir inseguro pero a la vez me llena de curiosidad―De pronto dejó el cuchillo y las zanahorias, con el único propósito de mirar  a Hiroko―¿Tú crees que esté mal que quiera saber sobre mi pasado?

La señora dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él, le tomó la mano y la acarició con sus dedos para calmarlo.

―Yo creo que es entendible que quieras saber algo de ti y estoy muy segura que en cualquier momento vas a empezar a recordar más. Los dolores de cabeza no se van a ir y poco a poco los recuerdos van a volver a ti. Por lo que me dices sobre esas personas que te quisieron matar, probablemente estés pasando por un tipo de amnesia disociativa, causada por el trauma de aquella experiencia tan cercana a la muerte. Esta clase de amnesia normalmente  dura poco tiempo, sin embargo ya tienes con nosotros bastantes meses y creo que es normal que empieces a recordar cosas.

―Sí, tienes razón…

―Sólo quiero que sepas que sin importar lo que pases y lo que recuerdes, siempre estaremos aquí para ti. Eres parte de nuestra vida y de nuestro corazón.

Mischa no pudo evitar lanzarse contra su interlocutora. Se moría de miedo, adoraba su vida y no sabía qué le aguardaba en el camino. Abrazó a Hiroko con fuerza, dejándose consolar suavemente por ella.

―¡Gracias, Hiroko, gracias por todo!

―¡Te queremos, hijo, te queremos mucho!

La señora tomó con sus manos sus mejillas y las acarició con ternura.

―Sólo quiero pedirte algo, cariño.

―Lo que quieras―contestó el chico.

― Háblale a Yuuri, cuéntale todo sobre tus miedos, sobre tus recuerdos. Sé sincero con él. Yuuri es un chico muy sensible y no soportaría verlo sufrir porque no sabe lo que pasa. Sólo si sabe lo que sucede contigo podrá ayudarte. Prométeme que hablarás con él.

―Te lo prometo, Hiroko, es justo lo que pensaba hacer hoy.

Hiroko le brindó una sonrisa etérea, llena de amor y de devoción. Esperaba desde el fondo de su corazón que su hijo no saliera con el corazón más lastimado de lo que ya lo había tenido después de lo de Adrik y esperaba que ambos pudieran afrontar lo que viniera juntos, porque así tenía que ser en una relación llena de amor.

Eran las 2:05 pm cuando Yuuri llegó a casa. En sus manos tenía una bolsa de pan y un pequeño y sencillo  arreglo de flores que pensaba poner sobre la mesa de comedor.

―¿Mischa?― Preguntó tan pronto abrió la puerta.

El chico contestó desde la cocina, cercana a donde se encontraba.
Cuando ambos se miraron la atmósfera cambió. Ambos sonrieron emocionados por reencontrarse, como si el corto tiempo separados hubiera sido más largo en sus corazones. Yuuri se acercó a Mischa sonriente y le dio un suave beso en la mejilla, con el que Mischa enrojeció fácilmente.
Yuuri puso la mesa de una forma sencilla y Mischa trajo las pequeñas ollas para servir la comida.

―La próxima vez, prometo ser yo quien cocine―aseguró el chico de cabellos negros con algo de vergüenza.

Los comentarios en la mesa fueron muy amenos y relajados. Mischa y Yuuri jamás habían tenido problemas para crear una atmósfera agradable, llena de cariño y confianza.
Mischa le aseguró que lo acompañaría al campo terminando el almuerzo, ya que no había ido con él en la mañana.
Para ellos era mejor darse tiempo antes de encarar una conversación que tendría que venir tarde o temprano.

Ya en el trabajo se concentraron en ver el avance de los trabajadores, conversaron con Boris sobre la cosecha y este les puso al tanto de los últimos acontecimientos de la tarde. Grata fue la sorpresa de ambos cuando escucharon que por fin ese día, Yuri Plisetsky no había discutido con Otabek ni una sola vez.
La tarde se pasó entre caminatas en el terreno para solucionar situaciones al paso y conversaciones telefónicas con varios clientes. Ya era tarde cuando el último cliente colgó.

Mischa y Yuuri se subieron al auto y se dirigieron a casa de los Katsuki para cenar como siempre.
El camino no era largo. Cuando Yuuri estacionó el auto, decidió tocar el tema antes de pasar a la casa. Mischa abrió la puerta para salir y la mano derecha de Yuuri cogió la izquierda del otro.

―Espera, Mischa, quiero hablar contigo.

El chico de cabellera plateada asintió suavemente y volvió a cerrar la puerta del auto. Los segundos pasaron como horas hasta que Yuuri volvió a hablar.

―Mischa dime, ¿es la primera vez que tienes una pesadilla así como la de ayer?

