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No me olvides


Yuuri se desplomó en medio del hielo después de un giro que no salió bien y ahí, frente a todo un estadio repleto que lo contemplaban sin respirar, escupió los primeros pétalos de flor. Algo dentro suyo ya presentía el momento, el desarrollo de la enfermedad, pese a que era la primera vez que una prueba tan tangible y real se escapaba de sus labios. Por supuesto, nunca hubiera deseado que el descubrimiento se diera frente a todo el mundo, con cámaras encendidas que lo transmitieron en vivo y a todo color. Pero había sido imposible: él apareció en su mente mientras todo su cuerpo se preparaba para el salto. En ese segundo recordó con claridad cada uno de sus consejos, la fortaleza y el ánimo que siempre le entregó en cada palabra, la forma cómo solía mirarlo mientras le deseaba con todas sus fuerzas que lo lograra con éxito. Él era su inspiración, su razón de luchar y entrenar cada día para conseguir esa medalla de oro que le había prometido. Sin embargo, el recuerdo, la imagen mental vino acompañado de un vaho cálido atorado en su estómago, seguido de un puñetazo en el pecho. Y, justo en el aire, cuando su cuerpo rotaba contra él, sintió los pétalos subir por su garganta como un torrente de vómito dulce que no pudo contener.

Por fin, una vez en el hielo y justo enfrente suyo, encontró rastros azules de no me olvides entremezclados con su saliva. No había sangre. Era apenas la primera etapa.


Mucho se habló de Yuuri Katsuki y esa competencia, una que por supuesto perdió ya que le fue imposible continuar en ella. Todos mencionaban la posibilidad de que abandonara la temporada y tomara un descanso, pues la enfermedad que padecía era sencilla de erradicar en las primeras etapas gracias a una operación que mantenía a los afectados en cama durante varias semanas.

Más que un rumor, todos lo creían ya un hecho: ¿que persona en su sano juicio no intentaría mantenerse con vida cuando existía esa facilidad? Sobre todo cuando el porcentaje de éxito era bastante alto al ser tan reciente el primer brote.

Sin embargo, pese a todas las predicciones, Yuuri Katsuki continuó en la temporada y llegó hasta el fin del Grand Prix, alzando su primera medalla de oro en dicha competencia, misma que dedicó a la memoria de Víctor Nikiforov, su antiguo entrenador.


Mucho se habló también sobre quién era ese amor no correspondido de Yuuri Katsuki. Si bien muchas personas en la vida cotidiana padecían la enfermedad de Hanahaki, los casos que más resaltaban en las noticias eran los de aquellos vulnerables y visibles a la estela pública. Yuuri era ya un patinador reconocido, sobre todo al comenzar a ser entrado por Víctor Nikiforov. Por ello, fue bastante obvio que la prensa se acercara a él, hostigándolo con la intención de descubrirlo todo; sin embargo, Yuuri se negó a revelar un solo detalle al respecto.

Varias especulaciones entonces fueron lanzadas: que si era una amiga de la infancia, que si era alguien del medio que había conocido hacía poco, que si era un viejo amor cuyo olvido no lo había salvado de desarrollar la enfermedad años después…

Pero ninguna de las teorías e ideas que quedaron en el aire en su momento pudieron prever la decisión que Yuuri Katsuki tomaría al final de todo: no solo no se realizaría la operación tras el término de esa temporada, sino que no lo haría nunca y continuaría en competencias hasta que el avance de la enfermedad le hiciera imposible cualquier esfuerzo físico.

Por supuesto, nadie pudo comprender sus razones.


Un ocho de septiembre, Víctor Nikiforov murió en un accidente.

Yuuri recibió la noticia cuando esperaba por él en su departamento, justo horas después de haber tenido lo que, sin saberlo, fue su última llamada.

En ese momento no supo cómo sentirse, ni siquiera porque en su interior tantas cosas se desquebrajaron, incluso aquellas que no sabía que tenía. No lloró, por supuesto, mucho menos cuando caminó hasta el féretro en el funeral y lo vio ahí, tan pálido y con un gesto serio y gélido que no era para nada típico en él. Quien estaba rodeado con tan bellas flores no era su Víctor, ese quien siempre lo recibió con una enorme sonrisa y que incontables veces intentó acercarse, invadir su espacio personal solo para abrazarlo cuando más lo llegó a necesitar. Ese quien siempre le dedicaba una mirada brillante, cálida y llena de confianza para transmitirle en cada uno de sus entrenamientos que podía lograrlo, que siempre podía lograr.

Sin embargo, las cosas nunca fueron claras entre los dos… Por lo menos no para Yuuri. Mientras Víctor veía y sentías las señales tan evidentes y tangibles, la propia inseguridad de Yuuri le hizo imposible aceptar que, más allá del cariño de púpilo y entrenador, de incluso buenos amigos que había entre ellos, pudiera haber oculto bajo las líneas algo más.

Yuuri nunca supo que esa tarde, Víctor se dirigía a su departamento con un par de anillos ocultos en su bolsillo. Para él no había la menor duda, quería toda una vida a su lado y estaba más que deseoso de confesárselo a él y al mundo entero. Pero Víctor Nikiforov murió junto a ese deseo, junto a esos anillos dorados que se perdieron entre el pavimento, trozos metálicos de dos automóviles y su propia carne.

Yuuri nunca se creyó enamorado de él hasta que notó como la ausencia de Víctor le había creado un hueco en el corazón, uno del cual afloraron no me olvides. Demasiado tarde para hacer algo al respecto: se había enamorado de un muerto. Pero un muerto era incapaz de corresponderle…

¿Por qué matar aquel sentimiento que lo hizo feliz sin saberlo? Si se sometía a la operación, iba a olvidar por completo ese amor que mantenía a Víctor Nikiforov fresco en su memoria, como si todavía continuara ahí a su lado, como si todavía viviera y nunca se hubiera ido. Yuuri creía que al arrancar ese amor, iba a arrancar también el recuerdo de Víctor y esa sensación que se mantenía en su pecho, que le hacía saber que él había sido real, que realmente había existido un hombre así que lo hizo sentir tan feliz y que no necesitaba nada más… ni siquiera darle un nombre a lo que sintieron mutuamente.

Por eso nunca lo hizo, nunca se atrevió a someterse a aquella operación, sin importar toda la cantidad de no me olvides que afloraron de ese hueco en su pecho y terminaron por incrustarse en sus pulmones.


Habían pasado tres años de la muerte de Víctor, dos y medio desde que su enfermedad aflorara a la luz por primera vez. Yuuri apenas podía mantenerse en pie y cada vez le era más difícil respirar por sí mismo. Aun así, ese día le había insistido a su madre que necesitaba visitar la tumba de Víctor. Ella era la única que sabía la verdad: quién era esa persona que, sin querer, le había procurado una muerte lenta y dolorosa a su hijo. Por eso, justamente no tenía el corazón de negarle a Yuuri lo que tal vez era su único alivio, aunque era bastante notorio que su estado estaba peor que nunca antes.

Visitar aquella tumba y adornarla con no me olvides era una costumbre que Yuuri realizaba sin falta cada mes, sin importar lo mal que pudiera sentirse. Su madre era capaz de notar como la sonrisa moribunda en sus labios lograba encenderse un poco cada vez que volvían a casa después de esas visitas. No obstante, algo en ese día se sentía diferente y Hiroko Katsuki vio con una horrible opresión en el pecho como su hijo avanzó con dificultad hacia la tumba de Víctor Nikiforov y colocó el ramo de no me olvides encima antes de desplomarse en el suelo.

Las flores dentro de Yuuri finalmente le habían obstruido por completo los pulmones, impidiéndoles el paso del aire, haciéndolos colapsar junto con él. Y mientras se ahogaba con pétalos marchitos que escupía de su boca, mientras sobre sus jadeos llenos de desesperación escuchaba a su madre pedir a gritos ayuda, Yuuri sintió sobre sus tiesos labios un vago cálido de aliento.

Entonces dejó de respirar, justo al instante en que abría los ojos y lo veía a él ahí, recostado a su lado, esperando por él con esa sonrisa que lo había condenado a un amor eterno.

—¡Yuuri!


Dedico con mucho cariño este OS a Constanza Lagunas un pequeño y sencillo regalo atrasado de cumpleaños que he deseado hacerte en agradecimiento por todo el apoyo y cariño que me has dado a mí y mis fics. 
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