La negativa con el movimiento de su cabeza corroboró lo que ya pensaba Yuuri.

―Cada vez son más frecuentes. Ya me había acostumbrado al primer sueño que repetía pero ayer me asusté mucho porque era un sueño nuevo.

―¿De qué tratan esos sueños?

Mischa se explayó en detalles una vez que Yuuri le preguntó. No servía de nada ocultarle las cosas si quería que su confianza permaneciera intacta.
Yuuri se sorprendió de lo vívido de las imágenes descritas, de lo terrible que sonaban las dos y no pudo más que sentir una opresión en el pecho recordando el estado como lo había encontrado en el bosque. Mischa de pronto se disculpó.

―No quería asustarte ayer en la noche, lo siento…

―No tienes que disculparte de nada. Más bien me preocupo porque siento que no puedo hacer nada para ayudarte cuando esos sueños se aparecen.

―Yuuri, ayer me ayudaste muchísimo. No sabes cuánto. Pero, si te soy sincero, tengo miedo.

Yuuri observó con detenimiento el rostro compungido de su acompañante. Tenía tantas ganas de meterse en sus pesadillas y pelear con todos aquellos miserables que lo hacían temblar.

―Yuuri, creo que estoy empezando a recordar algunas cosas de mi pasado. Por momentos algunas imágenes aparecen en mi memoria y ya no sé si quiero recordarlas. Por un lado quiero saber de mi vida y por otro…quiero seguir viviendo feliz como hasta ahora, con tus padres, con mi trabajo y contigo.

―Eso no tiene por qué cambiar, Mischa…

Yuuri no pudo evitar coger la mano izquierda de Mischa, llevándosela a los labios. Este enrojeció pero pronto respondió mostrándole una sonrisa. Yuuri quiso hacerle saber que podía contar con él.

―Entiendo que quieras saber de ti y de tu vida antes de nosotros. Cualquier cosa que pase y recuerdes no tienes por qué vivirla solo. Yo estoy aquí, para ti, para ayudarte cuando me necesites.

Mischa se sintió conmovido con sus palabras. Si tenía el apoyo de Yuuri, sentía que podría con todo con lo que estuviera a punto de venir.

―Me alegra saber que te tengo al lado, Yuuri. No sé cómo sería todo si no estuvieras aquí.

Yuuri no pudo controlar sus impulsos. Sentirse tan valioso ante los ojos de Mischa le dio fuerzas para acercarse y robarle un beso.

El chico de cabellos plateados sintió de pronto un cosquilleo en el cuerpo  causado por la sensación de los labios de Yuuri que se acercaron a él sin previo aviso. Le tomó un segundo cerrar los ojos y responder con la misma emoción aquel beso. Ambos dejaron que sus labios se sincronizaran tímidamente, como dos engranajes que, acoplados, hacían funcionar todo a su alrededor. En su interior, las sensaciones se multiplicaban como pequeños impulsos eléctricos que los recorrían de arriba a abajo. Mischa, en medio de su torpeza, disfrutaba el calor que esos besos le causaban. No había nada en el mundo que pudiera compararse a la sensación de bienestar que le causaba Yuuri Katsuki con su mano acariciando su mejilla, sus labios delicados que se posaban sobre los de él y el corazón que le entregaba en cada gesto, palabra y mirada.

Poco a poco, los tiernos besos fueron apaciguándose hasta que ambos, más tranquilos y conectados que nunca, se miraron frente a frente, uno muy cerca al otro y se obsequiaron una tímida sonrisa. Mischa no podía evitar sentir tantas cosas que  pensaba que en cualquier momento podría explotar. Se dedicó a admirar aquellos ojos de tonos cobrizos, tan llenos de vida y no se pudo contener.

― ¡Oh, Yuuri, te quiero tanto!

El corazón de Yuuri se derritió con esas palabras. Si tan sólo Mischa supiera todo lo que le causaba. Respondió a aquellas palabras con un fuerte y sentido abrazo que le dio a Mischa la sensación de no estar solo. Pasara lo que pasara, fuera quien fuera, ese abrazo le hacía saber que no estaba solo, que el cielo y las estrellas podían caerse en cualquier momento y eso no importaba porque tenía a su lado al hombre más bueno del mundo.

Y saber eso, lo hacía sentir mil veces más feliz.

Publicado por natsolano

Soy una escritora de fanfics desde hace tres años. Amo escribir y quisiera dedicarle más tiempo, amo cantar y amo a Yuri on Ice!! Lo que más me gusta escribir es romance, aunque por algún motivo termino mezclándolo con drama. Además olvidé decir que amo la comedia. Mi pareja favorita de toda la vida son Yuuri & Victor, siempre diré que mi corazón late por el victuuri, pero me considero multishipper ❤

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar